M’Cheyne Bible Reading Plan
Abram libera a Lot
14 En aquel tiempo Amrafel era rey de Sinar, Arioc era rey de Elasar, Quedorlaómer era rey de Elam, y Tidal era rey de Goím. 2 Éstos estuvieron en guerra contra Bera, rey de Sodoma, contra Birsá, rey de Gomorra, contra Sinab, rey de Admá, contra Seméber, rey de Seboím, y contra el rey de Bela, pueblo que también se llama Sóar. 3 Estos cinco últimos juntaron sus ejércitos en el valle de Sidim, donde está el Mar Muerto. 4 El rey Quedorlaómer los había dominado durante doce años, pero a los trece años los cinco reyes decidieron luchar contra él. 5 Al año siguiente, Quedorlaómer y los reyes que estaban de su parte fueron a la región de Astarot Carnaim, y allí derrotaron a los refaítas; luego derrotaron a los zuzitas en Ham, a los emitas los derrotaron en Savé-quiriataim, 6 y a los horeos los derrotaron en los montes de Seír y los persiguieron hasta El-parán, que está junto al desierto. 7 Al regresar Quedorlaómer y los que estaban con él, llegaron a En-mispat, que también se llama Cadés. Y destruyeron todo lo que encontraron a su paso en la región de los amalecitas, y también hicieron lo mismo con los amorreos, que vivían en la región de Hasesón-tamar.
8-9 Entonces los reyes de Sodoma, Gomorra, Admá, Seboím y Bela fueron al valle de Sidim. Allí estos cinco reyes pelearon contra Quedorlaómer, Tidal, Amrafel y Arioc, que eran los cuatro reyes de Elam, Goím, Sinar y Elasar. 10 En todo el valle de Sidim había muchos pozos de asfalto natural, y cuando los reyes de Sodoma y Gomorra quisieron escapar de la batalla, fueron a caer en los pozos. Los otros reyes escaparon a los montes.
11 Los vencedores se llevaron entonces todos los alimentos y cosas de valor que había en Sodoma y Gomorra, y se fueron de allí. 12 Como en Sodoma vivía Lot, el sobrino de Abram, también se lo llevaron prisionero junto con todo lo que tenía. 13 Pero un hombre que había escapado con vida vino a contarle todo esto a Abram el hebreo, que vivía en el bosque de encinas de Mamré el amorreo. Mamré era hermano de Escol y de Aner, y ellos estaban de parte de Abram.
14 Cuando Abram supo que su sobrino estaba prisionero, juntó a los criados de confianza que habían nacido en su casa, que eran trescientos dieciocho hombres en total, y salió con ellos a perseguir a los reyes hasta el pueblo de Dan. 15 Por la noche, Abram y su gente atacaron por sorpresa a los reyes y los persiguieron hasta Hobá, que está al norte de la ciudad de Damasco, 16 y les quitaron todo lo que se habían llevado. Así Abram libertó a su sobrino Lot, y recobró todo lo que era de su sobrino. También libertó a las mujeres y demás gente.
Melquisedec bendice a Abram
17 Cuando Abram regresó, después de haber derrotado a Quedorlaómer y a los reyes que estaban de su parte, el rey de Sodoma salió a recibirlo al valle de Savé, que es el Valle del Rey. 18 También Melquisedec, que era rey de Salem y sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino 19 y bendijo a Abram con estas palabras:
«Que te bendiga el Dios altísimo,
creador del cielo y de la tierra;
20 y alabado sea el Dios altísimo
que te hizo vencer a tus enemigos.»
Entonces Abram le dio a Melquisedec la décima parte de lo que había recobrado. 21 Luego el rey de Sodoma le dijo a Abram:
—Dame las personas y quédate con las cosas.
22 Pero Abram le contestó:
—Le he jurado al Señor, al Dios altísimo que hizo el cielo y la tierra, 23 que no voy a tomar nada de lo que es tuyo, ni siquiera un hilo o una correa para mis sandalias, para que nunca digas que tú fuiste el que me hizo rico. 24 Yo no quiero nada para mí, excepto lo que ya comieron los criados. En cuanto a los hombres que me acompañaron, es decir, Aner, Escol y Mamré, ellos tomarán su parte.
La parábola del sembrador(A)
13 Aquel mismo día salió Jesús de casa y se sentó a la orilla del lago. 2 Como se reunió mucha gente, Jesús subió a una barca y se sentó, mientras la gente se quedaba en la playa. 3 Entonces se puso a hablarles de muchas cosas por medio de parábolas.
Les dijo: «Un sembrador salió a sembrar. 4 Y al sembrar, una parte de la semilla cayó en el camino, y llegaron las aves y se la comieron. 5 Otra parte cayó entre las piedras, donde no había mucha tierra; esa semilla brotó pronto, porque la tierra no era muy honda; 6 pero el sol, al salir, la quemó, y como no tenía raíz, se secó. 7 Otra parte de la semilla cayó entre espinos, y los espinos crecieron y la ahogaron. 8 Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio buena cosecha; algunas espigas dieron cien granos por semilla, otras sesenta granos, y otras treinta. 9 Los que tienen oídos, oigan.»
El porqué de las parábolas(B)
10 Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron por qué hablaba a la gente por medio de parábolas. 11 Jesús les contestó: «A ustedes, Dios les da a conocer los secretos del reino de los cielos; pero a ellos no. 12 Pues al que tiene, se le dará más, y tendrá bastante; pero al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará. 13 Por eso les hablo por medio de parábolas; porque ellos miran, pero no ven; escuchan, pero no oyen ni entienden. 14 Así, en el caso de ellos se cumple lo que dijo el profeta Isaías:
“Por más que escuchen, no entenderán,
por más que miren, no verán.
15 Pues la mente de este pueblo está entorpecida,
tienen tapados los oídos
y han cerrado sus ojos,
para no ver ni oír,
para no entender ni volverse a mí,
para que yo no los sane.”
16 »Pero dichosos ustedes, porque tienen ojos que ven y oídos que oyen. 17 Les aseguro que muchos profetas y personas justas quisieron ver esto que ustedes ven, y no lo vieron; quisieron oír esto que ustedes oyen, y no lo oyeron.
Jesús explica la parábola del sembrador(C)
18 »Escuchen, pues, lo que quiere decir la parábola del sembrador: 19 Los que oyen el mensaje del reino y no lo entienden, son como la semilla que cayó en el camino; viene el maligno y les quita el mensaje sembrado en su corazón. 20 La semilla que cayó entre las piedras representa a los que oyen el mensaje y lo reciben con gusto, 21 pero como no tienen suficiente raíz, no se mantienen firmes; cuando por causa del mensaje sufren pruebas o persecución, fallan. 22 La semilla sembrada entre espinos representa a los que oyen el mensaje, pero los negocios de esta vida les preocupan demasiado y el amor por las riquezas los engaña. Todo esto ahoga el mensaje y no lo deja dar fruto en ellos. 23 Pero la semilla sembrada en buena tierra representa a los que oyen el mensaje y lo entienden y dan una buena cosecha, como las espigas que dieron cien, sesenta o treinta granos por semilla.»
La parábola de la mala hierba entre el trigo
24 Jesús les contó esta otra parábola: «Sucede con el reino de los cielos como con un hombre que sembró buena semilla en su campo; 25 pero cuando todos estaban durmiendo, llegó un enemigo, sembró mala hierba entre el trigo y se fue. 26 Cuando el trigo creció y se formó la espiga, apareció también la mala hierba. 27 Entonces los trabajadores fueron a decirle al dueño: “Señor, si la semilla que sembró usted en el campo era buena, ¿de dónde ha salido la mala hierba?” 28 El dueño les dijo: “Algún enemigo ha hecho esto.” Los trabajadores le preguntaron: “¿Quiere usted que vayamos a arrancar la mala hierba?” 29 Pero él les dijo: “No, porque al arrancar la mala hierba pueden arrancar también el trigo. 30 Lo mejor es dejarlos crecer juntos hasta la cosecha; entonces mandaré a los que han de recogerla que recojan primero la mala hierba y la aten en manojos, para quemarla, y que después guarden el trigo en mi granero.”»
La parábola de la semilla de mostaza(D)
31 Jesús también les contó esta parábola: «El reino de los cielos es como una semilla de mostaza que un hombre siembra en su campo. 32 Es, por cierto, la más pequeña de todas las semillas; pero cuando crece, se hace más grande que las otras plantas del huerto, y llega a ser como un árbol, tan grande que las aves van y se posan en sus ramas.»
La parábola de la levadura(E)
33 También les contó esta parábola: «El reino de los cielos es como la levadura que una mujer mezcla con tres medidas de harina para hacer fermentar toda la masa.»
Cumplimiento de la Escritura(F)
34 Jesús habló de todo esto a la gente por medio de parábolas, y sin parábolas no les hablaba. 35 Esto fue para que se cumpliera lo que había dicho el profeta:
«Hablaré por medio de parábolas;
diré cosas que han estado en secreto
desde que Dios hizo el mundo.»
Jesús explica la parábola de la mala hierba
36 Jesús despidió entonces a la gente y entró en la casa, donde sus discípulos se le acercaron y le pidieron que les explicara la parábola de la mala hierba en el campo. 37 Jesús les respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre, 38 y el campo es el mundo. La buena semilla representa a los que son del reino, y la mala hierba representa a los que son del maligno, 39 y el enemigo que sembró la mala hierba es el diablo. La cosecha representa el fin del mundo, y los que recogen la cosecha son los ángeles. 40 Así como la mala hierba se recoge y se echa al fuego para quemarla, así sucederá también al fin del mundo. 41 El Hijo del hombre mandará a sus ángeles a recoger de su reino a todos los que hacen pecar a otros, y a los que practican el mal. 42 Los echarán en el horno encendido, y vendrán el llanto y la desesperación. 43 Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. Los que tienen oídos, oigan.
La parábola del tesoro escondido
44 »El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un terreno. Un hombre encuentra el tesoro, y lo vuelve a esconder allí mismo; lleno de alegría, va y vende todo lo que tiene, y compra ese terreno.
La parábola de la perla de mucho valor
45 »Sucede también con el reino de los cielos como con un comerciante que andaba buscando perlas finas; 46 cuando encontró una de mucho valor, fue y vendió todo lo que tenía, y compró esa perla.
La parábola de la red
47 »Sucede también con el reino de los cielos como con la red que se echa al mar y recoge toda clase de pescado. 48 Cuando la red se llena, los pescadores la sacan a la playa, donde se sientan a escoger el pescado; guardan el bueno en canastas y tiran el malo. 49 Así también sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles para separar a los malos de los buenos, 50 y echarán a los malos en el horno de fuego. Entonces vendrán el llanto y la desesperación.»
Lo nuevo y lo viejo
51 Jesús preguntó:
—¿Entienden ustedes todo esto?
—Sí —contestaron ellos.
52 Entonces Jesús les dijo:
—Cuando un maestro de la ley se instruye acerca del reino de los cielos, se parece al dueño de una casa, que de lo que tiene guardado sabe sacar cosas nuevas y cosas viejas.
Jesús en Nazaret(G)
53 Cuando Jesús terminó de contar estas parábolas, se fue de allí 54 y llegó a su propia tierra, donde comenzó a enseñar en la sinagoga del lugar. La gente, admirada, decía:
—¿Dónde aprendió éste todo lo que sabe? ¿Cómo puede hacer esos milagros? 55 ¿No es éste el hijo del carpintero, y no es María su madre? ¿No es el hermano de Santiago, José, Simón y Judas, 56 y no viven sus hermanas también aquí entre nosotros? ¿De dónde le viene todo esto?
57 Y se resistían a creer en él. Pero Jesús les dijo:
—En todas partes se honra a un profeta, menos en su propia tierra y en su propia casa.
58 Y no hizo allí muchos milagros porque aquella gente no tenía fe en él.
Distribución del trabajo
3 Entonces el sumo sacerdote Eliasib y sus compañeros los sacerdotes reconstruyeron la puerta de las Ovejas. Le pusieron vigas y colocaron las puertas, y reconstruyeron la muralla desde la torre de los Cien hasta la torre de Hananel. 2 El siguiente tramo de la muralla lo reconstruyeron los hombres de Jericó, y el siguiente lo hizo Zacur, el hijo de Imrí. 3 Los descendientes de Senaá reconstruyeron la puerta de los Pescados. Le pusieron vigas y colocaron sus puertas con sus cerrojos y barras. 4 El siguiente tramo de la muralla lo reforzó Meremot, hijo de Urías y nieto de Cos; y el siguiente, Mesulam, hijo de Berequías y nieto de Mesezabel; el siguiente tramo lo restauró Sadoc, hijo de Baaná. 5 La reparación del siguiente tramo la hicieron los de Tecoa, aunque sus hombres importantes no quisieron ayudar a sus dirigentes. 6 Joiadá, hijo de Paséah, y Mesulam, hijo de Besodías, repararon la puerta de Jesaná. Le pusieron vigas y colocaron sus puertas con sus cerrojos y barras. 7 El siguiente tramo de la muralla lo repararon Melatías de Gabaón y Jadón de Meronot, y la gente de Gabaón y de Mispá, lugares que estaban bajo la autoridad del gobernador al oeste del río Éufrates. 8 El siguiente tramo de la muralla lo reparó Uziel, hijo de Harhaías, el platero; y el siguiente lo reparó Hananías, el perfumero; ellos dos restauraron la muralla de Jerusalén hasta la muralla ancha. 9 El siguiente tramo lo reparó Refaías, hijo de Hur, que era alcalde de la mitad del distrito de Jerusalén. 10 El siguiente tramo lo reparó Jedaías, hijo de Harumaf, pues quedaba frente a su casa, y el siguiente lo reparó Hatús, hijo de Hasabnías.
11 Malquías, hijo de Harim, y Hasub, hijo de Pahat-moab, repararon el siguiente tramo y la torre de los Hornos. 12 El siguiente lo repararon Salum, hijo de Halohés, que era alcalde de la otra mitad del distrito de Jerusalén, y sus hijas. 13 Hanún y los habitantes de Zanóah repararon la puerta del Valle; la reconstruyeron y colocaron sus puertas con sus cerrojos y barras, y restauraron cuatrocientos cincuenta metros de muralla, hasta la puerta del Basurero. 14 Malquías, hijo de Recab, gobernador del distrito de Bet-haquérem, reconstruyó la puerta del Basurero y colocó sus puertas con sus cerrojos y barras.
15 Salum, hijo de Colhozé, gobernador del distrito de Mispá, reparó la puerta de la Fuente: la reconstruyó y la techó, y colocó sus puertas con sus cerrojos y sus barras, y también reparó el muro del estanque de Siloé junto al Jardín Real, hasta las escaleras que bajan de la Ciudad de David. 16 Nehemías, hijo de Azbuc, gobernador de medio distrito de Bet-sur, reparó el siguiente tramo de la muralla hasta frente a los sepulcros de David, hasta el depósito del agua y hasta el cuartel de los soldados.
17 El siguiente tramo lo repararon los levitas: Rehúm, hijo de Baní; y más adelante Hasabías, gobernador de medio distrito de Queilá, que lo hizo en nombre de su distrito. 18 El siguiente tramo lo repararon sus colegas: Bavai, hijo de Henadad, gobernador de la otra mitad del distrito de Queilá; 19 y Éser, hijo de Josué, gobernador de Mispá, reparó otro tramo frente a la subida al depósito de armas de la esquina. 20 A continuación de él, Baruc, hijo de Zabai, reparó otro tramo, desde la esquina hasta la puerta de la casa de Eliasib, el sumo sacerdote; 21 y Meremot, hijo de Urías y nieto de Cos, reparó el siguiente tramo, desde la puerta de la casa de Eliasib hasta el final de la misma.
22 El tramo siguiente de la muralla lo repararon los sacerdotes que vivían en el valle del Jordán. 23 A continuación de ellos, Benjamín y Hasub repararon la muralla frente a su casa. Y después de ellos, Azarías, hijo de Maaseías y nieto de Ananías, hizo la restauración junto a su casa. 24 El siguiente tramo lo reparó Binuy, hijo de Henadad, desde la casa de Azarías hasta el ángulo en la esquina. 25 A continuación de él, Palal, hijo de Uzai, reparó la muralla frente a la esquina y también la torre alta que sobresale del palacio real, la cual está en el patio de la guardia. El siguiente tramo lo reparó Pedaías, hijo de Parós, 26 hasta frente a la puerta del Agua, hacia el este, así como la torre que sobresale. (Los que vivían en Ófel eran los sirvientes del templo.) 27 Los de Tecoa repararon el siguiente tramo, desde enfrente de la torre grande que sobresale hasta la muralla de Ófel.
28 Los sacerdotes repararon la muralla, cada uno frente a su casa, desde la puerta de los Caballos. 29 A continuación de ellos, Sadoc, hijo de Imer, reparó la muralla frente a su casa; y el tramo siguiente lo reparó Semaías, hijo de Secanías, que era guardián de la puerta de Oriente. 30 Tras él repararon otro tramo Hananías, hijo de Selemías, y Hanún, que era el sexto hijo de Salaf; y a continuación de ellos, Mesulam, hijo de Berequías, lo hizo frente a su casa. 31 Malquías, el platero, reparó el siguiente tramo de la muralla hasta la casa de los servidores del templo, y la de los comerciantes, frente a la puerta de la Inspección y hasta el puesto de vigilancia de la esquina. 32 Los plateros y los comerciantes repararon el siguiente tramo desde el puesto de vigilancia de la esquina hasta la puerta de las Ovejas.
Bernabé y Saulo comienzan su trabajo misionero
13 En la iglesia que estaba en Antioquía había profetas y maestros. Eran Bernabé, Simón (al que también llamaban el Negro), Lucio de Cirene, Menahem (que se había criado junto con Herodes, el que gobernó en Galilea) y Saulo. 2 Un día, mientras estaban celebrando el culto al Señor y ayunando, el Espíritu Santo dijo: «Sepárenme a Bernabé y a Saulo para el trabajo al cual los he llamado.»
3 Entonces, después de orar y ayunar, les impusieron las manos y los despidieron.
Predicación en Chipre
4 Enviados por el Espíritu Santo, Bernabé y Saulo se dirigieron a Seleucia, y allí se embarcaron para la isla de Chipre. 5 Al llegar al puerto de Salamina, comenzaron a anunciar el mensaje de Dios en las sinagogas de los judíos. Juan iba también con ellos, como ayudante.
6 Recorrieron toda la isla y llegaron a Pafos, donde encontraron a un brujo judío llamado Barjesús, que era un falso profeta. 7 Este brujo estaba con el gobernador Sergio Paulo, que era un hombre inteligente. El gobernador mandó llamar a Bernabé y a Saulo, porque quería oír el mensaje de Dios. 8 Pero el brujo, cuyo nombre griego era Elimas, se les opuso, tratando de impedir que el gobernador creyera. 9 Entonces Saulo, también llamado Pablo, lleno del Espíritu Santo, lo miró fijamente 10 y le dijo:
—¡Mentiroso, malvado, hijo del diablo y enemigo de todo lo bueno! ¿Por qué no dejas de torcer los caminos rectos del Señor? 11 Ahora el Señor te va a castigar: vas a quedarte ciego, y por algún tiempo no podrás ver la luz del sol.
Inmediatamente Elimas quedó en total oscuridad, y buscaba que alguien lo llevara de la mano porque estaba ciego. 12 Al ver esto, el gobernador creyó, admirado de la enseñanza acerca del Señor.
Predicación en Antioquía de Pisidia
13 Pablo y sus compañeros se embarcaron en Pafos y viajaron a Perge, en la región de Panfilia; pero Juan los dejó y volvió a Jerusalén. 14 De Perge pasaron a Antioquía de Pisidia. Allí, el sábado, entraron en la sinagoga y se sentaron. 15 Después de la lectura de la ley y de los profetas, los jefes de la sinagoga los invitaron:
—Hermanos, si tienen algo que decir para dar ánimo a la gente, díganlo ahora.
16 Entonces Pablo se levantó y, pidiéndoles con la mano que guardaran silencio, dijo:
—Escuchen ustedes, israelitas, y también ustedes, los extranjeros que tienen temor de Dios. 17 El Dios del pueblo de Israel escogió a nuestros antepasados; hizo de ellos una nación grande cuando todavía estaban viviendo como extranjeros en Egipto, y después, con su poder, los sacó de aquella tierra. 18 Dios soportó su conducta en el desierto unos cuarenta años, 19 y destruyó siete naciones en el país de Canaán, para dar sus tierras a nuestros antepasados. 20 Todo esto duró unos cuatrocientos cincuenta años.
»Después les dio caudillos, hasta los días del profeta Samuel. 21 Entonces ellos pidieron un rey que los gobernara, y Dios, durante cuarenta años, les dio como rey a Saúl, hijo de Quis, que era de la tribu de Benjamín. 22 Más tarde, Dios quitó de su puesto a Saúl, y les dio por rey a David, de quien dijo: “He encontrado que David, hijo de Jesé, es un hombre que me agrada y que está dispuesto a hacer todo lo que yo quiero.” 23 Uno de los descendientes de este mismo David fue Jesús, a quien Dios envió para salvar a Israel, como había prometido. 24 Antes que Jesús viniera, Juan anunciaba el mensaje a todo el pueblo de Israel, diciéndoles que debían volverse a Dios y ser bautizados. 25 Y cuando Juan se iba acercando al fin de su vida, dijo: “Yo no soy lo que ustedes piensan; pero después de mí viene uno a quien yo ni siquiera merezco desatarle las sandalias de los pies.”
26 »Hermanos descendientes de Abraham, y ustedes, los extranjeros que tienen temor de Dios: este mensaje de salvación es para nosotros. 27 Pues los que vivían en Jerusalén, y sus jefes, no reconocieron a Jesús ni entendieron las palabras de los profetas que se leen en la sinagoga cada sábado; así ellos mismos, cuando condenaron a Jesús, cumplieron esas profecías. 28 Y aunque no encontraron en él ningún motivo para darle muerte, pidieron a Pilato que mandara matarlo. 29 Luego, cuando ya habían hecho todo lo que se decía de él en las Escrituras, lo bajaron de la cruz y lo enterraron. 30 Pero Dios lo resucitó. 31 Y, durante muchos días, Jesús se apareció a los que lo habían acompañado en su viaje de Galilea a Jerusalén; y ahora ellos son testigos de Jesús ante el pueblo.
32 »Así que nosotros les estamos anunciando a ustedes esta buena noticia: La promesa que Dios hizo a nuestros antepasados, 33 nos la ha cumplido a nosotros, que somos los descendientes. Esto lo ha hecho al resucitar a Jesús, como está escrito en el salmo segundo: “Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy.” 34 Dios ya había anunciado que lo resucitaría para que su cuerpo no se descompusiera, al decir en las Escrituras: “Cumpliré las santas y verdaderas promesas que hice a David.” 35 Por eso dice también en otro lugar: “No permitirás que se descomponga el cuerpo de tu santo siervo.” 36 Ahora bien, lo cierto es que David sirvió a los de su tiempo, según Dios se lo había ordenado, y que después murió y se reunió con sus padres, y que su cuerpo se descompuso. 37 Pero el cuerpo de aquel que Dios resucitó, no se descompuso. 38-39 Así pues, hermanos, ustedes deben saber que el perdón de los pecados se les anuncia por medio de Jesús. Por medio de él, todos los que creen quedan perdonados de todo aquello para lo que no pudieron alcanzar perdón bajo la ley de Moisés. 40 Tengan, pues, cuidado, para que no caiga sobre ustedes lo que escribieron los profetas:
41 “Miren, ustedes que desprecian,
asómbrense y desaparezcan;
porque en sus días haré cosas tales
que ustedes no las creerían,
si alguien se las contara.”»
42 Cuando Pablo y sus compañeros salieron de la sinagoga, les pidieron que al siguiente sábado les hablaran también de estas cosas. 43 Una vez terminada la reunión en la sinagoga, muchos de los judíos y de los que se habían convertido al judaísmo siguieron a Pablo y Bernabé. Y ellos les aconsejaron que permanecieran firmes en el llamamiento que habían recibido por amor de Dios.
44 El sábado de la semana siguiente, casi toda la ciudad se reunió para oír el mensaje del Señor. 45 Pero cuando los judíos vieron tanta gente, se llenaron de celos y comenzaron a contradecir a Pablo y a insultarlo. 46 Entonces Pablo y Bernabé, hablando con valentía, les contestaron:
—Teníamos la obligación de anunciar el mensaje de Dios en primer lugar a ustedes, que son judíos; pero ya que ustedes lo rechazan y no se consideran dignos de la vida eterna, nos iremos a los que no son judíos. 47 Porque así nos mandó el Señor, diciendo:
“Te he puesto como luz de las naciones,
para que lleves mi salvación
hasta las partes más lejanas de la tierra.”
48 Al oír esto, los que no eran judíos se alegraron y comenzaron a decir que el mensaje del Señor era bueno; y creyeron todos los que estaban destinados a tener vida eterna. 49 Así se predicó el mensaje del Señor por toda aquella región. 50 Pero los judíos hablaron con algunas mujeres piadosas y honorables, y con los hombres importantes de la ciudad, y los incitaron a comenzar una persecución contra Pablo y Bernabé, para echarlos de la región. 51 Entonces éstos sacudieron el polvo de sus pies en señal de protesta contra aquella gente, y se fueron a Iconio. 52 Pero los creyentes estaban llenos de alegría y del Espíritu Santo.
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