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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Nueva Versión Internacional (Castilian) (CST)
Version
2 Samuel 22

Salmo de David(A)

22 David dedicó al Señor la letra de esta canción cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así:

«El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador;
    es mi Dios, el peñasco en que me refugio.
Es mi escudo, el poder que me salva,[a]
    ¡mi más alto escondite!
Él es mi protector y mi salvador.
    ¡Tú me salvaste de la violencia!
Invoco al Señor, que es digno de alabanza,
    y quedo a salvo de mis enemigos.

»Las olas de la muerte me envolvieron;
    los torrentes destructores me abrumaron.
Me enredaron los lazos del sepulcro,
    y me encontré ante las trampas de la muerte.
En mi angustia invoqué al Señor;
    llamé a mi Dios,
y él me escuchó desde su templo;
    ¡mi clamor llegó a sus oídos!

»La tierra tembló, se estremeció;
    se sacudieron los cimientos de los cielos;
    ¡se tambalearon a causa de su enojo!
Por la nariz echaba humo,
    por la boca, fuego consumidor;
    ¡lanzaba carbones encendidos!

10 »Rasgando el cielo, descendió,
    pisando sobre oscuros nubarrones.
11 Montando sobre un querubín, surcó los cielos
    y se remontó[b] sobre las alas del viento.
12 De las tinieblas y de los cargados nubarrones
    hizo pabellones que lo rodeaban.
13 De su radiante presencia
    brotaron carbones encendidos.

14 »Desde el cielo se oyó el trueno del Señor,
    resonó la voz del Altísimo.
15 Lanzó flechas y centellas contra mis enemigos;
    los dispersó y los puso en fuga.
16 A causa de la reprensión del Señor,
    y por el resoplido de su enojo,[c]
las cuencas del mar quedaron a la vista;
    ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra!

17 »Extendiendo su mano desde lo alto,
    tomó la mía y me sacó del mar profundo.
18 Me libró de mi enemigo poderoso,
    de aquellos que me odiaban
    y que eran más fuertes que yo.
19 En el día de mi desgracia
    me salieron al encuentro,
    pero mi apoyo fue el Señor.
20 Me sacó a un amplio espacio;
    me libró porque se agradó de mí.

21 »El Señor me ha pagado conforme a mi justicia,
    me ha premiado conforme a la limpieza de mis manos;
22 pues he andado en los caminos del Señor;
    no he cometido mal alguno
    ni me he apartado de mi Dios.
23 Presentes tengo todas sus sentencias;
    no me he alejado de sus decretos.
24 He sido íntegro ante él
    y me he abstenido de pecar.
25 El Señor me ha recompensado conforme a mi justicia,
    conforme a mi limpieza delante de él.

26 »Tú eres fiel con quien es fiel,
    e irreprochable con quien es irreprochable;
27 sincero eres con quien es sincero,
    pero sagaz con el que es tramposo.
28 Das la victoria a los humildes,
    pero tu mirada humilla a los altaneros.
29 Tú, Señor, eres mi lámpara;
    tú, Señor, iluminas mis tinieblas.
30 Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército;
    contigo, Dios mío, podré asaltar murallas.

31 »El camino de Dios es perfecto;
    la palabra del Señor es intachable.
    Escudo es Dios a los que en él se refugian.
32 ¿Pues quién es Dios, si no el Señor?
    ¿Quién es la roca, si no nuestro Dios?
33 Es él quien me arma de valor
    y endereza mi camino;
34 da a mis pies la ligereza del venado,
    y me mantiene firme en las alturas;
35 adiestra mis manos para la batalla,
    y mis brazos para tensar arcos de bronce.
36 Tú me cubres con el escudo de tu salvación;
    tu bondad me ha hecho prosperar.
37 Me has despejado el camino;
    por eso mis tobillos no flaquean.

38 »Perseguí a mis enemigos y los destruí;
    no retrocedí hasta verlos aniquilados.
39 Los aplasté por completo. Ya no se levantan.
    ¡Cayeron debajo de mis pies!
40 Tú me armaste de valor para el combate;
    bajo mi planta sometiste a los rebeldes.
41 Hiciste retroceder a mis enemigos,
    y así exterminé a los que me odiaban.
42 Pedían ayuda; no hubo quien los salvara.
    Al Señor clamaron, pero no les respondió.
43 Los desmenucé. Parecían el polvo de la tierra.
    ¡Los pisoteé como al lodo de las calles!

44 »Me has librado de una turba amotinada;
    me has puesto por encima de los paganos;
    me sirve gente que yo no conocía.
45 Son extranjeros, y me rinden homenaje;
    apenas me oyen, me obedecen.
46 ¡Esos extraños se descorazonan,
    y temblando salen de sus refugios!
47 ¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca!
    ¡Exaltado sea Dios mi Salvador!
48 Él es el Dios que me vindica,
    el que pone los pueblos a mis pies.
49 Tú me libras de mis enemigos,
    me exaltas por encima de mis adversarios,
    me salvas de los hombres violentos.
50 Por eso, Señor, te alabo entre las naciones
    y canto salmos a tu nombre.

51 »El Señor da grandes victorias a su rey;
    a su ungido David y a sus descendientes
    les muestra por siempre su gran amor».

Gálatas 2

Los apóstoles aceptan a Pablo

Catorce años después subí de nuevo a Jerusalén, esta vez con Bernabé, llevando también a Tito. Obedeciendo a una revelación, fui y me reuní en privado con los que eran reconocidos como dirigentes, y les expliqué el evangelio que predico entre los gentiles, para que todo mi esfuerzo no fuera en vano.[a] Ahora bien, ni siquiera Tito, que me acompañaba, fue obligado a circuncidarse, aunque era griego. El problema era que algunos falsos hermanos se habían infiltrado entre nosotros para coartar la libertad que tenemos en Cristo Jesús a fin de esclavizarnos. Ni por un momento accedimos a someternos a ellos, pues queríamos que se preservara entre vosotros la integridad del evangelio.

En cuanto a los que eran reconocidos como personas importantes —aunque no me interesa lo que fueran, porque Dios no juzga por las apariencias—, esos tales no me impusieron nada nuevo. Al contrario, reconocieron que a mí se me había encomendado predicar el evangelio a los gentiles, de la misma manera que se le había encomendado a Pedro predicarlo a los judíos.[b] El mismo Dios que facultó a Pedro como apóstol de los judíos[c] me facultó también a mí como apóstol de los gentiles. En efecto, Jacobo, Pedro y Juan, que eran considerados columnas, al reconocer la gracia que yo había recibido, nos dieron la mano a Bernabé y a mí en señal de compañerismo, de modo que nosotros fuéramos a los gentiles y ellos a los judíos. 10 Solo nos pidieron que nos acordáramos de los pobres, y eso es precisamente lo que he venido haciendo con esmero.

Pablo se opone a Pedro

11 Pues bien, cuando Pedro fue a Antioquía, le eché en cara su comportamiento condenable. 12 Antes que llegaran algunos de parte de Jacobo, Pedro solía comer con los gentiles. Pero, cuando aquellos llegaron, comenzó a retraerse y a separarse de los gentiles por temor a los partidarios de la circuncisión.[d] 13 Entonces los demás judíos se unieron a Pedro en su hipocresía, y hasta el mismo Bernabé se dejó arrastrar por esa conducta hipócrita.

14 Cuando vi que no actuaban rectamente, como corresponde a la integridad del evangelio, le dije a Pedro delante de todos: «Si tú, que eres judío, vives como si no lo fueras, ¿por qué obligas a los gentiles a practicar el judaísmo?

15 »Nosotros somos judíos de nacimiento y no “pecadores paganos”. 16 Sin embargo, al reconocer que nadie es justificado por las obras que demanda la ley, sino por la fe en Jesucristo, también nosotros hemos puesto nuestra fe en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe en él y no por las obras de la ley; porque por estas nadie será justificado.

17 »Ahora bien, cuando buscamos ser justificados por[e] Cristo, se hace evidente que nosotros mismos somos pecadores. ¿Quiere esto decir que Cristo está al servicio del pecado? ¡De ninguna manera! 18 Si uno vuelve a edificar lo que antes había destruido, se hace[f] transgresor. 19 Yo, por mi parte, mediante la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios. 20 He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí. 21 No desecho la gracia de Dios. Si la justicia se obtuviera mediante la ley, Cristo habría muerto en vano».[g]

Ezequiel 29

Profecía contra Egipto

29 A los doce días del mes décimo del año décimo, el Señor me habló diciendo: «Hijo de hombre, encara al faraón, rey de Egipto, y profetiza contra él y contra todo Egipto. Adviértele que así dice el Señor omnipotente:

»“A ti, Faraón, rey de Egipto,
    gran monstruo que yaces
    en el cauce de tus ríos,
que dices: ‘El Nilo es mío,
    el Nilo es mi creación’,
    ¡te declaro que estoy en tu contra!
Te pondré garfios en las mandíbulas,
    y haré que los peces del río
    se te peguen a las escamas.
Y con todos los peces pegados a tus escamas
    te sacaré de la corriente.
Te abandonaré a tu suerte en el desierto,
    junto con todos los peces de tu río.
Caerás en campo abierto,
    y no serás recogido ni enterrado.[a]
Las bestias de la tierra y las aves del cielo
    te las daré como alimento.
Entonces todos los habitantes de Egipto
    sabrán que yo soy el Señor.
No fuiste para el pueblo de Israel
    más que un bastón de caña.
Cuando se agarraron de tu mano,
    te quebraste, y les desgarraste las manos;[b]
cuando en ti se apoyaron te rompiste,
    y sus espaldas se estremecieron.[c]

»”Por eso, así dice el Señor omnipotente: Contra ti traeré la espada, y haré que mate a hombres y animales. La tierra de Egipto se convertirá en desolación. Entonces sabrán que yo soy el Señor. Tú dijiste: ‘El Nilo es mío, el Nilo es mi creación’. 10 Por eso me declaro en contra tuya y en contra de tus ríos. Desde Migdol hasta Asuán, y hasta la frontera con Etiopía, convertiré la tierra de Egipto en ruina y desolación total. 11 Durante cuarenta años quedará completamente deshabitada, y ni hombres ni animales pasarán por allí. 12 Haré de Egipto la más desolada de todas las tierras, y durante cuarenta años sus ciudades quedarán en ruinas y en medio de gran desolación. Yo dispersaré a los egipcios entre las naciones, y los esparciré por los países.

13 »”Así dice el Señor omnipotente: Al cabo de los cuarenta años reuniré a los egipcios de entre los pueblos donde fueron dispersados. 14 Cambiaré la suerte de Egipto y los haré volver a Patros, tierra de sus antepasados. Allí formarán un reino humilde. 15 Será el reino de menor importancia, y nunca podrá levantarse por encima de las demás naciones. Yo mismo los haré tan pequeños que no podrán dominar a las otras naciones. 16 El pueblo de Israel no confiará más en Egipto. Al contrario, será Egipto quien les sirva para recordar el pecado que cometieron los israelitas al seguirlo. Así sabrán que yo soy el Señor”».

17 El día primero del mes primero del año veintisiete, el Señor me habló diciendo: 18 «Ten en cuenta, hijo de hombre, que el rey de Babilonia, Nabucodonosor, y su ejército llevaron a cabo una gran campaña contra Tiro. Todos ellos quedaron con la cabeza rapada y con llagas en la espalda. Pero, a pesar del tremendo esfuerzo, ni él ni su ejército sacaron provecho alguno de la campaña emprendida contra Tiro. 19 Por eso, así dice el Señor omnipotente: Pondré a Egipto en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, quien se apoderará de sus riquezas, saqueará sus despojos y se llevará el botín que servirá de recompensa para su ejército. 20 Al rey de Babilonia le entregaré Egipto como recompensa por lo que hizo contra Tiro, porque ellos lo hicieron por mí. Lo afirma el Señor omnipotente.

21 »En aquel día acrecentaré la fuerza del pueblo de Israel, y entonces tú, Ezequiel, les hablarás con libertad. Entonces sabrán que yo soy el Señor».

Salmos 78:1-37

Masquilde Asaf.

78 Pueblo mío, atiende a mi enseñanza;
    presta oído a las palabras de mi boca.
Mis labios pronunciarán parábolas
    y evocarán misterios de antaño,
cosas que hemos oído y conocido,
    y que nuestros padres nos han contado.
No las esconderemos de sus descendientes;
    hablaremos a la generación venidera
del poder del Señor, de sus proezas,
    y de las maravillas que ha realizado.
Él promulgó un decreto para Jacob,
    dictó una ley para Israel;
ordenó a nuestros antepasados
    enseñarlos a sus descendientes,
para que los conocieran las generaciones venideras
    y los hijos que habrían de nacer,
    que a su vez los enseñarían a sus hijos.
Así ellos pondrían su confianza en Dios
    y no se olvidarían de sus proezas,
    sino que cumplirían sus mandamientos.
Así no serían como sus antepasados:
    generación obstinada y rebelde,
gente de corazón fluctuante,
    cuyo espíritu no se mantuvo fiel a Dios.
La tribu de Efraín, con sus diestros arqueros,
    se puso en fuga el día de la batalla.

10 No cumplieron con el pacto de Dios,
    sino que se negaron a seguir sus enseñanzas.
11 Echaron al olvido sus proezas,
    las maravillas que les había mostrado,
12 los milagros que hizo a la vista de sus padres
    en la tierra de Egipto, en la región de Zoán.
13 Partió el mar en dos para que ellos lo cruzaran,
    mientras mantenía las aguas firmes como un muro.
14 De día los guio con una nube,
    y toda la noche con luz de fuego.
15 En el desierto partió en dos las rocas,
    y les dio a beber torrentes de aguas;
16 hizo que brotaran arroyos de la peña
    y que las aguas fluyeran como ríos.

17 Pero ellos volvieron a pecar contra él;
    en el desierto se rebelaron contra el Altísimo.
18 Con toda intención pusieron a Dios a prueba,
    y le exigieron comida a su antojo.
19 Murmuraron contra Dios, y aun dijeron:
    «¿Podrá Dios prepararnos una mesa en el desierto?
20 Cuando golpeó la roca,
    el agua brotó en torrentes;
pero ¿podrá también darnos de comer?,
    ¿podrá proveerle carne a su pueblo?»
21 Cuando el Señor oyó esto, se puso muy furioso;
    su enojo se encendió contra Jacob,
    su ira ardió contra Israel.
22 Porque no confiaron en Dios,
    ni creyeron que él los salvaría.
23 Desde lo alto dio una orden a las nubes,
    y se abrieron las puertas de los cielos.
24 Hizo que les lloviera maná, para que comieran;
    pan del cielo les dio a comer.
25 Todos ellos comieron pan de ángeles;
    Dios les envió comida hasta saciarlos.
26 Desató desde el cielo el viento solano,
    y con su poder levantó el viento del sur.
27 Cual lluvia de polvo, hizo que les lloviera carne;
    ¡nubes de pájaros, como la arena del mar!
28 Los hizo caer en medio de su campamento
    y en los alrededores de sus tiendas.
29 Comieron y se hartaron,
    pues Dios les cumplió su capricho.
30 Pero el capricho no les duró mucho:
    aún tenían la comida en la boca
31 cuando el enojo de Dios vino sobre ellos:
    dio muerte a sus hombres más robustos;
    abatió a la flor y nata de Israel.

32 A pesar de todo, siguieron pecando
    y no creyeron en sus maravillas.
33 Por tanto, Dios hizo que sus días
    se esfumaran como un suspiro,
    que sus años acabaran en medio del terror.
34 Si Dios los castigaba, entonces lo buscaban,
    y con ansias se volvían de nuevo a él.
35 Se acordaban de que Dios era su roca,
    de que el Dios Altísimo era su redentor.
36 Pero entonces lo halagaban con la boca,
    y le mentían con la lengua.
37 No fue su corazón sincero para con Dios;
    no fueron fieles a su pacto.

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