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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
La Palabra (España) (BLP)
Version
Génesis 11

La torre de Babel

11 El mundo entero hablaba una misma lengua y usaba las mismas palabras. Y sucedió que al emigrar desde oriente, encontraron una llanura en la región de Senaar y allí se asentaron. Entonces se dijeron unos a otros:

— Vamos a hacer ladrillos y a cocerlos al fuego.

(Así fue como usaron ladrillos en lugar de piedra, y alquitrán en lugar de mortero). Y siguieron diciendo:

— Vamos a edificar una ciudad y una torre que llegue hasta el cielo, para hacernos famosos y para no dispersarnos por toda la tierra.

El Señor bajó a ver la ciudad y la torre que los seres humanos estaban construyendo y pensó: “Si esto es sólo el comienzo de su actividad, nada de lo que se propongan hacer les resultará imposible, mientras formen un solo pueblo y tengan una misma lengua. Será mejor que bajemos a confundir su lengua para que no se entiendan entre ellos mismos”.

Y así fue como el Señor los dispersó desde aquel lugar por toda la superficie de la tierra, y dejaron de construir la ciudad. Por eso aquella ciudad se llamó Babel porque allí confundió el Señor la lengua de todos los habitantes de la tierra y los dispersó por todo el mundo.

Descendientes de Sem (1 Cr 1,24-27)

10 Estos son los descendientes de Sem:

Sem tenía cien años cuando engendró a Arfaxad, dos años después del diluvio. 11 Después de engendrar a Arfaxad, vivió Sem quinientos años más, y tuvo otros hijos e hijas.

12 Arfaxad tenía treinta y cinco años cuando engendró a Sélaj. 13 Después de engendrar a Sélaj, vivió Arfaxad cuatrocientos tres años más, y tuvo otros hijos e hijas.

14 Sélaj tenía treinta años cuando engendró a Éber. 15 Después de engendrar a Éber, vivió Sélaj cuatrocientos tres años más, y tuvo otros hijos e hijas.

16 Éber tenía treinta y cuatro años cuando engendró a Péleg. 17 Después de engendrar a Péleg, vivió Éber cuatrocientos treinta años más, y tuvo otros hijos e hijas.

18 Péleg tenía treinta años cuando engendró a Reú. 19 Después de engendrar a Reú, vivió Péleg doscientos nueve años más, y tuvo otros hijos e hijas.

20 Reú tenía treinta y dos años cuando engendró a Sarug. 21 Después de engendrar a Sarug, vivió Reú doscientos siete años más, y tuvo otros hijos e hijas.

22 Sarug tenía treinta años cuando engendró a Najor. 23 Después de engendrar a Najor, vivió Sarug doscientos años más, y tuvo otros hijos e hijas.

24 Najor tenía veintinueve años cuando engendró a Téraj. 25 Después de engendrar a Téraj, vivió Najor ciento diecinueve años más, y tuvo otros hijos e hijas.

26 Téraj tenía setenta años cuando engendró a Abrán, Najor y Aram.

Descendientes de Téraj

27 Estos son los descendientes de Téraj: Téraj engendró a Abrán, Najor y Aram. Aram engendró a Lot, 28 y murió en su país natal, en Ur de los caldeos, antes que su padre Téraj.

29 Abrán y Najor se casaron: la mujer de Abrán se llamaba Saray y la de Najor Milcá, que era hija de Aram y hermana de Jiscá. 30 Saray era estéril y no tenía hijos.

31 Téraj tomó a su hijo Abrán, a su nieto Lot, el hijo de Aram, y a su nuera Saray, y salieron todos juntos de Ur de los caldeos para ir al país de Canaán. Sin embargo, al llegar a Jarán, se quedaron allí a vivir. 32 Téraj vivió doscientos cinco años y murió en Jarán.

Mateo 10

Elección de los doce apóstoles (Mc 3,13-19; Lc 6,12-16)

10 Jesús reunió a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus impuros y para curar toda clase de enfermedades y dolencias. Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo; Felipe, Bartolomé, Tomás y Mateo el recaudador de impuestos; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón el cananeo y Judas Iscariote, el que luego traicionó a Jesús.

Misión de los Doce (Mc 6,7-13; Lc 9,1-6)

Jesús envió a estos Doce con las siguientes instrucciones:

— No vayáis a países paganos ni entréis en los pueblos de Samaría; id, más bien, en busca de las ovejas perdidas de Israel. Id y anunciadles que el reino de los cielos está ya cerca. Curad a los enfermos, resucitad a los muertos, limpiad de su enfermedad a los leprosos, expulsad a los demonios. Pero hacedlo todo gratuitamente, puesto que gratis recibisteis el poder.

No llevéis oro, plata ni cobre en el bolsillo; 10 ni zurrón para el camino, ni dos trajes, ni zapatos, ni bastón, porque el que trabaja tiene derecho a su sustento. 11 Cuando lleguéis a algún pueblo o aldea, averiguad qué persona hay allí digna de confianza y quedaos en su casa hasta que salgáis del lugar. 12 Y cuando entréis en la casa, saludad a sus moradores. 13 Si lo merecen, la paz de vuestro saludo quedará con ellos; si no lo merecen, la paz se volverá a vosotros. 14 Y si nadie quiere recibiros ni escuchar vuestra palabra, entonces abandonad aquella casa o aquel pueblo y sacudíos el polvo pegado a vuestros pies. 15 Os aseguro que, en el día del juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas con más clemencia que ese pueblo.

Anuncio de persecuciones (Mc 13,9-13; Lc 21,12-17)

16 Mirad, os envío como ovejas en medio de lobos. Por eso, sed astutos como serpientes, aunque también inocentes como palomas. 17 Tened cuidado con la gente, porque os entregarán a las autoridades y os azotarán en sus sinagogas. 18 Por causa de mí os llevarán ante gobernadores y reyes para que deis vuestro testimonio delante de ellos y de los paganos. 19 Pero cuando os entreguen a las autoridades, no os preocupéis de cómo habéis de hablar o qué habéis de decir, pues en aquel momento Dios os sugerirá las palabras oportunas. 20 No seréis vosotros quienes habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.

21 Los hermanos entregarán a sus hermanos y harán que los maten. Los padres entregarán a sus hijos, y los hijos se levantarán contra sus padres y los matarán. 22 Todos os odiarán por causa de mí; pero el que se mantenga firme hasta el fin se salvará. 23 Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra, pues os aseguro que el Hijo del hombre vendrá antes que hayáis recorrido todas las ciudades de Israel.

24 Ningún discípulo es más que su maestro ni ningún criado es más que su amo. 25 Bastante es que el discípulo llegue a ser como su maestro, y el criado como su amo. Si han llamado Belzebú al amo de la casa, ¿qué no dirán de sus familiares?

Invitación a la confianza (Lc 12,2-7)

26 No tengáis miedo a la gente. Porque no hay nada secreto que no haya de ser descubierto, ni nada oculto que no haya de ser conocido. 27 Lo que yo os digo en la oscuridad, decidlo vosotros a plena luz, y lo que escucháis en secreto, pregonadlo desde las terrazas. 28 No tengáis miedo de los que pueden matar el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Más bien tened miedo de aquel que puede destruir el cuerpo y el alma en la gehena.

29 ¿No se venden dos pájaros por muy poco dinero? Sin embargo, ninguno de ellos cae a tierra si vuestro Padre no lo permite. 30 Pues bien, vosotros tenéis contados hasta el último cabello de la cabeza. 31 Así que no tengáis miedo; vosotros valéis más que todos los pájaros.

A favor o en contra de Jesús (Lc 12,8-9)

32 Todo aquel que se declare a mi favor delante de los demás, yo también me declararé a favor suyo delante de mi Padre que está en los cielos. 33 Y, al contrario, si alguien me niega delante de los demás, yo también lo negaré a él delante de mi Padre que está en los cielos.

Jesús, causa de división (Lc 12,51-53; 14,26-27)

34 No creáis que he venido a traer la paz al mundo. ¡No he venido a traer paz, sino guerra! 35 Porque he venido a poner al hijo en contra de su padre, a la hija en contra de su madre y a la nuera en contra de su suegra; 36 de manera que los enemigos de cada uno serán sus propios familiares.

37 El que quiera a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí. El que quiera a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. 38 Y el que no esté dispuesto a tomar su cruz para seguirme, tampoco es digno de mí. 39 El que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que, por causa de mí, la pierda, ese la salvará.

Recompensas (Mc 9,41; Lc 9,48; 10,16; Jn 13,20)

40 El que os reciba a vosotros, es como si me recibiera a mí, y el que me reciba a mí, es como si recibiera al que me envió. 41 El que reciba a un profeta por tratarse de un profeta, tendrá la recompensa que corresponde a un profeta, y el que reciba a un justo por tratarse de una persona justa, tendrá la recompensa que corresponde a una persona justa.

42 Igualmente el que dé un vaso de agua fresca al más insignificante de mis discípulos precisamente por tratarse de un discípulo mío, os aseguro que no quedará sin recompensa.

Esdras 10

Arrepentimiento del pueblo

10 Mientras Esdras oraba y se confesaba llorando, postrado ante el Templo de Dios, se congregó junto a él una grandísima multitud de israelitas: hombres, mujeres y niños que lloraban también a lágrima viva. Tomó, entonces, la palabra Secanías, hijo de Jejiel, de la descendencia de Elam y dijo a Esdras:

— Hemos sido infieles a nuestro Dios casándonos con mujeres extranjeras de las gentes del lugar. Pero a pesar de esto, todavía hay esperanza para Israel. Si le parece bien a mi señor y a cuantos respetan los mandamientos de nuestro Dios, comprometámonos ahora con nuestro Dios a despedir a todas esas mujeres y a sus hijos, haciendo que se cumpla la ley. Así que toma una decisión porque este asunto te incumbe. Nosotros estaremos contigo. ¡Ten ánimo y actúa!

Compromiso de expulsar a las mujeres extranjeras

Entonces Esdras se puso en pie e hizo jurar a los jefes de los sacerdotes, a los levitas y a todo Israel que procederían según lo pactado. Y lo juraron. Seguidamente Esdras se retiró del Templo de Dios y se marchó a la casa de Jojanán, hijo de Eliasib. Allí estuvo sin comer ni beber totalmente abrumado a causa de la infidelidad de los repatriados.

Corrieron entonces la voz por Judá y Jerusalén para que todos los que habían vuelto del exilio se congregaran en Jerusalén. Aquel que no viniera en el plazo de tres días, conforme al acuerdo de los jefes y responsables de la comunidad, perdería toda su hacienda y sería expulsado de la comunidad de los repatriados. En tres días se reunieron todos los hombres de Judá y Benjamín en Jerusalén. Era el día veinte del noveno mes cuando se sentó todo el pueblo en la plaza del Templo de Dios, temblando por el asunto a tratar y por la lluvia que caía.

10 Esdras, el sacerdote, se puso en pie y les dijo:

— Vosotros habéis pecado casándoos con mujeres extranjeras y habéis aumentado así la culpa de Israel. 11 Dad, ahora, gracias al Señor, Dios de vuestros antepasados; cumplid su voluntad y apartaos de las gentes del lugar y de las mujeres extranjeras.

12 Toda la asamblea asintió y dijo en alta voz:

— Hágase conforme a lo que dices; 13 pero el pueblo es numeroso, el tiempo lluvioso y no podríamos resistir a la intemperie, ya que la tarea no es de un día ni de dos, pues somos muchos los que hemos pecado. 14 Que se queden nuestros jefes en representación de toda la asamblea. Y que todos los que en nuestras ciudades se han casado con mujeres extranjeras vengan en fechas concretas y acompañados de los responsables y jueces de cada ciudad hasta que aplaquemos el furor de la ira de nuestro Dios con relación a este tema.

15 Sólo Jonatán, hijo de Asael, y Jajazías, hijo de Ticvá, se opusieron apoyados por Mesulán y el levita Sabtay. 16 El resto de los repatriados actuaron conforme a lo acordado. Al respecto, junto con el sacerdote Esdras fueron designados nominalmente los jefes de las respectivas familias, y el día primero del décimo mes se sentaron a investigar el asunto. 17 El día primero del primer mes concluyó la investigación de los casos de quienes se habían casado con mujeres extranjeras.

Relación de casados con mujeres extranjeras

18 Entre los descendientes de los sacerdotes que se habían casado con mujeres extranjeras, se encontraron los siguientes:

De los descendientes de Josué, hijo de Josadac, y de sus hermanos: Maasías, Eliezer, Jarib y Guedalías, 19 los cuales se comprometieron bajo juramento a despedir a sus mujeres y a ofrecer un carnero del rebaño como reparación de su culpa. 20 De los descendientes de Imer: Jananí y Zebadías. 21 De los descendientes de Jarín: Maasías, Elías, Semaías, Jejiel y Ozías. 22 De los descendientes de Pasur: Elioenay, Maasías, Ismael, Natanael, Jozabad y Elasá.

23 Entre los levitas: Jozabad, Simí, Quelaías (este es quelita), Petaías, Judá y Eliezer. 24 Entre los cantores: Eliasib. Entre los porteros: Salún, Télem y Urí.

25 Entre los israelitas seglares: de los descendientes de Parós: Ramías, Jezías, Malquías, Mijamín, Eleazar, Malquías y Benaías. 26 De los descendientes de Elam: Matanías, Zacarías, Jejiel, Abdí, Jeremot y Elías. 27 De los descendientes de Zatú: Elioenay, Eliasib, Matanías, Jeremot, Zabad y Azizá. 28 De los descendientes de Bebay: Jojanán, Jananías, Zabay y Atlay. 29 De los descendientes de Baní: Mesulán, Maluc, Adaías, Jasub, Seal y Ramot. 30 De los descendientes de Pajat Moab: Adná, Quelal, Benaías, Maasías, Matanías, Besalel, Binúi y Manasés. 31 De los descendientes de Jarín: Eliezer, Jisías, Malquías, Semaías, Simeón, 32 Benjamín, Maluc y Semarías. 33 De los descendientes de Jasún: Matenay, Matatá, Zabad, Elifélet, Jeremay, Manasés y Simí. 34 De los descendientes de Baní: Madai, Amrán, Uel, 35 Benaías, Bedías, Quelují, 36 Vanías, Meremot, Eliasib, 37 Matanías, Matenay, Jaasay, 38 Baní, Binúi, Simí, 39 Selemías, Natán, Adaías, 40 Macnadbay, Sasay, Saray, 41 Azarel, Selemías, Semarías, 42 Salún, Amarías y José. 43 De los descendientes de Nebo: Jeiel, Matatías, Zabad, Zebiná, Jadau, Joel y Benaías. 44 Todos estos se habían casado con mujeres extranjeras, algunas de las cuales habían tenido hijos.

Hechos 10

La visión del romano Cornelio

10 Vivía en Cesarea un romano llamado Cornelio, capitán del batallón que llevaba el nombre de “el Itálico”. Era hombre religioso y, junto con su familia, rendía culto al Dios verdadero. Ayudaba generosamente con sus limosnas al pueblo necesitado y oraba a Dios continuamente. Un día, sobre las tres de la tarde, tuvo una visión en la que vio claramente a un ángel de Dios que se dirigió a él y le dijo:

— ¡Cornelio!

Atemorizado, miró fijamente al ángel y le preguntó:

— ¿Qué quieres, Señor?

El ángel le contestó:

— Dios ha tomado en consideración tus oraciones y tus limosnas. Por tanto, envía en seguida alguien a Jope que haga venir aquí a un tal Simón, a quien se conoce también como Pedro. Actualmente está hospedado en casa de otro Simón, un curtidor que vive junto al mar. Apenas salió el ángel que le había hablado, Cornelio llamó a dos criados y a uno de sus soldados asistentes que era hombre religioso, los puso en antecedentes de todo lo ocurrido y los mandó a Jope.

La visión de Pedro

Al día siguiente, mientras los enviados iban aún de camino, ya cerca de la ciudad, Pedro subió a la terraza para orar a eso del mediodía. 10 De pronto, sintió hambre y quiso comer algo. Estaban preparándoselo, cuando cayó en éxtasis 11 y vio que el cielo se abría y que algo así como un enorme lienzo descendía, colgado de sus cuatro puntas, y se posaba sobre la tierra. 12 Había en él toda clase de cuadrúpedos, reptiles y aves. 13 Y oyó una voz que le decía:

— ¡Anda, Pedro, mata y come!

14 — De ninguna manera, Señor —respondió Pedro—. Jamás he comido nada profano o impuro.

15 La voz se oyó por segunda vez:

— Lo que Dios ha purificado, no lo consideres tú profano.

16 Esto se repitió hasta tres veces y, a continuación, aquel objeto fue subido al cielo.

17 Estaba Pedro perplejo preguntándose qué significado tendría la visión, cuando los enviados de Cornelio, tras averiguar dónde estaba la casa de Simón, se presentaron a la puerta 18 y preguntaron en voz alta:

— ¿Se aloja aquí Simón, al que llaman Pedro?

19 Entonces el Espíritu dijo a Pedro, que seguía preguntándose intrigado por el sentido de la visión:

— Ahí abajo hay tres hombres que te buscan. 20 Baja en seguida y acompáñalos. No tengas ningún reparo, porque los he enviado yo.

21 Pedro bajó al encuentro de aquellos hombres y les dijo:

— Yo soy el que buscáis. ¿A qué se debe vuestra visita?

22 — Venimos de parte del capitán Cornelio —respondieron—. Es un hombre recto que rinde culto al verdadero Dios y a quien todos los judíos aprecian de veras. Un ángel de Dios le ha indicado que te haga llegar a su casa para oír lo que tengas que decirle.

23 Pedro los invitó a pasar la noche allí y, al día siguiente, se puso en camino con ellos, acompañado por algunos hermanos de Jope.

Pedro en casa de Cornelio

24 Un día después llegaron a Cesarea, donde Cornelio estaba ya esperándolos junto con sus familiares y amigos íntimos. 25 Cuando llegó Pedro, salió a recibirlo y se postró a sus pies en actitud de adoración.

26 — Ponte de pie —le dijo Pedro mientras lo ayudaba a levantarse—, pues también yo soy simplemente un hombre.

27 Entraron en la casa conversando y Pedro dijo a las numerosas personas que encontró reunidas allí:

28 — Como sabéis, a un judío le está prohibido relacionarse con extranjeros o entrar en sus casas. Pero Dios me ha hecho comprender que a nadie debo considerar profano o impuro. 29 Por eso, no tuve inconveniente en venir cuando me llamasteis. Deseo saber por qué razón me habéis hecho venir.

30 Entonces Cornelio respondió:

— Hace cuatro días, a esta misma hora, estaba yo aquí en mi casa ocupado en la oración de la tarde, cuando, de pronto, se presentó ante mí un hombre vestido con una túnica resplandeciente. 31 Me dijo: “Cornelio, Dios ha escuchado tu oración y ha tenido en cuenta tu generosidad con los pobres. 32 Por tanto, envía a alguien a Jope para que haga venir a Simón, a quien se conoce también como Pedro; se hospeda en casa de otro Simón, un curtidor que vive junto al mar”. 33 De modo que mandé en seguida a buscarte, y tú te has dignado venir. Aquí, pues, nos tienes a todos, en presencia de Dios, dispuestos a escuchar todo cuanto el Señor te haya encargado decirnos.

Discurso de Pedro

34 Pedro tomó entonces la palabra y se expresó en estos términos:

— Ahora comprendo verdaderamente que para Dios no existen favoritismos. 35 Toda persona, sea de la nación que sea, si es fiel a Dios y se porta rectamente, goza de su estima. 36 Fue Dios quien dirigió su mensaje a los israelitas y les anunció la buena noticia de la paz por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos. 37 Hablo —ya sabéis— de lo acaecido a lo largo y ancho de todo el país judío, comenzando por Galilea, después que Juan proclamó su bautismo. 38 De cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo y lo llenó de poder; de cómo Jesús pasó por todas partes haciendo el bien y curando a todos los que padecían oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. 39 Y nosotros somos testigos de todo lo que hizo en territorio judío, especialmente en Jerusalén. Después lo mataron colgándolo de un madero. 40 Pero Dios lo resucitó al tercer día y le permitió aparecerse, 41 no a todo el pueblo, sino a nosotros los que fuimos escogidos de antemano por Dios como testigos y tuvimos ocasión de comer y beber con Jesús después que resucitó de la muerte. 42 Pues bien, Jesús ha sido quien nos ha mandado anunciar su mensaje al pueblo y proclamar que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. 43 Y los profetas, por su parte, testifican unánimemente que todo el que crea en él alcanzará, por su medio, el perdón de los pecados.

También los no judíos reciben el Espíritu Santo

44 Todavía estaba Pedro exponiendo estas razones, cuando el Espíritu Santo descendió sobre todos los que oían el mensaje. 45 Los creyentes judíos que habían llegado con Pedro estaban sorprendidos de que también sobre los no judíos se derramase el don del Espíritu Santo. 46 Los oían, en efecto, hablar en idiomas desconocidos y proclamar la grandeza de Dios. Pedro dijo entonces:

47 — ¿Puede negarse el bautismo a estas personas que han recibido, como nosotros, el Espíritu Santo?

48 Seguidamente dispuso que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo. Ellos, por su parte, le rogaron que se quedara allí algunos días.

La Palabra (España) (BLP)

La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España