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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
La Palabra (España) (BLP)
Version
2 Crónicas 13

Reinado de Abías (914-911) (1 Re 15,1-2.6-8)

13 Abías comenzó a reinar en Judá en el año décimo octavo del reinado de Jeroboán y reinó en Jerusalén durante tres años. Su madre se llamaba Micaías y era hija de Uriel de Guibeá. Abías y Jeroboán estuvieron siempre en guerra. Abías se preparó para el combate con un ejército de cuatrocientos mil guerreros escogidos y valerosos, mientras que Jeroboán se enfrentó a él con ochocientos mil guerreros igualmente escogidos y valerosos. Abías subió a la cima del monte Semaráin, en la sierra de Efraín, y gritó:

— Jeroboán e israelitas todos, escuchadme: ¿Acaso no sabéis que el Señor, Dios de Israel ha concedido a David y a sus hijos la realeza perpetua sobre Israel mediante alianza inviolable? Sin embargo, Jeroboán, hijo de Nabat y servidor de Salomón, hijo de David, se alzó en rebeldía contra su señor, seguido por una cuadrilla de vagos e indeseables que se impusieron a Roboán, hijo de Salomón, aprovechándose de que Roboán era un joven apocado que no pudo controlarlos. Y ahora vosotros pretendéis enfrentaros al reino del Señor, regido por los descendientes de David, porque os sabéis numerosos y tenéis con vosotros los becerros de oro que Jeroboán os impuso por dioses. Ya habéis expulsado a los sacerdotes del Señor, descendientes de Aarón, y a los levitas, para haceros sacerdotes como los de los demás pueblos, pues a todo el que llega con un novillo y siete carneros lo consagráis sacerdote de dioses falsos. 10 Para nosotros, en cambio, el Señor es nuestro Dios y no lo hemos abandonado; los sacerdotes que lo sirven son descendientes de Aarón y los levitas, los encargados del culto; 11 y ofrecen al Señor los sacrificios matutinos y vespertinos, el incienso perfumado, preparan los panes de la ofrenda sobre la mesa y encienden cada tarde el candelabro de oro con sus lámparas; pues nosotros guardamos las prescripciones del Señor nuestro Dios, al que vosotros habéis abandonado. 12 Sabed que nuestro Dios viene con nosotros en cabeza y sus sacerdotes tienen las trompetas preparadas para dar el toque de guerra contra vosotros. Así que, israelitas, no luchéis contra el Señor, Dios de vuestros antepasados, porque no venceréis.

13 Jeroboán tendió una emboscada para atacarles por la espalda, de modo que ellos quedaban frente a Judá y la emboscada por detrás. 14 Cuando los judaítas se volvieron y se dieron cuenta de que les presentaban batalla de frente y por detrás, clamaron al Señor mientras los sacerdotes hacían sonar las trompetas 15 y los hombres de Judá lanzaban el grito de guerra. Cuando los hombres de Judá lanzaron el grito de guerra, Dios derrotó a Jeroboán y a todo Israel ante Abías y Judá. 16 Los israelitas huyeron ante Judá y Dios los entregó en su poder. 17 Abías y su ejército les infligieron una gran derrota, pues Israel sufrió quinientas mil bajas. 18 En aquella ocasión los israelitas quedaron humillados, mientras que los judaítas vencieron por haberse apoyado en el Señor, Dios de sus antepasados. 19 Abías persiguió a Jeroboán y le arrebató las ciudades de Betel, Jesaná y Efrón con sus respectivas aldeas anejas.

20 Jeroboán ya no volvió a recuperarse en tiempos de Abías: el Señor lo hirió y murió. 21 En cambio, Abías se fortaleció: tuvo catorce mujeres, veintidós hijos y dieciséis hijas.

22 El resto de la historia de Abías, su conducta y sus hechos están escritos en el comentario del profeta Idó. 23 Cuando murió Abías, fue enterrado en la ciudad de David y su hijo Asá le sucedió como rey. Durante su reinado el país disfrutó de diez años de paz.

Apocalipsis 3

A la Iglesia de Sardes: ¡Cambia de conducta!

Escribe al ángel de la iglesia de Sardes: Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas:

— Conozco tu comportamiento y, aunque alardeas de estar vivo, sé que estás muerto. Despierta, pues, y reaviva lo que aún no ha muerto del todo, porque ante los ojos de mi Dios, tu comportamiento está lejos de ser irreprochable. ¿No recuerdas aquella tu disposición para escuchar y recibir? Pues mantenla y, si es preciso, cambia de conducta. Porque, si no estás en vela, vendré a ti como un ladrón, sin que puedas saber a qué hora llegaré contra ti. Bien es verdad que ahí, en Sardes, viven contigo unos cuantos de conducta irreprochable; un día me acompañarán vestidos de blanco, porque así lo han merecido. El vencedor, pues, vestirá de blanco, y no borraré su nombre del libro de la vida, sino que responderé por él ante mi Padre y ante sus ángeles.

Quien tenga oídos, preste atención a lo que el Espíritu dice a las iglesias.

A la iglesia de Filadelfia: ¡Conserva lo que tienes!

Escribe al ángel de la iglesia de Filadelfia: Esto dice el Santo, el Veraz, el que tiene la llave de David, el que, cuando abre, nadie puede cerrar y, cuando cierra, nadie puede abrir:

— Conozco tu comportamiento y te he abierto una puerta que nadie podrá cerrar, porque, aunque eres débil, te has mantenido fiel tanto a mi mensaje como a mi persona. Por ello, voy a poner en tus manos a los de la sinagoga de Satanás, a esos que se precian de judíos, pero mienten, porque no lo son. Voy a hacer que se postren a tus pies, para que sepan que he puesto en ti mi amor. 10 Y ya que has sido fiel a mi consigna de aguantar con paciencia el sufrimiento, yo lo seré contigo en esta difícil hora que se avecina sobre el mundo entero, en la que serán puestos a prueba los habitantes de la tierra. 11 Estoy a punto de llegar. Conserva, pues, lo que tienes, para que nadie te arrebate la corona.

12 Al vencedor lo pondré de columna en el Templo de mi Dios, para que ya nunca salga de allí. Y grabaré sobre él el nombre de mi Dios, y grabaré también, junto a mi nombre nuevo, el nombre de la ciudad de mi Dios, la Jerusalén nueva, que desciende del trono celeste de mi Dios.

13 Quien tenga oídos, preste atención a lo que el Espíritu dice a las iglesias.

A la iglesia de Laodicea: ¡Estoy llamando a la puerta!

14 Escribe al ángel de la iglesia de Laodicea: Esto dice el Amén, el testigo fiel y veraz, el que está en el origen de la obra creadora de Dios:

15 — Conozco tu comportamiento; no eres ni frío ni caliente, y más te valiera ser una cosa o la otra. 16 ¡Pero sólo eres tibio! No eres ni frío ni caliente, y por eso voy a vomitarte de mi boca. 17 Sé también que vas pregonando: “Soy rico, estoy forrado de dinero y nada necesito”. ¡Pobre infeliz! ¿No sabes que eres miserable y pordiosero y ciego y que estás desnudo? 18 Si de veras quieres enriquecerte, harías bien en comprarme oro pasado por el crisol, vestidos blancos con que cubrir tu vergonzosa desnudez y colirio con que ungir tus ojos para que puedas ver.

19 Yo reprendo y castigo a los que amo. Esfuérzate, pues, y cambia de conducta. 20 ¿No ves que estoy llamando a la puerta? Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré en su compañía. 21 Al vencedor lo sentaré en mi trono, junto a mí, así como yo he vencido y me he sentado junto a mi Padre en su trono.

22 Quien tenga oídos, preste atención a lo que el Espíritu dice a las iglesias.

Hageo 1

Llamamiento a reconstruir el Templo

El segundo año del reinado de Darío, en el primer día del mes sexto, el Señor habló en estos términos por medio del profeta Ageo al gobernador de Judá, Zorobabel, hijo de Sealtiel, y al sumo sacerdote Josué, hijo de Josadac:

— Así ha dicho el Señor del universo: Este pueblo afirma que aún no ha llegado el momento adecuado para reconstruir el Templo del Señor.

A lo que el Señor replicó a través del profeta Ageo:

— ¿De veras pensáis que es tiempo de vivir en vuestras casas artesonadas, mientras el Templo está en ruinas? Pues bien, esto os dice el Señor del universo: ¡Reflexionad sobre vuestra situación! Sembráis mucho, pero recogéis poco; coméis, pero no os saciáis; bebéis, pero sin llegar a disfrutar; os vestís, pero no entráis en calor; y el jornalero echa su salario en bolsa agujereada. Así dice el Señor del universo: ¡Reflexionad sobre vuestra situación! Subid al monte, traed madera y reconstruid el Templo; yo me complaceré en él y seré glorificado, dice el Señor. Esperáis encontrar mucho, pero halláis poco: lo que traéis a casa yo lo disipo de un soplo. ¿Por qué causa es así?, —dice el Señor del universo—. Pues porque es mi Templo el que está en ruinas, mientras cada uno de vosotros se preocupa de su propia casa. 10 Por esa razón los cielos os han escatimado la lluvia y la tierra no os ha dado su fruto. 11 Yo decreté la sequía sobre la tierra y sobre los montes, sobre la cosecha de cereales, sobre el vino, sobre el aceite, sobre todos los frutos del campo, sobre las bestias, sobre toda obra humana.

12 Al oír esto Zorobabel, hijo de Sealtiel, y el sumo sacerdote Josué, hijo de Josadac, junto con todo el pueblo restante, prestaron atención a la voz del Señor, su Dios, y a las palabras que el Señor, su Dios, encargó decir al profeta Ageo. El pueblo sintió un profundo respeto por el Señor 13 y Ageo, el enviado del Señor, transmitió este mensaje de parte del Señor: “Yo estoy con vosotros” —oráculo del Señor—. 14 De esta forma, el Señor despertó el espíritu del gobernador de Judá, Zorobabel, hijo de Sealtiel, y el del sumo sacerdote Josué, hijo de Josadac, así como el espíritu de todo el pueblo restante. Vinieron, pues, y emprendieron las obras del Templo del Señor del universo, su Dios. 15 Era el día veinticuatro del mes sexto del segundo año del rey Darío.

Juan 2

I.— EL LIBRO DE LOS SIGNOS (2—12)

Primer signo (2,1—4,42)

Una boda en Caná de Galilea

Tres días después tuvo lugar una boda en Caná de Galilea. La madre de Jesús estaba invitada a la boda, y lo estaban también Jesús y sus discípulos. Se terminó el vino, y la madre de Jesús se lo hizo saber a su hijo:

— No les queda vino.

Jesús le respondió:

— ¡Mujer! ¿Qué tiene que ver eso con nosotros? Mi hora no ha llegado todavía.

Pero ella dijo a los que estaban sirviendo:

— Haced lo que él os diga.

Había allí seis tinajas de piedra, de las que utilizaban los judíos para sus ritos purificatorios, con una capacidad de entre setenta y cien litros cada una. Jesús dijo a los que servían:

— Llenad las tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba.

Una vez llenas, Jesús les dijo:

— Sacad ahora un poco y llevádselo al organizador del banquete.

Así lo hicieron, y en cuanto el organizador del banquete probó el nuevo vino, sin saber su procedencia (sólo lo sabían los sirvientes que lo habían sacado), llamó al novio y le dijo:

10 — Todo el mundo sirve al principio el vino de mejor calidad, y cuando los invitados han bebido en abundancia, se saca el corriente. Tú, en cambio, has reservado el mejor vino para última hora.

11 Jesús hizo este primer milagro en Caná de Galilea. Manifestó así su gloria y sus discípulos creyeron en él. 12 Después de esto, bajó a Cafarnaún acompañado por su madre, sus hermanos y sus discípulos. Y permanecieron allí unos cuantos días.

Jesús y el Templo (Mt 21,12-13; Mc 11,15-17; Lc 19,45-46)

13 Estaba ya próxima la fiesta judía de la Pascua, y Jesús subió a Jerusalén. 14 Encontró el Templo lleno de gente que vendía bueyes, ovejas y palomas, y de cambistas de monedas sentados detrás de sus mesas. 15 Hizo entonces un látigo con cuerdas y echó fuera del Templo a todos, junto con sus ovejas y sus bueyes. Tiró también al suelo las monedas de los cambistas y volcó sus mesas. 16 Y a los vendedores de palomas les dijo:

— Quitad eso de ahí. No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.

17 Al verlo, sus discípulos se acordaron de aquellas palabras de la Escritura: El celo por tu casa me consumirá. 18 Los judíos, por su parte, lo increparon diciendo:

— ¿Con qué señal nos demuestras que puedes hacer esto?

19 Jesús les contestó:

— Destruid este Templo, y en tres días yo lo levantaré de nuevo.

20 Los judíos le replicaron:

— Cuarenta y seis años costó construir este Templo, ¿y tú piensas reconstruirlo en tres días?

21 Pero el templo de que hablaba Jesús era su propio cuerpo. 22 Por eso, cuando resucitó, sus discípulos recordaron esto que había dicho, y creyeron en la Escritura y en las palabras que Jesús había pronunciado.

Jesús conoce la intimidad de cada uno

23 Mientras Jesús permaneció en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua, fueron muchos los que vieron los milagros que hacía, y creyeron en él. 24 Pero Jesús no las tenía todas consigo, pues los conocía a todos perfectamente. 25 Como tampoco necesitaba que nadie le informara sobre nadie, conociendo como conocía la intimidad de cada persona.

La Palabra (España) (BLP)

La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España