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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Nueva Versión Internacional (Castilian) (CST)
Version
Deuteronomio 27:1-28:19

El altar sobre el monte Ebal

27 Moisés y los ancianos de Israel le dieron al pueblo esta orden: «Cumple todos estos mandamientos que hoy te entrego. Después de cruzar el Jordán y de entrar en la tierra que el Señor tu Dios te da, levantarás unas piedras grandes, las revocarás con cal, y escribirás sobre ellas todas las palabras de esta ley. Esto lo harás después de cruzar el Jordán y de entrar en la tierra que el Señor tu Dios te da, tierra donde abundan la leche y la miel, tal como el Señor tu Dios se lo prometió a tus antepasados. Cuando hayas cruzado el Jordán, colocarás esas piedras sobre el monte Ebal y las revocarás con cal, tal como te lo ordeno hoy. Edificarás allí un altar de piedra en honor al Señor tu Dios, pero no con piedras labradas con instrumentos de hierro, sino con piedras enteras, porque el altar del Señor deberá construirse con piedras del campo. Quemarás sobre él ofrendas al Señor tu Dios; ofrecerás allí sacrificios de comunión, y los comerás y te regocijarás en la presencia del Señor tu Dios. Sobre las piedras de ese altar escribirás claramente todas las palabras de esta ley».

Maldiciones desde el monte Ebal

Entonces Moisés y los sacerdotes levitas dijeron a todo Israel: «¡Guarda silencio, Israel, y escucha! Hoy te has convertido en el pueblo del Señor tu Dios. 10 Obedece al Señor tu Dios y cumple los mandamientos y preceptos que hoy te mando».

11 Ese mismo día Moisés le ordenó al pueblo:

12 «Cuando hayáis cruzado el Jordán, las siguientes tribus estarán sobre el monte Guerizín para bendecir al pueblo: Simeón, Leví, Judá, Isacar, José y Benjamín.

13 »Sobre el monte Ebal estarán estas otras, para pronunciar las maldiciones: Rubén, Gad, Aser, Zabulón, Dan y Neftalí.

14 »Los levitas tomarán la palabra, y en voz alta le dirán a todo el pueblo de Israel:

15 “Maldito sea quien haga un ídolo, ya sea tallado en madera o fundido en metal, y lo ponga en un lugar secreto. Es creación de las manos de un artífice, y por lo tanto es detestable al Señor”.

Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”

16 “Maldito sea quien deshonre a su padre o a su madre”.

Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”

17 “Maldito sea quien altere los límites de la propiedad de su prójimo”.

Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”

18 “Maldito sea quien desvíe de su camino a un ciego”.

Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”

19 “Maldito sea quien viole los derechos del extranjero, del huérfano o de la viuda”.

Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”

20 “Maldito sea quien se acueste con la mujer de su padre, pues con tal acción deshonra el lecho de su padre”.

Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”

21 “Maldito sea quien tenga relaciones sexuales con un animal”.

Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”

22 “Maldito sea quien se acueste con su hermana, hija de su padre o de su madre”.

Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”

23 “Maldito sea quien se acueste con su suegra”.

Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”

24 “Maldito sea quien mate a traición a su prójimo”.

Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”

25 “Maldito sea quien acepte soborno para matar al inocente”.

Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”

26 “Maldito sea quien no practique fielmente las palabras de esta ley”.

Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”

Bendiciones por la obediencia

28 »Si realmente escuchas al Señor tu Dios, y cumples fielmente todos estos mandamientos que hoy te ordeno, el Señor tu Dios te pondrá por encima de todas las naciones de la tierra. Si obedeces al Señor tu Dios, todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te acompañarán siempre:

»Bendito serás en la ciudad,
    y bendito en el campo.

»Benditos serán el fruto de tu vientre,
    tus cosechas, las crías de tu ganado,
los terneritos de tus manadas
    y los corderitos de tus rebaños.

»Benditas serán tu canasta
    y tu mesa de amasar.

»Bendito serás en el hogar,
    y bendito en el camino.[a]

»El Señor te concederá la victoria sobre tus enemigos. Avanzarán contra ti en perfecta formación, pero huirán en desbandada.

»El Señor bendecirá tus graneros y todo el trabajo de tus manos.

»El Señor tu Dios te bendecirá en la tierra que te ha dado.

»El Señor te establecerá como su pueblo santo, conforme a su juramento, si cumples sus mandamientos y andas en sus caminos. 10 Todas las naciones de la tierra te respetarán al reconocerte como el pueblo del Señor.

11 »El Señor te concederá abundancia de bienes: multiplicará tus hijos, tu ganado y tus cosechas en la tierra que a tus antepasados juró que te daría.

12 »El Señor abrirá los cielos, su generoso tesoro, para derramar a su debido tiempo la lluvia sobre la tierra, y para bendecir todo el trabajo de tus manos. Tú les prestarás a muchas naciones, pero no tomarás prestado de nadie. 13 El Señor te pondrá a la cabeza, nunca en la cola. Siempre estarás en la cima, nunca en el fondo, con tal de que prestes atención a los mandamientos del Señor tu Dios que hoy te mando, y los obedezcas con cuidado. 14 Jamás te apartes de ninguna de las palabras que hoy te ordeno, para seguir y servir a otros dioses.

Maldiciones por la desobediencia

15 »Pero debes saber que, si no obedeces al Señor tu Dios ni cumples fielmente todos sus mandamientos y preceptos que hoy te ordeno, vendrán sobre ti y te alcanzarán todas estas maldiciones:

16 »Maldito serás en la ciudad,
    y maldito en el campo.

17 »Malditas serán tu canasta
    y tu mesa de amasar.

18 »Malditos serán el fruto de tu vientre,
    tus cosechas,
los terneritos de tus manadas
    y los corderitos de tus rebaños.

19 »Maldito serás en el hogar,
    y maldito en el camino.

Salmos 119:1-24

Álef

119 Dichosos los que van por caminos perfectos,
    los que andan conforme a la ley del Señor.
Dichosos los que guardan sus estatutos
    y de todo corazón lo buscan.
Jamás hacen nada malo,
    sino que siguen los caminos de Dios.
Tú has establecido tus preceptos,
    para que se cumplan fielmente.
¡Cuánto deseo afirmar mis caminos
    para cumplir tus decretos!
No tendré que pasar vergüenzas
    cuando considere todos tus mandamientos.
Te alabaré con integridad de corazón,
    cuando aprenda tus justos juicios.
Tus decretos cumpliré;
    no me abandones del todo.

Bet

¿Cómo puede el joven llevar una vida íntegra?
    Viviendo conforme a tu palabra.
10 Yo te busco con todo el corazón;
    no dejes que me desvíe de tus mandamientos.
11 En mi corazón atesoro tus dichos
    para no pecar contra ti.
12 ¡Bendito seas, Señor!
    ¡Enséñame tus decretos!
13 Con mis labios he proclamado
    todos los juicios que has emitido.
14 Me regocijo en el camino de tus estatutos
    más que en[a] todas las riquezas.
15 En tus preceptos medito,
    y pongo mis ojos en tus sendas.
16 En tus decretos hallo mi deleite,
    y jamás olvidaré tu palabra.

Guímel

17 Trata con bondad a este siervo tuyo;
    así viviré y obedeceré tu palabra.
18 Ábreme los ojos, para que contemple
    las maravillas de tu ley.
19 En esta tierra soy un extranjero;
    no escondas de mí tus mandamientos.
20 A toda hora siento un nudo en la garganta
    por el deseo de conocer tus juicios.
21 Tú reprendes a los insolentes;
    ¡malditos los que se apartan de tus mandamientos!
22 Aleja de mí el menosprecio y el desdén,
    pues yo cumplo tus estatutos.
23 Aun los poderosos se confabulan contra mí,
    pero este siervo tuyo medita en tus decretos.
24 Tus estatutos son mi deleite;
    son también mis consejeros.

Isaías 54

La futura gloria de Sión

54 «Tú, mujer estéril que nunca has dado a luz,
    ¡grita de alegría!
Tú, que nunca tuviste dolores de parto,
    ¡prorrumpe en canciones y grita con júbilo!
Porque más hijos que la casada
    tendrá la desamparada
            —dice el Señor—.

»Ensancha el espacio de tu tienda,
    y despliega las cortinas de tu morada.
¡No te pongas límites!
    Alarga tus cuerdas y refuerza tus estacas.
Porque a derecha y a izquierda te extenderás;
    tu descendencia conquistará naciones
    y poblará ciudades desoladas.

»No temas,
    porque no serás avergonzada.
No te turbes,
    porque no serás humillada.
Olvidarás la vergüenza de tu juventud,
    y no recordarás más el oprobio de tu viudez.
Porque el que te hizo es tu esposo;
    su nombre es el Señor Todopoderoso.
Tu Redentor es el Santo de Israel;
    ¡Dios de toda la tierra es su nombre!
El Señor te llamará
    como a esposa abandonada;
como a mujer angustiada de espíritu,
    como a esposa que se casó joven
    tan solo para ser rechazada
            —dice tu Dios—.
Te abandoné por un instante,
    pero con profunda compasión
    volveré a unirme contigo.
Por un momento, en un arrebato de enojo,
    escondí mi rostro de ti;
pero con amor eterno
    tendré compasión de ti
            —dice el Señor, tu Redentor—.

»Para mí es como en los días de Noé,
    cuando juré que las aguas del diluvio[a]
    no volverían a cubrir la tierra.
Así he jurado no enojarme más contigo,
    ni volver a reprenderte.
10 Aunque cambien de lugar las montañas
    y se tambaleen las colinas,
no cambiará mi fiel amor por ti
    ni vacilará mi pacto de paz,
    —dice el Señor, que de ti se compadece—.

11 »¡Mira tú, ciudad afligida,
    atormentada y sin consuelo!
¡Te afirmaré con turquesas,[b]
    y te cimentaré con zafiros![c]
12 Con rubíes construiré tus almenas,
    con joyas brillantes tus puertas,
    y con piedras preciosas todos tus muros.
13 El Señor mismo instruirá a todos tus hijos,
    y grande será su bienestar.
14 Serás establecida en justicia;
    lejos de ti estará la opresión,
    y nada tendrás que temer;
el terror se apartará de ti,
    y no se te acercará.
15 Si alguien te ataca,
    no será de mi parte;
cualquiera que te ataque
    caerá ante ti.

16 »Mira, yo he creado al herrero
    que aviva las brasas del fuego
    y forja armas para sus propios fines.
Yo también he creado al destructor
    para que haga estragos.
17 No prevalecerá ninguna arma que se forje contra ti;
    toda lengua que te acuse será refutada.
Esta es la herencia de los siervos del Señor,
    la justicia que de mí procede
            —afirma el Señor—.

Mateo 2

Visita de los sabios

Después de nacer Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, he aquí llegaron a Jerusalén unos sabios[a] procedentes del Oriente.

―¿Dónde está el que ha nacido rey de los judíos? —preguntaron—. Vimos salir[b] su estrella y hemos venido a adorarlo.

Cuando lo oyó el rey Herodes, se turbó, y toda Jerusalén con él. Así que convocó de entre el pueblo a todos los jefes de los sacerdotes y maestros de la ley, y les preguntó dónde había de nacer el Cristo.

―En Belén de Judea —le respondieron—, porque esto es lo que ha escrito el profeta:

»“Pero tú, Belén, en la tierra de Judá,
    de ninguna manera eres la menor entre los principales de Judá;
porque de ti saldrá un príncipe
    que será el pastor de mi pueblo Israel”».[c]

Luego Herodes llamó en secreto a los sabios y se enteró por ellos del tiempo exacto en que había aparecido la estrella. Les envió a Belén y les dijo:

―Id e informaros bien acerca de ese niño y, tan pronto como le encontréis, informadme a mí para que también vaya yo y le adore.

Después de oír al rey, siguieron su camino, y sucedió que la estrella que habían visto salir iba delante de ellos hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. 10 Al ver la estrella, se llenaron de alegría. 11 Cuando llegaron a la casa, vieron al niño con María, su madre; y, postrándose, le adoraron. Abrieron sus cofres y le presentaron como regalos oro, incienso y mirra. 12 Entonces, advertidos en sueños de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.

La huida a Egipto

13 Cuando ya se habían ido, he aquí un ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».

14 Así que se levantó cuando todavía era de noche, tomó al niño y a su madre, y partió para Egipto, 15 donde permaneció hasta la muerte de Herodes. De este modo se cumplió lo que el Señor había dicho por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo».[d]

16 Cuando Herodes se dio cuenta de que los sabios se habían burlado de él, se enfureció y mandó matar a todos los niños menores de dos años en Belén y en sus alrededores, de acuerdo con el tiempo que había averiguado de los sabios. 17 Entonces se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías:

18 «Se oye un grito en Ramá,
    llanto y gran lamentación;
es Raquel, que llora por sus hijos
    y no quiere ser consolada;
¡sus hijos ya no existen!»[e]

El regreso a Nazaret

19 Después de la muerte de Herodes, he aquí un ángel del Señor se le apareció en sueños a José en Egipto 20 y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, y vete a la tierra de Israel, porque ya murieron los que amenazaban con quitarle la vida al niño».

21 Así que se levantó José, tomó al niño y a su madre, y regresó a la tierra de Israel. 22 Pero, al oír que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Advertido por Dios en sueños, se retiró a la región de Galilea, 23 y fue a vivir en un pueblo llamado Nazaret. Con esto se cumplió lo dicho por los profetas: «Será llamado nazareno».

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