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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
Génesis 33

Encuentro de Jacob con Esaú

33 A la distancia, Jacob vio a Esaú que llegaba con cuatrocientos hombres. Entonces repartió a sus hijos entre Lea, Raquel y las dos siervas. Al frente de todos puso a las dos siervas junto con sus hijos, luego a Lea y sus hijos, y finalmente a Raquel y su hijo José. Luego Jacob pasó al frente. Cuando estuvo cerca de su hermano, se inclinó siete veces delante de él. Esaú, al verlo, corrió a su encuentro, lo abrazó afectuosamente y lo besó; y ambos se pusieron a llorar. Entonces Esaú vio a las mujeres y a los niños, y preguntó:

―¿Quiénes son estas personas que están contigo?

―Son los hijos que Dios, por su amor, me ha dado —respondió Jacob.

Las concubinas se adelantaron con sus hijos y se inclinaron ante Esaú. Luego Lea y sus hijos se acercaron y también se inclinaron ante Esaú. Finalmente, llegaron Raquel y José y también se inclinaron.

―¿Y para qué era todo ese ganado que he encontrado en el camino mientras venía hacia acá? —preguntó Esaú.

Jacob contestó:

―Son obsequios que te envié para ganarme tu favor.

―Hermano mío, yo tengo bastante —dijo Esaú—. Déjalos para ti.

10 ―No, te ruego que los aceptes —dijo Jacob—, porque al verte me parece estar viendo a Dios mismo, pues me has recibido con mucha bondad. 11 Por favor, acepta mis obsequios. Dios ha sido muy misericordioso conmigo y me ha dado muchas riquezas.

Tanto insistió Jacob, que al fin Esaú aceptó los regalos.

12 ―Bueno, ahora pongámonos en marcha —dijo Esaú—. Mis hombres y yo nos quedaremos con ustedes y les señalaremos el camino.

13 Pero Jacob respondió:

―Como puedes ver, algunos de mis hijos son pequeños, y además el ganado tiene crías, de modo que si avanzamos muy rápido, morirán. 14 Vé tú adelante. Nosotros iremos detrás de ustedes, al paso de los niños y del ganado. Nos encontraremos en Seír.

15 ―Bueno —dijo Esaú—, al menos permíteme que te deje algunos hombres para que te ayuden y sirvan de guía.

―No —insistió Jacob—, no es necesario. Por favor, acepta mi sugerencia.

16 Entonces, aquel mismo día, Esaú emprendió el regreso a Seír. 17 Por su parte Jacob y su familia se fueron hasta Sucot. Allí levantó un campamento con cabañas para su ganado. Por eso es que el lugar se llama Sucot (cabañas).

18 Luego llegaron a salvo a Siquén, en Canaán, y acamparon fuera de la ciudad. 19 Jacob le compró a la familia de Jamor, padre de Siquén, por cien monedas de plata, un pedazo de tierra. 20 Allí edificó un altar y lo llamó El Elohé Israel (Dios es el Dios de Israel).

Marcos 4

Parábola del sembrador

Una vez más una inmensa multitud se congregó en la orilla del lago donde Jesús enseñaba. Era tanto el gentío que Jesús tuvo que subirse a una barca y sentarse a hablarles desde allí. Jesús se puso a enseñarles muchas cosas por medio de parábolas. Al narrar una de ellas, decía así: «Pongan atención. Un sembrador salió a sembrar. Al esparcir las semillas algunas cayeron junto al camino y las aves llegaron y se las comieron. Otras cayeron en un terreno rocoso, sin mucha tierra. Pronto germinaron, porque la tierra no era profunda; pero como no tenían raíces, cuando salió el sol ardiente, las marchitó y murieron. Algunas semillas cayeron entre espinos que, al crecer, ahogaron las plantas y no pudieron dar frutos. Pero algunas de las semillas cayeron en buena tierra y brotaron, crecieron y produjeron treinta, sesenta y hasta cien semillas por cada una sembrada». Y añadió Jesús: «El que tenga oídos, oiga».

10 Después, a solas con los doce y los que estaban alrededor de él, le preguntaron qué quiso decir con aquella parábola.

11 Él les respondió:

«A ustedes se les ha concedido conocer el secreto del reino de Dios; pero a los que están fuera se les dice todo por medio de parábolas, 12 para que “aunque vean, no perciban, y aunque oigan, no entiendan; no sea que se vuelvan a Dios y sean perdonados”.

13 »Ahora bien, si ustedes mismos no entienden esa parábola, ¿cómo van a entender las demás?

14 »El sembrador es el que proclama la palabra de Dios. 15 Las que fueron sembradas junto al camino son los que escuchan la palabra de Dios, pero inmediatamente Satanás quita la palabra que fue sembrada en ellos. 16 Las que cayeron en suelo rocoso representan a los que escuchan el mensaje con alegría, 17 pero como sus raíces no tienen profundidad, brotan antes de tiempo y se apartan apenas comienzan las tribulaciones y las persecuciones por causa de la Palabra. 18 Las que fueron sembradas entre espinas son los que escuchan la Palabra, 19 pero inmediatamente las preocupaciones del mundo, el amor por las riquezas, y los demás placeres ahogan la palabra y no la dejan producir frutos. 20 Pero las que cayeron en buena tierra son los que escuchan la Palabra, la reciben y producen mucho fruto: treinta, sesenta y hasta cien por cada semilla».

Una lámpara en una repisa

21 Y agregó:

«¿Es lógico que uno encienda una lámpara y la ponga debajo de una caja o debajo de la cama? Por supuesto que no. Cuando uno enciende una lámpara, la pone en un lugar alto donde alumbre. 22 No hay nada escondido que no se vaya a conocer, ni nada hay oculto que un día no haya de saberse. 23 El que tenga oídos, oiga».

24 Y les dijo: «Fíjense bien en lo que oyen. Con la misma medida con que ustedes den a otros, se les dará a ustedes, y se les dará mucho más. 25 Porque el que tiene recibirá más; y al que no tiene se le quitará aun lo poco que tenga.

Parábola de la semilla que crece

26 »El reino de Dios es como un hombre que siembra un terreno. 27 Y la semilla nace y crece sin que él se dé cuenta, ya sea que él esté dormido o despierto, sea de día o de noche. 28 Así, la tierra da fruto por sí misma. Primero brota el tallo, luego se forman las espigas de trigo hasta que por fin estas se llenan de granos. 29 Y cuando el grano está maduro, lo cosechan pues su tiempo ha llegado».

Parábola del grano de mostaza

30 Un día les dijo:

«¿Cómo les describiré el reino de Dios? ¿Con qué podemos compararlo? 31 Es como un grano de mostaza que se siembra en la tierra. Aunque es la más pequeña de las semillas que hay en el mundo, 32 cuando se siembra se convierte en la planta más grande del huerto, y en sus enormes ramas las aves del cielo hacen sus nidos».

33 Jesús usaba parábolas como estas para enseñar a la gente, conforme a lo que podían entender. 34 Sin parábolas no les hablaba. En cambio, cuando estaba a solas con sus discípulos les explicaba todo.

Jesús calma la tormenta

35 Anochecía y Jesús les dijo a sus discípulos:

―Vámonos al otro lado del lago.

36 Y, dejando a la multitud, salieron en la barca. Varias barcas los siguieron. 37 A medio camino se desató una terrible tempestad. El viento azotaba la barca con furia y las olas amenazaban con anegarla completamente. 38 Jesús dormía en la popa, con la cabeza en una almohada. Lo despertaron y le dijeron:

―Maestro, ¿no te importa que nos estemos hundiendo?

39 Jesús se levantó, reprendió a los vientos y dijo a las olas:

―¡Silencio! ¡Cálmense!

Los vientos cesaron y todo quedó en calma, 40 Y Jesús les dijo:

―¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Acaso no tienen fe?

41 Ellos, asustados, se decían:

―¿Quién será este que aun los vientos y las aguas lo obedecen?

Ester 9-10

Triunfo de los judíos

El día trece del mes doce, es decir, el mes de Adar, el mismo día en que debían cumplirse los dos decretos del rey (día en que los enemigos de los judíos tenían esperanza de vencerlos, y sucedió todo lo contrario), los judíos se reunieron en sus ciudades, a través de todas las provincias del rey, para defenderse contra los que pudieran tratar de hacerles daño. Pero nadie se atrevió, porque sentían gran temor. Y todos los funcionarios de las provincias, gobernadores, oficiales y cortesanos, ayudaban a los judíos por temor de Mardoqueo. Porque Mardoqueo era ahora un hombre muy importante en el palacio del rey, y su fama se extendía por todas las provincias, pues se hacía cada vez más poderoso.

Los judíos cumplieron con el decreto el día señalado y mataron a todos sus enemigos. Mataron a quinientos hombres en Susa. 7-10 También dieron muerte a diez hijos de Amán hijo de Hamedata, enemigo de los judíos. Estos son sus nombres: Parsandata, Dalfón, Aspata, Porata, Adalías, Aridata, Parmasta, Arisay, Ariday y Vaizata, pero no se apoderaron de sus bienes.

11 Ese mismo día el rey se enteró del número de personas muertas en Susa. 12 Entonces llamó a la reina Ester y le dijo:

―Tan solo en la ciudad de Susa los judíos han dado muerte a quinientos hombres y también mataron a los diez hijos de Amán. Si esto han hecho aquí, me pregunto ¿qué habrá ocurrido en el resto de las provincias? ¿Qué más deseas? También te será concedido. Dímelo y te lo daré.

13 Y Ester dijo:

―Si Su Majestad está de acuerdo, le pido que permita que los judíos que están en Susa hagan mañana nuevamente lo que han hecho hoy, y ordene que los diez hijos de Amán sean colgados en horcas.

14 El rey le concedió la petición. El decreto fue promulgado en Susa, y colgaron los cadáveres de los diez hijos de Amán. 15 Entonces los judíos de Susa se reunieron también el día catorce del mes de Adar, y dieron muerte a otros trescientos hombres, pero no se apoderaron de sus propiedades.

16 Mientras tanto, los judíos de las demás provincias del imperio se habían reunido también para defender sus vidas y habían destruido a sus enemigos, dando muerte a setenta y cinco mil personas que los odiaban. Pero no se apoderaron de sus bienes. 17 Esto ocurrió el día trece del mes de Adar, y al día siguiente reposaron, y celebraron la victoria con fiestas y alegría.

Celebración de Purim

18 Pero los judíos de Susa siguieron dando muerte a sus enemigos el segundo día también, así que descansaron el día quince, y lo celebraron con una gran fiesta. 19 Por esto es que los judíos de los pueblos sin murallas de todo Israel celebran la fiesta el día catorce del mes de Adar, y es entonces cuando se alegran y se hacen regalos unos a otros.

20 Mardoqueo escribió la historia de todos estos sucesos, y envió cartas a los judíos de cerca y de lejos, a través de todas las provincias del rey, 21 pidiéndoles que establecieran una festividad anual los días catorce y quince del mes de Adar, 22 para celebrar con fiestas, alegría y regalos este día histórico en que los judíos fueron salvados de sus enemigos, cuando su llanto se convirtió en alegría, y sus lamentos en felicidad.

23 Los judíos adoptaron la sugerencia de Mardoqueo y comenzaron esta festividad anual 24-25 como recordatorio de la ocasión en que Amán hijo de Hamedata, el agagueo, enemigo de todos los judíos, había tramado destruirlos en una fecha que determinaron tras haber echado suertes, y para recordar que cuando Ester se lo contó al rey, este emitió un edicto a fin de que el plan de Amán se volviera en su contra, y él y sus hijos fueron colgados en la horca. 26 Esta fiesta se llama «Purim», porque la palabra pur, en idioma persa, significa «echar suertes». Así que los judíos acordaron celebrar esta fiesta de acuerdo con lo ordenado por Mardoqueo, y por todo lo que habían tenido que sufrir y ver. 27 Todos los judíos del reino estuvieron de acuerdo en comenzar esta tradición y comunicarla a sus descendientes y a todos los que se convirtieran en judíos. Declararon que jamás dejarían de celebrar estos dos días. 28 Sería un acontecimiento que celebrarían anualmente, de generación en generación, todas las familias judías del mundo, para que la comunidad judía no olvidara jamás lo que ocurrió.

29-31 La reina Ester, hija de Abijaíl, y Mardoqueo escribieron esta segunda carta, para confirmar plenamente los días en que debía celebrarse la fiesta anual de Purim. Las cartas fueron enviadas a todos los judíos que vivían en las ciento veintisiete provincias del reino de Asuero, con mensajes de buena voluntad y de aliento para confirmar la celebración anual de estos dos días de Purim, decretada por Mardoqueo el judío y por la reina Ester. Además, les daban instrucciones en cuanto a la obligación de ayunar y de guardar luto. 32 Así que el decreto de Ester confirmó estas fechas, y fue registrado como ley.

Grandeza de Mardoqueo

10 El rey Asuero no sólo impuso tributo a los países que estaban sobre tierra firme, sino también a los que quedaban sobre las islas del mar. Sus grandes hechos, y también un relato completo de la grandeza de Mardoqueo y de los honores que le dio el rey están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Media y de Persia. El judío Mardoqueo fue primer ministro con autoridad muy cercana a la del mismo rey Asuero. Por supuesto, él fue muy grande entre los judíos, y lo respetaban todos sus compatriotas, porque hacía todo cuanto podía por su pueblo, y se preocupaba por el bienestar de todos ellos.

Romanos 4

Abraham, justificado por la fe

¿Entonces, qué podemos decir con respecto a Abraham, nuestro antepasado como pueblo judío?

Si Dios lo hubiera hecho justo por las buenas obras que realizó, tendría motivos para sentirse orgulloso, aunque no ante de Dios.

En efecto, las Escrituras dicen que Abraham creyó a Dios, y por eso Dios lo declaró justo.

Quien trabaja recibe su paga no como un regalo sino como algo que se ganó. En cambio, quien no hace obras para que Dios lo considere bueno, pero cree que Dios lo hace justo por creer, esa fe se le cuenta para declararlo justo.

David se refirió a esto al describir la alegría de la persona a quien Dios declara inocente sin haber hecho nada para merecerlo.

«Dichosos», dijo, «aquellos cuyos pecados han sido perdonados y olvidados.

Sí, dichosa la persona a quien el Señor no le toma en cuenta los pecados».

¿Es esta dicha sólo para los judíos o también para todos? Ya hemos afirmado que a Abraham Dios lo hizo justo por la fe.

10 ¿Cuándo sucedió eso? Fue antes de hacerse judío, es decir, antes que lo circuncidaran.

11 Primero creyó y luego fue circuncidado. Y esa circuncisión fue como un sello, como una señal de que Dios lo había hecho justo por creer en él. Sucedió así para que Abraham fuera el padre de todos los creyentes que nunca han sido circuncidados, para mostrarles que ellos pueden ser declarados justos al creer en Dios.

12 Abraham, por supuesto, es también padre de quienes, además de estar circuncidados, siguen el ejemplo de la fe que tuvo cuando aún no se había circuncidado.

13 Está claro que Dios prometió otorgar toda la tierra a Abraham y a su descendencia, no en virtud de su obediencia a la ley, sino en virtud de la justicia que viene por la fe.

14 Porque si los que reciben la herencia son los que obedecen la ley, entonces la promesa de Dios carece de valor y es una tontería tener fe.

15 Lo cierto es que, cuando tratamos de guardar la ley, nos buscamos la ira de Dios. ¡La única forma de no quebrantar la ley sería no teniendo ninguna ley que quebrantar!

16 Por eso, la promesa de Dios se obtiene por fe y es un regalo que no merecemos. Y es también por eso por lo que estamos seguros de recibirla todos los hijos de Abraham, tanto los que se basan en la ley como los que tenemos una fe como la que él tuvo, pues Abraham es padre de todos nosotros. 17 Con razón dicen las Escrituras: «Te he hecho padre de muchas naciones».

¡Y es una promesa del mismo Dios en quien Abraham creyó! ¡Es el Dios que hace que los muertos resuciten y que es capaz de hacer que las cosas que aún no existen lleguen a existir!

18 Por eso, cuando Dios le dijo a Abraham que le iba a dar una descendencia numerosa, Abraham lo creyó y tuvo esperanza, aun cuando aquello parecía imposible. Y así llegó a ser padre de muchas naciones.

19 Y su fe no se debilitó ni él se preocupó de que, a la edad de cien años, fuera demasiado viejo para ser padre. Tampoco le dio importancia al hecho de que su esposa Sara fuera estéril.

20 Abraham no fue incrédulo a la promesa de Dios ni dudó jamás. Al contrario, fortaleció su fe y así le dio gloria a Dios y le dio las gracias por aquella bendición antes que se produjera. 21 ¡Estaba completamente seguro de que Dios cumple sus promesas!

22 En vista de esa fe, Dios lo declaró justo.

23 Pero esto de ser aceptado por la fe se escribió no sólo para hablar de Abraham. 24 También se escribió acerca de nosotros, que creemos en el Dios que levantó a Jesús, nuestro Señor, de entre los muertos. También nosotros seremos declarados justos por la fe en el Señor.

25 Él murió por nuestros pecados y resucitó para poder presentarnos justos ante Dios.

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