M’Cheyne Bible Reading Plan
Reinado de Asa(A)
14 Abías descansó entre sus antepasados y fue sepultado en la ciudad de David, y en su lugar reinó su hijo Asa, y durante su reinado el país estuvo en paz durante diez años. 2 Asa hizo lo bueno y lo recto ante los ojos del Señor su Dios, 3 pues quitó los altares de culto ajenos y los lugares altos, hizo pedazos los ídolos y derribó los símbolos de Asera, 4 y ordenó a Judá buscar al Señor, el Dios de sus padres, y poner por obra la ley y sus mandamientos. 5 Además, quitó de todas las ciudades de Judá los lugares altos y los ídolos, y bajo su reinado hubo paz. 6 Precisamente porque en ese tiempo había paz y nadie le hacía la guerra, pues el Señor le había dado paz, Asa construyó en Judá ciudades fortificadas. 7 Les dijo a los de Judá:
«Edifiquemos estas ciudades, y levantemos murallas a su alrededor, con torres, puertas y cerrojos, pues la tierra es nuestra. Nosotros hemos buscado al Señor nuestro Dios, y porque lo hemos buscado, él nos ha dado paz en todas partes.»
En la construcción tuvieron mucho éxito. 8 Además, Asa tenía un ejército armado de lanzas y escudos, todos ellos soldados bien entrenados para lanzar flechas. De Judá eran trescientos mil, y de Benjamín doscientos ochenta mil.
9 Zeraj el etíope salió a presentarles batalla con un ejército de un millón de hombres y trescientos carros de guerra; y llegó hasta Maresa. 10 Asa salió a su encuentro, y libraron la batalla en el valle de Sefata, junto a Maresa. 11 Allí Asa clamó al Señor su Dios, y dijo:
«¡Ay, Señor! Para ti no hay diferencia alguna en brindar tu ayuda al poderoso o al débil. ¡Ayúdanos, Señor y Dios nuestro, porque en ti confiamos y en tu nombre venimos contra este ejército! Tú, Señor, eres nuestro Dios; ¡que no prevalezca el hombre contra ti!»
12 El Señor derrotó a los etíopes que se enfrentaron contra Asa y Judá, y los etíopes huyeron. 13 Asa y su ejército los persiguieron hasta Gerar, y los etíopes fueron derrotados hasta no quedar uno solo con vida. Fueron derrotados delante del Señor y de su ejército, y se les quitó un gran botín de guerra. 14 Además, el terror del Señor cayó sobre todas las ciudades alrededor de Gerar, y como había en ellas grandes riquezas, Asa y los suyos las saquearon, 15 y atacaron también las cabañas de los que tenían ganado, y antes de volver a Jerusalén se llevaron muchas ovejas y camellos.
Reformas religiosas de Asa(B)
15 El espíritu de Dios vino sobre Azarías hijo de Obed, 2 y éste salió al encuentro de Asa y le dijo:
«Escúchenme ustedes, Asa y todo Judá y Benjamín: El Señor estará con ustedes, si ustedes están con él. Si lo buscan, lo hallarán; pero si lo dejan, también él los dejará. 3 Israel pasó mucho tiempo sin un Dios verdadero y sin un sacerdote que los instruyera, y sin ley; 4 pero cuando en su angustia se volvieron al Señor y Dios de Israel, y lo buscaron, lo hallaron. 5 En aquellos tiempos no había paz, ni para el que entraba ni para el que salía, sino que los habitantes de todas las naciones encaraban muchas aflicciones. 6 Un pueblo destruía a otro, y una ciudad atacaba a otra ciudad, porque Dios les enviaba toda clase de calamidades. 7 Pero si ustedes se esfuerzan, y no pierden el ánimo, todo lo que hagan tendrá su recompensa.»
8 Cuando Asa oyó las palabras y la profecía del profeta Azarías hijo de Obed, se animó y quitó de toda la tierra de Judá y de Benjamín, y de las ciudades que había conquistado en la región montañosa de Efraín, los ídolos repugnantes; además, reparó el altar del Señor que estaba frente al pórtico del Señor. 9 Luego reunió a todo Judá y Benjamín, y también a los forasteros de Efraín, Manasés y Simeón, pues al ver que el Señor su Dios estaba con Asa, muchos israelitas se le habían unido. 10 El mes tercero del año decimoquinto del reinado de Asa se reunieron en Jerusalén, 11 y del botín que habían obtenido, ese mismo día ofrecieron al Señor setecientos bueyes y siete mil ovejas. 12 Además, juraron solemnemente que con todo el corazón y con toda su alma buscarían al Señor y Dios de sus padres, 13 y que todo el que no buscara al Señor, Dios de Israel, moriría, sin importar que fuera grande o pequeño, hombre o mujer. 14 Esto lo juraron ante el Señor a toda voz y con gran júbilo, al son de trompetas y bocinas. 15 Todos los de Judá se alegraron de este juramento; porque lo hicieron de todo corazón. Y como buscaron al Señor de todo corazón, lo hallaron; y el Señor les dio paz por toda la región.
16 Asa llegó incluso a destituir a Macá, la reina madre, porque ella hizo una imagen de la diosa Asera; Asa destruyó la imagen hasta hacerla polvo, y la quemó a orillas del arroyo de Cedrón. 17 A pesar de todo esto, y aunque el corazón de Asa fue perfecto durante toda su vida, los lugares altos no fueron quitados de Israel. 18 Sin embargo, Asa llevó al templo de Dios toda la plata y el oro y los utensilios que su padre y él mismo habían consagrado, 19 y durante los treinta y cinco años del reinado de Asa no hubo más guerra.
La adoración celestial
4 Después de esto, miré y vi que en el cielo había una puerta abierta. Entonces la voz que antes había escuchado, y que era como el sonido de una trompeta, me dijo: «Sube acá y te mostraré lo que va a suceder después de esto.» 2 Al instante quedé bajo el poder del Espíritu y vi que en el cielo había un trono, y que alguien estaba sentado en él. 3 El que estaba sentado en el trono tenía el aspecto de una piedra de jaspe y de cornalina. Alrededor del trono había un arco iris, semejante a la esmeralda.(A) 4 Alrededor del trono había veinticuatro tronos, y en ellos estaban sentados veinticuatro ancianos, vestidos de ropas blancas y con sendas coronas de oro en la cabeza. 5 Del trono salían voces, relámpagos y truenos;(B) y delante del trono ardían siete antorchas de fuego,(C) que son los siete espíritus de Dios.(D)
6 Delante del trono había algo que parecía un mar de vidrio semejante al cristal,(E) y en el centro, alrededor del trono, había cuatro seres vivientes que tenían ojos por delante y por detrás. 7 El primer ser viviente parecía un león, el segundo parecía un becerro, el rostro del tercero era semejante al de un hombre, y el cuarto parecía un águila en vuelo.(F) 8 Cada uno de los cuatro seres vivientes tenía seis alas, y estaba lleno de ojos por fuera y por dentro.(G) Día y noche no cesaban de decir: «Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso,(H) el que era, el que es, y el que ha de venir.» 9 Cada vez que aquellos seres vivientes daban gloria, honra y acción de gracias al que estaba sentado en el trono y que vive por los siglos de los siglos, 10 los veinticuatro ancianos se postraban delante de él y lo adoraban, y mientras ponían sus coronas delante del trono del que vive por los siglos de los siglos, decían: 11 «Digno eres, Señor, de recibir la gloria, la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.»
La gloria del nuevo templo
2 El día veintiuno del mes séptimo la palabra del Señor vino por medio del profeta Hageo, y dijo:
2 «Habla ahora con Zorobabel hijo de Salatiel, que es el gobernador de Judá, y con Josué hijo de Josadac, el sumo sacerdote, y también con el resto del pueblo, y diles: 3 “¿Hay entre ustedes alguien que haya visto el esplendor que antes tuvo esta casa?(A) ¿Qué les parece ahora? ¿No es verdad que la ven como muy poca cosa? 4 Pues esfuérzate ahora, Zorobabel, y esfuérzate también tú, Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote; y ustedes, pueblo todo de la tierra, ¡cobren ánimo y pónganse a trabajar, que yo estoy con ustedes!
—Palabra del Señor de los ejércitos.
5 ”Mi espíritu estará entre ustedes,(B) de acuerdo con el pacto que hice con ustedes cuando salieron de Egipto. Así que no tengan miedo.”»
6 Así dice el Señor de los ejércitos:
«Dentro de poco tiempo haré temblar los cielos y la tierra,(C) el mar y la tierra seca. 7 Haré temblar a todas las naciones. Entonces vendrá lo más deseado por todas las naciones, y llenaré de gloria esta casa. Lo digo yo, el Señor de los ejércitos. 8 La plata y el oro son míos.
—Palabra del Señor de los ejércitos.
9 »Al final, la gloria de esta casa será mayor que al principio, y haré que en este lugar haya paz. Lo digo yo, el Señor de los ejércitos.»
—Palabra del Señor de los ejércitos.
El pueblo es reprendido por su infidelidad
10 El día veinticuatro del mes noveno del año segundo de Darío, la palabra del Señor vino por medio del profeta Hageo, y dijo:
11 «Así ha dicho el Señor de los ejércitos: Pregúntales ahora a los sacerdotes en cuanto a la ley. Diles: 12 “Si alguien lleva carne santificada en la falda de su ropa, y con el vuelo de ella toca pan, comida, vino, aceite, o cualquier otro alimento, ¿la carne queda santificada?” Y los sacerdotes respondieron: “¡Por supuesto que no!” 13 Entonces les dijo Hageo: “Si alguien que esté impuro por haber tocado un cadáver(D) toca alguna de estas cosas, ¿este hecho las hace impuras?” Y los sacerdotes respondieron: “¡Por supuesto que sí!”»
14 Hageo dijo entonces:
«Así es como se porta este pueblo delante de mí, y así también son todas las obras de sus manos. ¡Todo lo que aquí ofrecen es impuro.
—Palabra del Señor.
15 »Pero de ahora en adelante pónganse a pensar de corazón, antes de que pongan una piedra sobre otra en el templo del Señor. 16 Antes de que sucediera todo esto, iban ustedes al montón de trigo para recoger veinte sacos, y sólo encontraban diez; o iban al lagar para sacar cincuenta cántaros de vino, y sólo sacaban veinte. 17 Yo deshice con viento solano, con tizoncillo y con granizo todas las obras de sus manos, pero ustedes no se volvieron a mí.
—Palabra del Señor.
18 »Por lo tanto, de ahora en adelante pónganse a pensar de corazón. A partir del día veinticuatro del mes noveno, día en que se echaron los cimientos del templo del Señor, piensen bien y de corazón: 19 ¿No es verdad que la simiente aún está en el granero? ¿No es verdad que todavía no florecen las vides ni las higueras, ni los granados ni los olivos? Pero a partir de este día yo los bendeciré.»
Promesa del Señor a Zorobabel
20 El día veinticuatro del mismo mes la palabra del Señor vino a Hageo por segunda vez, y dijo:
21 «Habla con Zorobabel, que es el gobernador de Judá, y dile: “Yo voy a hacer que tiemblen los cielos y la tierra. 22 Voy a trastornar el trono de los reinos y a destruir la fuerza de los reinos de las naciones. Voy a trastornar sus carros de guerra y sus tripulantes, y rodarán por tierra los caballos y sus jinetes, cada uno de ellos a manos de la espada de su compañero. 23 Cuando llegue ese día, yo te tomaré a ti, Zorobabel hijo de Salatiel, y haré de ti mi anillo de sellar, porque tú eres mi siervo: ¡yo te he escogido!”»
—Palabra del Señor de los ejércitos.
Jesús y Nicodemo
3 Entre los fariseos había un hombre que, entre los judíos, era muy importante. Se llamaba Nicodemo. 2 Éste vino de noche a ver a Jesús, y le dijo: «Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios como maestro, porque nadie podría hacer estas señales que tú haces si Dios no estuviera con él.» 3 Jesús le respondió: «De cierto, de cierto te digo, que el que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios.» 4 Nicodemo le dijo: «¿Y cómo puede un hombre nacer, siendo ya viejo? ¿Acaso puede entrar en el vientre de su madre, y volver a nacer?» 5 Jesús le respondió: «De cierto, de cierto te digo, que el que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu,[a] espíritu es. 7 No te maravilles de que te dije que es necesario que ustedes nazcan de nuevo. 8 El viento[b] sopla de donde quiere, y lo puedes oír; pero no sabes de dónde viene, ni a dónde va. Así es todo aquel que nace del Espíritu.» 9 Nicodemo le preguntó: «¿Y cómo es posible que esto suceda?» 10 Jesús le respondió: «¿Y tú eres maestro de Israel, y no lo sabes? 11 De cierto, de cierto te digo, que hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto; pero ustedes no aceptan nuestro testimonio. 12 Si les he hablado de cosas terrenales, y no creen, ¿cómo creerán si les hablo de las cosas celestiales? 13 Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo, que es el Hijo del Hombre. 14 Y así como Moisés levantó la serpiente en el desierto,(A) así también es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, 15 para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.
De tal manera amó Dios al mundo
16 »Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. 17 Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. 18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 19 Y ésta es la condenación: que la luz vino al mundo, pero los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no se acerca a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. 21 Pero el que practica la verdad viene a la luz, para que sea evidente que sus obras son hechas en Dios.»
El amigo del esposo
22 Después de esto, Jesús fue con sus discípulos a la tierra de Judea, y estuvo allí con ellos, y bautizaba. 23 También Juan bautizaba en Enón, junto a Salín, porque allí había muchas aguas; y la gente acudía y era bautizada, 24 porque Juan aún no había sido encarcelado.(B)
25 Hubo entonces una discusión entre los discípulos de Juan y los judíos acerca de la purificación. 26 Fueron entonces adonde estaba Juan, y le dijeron: «Rabí, resulta que el que estaba contigo al otro lado del Jordán, y de quien tú diste testimonio, bautiza, y todos acuden a él.» 27 Juan les respondió: «Nadie puede recibir nada, si no le es dado del cielo. 28 Ustedes mismos son mis testigos de que dije: “Yo no soy el Cristo,(C) sino que he sido enviado delante de él.” 29 El que tiene la esposa, es el esposo; pero el amigo del esposo, que está a su lado y lo oye, se alegra mucho al oír la voz del esposo. Así que esta alegría mía ya se ha cumplido. 30 Es necesario que él crezca, y que yo decrezca.»
El que viene de arriba
31 El que viene de arriba, está por encima de todos; el que es de la tierra, es terrenal, y habla cosas terrenales; el que viene del cielo, está por encima de todos 32 y da testimonio de lo que vio y oyó, pero nadie recibe su testimonio. 33 El que acepta su testimonio, confirma que Dios es veraz. 34 Porque el enviado de Dios habla las palabras de Dios; pues Dios no da el Espíritu por medida. 35 El Padre ama al Hijo, y ha puesto en sus manos todas las cosas.(D)
36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna, pero el que se niega a creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios recae sobre él.
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