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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
2 Crónicas 27-28

Jotán, rey de Judá

27 Jotán tenía veinticinco años cuando subió al trono, y reinó dieciséis años en Jerusalén. Su madre era Jerusa, hija de Sadoc. Jotán actuó de acuerdo a la voluntad del Señor, siguió el ejemplo de su padre Uzías, menos en lo que tiene que ver con entrar al templo a quemar incienso. Sin embargo, a pesar de la buena conducta del rey, el pueblo seguía corrompiéndose.

Jotán construyó la puerta superior del templo, e hizo muchas obras en el muro de Ofel. Edificó ciudades en las montañas de Judá, y levantó fortalezas y torres en las regiones de bosques.

Les declaró la guerra a los amonitas, y los derrotó. Durante los tres años siguientes recibió de ellos un tributo anual de tres mil trescientos kilos de plata, diez mil cargas de trigo y diez mil cargas de cebada.

El rey Jotán se hizo muy poderoso, porque procuró siempre seguir los caminos del Señor su Dios.

El resto de su historia, incluyendo sus guerras y otras actividades, está escrito en el libro de los reyes de Israel y de Judá. En resumen, tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó dieciséis años en Jerusalén. Cuando murió, fue sepultado en Jerusalén, en la ciudad de David, y su hijo Acaz fue el nuevo rey.

Acaz, rey de Judá

28 Acaz tenía veinte años cuando comenzó a reinar y reinó dieciséis años en Jerusalén. Fue un rey malo, pues no siguió el ejemplo del rey David, su antepasado. Al contrario, Acaz siguió el ejemplo de los reyes de Israel, ya que mandó a fabricar imágenes de los baales, que eran dioses falsos. Aun fue al valle de Ben Hinón, y no fue sólo a quemar incienso a los ídolos, sino también a sacrificar a su propio hijo en el fuego, como era costumbre en las naciones paganas que habían sido arrojadas de la tierra por el Señor, para dársela a su pueblo Israel. Además, sacrificó y ofreció incienso en los santuarios de otros dioses de las colinas, y debajo de todo árbol frondoso.

Por esta razón el Señor Dios permitió que el rey de Siria lo derrotara y llevara cautivas a un gran número de personas a Damasco. Israel también le infligió una tremenda derrota. En un solo día, Pecaj hijo de Remalías mató a ciento veinte mil de los hombres más valientes de Judá, porque se habían apartado del Señor, Dios de sus padres. Y Zicrí, un gran guerrero de Efraín, mató a Maseías hijo del rey, al administrador Azricán, y a Elcaná, que era el funcionario más importante del rey. Los israelitas tomaron cautivas a doscientas mil personas de Judá, incluyendo a las mujeres y a los niños. Además, se llevaron a Samaria un inmenso botín.

Pero cuando los israelitas regresaban a Samaria, les salió al encuentro Obed, profeta del Señor, y dijo:

―Miren, el Señor, Dios de nuestros padres, estaba airado con Judá y, por eso, permitió que ustedes los capturaran. Pero ustedes los mataron con tal crueldad, que en el cielo se tomó nota de esto. 10 ¿Y pretenden ahora hacer esclavos a esta gente de Judá y de Jerusalén? ¿Acaso no tienen bastante ya con sus propios pecados contra el Señor nuestro Dios? 11 Escuchen: ¡Devuelvan los cautivos que arrebataron a sus hermanos, porque si no, la ira del Señor se encenderá contra ustedes!

12 Algunos de los hombres de más alto rango de Efraín también expresaron su oposición. Estos hombres fueron Azarías hijo de Johanán, Berequías hijo de Mesilemot, Ezequías hijo de Salún, y Amasá hijo de Hadlay.

13 ―No deben traer esos cautivos aquí —declararon—. Si lo hacen, el Señor se enojará, y este pecado será añadido a los muchos que ya tenemos. ¡Ya tenemos bastantes problemas con Dios! ¡El Señor nos castigará por esto!

14 Entonces los oficiales entregaron los cautivos y el botín a los jefes y a toda la asamblea. 15 Y los cuatro hombres ya mencionados distribuyeron la ropa del botín entre las mujeres y niños que lo necesitaban, y les dieron calzado, alimento y vino. Luego, a los que estaban enfermos o ancianos los pusieron sobre burros y los llevaron hasta Jericó, la ciudad de las palmeras, para que de allí regresaran a sus hogares. Luego regresaron a Samaria.

16 En aquel tiempo, el rey Acaz, de Judá, le pidió al rey de Asiria que se aliara con él, 17 porque Edom estaba invadiendo a Judá y capturando a muchas personas para hacerlas esclavas. 18 Por su parte, los filisteos habían invadido las ciudades de las tierras bajas y del sur y habían capturado Bet Semes, Ayalón, Guederot, Soco, Timná, y Gimzó, con sus pueblos circunvecinos, y estaban viviendo allí. 19 De este modo el Señor humilló a Judá debido a las malas acciones del rey Acaz de Israel, pues él había llevado al país a la ruina y se había alejado por completo del Señor.

20 Pero Tiglat Piléser, rey de Asiria, le trajo problemas al rey Acaz en vez de ayudarle. 21 Aun cuando Acaz le había dado todos los objetos de valor que había en el templo, en los tesoros del palacio real, y en las casas de sus oficiales, eso no fue suficiente para lograr el apoyo del rey de Asiria.

22 En este tiempo de profundos problemas, el rey Acaz aumentó sus acciones infieles contra el Señor. 23 Ofreció sacrificios a los dioses del pueblo de Damasco que lo habían derrotado, porque pensó que por cuanto estos dioses habían ayudado a los reyes de Asiria, también podrían ayudarlo a él si les ofrecía sacrificios. Pero esto más bien fue su ruina y la ruina de su pueblo. 24 El rey sacó las vasijas de oro del templo y las destruyó, y cerró las puertas del templo para que nadie pudiera entrar a adorar allí, e hizo altares a los dioses paganos por todo Jerusalén. 25 Lo mismo hizo en todas las ciudades de Judá, con lo que provocó la ira del Señor, Dios de sus padres.

26 Los demás detalles de su vida y actividades están anotados en el libro de los reyes de Judá y de Israel. 27 Cuando el rey Acaz murió, fue sepultado en Jerusalén, pero no en las tumbas reales. Y su hijo Ezequías fue el nuevo rey.

Apocalipsis 14

El Cordero y los 144.000

14 Vi entonces un Cordero de pie sobre el monte Sion, acompañado de ciento cuarenta y cuatro mil personas que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente. Y oí en el cielo algo semejante al estrépito de una catarata inmensa o el retumbar de un gran trueno; era como el canto de un coro acompañado con arpas. Y cantaban un cántico nuevo frente al trono de Dios y delante de los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos. Los únicos que podían cantar aquel canto eran aquellos ciento cuarenta y cuatro mil redimidos de entre los de la tierra. Lo podían cantar porque se mantuvieron puros como vírgenes y porque seguían al Cordero adondequiera que iba. Aquellos fueron comprados de entre la humanidad como los primeros frutos para Dios y para el Cordero. En ellos no existe la mentira, porque son intachables.

Los tres ángeles

Y vi que otro ángel cruzaba los cielos con las eternas buenas nuevas, e iba proclamándolas a cada nación, raza, lengua y pueblo. «¡Teman a Dios —decía a gran voz—, y alaben su grandeza, porque el tiempo ha llegado en que se sentará a juzgar! ¡Adórenlo, porque él creó el cielo y la tierra, el mar y las fuentes que lo nutren!».

Y otro ángel que lo seguía gritaba:

«¡Cayó Babilonia! ¡Cayó la gran ciudad que sedujo a las naciones a participar del vino de su adulterio!».

Inmediatamente, un tercer ángel lo siguió gritando: «¡Cualquiera que adore a la bestia y a su estatua, y se deje marcar en la frente o en la mano, 10 tendrá que beber del vino del furor de Dios que se ha echado puro en la copa de la ira divina!; y se le atormentará con fuego y azufre ardiendo en presencia de los santos ángeles y el Cordero. 11 El humo de su tormento se elevará eternamente, y el que adore a la bestia y a su estatua o se deje marcar con su nombre no tendrá alivio ni de día ni de noche».

12 Aquí se verá la paciencia del pueblo santo que obedece los mandamientos de Dios y es fiel a Jesús.

13 Oí entonces una voz que me decía desde el cielo:

«Escribe esto: ¡Dichosos los que de ahora en adelante mueren unidos al Señor —dice el Espíritu—, porque cesarán para ellos las penas y las tareas, y Dios los premiará por sus acciones».

La cosecha de la tierra

14 Entonces vi una nube blanca y, sentado en ella, a alguien muy parecido al Hijo del hombre, con una corona de oro en la frente y una hoz bien afilada en la mano.

15 Del templo salió otro ángel y le gritó:

«¡Mete la hoz y recoge la cosecha! ¡Los sembrados del mundo están listos para ser cosechados!».

16 Entonces el que estaba sentado en la nube pasó la hoz sobre la tierra y recogió la cosecha.

17 Luego salió otro ángel del templo que está en el cielo; portaba también una hoz bien afilada.

18 Inmediatamente del altar salió otro ángel que tenía poder para destruir el mundo con fuego, y le gritó al ángel que tenía la hoz: «¡Corta los racimos de los viñedos del mundo, porque ya las uvas están completamente maduras!».

19 El ángel arrojó la hoz sobre la tierra y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios. 20 Y exprimieron las uvas en un lugar que está fuera de la ciudad, y de ese lugar brotó un río de sangre de trescientos kilómetros de extensión, en el que un caballo podía sumergirse hasta las bridas.

Zacarías 10

El Señor cuidará de Judá

10 ¡Pidan al Señor las lluvias tardías! Y él les responderá con relámpagos y lluvias. El campo dará abundante hierba verde. ¡Qué necedad es pedir algo a los ídolos! Las predicciones de los adivinos son un montón de mentiras necias; ¿qué consuelo hay en promesas que no llegan a cumplirse? Judá e Israel han sido engañados por ellos y por eso ahora vagan como ovejas perdidas; todos las atacan porque no tienen pastor que las defienda.

Mi ira se ha encendido contra los que dicen ser tus pastores, contra tus jefes, y los castigaré. Porque ha llegado el Señor Todopoderoso a defender a Judá, su rebaño. Lo haré fuerte y distinguido como caballo de honor en el combate. De Judá saldrá la piedra del ángulo, que es la más importante de una construcción; y la estaca más resistente de su tienda de campaña; también el arco para la guerra; saldrán también eficaces gobernantes. Entonces serán como guerreros valientes que dominan claramente a sus enemigos, dejándolos tendidos en las calles, y que enfrentan y derrotan también a las fuertes caballerías enemigas, porque saben que el Señor está con ellos.

«Yo fortaleceré a Judá, y protegeré a la casa de Israel. Haré que de nuevo sean prósperos y felices, porque los amo. Será como si nunca los hubiera desechado, porque yo, el Señor su Dios, habré escuchado sus oraciones llenas de angustia. Los de Efraín serán como guerreros poderosos. Estarán alegres como si hubieran bebido vino. Sus hijos también verán las misericordias del Señor y se alegrarán. Ellos también estarán felices al darse cuenta que el Señor siempre está con ellos. Los llamaré con silbido y ellos vendrán corriendo; cuando los haya rescatado, volverán a ser un pueblo numeroso y fuerte, como lo fueron en el pasado.

»Aunque los esparza como semillas entre las naciones, aún en esos pueblos lejanos se acordarán de mí. Aunque llegaran a vivir con sus hijos lejos de su tierra, regresarán a ella de nuevo. 10 Los haré volver de Egipto y de Asiria y los restableceré en Israel, en Galaad y en el Líbano; ¡y hasta les quedará faltando espacio! 11 Ellos pasarán a salvo por el mar de la angustia porque yo aquietaré sus olas. Haré que el profundo Nilo quede seco por completo. ¡Acabaré con el orgullo de Asiria, y derribaré la prepotencia de Egipto!

12 »Yo mismo fortaleceré a mi pueblo, y haré que avancen confiados en mi permanente ayuda. Lo afirmo yo, que soy el Señor Todopoderoso».

Juan 13

Jesús les lava los pies a sus discípulos

13 La fiesta de la Pascua se acercaba. Jesús sabía que había llegado la hora de dejar este mundo para reunirse con el Padre. Él había amado a los suyos que estaban en el mundo, y los amó hasta el fin. Antes de llegar la hora de la cena, el diablo ya había hecho que Judas Iscariote se decidiera a traicionar a Jesús. Jesús sabía que el Padre le había dado autoridad sobre todas las cosas, y que él había venido de Dios y a Dios iba a regresar, así que se levantó de la mesa, se quitó el manto y se ató una toalla a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y se puso a lavarles los pies a sus discípulos y a secárselos con la toalla. Cuando llegó a Simón Pedro, este le dijo:

―Señor, ¿vas tú a lavarme los pies a mí?

Jesús le respondió:

―Ahora no entiendes por qué lo hago, pero más tarde lo entenderás.

Pedro dijo:

―¡No! ¡Jamás dejaré que me laves los pies!

Jesús le respondió:

―Si no te los lavo, no serás uno de los míos.

Simón Pedro le dijo:

―¡Señor, entonces no sólo los pies sino también las manos y la cabeza!

10 Jesús le contestó:

―El que está recién bañado no necesita lavarse más que los pies, pues está completamente limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos.

11 Jesús sabía quién lo iba a traicionar, y por eso dijo que no todos estaban limpios.

12 Después de lavarles los pies, se puso el manto y otra vez se sentó. Entonces les preguntó:

―¿Entienden ustedes lo que les he hecho? 13 Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen la verdad porque lo soy. 14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. 15 Yo les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes. 16 Les aseguro que ningún sirviente es más que su amo, y ningún mensajero es más que el que lo envió. 17 Si entienden esto y lo hacen serán dichosos.

Jesús predice la traición de Judas

18 »No estoy hablando de todos ustedes; yo sé a quiénes he escogido. Pero esto es para que se cumpla la Escritura que dice: “El que come conmigo se ha puesto en contra mía”.

19 »Les digo esto ahora, antes que suceda, para que cuando ocurra, ustedes crean que yo soy. 20 Les aseguro que el que recibe al que yo envío me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe al que me envió».

21 Después de decir esto, Jesús se llenó de angustia y dijo:

―Les aseguro que uno de ustedes me va a traicionar.

22 Los discípulos se miraban unos a otros, sin saber de quién estaba hablando. 23 Uno de ellos, al que Jesús quería mucho, estaba junto a él. 24 Simón Pedro le hizo señas a ese discípulo para que le preguntara de quién hablaba. 25 Él se acercó más a Jesús y le preguntó:

―Señor, ¿quién es?

26 Jesús le contestó:

―Al que yo le dé este pedazo de pan que voy a mojar en el plato.

Luego, mojó el pedazo de pan y se lo dio a Judas Iscariote, el hijo de Simón. 27 En el momento en que Judas tomó el pan, Satanás entró en él.

Jesús le dijo:

―Lo que vas a hacer, apúrate a hacerlo.

28 Ninguno de los que estaban sentados a la mesa entendió por qué Jesús le dijo eso. 29 Como Judas era el encargado de la bolsa del dinero, algunos pensaron que Jesús le estaba pidiendo que comprara lo necesario para la fiesta, o que diera algo a los pobres.

30 Cuando Judas tomó el pan, salió de allí sin pérdida de tiempo. Ya era de noche.

Jesús predice la negación de Pedro

31 Después que Judas salió, Jesús les dijo:

―Ahora el Hijo del hombre es glorificado, y por ello también a Dios lo glorifican. 32 Si a Dios lo glorifican cuando glorifican al Hijo, también Dios hará que glorifiquen al Hijo. Y Dios hará esto muy pronto.

33 »Mis queridos hijos, ya me queda poco tiempo con ustedes, y lo que les dije a los judíos ahora se los digo a ustedes. Me buscarán, pero a donde yo voy, ustedes no pueden ir.

34 »Les doy este mandamiento nuevo: que se amen unos a otros. Así como yo los amo, ustedes deben amarse unos a otros. 35 Si se aman unos a otros, todos se darán cuenta de que son mis discípulos».

36 Simón Pedro preguntó:

―Señor, ¿y a dónde vas?

Jesús respondió:

―A donde yo voy, no puedes seguirme ahora, pero después me seguirás.

37 Pedro insistió:

―Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Por ti estoy dispuesto a dar mi vida.

38 Jesús le respondió:

―¿Estás dispuesto a dar tu vida por mí? ¡Te aseguro que antes que el gallo cante, me negarás tres veces!

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