Read the Gospels in 40 Days
Jesús y Nicodemo
3 Había un hombre llamado Nicodemo, era de los fariseos y líder importante de los judíos. 2 Este fue de noche a donde estaba Jesús y le dijo:
—Maestro, nosotros sabemos que Dios te envió a enseñarnos porque nadie sin la ayuda de Dios puede hacer las señales milagrosas que tú haces.
3 Jesús le respondió:
—Te digo la verdad: el que no nace de nuevo, no puede tener parte en el reino de Dios.
4 Nicodemo le dijo:
—Pero si uno ya es viejo, ¿cómo puede nacer de nuevo? ¿Acaso puede regresar al vientre de su mamá y nacer otra vez?
5 Jesús respondió:
—Te digo la verdad: el que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar al reino de Dios. 6 El que nace de padres humanos tiene vida física, pero el que nace del Espíritu tiene vida espiritual. 7 No te sorprendas si te digo: “Ustedes tienen que nacer de nuevo”. 8 El viento sopla para donde quiere ir. Tú lo escuchas soplar pero no sabes de dónde viene ni para dónde va. Así es con todos los que nacen del Espíritu.
9 Nicodemo le respondió:
—¿Cómo puede ser posible?
10 Jesús le contestó:
—¿Eres tú un maestro importante del pueblo de Israel y sin embargo no lo entiendes? 11 Te digo la verdad: nosotros hablamos de lo que sabemos. Contamos lo que hemos visto, pero ustedes no aceptan lo que decimos. 12 Les he hablado de cosas de la tierra y no creen ¿entonces cómo van a creer si les hablo de cosas del cielo? 13 El único que ha subido al cielo es el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
14 »Así como Moisés levantó una serpiente de metal en el desierto,[a] así tiene que ser levantado el Hijo del hombre 15 para que todo el que crea en él tenga vida eterna.
16 »Dios amó tanto al mundo[b] que dio a su Hijo único para que todo el que crea en él no se pierda,[c] sino que tenga vida eterna. 17 Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él. 18 El que crea en el Hijo de Dios no será condenado. Pero el que no cree ya ha sido condenado por no haber creído en el Hijo único de Dios. 19 La gente del mundo será juzgada porque con sus malas acciones no quiso la luz[d] que vino al mundo, sino que prefirió la oscuridad. 20 Todo el que odia la luz no se acerca a ella porque la luz muestra todo lo malo que ha hecho. 21 Pero el que practica la verdad se acerca a la luz para que muestre que sus hechos se hicieron por obra de Dios.
Jesús y Juan el Bautista
22 Después de esto, Jesús se fue con sus seguidores a la región de Judea. Se quedó allí con ellos y bautizaba. 23 Juan también estaba bautizando en Enón cerca de Salim, porque allí había mucha agua. La gente se acercaba a Juan para ser bautizada. 24 En ese momento, todavía no habían metido a Juan en la cárcel.
25 Luego, algunos de los seguidores de Juan discutían con un judío sobre la tradición de lavarse en las ceremonias y 26 fueron a decirle a Juan:
—Maestro, fíjate que ahora el hombre de quien diste testimonio, que estaba contigo al otro lado del Jordán, está bautizando a la gente y todos lo siguen.
27 Juan les respondió:
—Nadie puede tener nada si Dios no se lo concede. 28 Ustedes mismos son testigos de que dije: “Yo no soy el Mesías”. Solamente soy el que Dios envió para prepararle el camino. 29 La novia únicamente es del novio, pero el amigo del novio espera y está atento para cuando él venga. El amigo se alegra cuando escucha la voz del novio. Esa es la misma alegría que siento ahora que él está aquí. 30 Ahora a él se le debe poner más atención y a mí menos.
El que viene de arriba
31 »El que viene de arriba es más importante que todo el mundo. El que es de la tierra pertenece a la tierra y habla de lo que pasa en la tierra, pero el que viene del cielo es el más importante de todos. 32 Da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie acepta su testimonio. 33 El que acepta el testimonio de Jesús demuestra que Dios es verdadero. 34 Dios envió a Jesús quien dice lo mismo que Dios dice porque Dios le da todo el poder de su Espíritu. 35 El Padre ama al Hijo y le ha dado poder sobre todo. 36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna. En cambio, el que lo rechaza nunca tendrá esa vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él.
La mujer de Samaria
4 Jesús se enteró de que los fariseos habían oído decir que él ya tenía más seguidores que Juan, es decir que bautizaba más gente que Juan. 2 Aunque realmente no era Jesús el que bautizaba, sino sus seguidores. 3 Jesús se fue de Judea y regresó otra vez a Galilea. 4 Ya que tenía que pasar por la región de Samaria, 5 llegó, pues, a un pueblo samaritano llamado Sicar, cerca de la tierra que Jacob le había dado a su hijo José. 6 Allí estaba el pozo de Jacob, donde Jesús se sentó porque estaba cansado de caminar. Era casi el mediodía. 7-8 Los seguidores se habían ido al pueblo a comprar comida. Mientras tanto, una mujer samaritana vino a sacar agua y Jesús le dijo:
—Dame un poco de agua.
9 La samaritana le dijo:
—¿Por qué me pides agua si tú eres judío y yo soy samaritana?
Le dijo eso porque los judíos no se tratan con los samaritanos.
10 Jesús le respondió:
—No sabes lo que Dios da gratuitamente ni sabes quién soy yo. Te estoy pidiendo un poco de agua y si tú supieras quién soy, me estarías pidiendo a mí. Yo te puedo dar agua viva.
11 La mujer le dijo:
—Señor, no tienes ni siquiera un balde, y el pozo es profundo. ¿De dónde me vas a dar agua viva? 12 Nuestro antepasado Jacob nos dio este pozo. Sus hijos y sus animales bebieron de él. ¿Acaso eres más que él?
13 Él le contestó:
—Todos los que tomen de esta agua volverán a tener sed. 14 Pero el que beba del agua que yo doy, nunca más tendrá sed. El agua que le daré brotará dentro de él como un manantial que da vida eterna.
15 La mujer le dijo:
—Señor dame de esa agua, para que ya jamás tenga sed. Ni siquiera tendré que venir aquí a sacar agua.
16 Él le dijo:
—Ve a llamar a tu esposo y vuelve.
17 Ella le contestó:
—No tengo esposo.
Jesús le dijo:
—Así es. Dices la verdad al decir que no tienes esposo. 18 Has tenido cinco maridos y el hombre con quien vives ahora tampoco es tu marido; en eso tienes razón.
La mujer contestó:
19 —Señor, me doy cuenta de que eres un profeta. 20 Nuestros antepasados adoraron a Dios en este monte, pero ustedes los judíos dicen que debe ser adorado en Jerusalén.
21 Jesús le dijo:
—Créeme, mujer, que llegará el momento en que ustedes no adorarán al Padre en este monte ni tampoco en Jerusalén. 22 Ustedes adoran algo que no entienden. Nosotros sabemos lo que adoramos porque la salvación viene de los judíos. 23 Pero llegará el momento, y en efecto ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. El Padre está buscando gente que lo adore así. 24 Dios es Espíritu, y los que le adoran deben adorarlo en espíritu y en verdad.
La mujer le dijo:
25 —Yo sé que el Mesías va a venir. Cuando venga hablará de todo esto. (El Mesías es el que se llama el Cristo).
26 Jesús le dijo:
—Ese soy yo, el que está hablando contigo.
27 En ese momento regresaron sus seguidores. Estaban muy sorprendidos de que él estuviera hablando con una mujer, pero ninguno le preguntó: «¿Tú qué quieres de ella?» o «¿Por qué estás hablando con ella?»
28 La mujer dejó su cántaro de agua, se fue al pueblo y le dijo a la gente:
29 —¡Vengan a ver a un hombre que me dijo todo lo que he hecho! ¿Podría ser este el Mesías?
30 La gente salió del pueblo y fue a donde estaba Jesús. 31 Mientras tanto, los seguidores le rogaban a Jesús:
—Maestro, come algo.
32 Pero él les dijo:
—Yo tengo una comida que ustedes no conocen.
33 Entonces sus seguidores comenzaron a preguntarse unos a otros:
—¿Será que alguien ya le trajo algo de comer?
34 Jesús les dijo:
—Mi comida es hacer lo que Dios quiere porque él es quien me envió. Estaré satisfecho cuando termine el trabajo que él me dio. 35 Ustedes dicen: “Hay que esperar cuatro meses más para la cosecha”. Pues miren, yo les digo, levanten los ojos y observen los campos porque ya están listos para la cosecha. 36 El que cosecha recibe su paga. Está reuniendo una cosecha para la vida eterna. Así que tanto el que siembra como el que cosecha sienten alegría. 37 Realmente es cierto el dicho: “Uno es el que siembra y otro el que cosecha”. 38 Los envié para que cosechen un campo que ustedes no trabajaron. Fueron otros los que lo trabajaron, y ahora ustedes disfrutan del trabajo de ellos.
39 Muchos samaritanos de ese pueblo creyeron en Jesús por el testimonio de la mujer: «Él me dijo todo lo que he hecho». 40 Entonces los samaritanos se le acercaron, le pidieron que se quedara con ellos y él se quedó allí dos días. 41 Fueron muchos más los que creyeron por lo que Jesús decía. 42 Le dijeron a la mujer:
—Ya no creemos sólo por lo que tú dices, creemos por lo que nosotros mismos hemos escuchado. Ahora sabemos que este hombre sí es el Salvador del mundo.
Jesús sana al hijo de un oficial
(Mt 8:5-13; Lc 7:1-10)
43 Dos días después, Jesús se fue de ahí para Galilea 44 porque como él mismo dijo, ningún profeta es respetado en su tierra. 45 Cuando llegó a Galilea, la gente le dio la bienvenida. Esa gente había ido a Jerusalén y había visto todo lo que él había hecho allí durante la fiesta de la Pascua.
46 Jesús se fue otra vez para Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. En Capernaúm, el hijo de un oficial del rey estaba enfermo. 47 Cuando el oficial se enteró de que Jesús había venido a Galilea desde Judea, fue a rogarle que fuera a Capernaúm y sanara a su hijo, que estaba a punto de morir. 48 Jesús le dijo:
—Ustedes no creerán si no ven señales milagrosas y maravillas.
49 El oficial del rey le dijo:
—Señor, venga rápido antes de que mi hijo muera.
50 Jesús le dijo:
—Vete a casa, tu hijo vivirá.
El hombre creyó lo que Jesús le dijo y se fue a casa. 51 Camino a casa se encontró con sus siervos, quienes le contaron que su hijo vivía. 52 Él les preguntó a qué hora se había mejorado, y ellos le dijeron:
—La fiebre le bajó ayer a la una de la tarde.[e]
53 El papá se dio cuenta de que fue a la misma hora que Jesús le dijo: «Tu hijo vivirá». Él y todos los de su casa creyeron.
54 Esta fue la segunda señal milagrosa que hizo Jesús después de volver a Galilea desde Judea.
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