Read the Gospels in 40 Days
Lo que hace impuro al hombre(A)
7 Se acercaron los fariseos a Jesús, con unos maestros de la ley que habían llegado de Jerusalén. 2 Éstos, al ver que algunos discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es decir, sin haber cumplido con la ceremonia de lavárselas, los criticaron. 3 (Porque los fariseos y todos los judíos siguen la tradición de sus antepasados, de no comer sin antes lavarse las manos debidamente. 4 Y cuando regresan del mercado, no comen sin antes cumplir con la ceremonia de lavarse. Y aun tienen otras muchas costumbres, como lavar los vasos, los jarros, las vasijas de metal y las camas.) 5 Por eso, los fariseos y los maestros de la ley le preguntaron:
—¿Por qué tus discípulos no siguen la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?
6 Jesús les contestó:
—Bien habló el profeta Isaías acerca de lo hipócritas que son ustedes, cuando escribió:
“Este pueblo me honra con la boca,
pero su corazón está lejos de mí.
7 De nada sirve que me rinda culto:
sus enseñanzas son mandatos de hombres.”
8 Porque ustedes dejan el mandato de Dios para seguir las tradiciones de los hombres.
9 También les dijo:
—Para mantener sus propias tradiciones, ustedes pasan por alto el mandato de Dios. 10 Pues Moisés dijo: “Honra a tu padre y a tu madre”, y “El que maldiga a su padre o a su madre, será condenado a muerte.” 11 Pero ustedes afirman que un hombre puede decirle a su padre o a su madre: “No puedo ayudarte, porque todo lo que tengo es corbán” (es decir: «ofrecido a Dios»); 12 y también afirman que quien dice esto ya no está obligado a ayudar a su padre o a su madre. 13 De esta manera ustedes anulan la palabra de Dios con esas tradiciones que se trasmiten unos a otros. Y hacen otras muchas cosas parecidas.
14 Luego Jesús llamó a la gente, y dijo:
—Escúchenme todos, y entiendan: 15 Nada de lo que entra de afuera puede hacer impuro al hombre. Lo que sale del corazón del hombre es lo que lo hace impuro.
17 Cuando Jesús dejó a la gente y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron sobre esta enseñanza. 18 Él les dijo:
—¿Así que ustedes tampoco lo comprenden? ¿No entienden que nada de lo que entra de afuera puede hacer impuro al hombre, 19 porque no entra en el corazón, sino en el vientre, para después salir del cuerpo?
Con esto quiso decir que todos los alimentos son limpios. 20 Dijo también:
—Lo que sale del hombre, eso sí lo hace impuro. 21 Porque de adentro, es decir, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los asesinatos, 22 los adulterios, la codicia, las maldades, el engaño, los vicios, la envidia, los chismes, el orgullo y la falta de juicio. 23 Todas estas cosas malas salen de adentro y hacen impuro al hombre.
La fe de una mujer no judía(B)
24 De allí se dirigió Jesús a la región de Tiro. Entró en una casa, sin querer que nadie lo supiera; pero no pudo esconderse. 25 Pronto supo de él la madre de una muchacha que tenía un espíritu impuro, la cual fue y se arrodilló a los pies de Jesús. 26 La mujer no era judía, sino originaria de Sirofenicia. Fue, pues, y rogó a Jesús que expulsara de su hija al demonio. 27 Pero Jesús le dijo:
—Deja que los hijos coman primero, porque no está bien quitarles el pan a los hijos y dárselo a los perros.
28 Ella le respondió:
—Pero, Señor, hasta los perros comen debajo de la mesa las migajas que dejan caer los hijos.
29 Jesús le dijo:
—Por haber hablado así, vete tranquila. El demonio ya ha salido de tu hija.
30 Cuando la mujer llegó a su casa, encontró a la niña en la cama; el demonio ya había salido de ella.
Jesús sana a un sordo y tartamudo
31 Jesús volvió a salir de la región de Tiro y, pasando por Sidón, llegó al Lago de Galilea, en pleno territorio de Decápolis. 32 Allí le llevaron un sordo y tartamudo, y le pidieron que pusiera su mano sobre él. 33 Jesús se lo llevó a un lado, aparte de la gente, le metió los dedos en los oídos y con saliva le tocó la lengua. 34 Luego, mirando al cielo, suspiró y dijo al hombre: «¡Efatá!» (es decir: «¡Ábrete!»)
35 Al momento, los oídos del sordo se abrieron, y se le desató la lengua y pudo hablar bien. 36 Jesús les mandó que no se lo dijeran a nadie; pero cuanto más se lo mandaba, tanto más lo contaban. 37 Llenos de admiración, decían: «Todo lo hace bien. ¡Hasta puede hacer que los sordos oigan y que los mudos hablen!»
Jesús da de comer a una multitud(C)
8 Un día en que de nuevo se había juntado mucha gente y no tenían nada que comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
2 —Siento compasión de esta gente, porque ya hace tres días que están aquí conmigo y no tienen nada que comer. 3 Y si los mando sin comer a sus casas, pueden desmayarse por el camino, porque algunos han venido de lejos.
4 Sus discípulos le contestaron:
—¿Pero cómo se les puede dar de comer en un lugar como éste, donde no vive nadie?
5 Jesús les preguntó:
—¿Cuántos panes tienen ustedes?
—Siete —contestaron ellos.
6 Entonces mandó que la gente se sentara en el suelo, tomó en sus manos los siete panes y, habiendo dado gracias a Dios, los partió y se los iba dando a sus discípulos, para que ellos los repartieran entre la gente, y así lo hicieron. 7 Tenían también unos cuantos pescaditos; Jesús pronunció sobre ellos la bendición, y también mandó repartirlos. 8 Todos comieron hasta quedar satisfechos, y recogieron los pedazos sobrantes en siete canastas. 9 Los que comieron eran cerca de cuatro mil. Luego Jesús los despidió, 10 subió a la barca con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.
Los fariseos piden una señal milagrosa(D)
11 Llegaron los fariseos y comenzaron a discutir con Jesús. Y para tenderle una trampa, le pidieron que hiciera alguna señal milagrosa que probara que él venía de parte de Dios. 12 Jesús suspiró profundamente y dijo:
—¿Por qué pide esta gente una señal milagrosa? Les aseguro que no se les dará ninguna señal.
13 Entonces los dejó, y volviendo a entrar en la barca se fue al otro lado del lago.
La levadura de los fariseos(E)
14 Se habían olvidado de llevar algo de comer, y solamente tenían un pan en la barca. 15 Jesús les advirtió:
—Miren, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes.
16 Los discípulos comentaban entre sí que no tenían pan.
17 Jesús se dio cuenta, y les dijo:
—¿Por qué dicen que no tienen pan? ¿Todavía no entienden ni se dan cuenta? ¿Tienen tan cerrado el entendimiento? 18 ¿Tienen ojos y no ven, y oídos y no oyen? ¿No se acuerdan? 19 Cuando repartí los cinco panes entre cinco mil hombres, ¿cuántas canastas llenas de pedazos recogieron?
Ellos contestaron:
—Doce.
20 —Y cuando repartí los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas recogieron?
Contestaron:
—Siete.
21 Entonces les dijo:
—¿Todavía no entienden?
Jesús sana a un ciego en Betsaida
22 Después llegaron a Betsaida, y llevaron un ciego a Jesús, y le rogaron que lo tocara. 23 Jesús tomó de la mano al ciego y lo sacó fuera del pueblo. Le mojó los ojos con saliva, puso las manos sobre él y le preguntó si podía ver algo. 24 El ciego comenzó a ver, y dijo:
—Veo a los hombres. Me parecen como árboles que andan.
25 Jesús le puso otra vez las manos sobre los ojos, y el hombre miró con atención y quedó sano. Ya todo lo veía claramente. 26 Entonces Jesús lo mandó a su casa, y le dijo:
—No vuelvas al pueblo.
Pedro declara que Jesús es el Mesías(F)
27 Después de esto, Jesús y sus discípulos fueron a las aldeas de la región de Cesarea de Filipo. En el camino, Jesús preguntó a sus discípulos:
—¿Quién dice la gente que soy yo?
28 Ellos contestaron:
—Algunos dicen que eres Juan el Bautista, otros dicen que eres Elías, y otros dicen que eres uno de los profetas.
29 —Y ustedes, ¿quién dicen que soy? —les preguntó.
Pedro le respondió:
—Tú eres el Mesías.
30 Pero Jesús les ordenó que no hablaran de él a nadie.
31 Jesús comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre tendría que sufrir mucho, y que sería rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros de la ley. Les dijo que lo iban a matar, pero que resucitaría a los tres días. 32 Esto se lo advirtió claramente. Entonces Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo. 33 Pero Jesús se volvió, miró a los discípulos y reprendió a Pedro, diciéndole:
—¡Apártate de mí, Satanás! Tú no ves las cosas como las ve Dios, sino como las ven los hombres.
34 Luego Jesús llamó a sus discípulos y a la gente, y dijo:
—Si alguno quiere ser discípulo mío, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz y sígame. 35 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda la vida por causa mía y por aceptar el evangelio, la salvará. 36 ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde la vida? 37 O también, ¿cuánto podrá pagar el hombre por su vida? 38 Pues si alguno se avergüenza de mí y de mi mensaje delante de esta gente infiel y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga con la gloria de su Padre y con los santos ángeles.
9 Jesús también les dijo:
—Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán hasta que vean el reino de Dios llegar con poder.
La transfiguración de Jesús(G)
2 Seis días después, Jesús se fue a un cerro alto llevándose solamente a Pedro, a Santiago y a Juan. Allí, delante de ellos, cambió la apariencia de Jesús. 3 Su ropa se volvió brillante y más blanca de lo que nadie podría dejarla por mucho que la lavara. 4 Y vieron a Elías y a Moisés, que estaban conversando con Jesús. 5 Pedro le dijo a Jesús:
—Maestro, ¡qué bien que estemos aquí! Vamos a hacer tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
6 Es que los discípulos estaban asustados, y Pedro no sabía qué decir. 7 En esto, apareció una nube y se posó sobre ellos. Y de la nube salió una voz, que dijo: «Éste es mi Hijo amado: escúchenlo.» 8 Al momento, cuando miraron alrededor, ya no vieron a nadie con ellos, sino a Jesús solo.
9 Mientras bajaban del cerro, Jesús les encargó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre hubiera resucitado. 10 Por esto guardaron el secreto entre ellos, aunque se preguntaban qué sería eso de resucitar. 11 Le preguntaron a Jesús:
—¿Por qué dicen los maestros de la ley que Elías ha de venir primero?
12 Él les contestó:
—Es cierto que Elías viene primero, y que él lo arreglará todo. ¿Y por qué dicen las Escrituras que el Hijo del hombre ha de sufrir y ser despreciado? 13 Pero yo les digo que Elías ya vino, y que ellos hicieron con él todo lo que quisieron, como dicen las Escrituras que le había de suceder.
Jesús sana a un muchacho que tenía un espíritu impuro(H)
14 Cuando regresaron a donde estaban los discípulos, los encontraron rodeados de una gran multitud, y algunos maestros de la ley discutían con ellos. 15 Al ver a Jesús, todos corrieron a saludarlo llenos de admiración. 16 Él les preguntó:
—¿Qué están ustedes discutiendo con ellos?
17 Uno de los presentes contestó:
—Maestro, aquí te he traído a mi hijo, pues tiene un espíritu que lo ha dejado mudo. 18 Dondequiera que se encuentra, el espíritu lo agarra y lo tira al suelo; y echa espuma por la boca, le rechinan los dientes y se queda tieso. He pedido a tus discípulos que le saquen ese espíritu, pero no han podido.
19 Jesús contestó:
—¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Traigan acá al muchacho.
20 Entonces llevaron al muchacho ante Jesús. Pero cuando el espíritu vio a Jesús, hizo que le diera un ataque al muchacho, el cual cayó al suelo revolcándose y echando espuma por la boca. 21 Jesús le preguntó al padre:
—¿Desde cuándo le sucede esto?
El padre contestó:
—Desde que era niño. 22 Y muchas veces ese espíritu lo ha arrojado al fuego y al agua, para matarlo. Así que, si puedes hacer algo, ten compasión de nosotros y ayúdanos.
23 Jesús le dijo:
—¿Cómo que “si puedes”? ¡Todo es posible para el que cree!
24 Entonces el padre del muchacho gritó:
—Yo creo. ¡Ayúdame a creer más!
25 Al ver Jesús que se estaba reuniendo mucha gente, reprendió al espíritu impuro, diciendo:
—Espíritu mudo y sordo, yo te ordeno que salgas de este muchacho y que no vuelvas a entrar en él.
26 El espíritu gritó, e hizo que le diera otro ataque al muchacho. Luego salió de él, dejándolo como muerto, de modo que muchos decían que, en efecto, estaba muerto. 27 Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó; y el muchacho se puso de pie.
28 Luego Jesús entró en una casa, y sus discípulos le preguntaron a solas:
—¿Por qué nosotros no pudimos expulsar ese espíritu?
29 Y Jesús les contestó:
—A esta clase de demonios solamente se la puede expulsar por medio de la oración.
Jesús anuncia por segunda vez su muerte(I)
30 Cuando se fueron de allí, pasaron por Galilea. Pero Jesús no quiso que nadie lo supiera, 31 porque estaba enseñando a sus discípulos. Les decía:
—El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; pero tres días después resucitará.
32 Ellos no entendían lo que les decía, y tenían miedo de preguntarle.
¿Quién es el más importante?(J)
33 Llegaron a la ciudad de Cafarnaúm. Cuando ya estaban en casa, Jesús les preguntó:
—¿Qué venían discutiendo ustedes por el camino?
34 Pero se quedaron callados, porque en el camino habían discutido quién de ellos era el más importante. 35 Entonces Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo:
—Si alguien quiere ser el primero, deberá ser el último de todos, y servirlos a todos.
36 Luego puso un niño en medio de ellos, y tomándolo en brazos les dijo:
37 —El que recibe en mi nombre a un niño como éste, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, no solamente a mí me recibe, sino también a aquel que me envió.
El que no está contra nosotros, está a nuestro favor(K)
38 Juan le dijo:
—Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros.
39 Jesús contestó:
—No se lo prohíban, porque nadie que haga un milagro en mi nombre podrá luego hablar mal de mí. 40 El que no está contra nosotros, está a nuestro favor. 41 Cualquiera que les dé a ustedes aunque sólo sea un vaso de agua por ser ustedes de Cristo, les aseguro que tendrá su premio.
El peligro de caer en pecado(L)
42 »A cualquiera que haga caer en pecado a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor le sería que lo echaran al mar con una gran piedra de molino atada al cuello. 43 Si tu mano te hace caer en pecado, córtatela; es mejor que entres manco en la vida, y no que con las dos manos vayas a parar al infierno, donde el fuego no se puede apagar. 45 Y si tu pie te hace caer en pecado, córtatelo; es mejor que entres cojo en la vida, y no que con los dos pies seas arrojado al infierno. 47 Y si tu ojo te hace caer en pecado, sácatelo; es mejor que entres con un solo ojo en el reino de Dios, y no que con los dos ojos seas arrojado al infierno, 48 donde los gusanos no mueren y el fuego no se apaga.
49 »Porque todos serán salados con fuego. 50 La sal es buena; pero si deja de estar salada, ¿cómo podrán ustedes hacerla útil otra vez? Tengan sal en ustedes y vivan en paz unos con otros.
Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.