Daily Reading for Personal Growth, 40 Days with God
Lo que cuesta seguir a Cristo
25 Como grandes multitudes lo seguían, Jesús se volvió a ellos y les dijo: 26 «Si alguno viene a mí, y no renuncia a su padre y a su madre, ni a su mujer y sus hijos, ni a sus hermanos y hermanas, y ni siquiera a su propia vida, no puede ser mi discípulo.(A) 27 Y el que no toma su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.(B) 28 Porque ¿quién de ustedes que quiera levantar una torre, no se sienta primero a calcular los costos, para ver si tiene todo lo que necesita para terminarla? 29 No sea que después de haber puesto los cimientos, se dé cuenta de que no puede terminarla, y todos los que lo sepan comiencen a burlarse de él 30 y digan: “Este hombre comenzó a construir, y no pudo terminar.” 31 ¿O qué rey que marche a la guerra contra otro rey, no se sienta primero a calcular si puede hacerle frente con diez mil soldados al que viene a atacarlo con veinte mil? 32 Si no puede hacerle frente, envía una embajada al otro rey cuando éste todavía está lejos, y le propone condiciones de paz. 33 Así también, cualquiera de ustedes que no renuncia a todo lo que tiene, no puede ser mi discípulo.
Cuando la sal pierde su sabor(C)
34 »La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿con qué puede recuperar su sabor? 35 No sirve ni para la tierra ni para el montón de abono, y hay que tirarla. El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Copyright © 2009, 2011 by Sociedades Bíblicas Unidas