The Daily Audio Bible
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El nuevo pacto
27 «Vienen días, dice Jehová, en que sembraré la casa de Israel y la casa de Judá de simiente de hombre y de simiente de animal. 28 Y así como tuve cuidado de ellos para arrancar y derribar, para trastornar, perder y afligir, tendré cuidado de ellos para edificar y plantar, dice Jehová. 29 En aquellos días no dirán más: “Los padres comieron las uvas agrias y a los hijos les da dentera”, 30 sino que cada cual morirá por su propia maldad; a todo aquel que coma uvas agrias le dará dentera.
31 »Vienen días, dice Jehová, en los cuales haré un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. 32 No como el pacto que hice con sus padres el día en que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. 33 Pero éste es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Pondré mi ley en su mente y la escribiré en su corazón; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. 34 Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: “Conoce a Jehová”, porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová. Porque perdonaré la maldad de ellos y no me acordaré más de su pecado.
35 »Así ha dicho Jehová, que da el sol para luz del día,
las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche,
que agita el mar y braman sus olas;
Jehová de los ejércitos es su nombre:
36 Si llegaran a faltar estas leyes delante de mí,
dice Jehová,
también faltaría la descendencia de Israel,
y dejaría de ser para siempre una nación delante de mí.
37 »Así ha dicho Jehová:
Si se pudieran medir los cielos arriba
y explorar abajo los fundamentos de la tierra,
también yo desecharía a toda la descendencia de Israel
por todo lo que hicieron, dice Jehová.
38 »Vienen días, dice Jehová, en que la ciudad será edificada a Jehová, desde la torre de Hananeel hasta la puerta del Ángulo. 39 El cordel de medir saldrá en línea recta hasta el collado de Gareb, y luego girará hacia Goa. 40 Todo el valle de los cadáveres y de la ceniza, y todos los campos hasta el arroyo Cedrón, hasta la esquina de la puerta de los Caballos al oriente, serán santos a Jehová. Nunca volverán a ser arrasados ni jamás serán destruidos.»
Jeremías compra la heredad de Hanameel
32 Palabra de Jehová que vino a Jeremías el año décimo de Sedequías, rey de Judá, que fue el año decimoctavo de Nabucodonosor. 2 Entonces el ejército del rey de Babilonia tenía sitiada a Jerusalén, y el profeta Jeremías estaba preso en el patio de la cárcel que estaba en la casa del rey de Judá, 3 porque Sedequías, rey de Judá, lo había puesto en prisión, diciendo: «¿Por qué profetizas tú diciendo: “Así ha dicho Jehová: Yo entrego esta ciudad en mano del rey de Babilonia, y la tomará; 4 y Sedequías, rey de Judá, no escapará de la mano de los caldeos, sino que de cierto será entregado en mano del rey de Babilonia. Hablará con él cara a cara, y sus ojos verán sus ojos, 5 y hará llevar a Sedequías a Babilonia, y allá estará hasta que yo lo visite; y si peleáis contra los caldeos, no os irá bien, dice Jehová”?»
6 Y Jeremías dijo: «La palabra de Jehová vino a mí, diciendo: 7 “Hanameel, hijo de tu tío Salum, viene a ti, diciendo: ‘Cómprame mi heredad que está en Anatot, porque tú tienes derecho de compra sobre ellos.’” 8 Y vino a mí Hanameel, hijo de mi tío, conforme a la palabra de Jehová, al patio de la cárcel, y me dijo: “Cómprame ahora la heredad que está en Anatot, en tierra de Benjamín, porque tuyo es el derecho de la herencia y a ti corresponde el rescate; cómprala para ti.” Entonces conocí que era palabra de Jehová.
9 »Compré la heredad de Hanameel, hijo de mi tío, la cual estaba en Anatot, y le pesé el dinero: diecisiete siclos de plata. 10 Redacté la escritura, la sellé, la hice certificar con testigos y pesé el dinero en balanza. 11 Luego tomé la escritura de venta, sellada según el derecho y costumbre, y la copia abierta. 12 Y entregué la carta de venta a Baruc hijo de Nerías hijo de Maasías, delante de Hanameel, el hijo de mi tío, delante de los testigos que habían suscrito la escritura de venta y delante de todos los judíos que estaban en el patio de la cárcel. 13 Y di orden a Baruc delante de ellos, diciendo: 14 “Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: ‘Toma estas escrituras, esta escritura de venta, sellada, y esta escritura abierta, y ponlas en una vasija de barro, para que se conserven durante mucho tiempo.’
15 »”Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: ‘Aún se comprarán casas, heredades y viñas en esta tierra.’” 16 Después que di la escritura de venta a Baruc hijo de Nerías, oré a Jehová, diciendo: 17 “¡Ah, Señor Jehová!, tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder y con tu brazo extendido. Nada hay que sea difícil para ti. 18 Tú haces misericordia a millares, y castigas la maldad de los padres en sus hijos después de ellos. ¡Dios grande, poderoso, Jehová de los ejércitos es su nombre! 19 Grande eres en consejo y magnífico en hechos; tus ojos están abiertos sobre todos los caminos de los hijos de los hombres, para dar a cada uno según sus caminos y según el fruto de sus obras. 20 Tú hiciste señales y portentos en la tierra de Egipto hasta este día, en Israel y entre los seres humanos; así te has hecho renombre, como se ve en este día. 21 Sacaste a tu pueblo Israel de la tierra de Egipto con señales y portentos, con mano fuerte y brazo extendido, y con gran terror. 22 Les diste esta tierra, la cual juraste a sus padres que les darías, la tierra que fluye leche y miel. 23 Ellos entraron y la disfrutaron, pero no escucharon tu voz ni anduvieron en tu Ley. Nada hicieron de lo que les mandaste hacer, y por eso has hecho venir sobre ellos todo este mal. 24 He aquí que con arietes han acometido la ciudad para tomarla, y la ciudad, a causa de la espada, el hambre y la peste, va a ser entregada en manos de los caldeos que pelean contra ella. Ha venido, pues, a suceder lo que tú dijiste, y he aquí lo estás viendo. 25 ¡Ah, Señor Jehová!, cuando la ciudad va a ser entregada en manos de los caldeos, ¿tú me dices: ‘Cómprate la heredad por dinero y pon testigos’?”»
26 Vino palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: 27 «Yo soy Jehová, Dios de todo ser viviente, ¿acaso hay algo que sea difícil para mí? 28 Por tanto, así ha dicho Jehová: Voy a entregar esta ciudad en manos de los caldeos y en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y la tomará. 29 Y vendrán los caldeos que atacan esta ciudad, le prenderán fuego y la quemarán, junto con las casas en cuyas azoteas quemaron incienso a Baal y derramaron libaciones a dioses extraños, para provocarme a ira, 30 porque los hijos de Israel y los hijos de Judá no han hecho sino lo malo delante de mis ojos desde su juventud; porque los hijos de Israel no han hecho más que provocarme a ira con la obra de sus manos, dice Jehová. 31 De tal manera que para mi enojo y mi indignación ha servido esta ciudad desde el día que la edificaron hasta hoy. Yo, pues, la haré borrar de mi presencia, 32 por toda la maldad de los hijos de Israel y de los hijos de Judá, que han hecho para enojarme, ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes y sus profetas, y los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén. 33 Ellos me volvieron la espalda en vez del rostro, y cuando les enseñaba desde el principio y sin cesar, no escucharon para recibir corrección, 34 sino que pusieron sus abominaciones en la casa en la cual es invocado mi nombre, contaminándola. 35 Y edificaron lugares altos a Baal, los cuales están en el valle del hijo de Hinom, para hacer pasar por el fuego a sus hijos y sus hijas, en honor de Moloc, lo cual no les mandé. ¡Nunca pensé que cometieran tal abominación para hacer pecar a Judá!
36 »Con todo, ahora así dice Jehová, Dios de Israel, a esta ciudad, de la cual decís vosotros: “Entregada será en mano del rey de Babilonia a espada, a hambre y a peste”: 37 Yo los reuniré de todas las tierras a las cuales los eché con mi furor, con mi enojo y mi gran indignación; los haré volver a este lugar y los haré habitar seguros, 38 y ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios. 39 Les daré un corazón y un camino, de tal manera que me teman por siempre, para bien de ellos y de sus hijos después de ellos. 40 Haré con ellos un pacto eterno: que no desistiré de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí. 41 Yo me alegraré con ellos haciéndoles bien, y los plantaré en esta tierra en verdad, con todo mi corazón y con toda mi alma.
42 »Porque así ha dicho Jehová: Como traje sobre este pueblo todo este mal tan grande, así traeré sobre ellos todo el bien que acerca de ellos hablo. 43 Poseerán heredad en esta tierra de la cual vosotros decís: “Está desierta, sin hombres ni animales, y va a ser entregada en manos de los caldeos.” 44 Heredades comprarán por dinero; harán escrituras y las sellarán, y pondrán testigos en tierra de Benjamín, en los alrededores de Jerusalén, en las ciudades de Judá, en las ciudades de las montañas, en las ciudades de la Sefela y en las ciudades del Neguev, porque yo haré regresar a sus cautivos, dice Jehová.»
Requisitos de los obispos
3 Palabra fiel: «Si alguno anhela obispado, buena obra desea.» 2 Pero es necesario que el obispo sea irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; 3 que no sea dado al vino ni amigo de peleas; que no sea codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; 4 que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad 5 (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?); 6 que no sea un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 7 También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo.
Requisitos de los diáconos
8 Los diáconos asimismo deben ser honestos, sin doblez, no dados a mucho vino ni codiciosos de ganancias deshonestas; 9 que guarden el misterio de la fe con limpia conciencia. 10 Y estos también sean sometidos primero a prueba, y luego, si son irreprochables, podrán ejercer el diaconado. 11 Las mujeres asimismo sean honestas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo. 12 Los diáconos sean maridos de una sola mujer, y que gobiernen bien a sus hijos y sus casas, 13 porque los que ejerzan bien el diaconado, ganarán para sí un grado honroso y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús.
El misterio de la piedad
14 Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, 15 para que, si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y defensa de la verdad. 16 Indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad:
Dios fue manifestado en carne,
justificado en el Espíritu,
visto de los ángeles,
predicado a los gentiles,
creído en el mundo,
recibido arriba en gloria.
Súplica para ser librado de la muerte
Cántico. Salmo para los hijos de Coré. Al músico principal, para cantar sobre Mahalat. Masquil de Hemán ezraíta
88 Jehová, Dios de mi salvación,
día y noche clamo delante de ti.
2 ¡Llegue mi oración a tu presencia!
¡Inclina tu oído hacia mi clamor!,
3 porque mi alma está hastiada de males
y mi vida cercana al seol.
4 Soy contado entre los que descienden al sepulcro;
soy como un hombre sin fuerza,
5 abandonado entre los muertos,
como los pasados a espada que yacen en el sepulcro,
de quienes no te acuerdas ya
y que fueron arrebatados de tu mano.
6 Me has puesto en el hoyo profundo,
en tinieblas, en lugares profundos.
7 Sobre mí reposa tu ira
y me sumerges en todas tus olas. Selah
8 Has alejado de mí a mis conocidos;
me has hecho repugnante para ellos;
encerrado estoy sin poder escapar.
9 Mis ojos enfermaron a causa de mi aflicción.
Te he llamado, Jehová, cada día;
he extendido a ti mis manos.
10 ¿Manifestarás tus maravillas a los muertos?
¿Se levantarán los muertos para alabarte? Selah
11 ¿Será proclamada en el sepulcro tu misericordia
o tu verdad en el Abadón?
12 ¿Serán reconocidas en las tinieblas tus maravillas
y tu justicia en la tierra del olvido?
13 Mas yo a ti he clamado, Jehová,
y de mañana mi oración se presenta delante de ti.
14 ¿Por qué, Jehová, desechas mi alma?
¿Por qué escondes de mí tu rostro?
15 Yo estoy afligido y menesteroso;
desde la juventud he llevado tus terrores, he estado lleno de miedo.
16 Sobre mí han pasado tus iras
y me oprimen tus terrores.
17 Me han rodeado como aguas continuamente;
a una me han cercado.
18 Has alejado de mí al amado y al compañero,
y a mis conocidos has puesto en tinieblas.
20 El que canta canciones al corazón afligido
es como el que se quita la ropa en tiempo de frío, o como el que echa vinagre sobre el jabón.
21 Si el que te aborrece tiene hambre, dale de comer pan,
y si tiene sed, dale de beber agua;
22 pues, haciendo esto, harás que le arda la cara de vergüenza,
y Jehová te recompensará.
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