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Chronological

Read the Bible in the chronological order in which its stories and events occurred.
Duration: 365 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
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Esdras 1-3

Ciro decreta reconstruir el templo

En el primer año de Ciro, rey de Persia, y para que se cumpliera la palabra del SEÑOR por boca de Jeremías, el SEÑOR despertó el espíritu de Ciro, rey de Persia, quien hizo pregonar por todo su reino, oralmente y por escrito, diciendo:

2 Así ha dicho Ciro, rey de Persia: “El SEÑOR, Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra y me ha comisionado para que le edifique un templo en Jerusalén, que está en Judá. Quien haya entre ustedes de todo su pueblo que su Dios sea con él. Suba a Jerusalén, que está en Judá, y edifique la casa del SEÑOR Dios de Israel; él es el Dios que está en Jerusalén. Y a todo el que quede, en cualquier lugar donde habite, ayúdenle los hombres de su lugar con plata, oro, bienes y ganado, con ofrendas voluntarias, para la casa de Dios que está en Jerusalén”.

Ciro devuelve los utensilios del templo

Entonces se levantaron los jefes de las casas paternas de Judá y de Benjamín, los sacerdotes y los levitas, todos aquellos cuyo espíritu Dios despertó para subir a edificar la casa del SEÑOR que está en Jerusalén. Todos los que estaban en los alrededores les ayudaron con objetos de plata y de oro, con bienes, ganado y objetos preciosos, además de todas las ofrendas voluntarias. También el rey Ciro sacó los utensilios que eran de la casa del SEÑOR y que Nabucodonosor había sacado de Jerusalén y puesto en el templo de sus dioses. Ciro, rey de Persia, los sacó por medio del tesorero Mitrídates, el cual se los dio contados a Sesbasar[a], dirigente de Judá.

Esta es la lista de ellos: treinta tazones de oro, mil tazones de plata, veintinueve cuchillos, 10 más treinta tazas de oro, cuatrocientas diez tazas idénticas de plata y otros mil utensilios. 11 Todos los utensilios de oro y de plata eran cinco mil cuatrocientos. Sesbasar los llevó todos cuando los del cautiverio regresaron de Babilonia a Jerusalén.

Los que volvieron con Zorobabel

Estos son los hombres de la provincia que regresaron de la cautividad a quienes Nabucodonosor, rey de Babilonia, había llevado cautivos a Babilonia. Ellos volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad; vinieron con Zorobabel, Jesúa, Nehemías, Seraías, Reelaías, Mardoqueo, Bilsán, Mispar, Bigvai, Rejum y Baaná.

Lista de los hombres del pueblo de Israel: Los hijos de Paros eran dos mil ciento setenta y dos. Los hijos de Sefatías, trescientos setenta y dos. Los hijos de Araj, setecientos setenta y cinco. Los hijos de Pajat-moab, por el lado de los hijos de Jesúa y Joab, dos mil ochocientos doce. Los hijos de Elam, mil doscientos cincuenta y cuatro. Los hijos de Zatu, novecientos cuarenta y cinco. Los hijos de Zacai, setecientos sesenta. 10 Los hijos de Bani[b], seiscientos cuarenta y dos. 11 Los hijos de Bebai, siescientos veintitrés. 12 Los hijos de Azgad, mil doscientos veintidós. 13 Los hijos de Adonicam, seiscientos sesenta y seis. 14 Los hijos de Bigvai, dos mil cincuenta y seis. 15 Los hijos de Adín, cuatrocientos cincuenta y cuatro. 16 Los hijos de Ater, por el lado de Ezequías, noventa y ocho. 17 Los hijos de Bezai, trescientos veintitrés. 18 Los hijos de Jora[c], ciento doce. 19 Los hijos de Hasum, doscientos veintitrés.

20 Los hijos de Gibar[d], noventa y cinco. 21 Los hijos de Belén, ciento veintitrés. 22 Los hombres de Netofa, cincuenta y seis. 23 Los hombres de Anatot, ciento veintiocho. 24 Los hijos de Azmávet, cuarenta y dos. 25 Los hijos de Quiriat-jearim, de Cafira y de Beerot, setecientos cuarenta y tres. 26 Los hijos de Ramá y de Geba, seiscientos veintiuno. 27 Los hombres de Micmas, ciento veintidós. 28 Los hombres de Betel y de Hai, doscientos veintitrés. 29 Los hijos de Nebo, cincuenta y dos. 30 Los hijos de Magbis, ciento cincuenta y seis. 31 Los hijos del otro Elam, mil doscientos cincuenta y cuatro. 32 Los hijos de Harim, trescientos veinte. 33 Los hijos de Lod, de Hadid y de Ono, setecientos veinticinco. 34 Los hijos de Jericó, trescientos cuarenta y cinco. 35 Los hijos de Senaa, tres mil seiscientos treinta.

36 Los sacerdotes: Los hijos de Jedaías, de la casa de Jesúa, novecientos setenta y tres. 37 Los hijos de Imer, mil cincuenta y dos. 38 Los hijos de Pasjur, mil doscientos cuarenta y siete. 39 Los hijos de Harim, mil diecisiete.

40 Los levitas: Los hijos de Jesúa y de Cadmiel, por el lado de los hijos de Hodavías, setenta y cuatro. 41 Los cantores, hijos de Asaf, ciento veintiocho. 42 Los hijos de los porteros: los hijos de Salum, los hijos de Ater, los hijos de Talmón, los hijos de Acub, los hijos de Hatita y los hijos de Sobai, ciento treinta y nueve en total.

43 Los servidores del templo: Los hijos de Zija, los hijos de Hasufa, los hijos de Tabaot, 44 los hijos de Queros, los hijos de Siaha, los hijos de Padón, 45 los hijos de Lebana, los hijos de Hagaba, los hijos de Acub, 46 los hijos de Hagab, los hijos de Salmai, los hijos de Hanán, 47 los hijos de Gidel, los hijos de Gajar, los hijos de Reayías, 48 los hijos de Rezín, los hijos de Necoda, los hijos de Gazam, 49 los hijos de Uza, los hijos de Paséaj, los hijos de Besai, 50 los hijos de Asena, los hijos de Meunim, los hijos de los Nefusim[e], 51 los hijos de Bacbuc, los hijos de Hacufa, los hijos de Harjur, 52 los hijos de Bazlut, los hijos de Mejida, los hijos de Harsa, 53 los hijos de Barcos, los hijos de Sísara, los hijos de Tema, 54 los hijos de Nezíaj, los hijos de Hatifa.

55 Los hijos de los siervos de Salomón: Los hijos de Sotai, los hijos de Soféret[f], los hijos de Peruda, 56 los hijos de Jaala, los hijos de Darcón, los hijos de Gidel, 57 los hijos de Sefatías, los hijos de Hatil, los hijos de Poquéret-hazebaim y los hijos de Ami[g].

58 Todos los servidores del templo y los hijos de los siervos de Salomón eran trescientos noventa y dos.

59 Estos son los que regresaron de Tel-mélaj, de Tel-jarsa, de Querub, de Adón y de Imer, los cuales no pudieron demostrar su casa paterna ni su linaje si eran de Israel: 60 Los hijos de Delaías, los hijos de Tobías y los hijos de Necoda, seiscientos cincuenta y dos.

61 De los hijos de los sacerdotes: Los hijos de Habaías, los hijos de Cos y los hijos de Barzilai, quien había tomado por mujer a una de las hijas de Barzilai el galaadita[h] y fue llamado según el nombre de ellas. 62 Estos buscaron sus documentos genealógicos, pero no los hallaron y fueron excluidos del sacerdocio. 63 El gobernador les dijo que no comieran de las cosas más sagradas hasta que hubiera sacerdote para usar el Urim y Tumim[i].

64 Toda la congregación en conjunto era de cuarenta y dos mil trescientos sesenta, 65 sin contar sus siervos y sus siervas, que eran siete mil trescientos treinta y siete. Ellos tenían doscientos cantores, hombres y mujeres. 66 Sus caballos eran setecientos treinta y seis, sus mulos doscientos cuarenta y cinco, 67 sus camellos cuatrocientos treinta y cinco, y sus asnos seis mil setecientos veinte.

Ofrenda para la obra

68 Algunos de los jefes de las casas paternas, cuando llegaron a la casa del SEÑOR que estaba en Jerusalén, hicieron ofrendas voluntarias para la casa de Dios, para levantarla en su mismo sitio. 69 Según sus recursos dieron para el fondo de la obra cuatrocientos ochenta y ocho kilos de oro, dos mil setecientos cincuenta kilos de plata y cien túnicas sacerdotales.

70 Los sacerdotes, los levitas, algunos del pueblo, los cantores, los porteros y los servidores del templo habitaron en sus ciudades y todo Israel en sus ciudades.

Restauración del altar y del culto

Cuando llegó el mes séptimof, y los hijos de Israel ya estaban en las ciudades, el pueblo se reunió como un solo hombre en Jerusalén. Entonces se levantó Jesúa hijo de Josadac, con sus hermanos los sacerdotes y con Zorobabel hijo de Salatiel y sus hermanos, y edificaron el altar del Dios de Israel a fin de ofrecer sobre él holocaustos, como está escrito en la ley de Moisés, hombre de Dios.

Construyeron el altar sobre su base, aunque tenían miedo de los pueblos de estas tierras. Sobre él ofrecieron holocaustos al SEÑOR, los holocaustos tanto de la mañana como de la tarde. Después celebraron la fiesta de los Tabernáculos como está escrito[j]. Asimismo, ofrecieron diariamente el número de holocaustos de acuerdo con lo establecido, cada cosa en su día. Y después de esto ofrecieron el holocausto continuo, los sacrificios de las lunas nuevas, los de todas las fiestas consagradas al SEÑOR, y los de todo aquel que hiciera una ofrenda voluntaria al SEÑOR.

Desde el primer día del mes séptimo[k] comenzaron a ofrecer holocaustos al SEÑOR, aunque aún no se habían colocado los cimientos del templo del SEÑOR. Entonces dieron dinero a los canteros y a los carpinteros, así como alimentos, bebida y aceite a los de Sidón y de Tiro para que trajeran madera de cedro desde el Líbano por mar a Jope, conforme a la autorización que les había dado Ciro, rey de Persia.

Comienzo de la obra del templo

En el mes segundo[l] del segundo año de su llegada a la casa de Dios en Jerusalén, comenzaron a edificar Zorobabel hijo de Salatiel y Jesúa hijo de Josadac, con el resto de sus hermanos los sacerdotes y con los levitas y todos los que habían venido de la cautividad a Jerusalén. Y pusieron al frente de la obra de la casa del SEÑOR a los levitas de veinte años para arriba. También Jesúa y sus hijos y sus hermanos, y Cadmiel y sus hijos, los hijos de Hodavías[m], se pusieron a supervisar, como un solo hombre, a los que hacían la obra de la casa de Dios. Igualmente los hijos de Henadad y los hijos de estos, y sus hermanos los levitas.

10 Mientras los constructores del templo del SEÑOR colocaban los cimientos, se pusieron de pie[n] los sacerdotes con sus vestiduras y con trompetas, y los levitas hijos de Asaf portando címbalos, para alabar al SEÑOR según las instrucciones de David[o], rey de Israel. 11 Cantaban alabando y dando gracias al SEÑOR. Y decían: “¡Porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia sobre Israel!”.

Todo el pueblo gritaba con gran júbilo, alabando al SEÑOR, porque eran colocados los cimientos de la casa del SEÑOR. 12 Pero muchos de los sacerdotes, de los levitas, de los jefes de casas paternas y de los ancianos que habían visto el primer templo lloraban en alta voz cuando ante sus ojos eran puestos los cimientos de este templo, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría. 13 Y por causa del griterío, el pueblo no podía distinguir la voz de los gritos de alegría de la voz del llanto del pueblo; pues el pueblo gritaba con gran júbilo y el bullicio se oía desde lejos.

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