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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
Marcos 9:14 - Lucas 1:80

Jesús sana a un muchacho

(Mt 17:14-20; Lc 9:37-43a)

14 Cuando llegaron a donde estaban los otros seguidores, vieron que mucha gente los rodeaba y que estaban discutiendo con los maestros de la ley. 15 Tan pronto la gente vio a Jesús, quedó muy sorprendida y todos corrieron a saludarlo.

16 Jesús les preguntó:

—¿Qué están discutiendo con ellos?

17 Uno de entre la multitud le respondió:

—Maestro, te he traído a mi hijo porque está atormentado por un espíritu que no lo deja hablar. 18 Cuando se apodera de él, lo hace caer al suelo, escupe espuma por la boca, le rechinan los dientes y se queda rígido. Les pedí a tus seguidores que expulsaran al espíritu, pero no pudieron.

19 Cuando Jesús escuchó esto, dijo:

—¡Partida[a] de incrédulos! ¿Cuánto tiempo más tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme al muchacho.

20 Trajeron al muchacho. Cuando el espíritu vio a Jesús, hizo que el muchacho empezara a convulsionar. El muchacho cayó al suelo, dio muchas vueltas y echó espuma por la boca. 21 Jesús le preguntó al papá:

—¿Cuánto tiempo ha estado así?

Él le respondió:

—Ha estado así desde que era niño. 22 Muchas veces lo ha tirado al fuego o al agua para matarlo. Por favor, si puedes hacer algo, ten compasión de nosotros y ayúdanos.

23 Jesús le dijo:

—No digas: “Si puedes hacer algo”, todo es posible para el que cree.

24 Enseguida el papá del muchacho gritó muy fuerte:

—¡Creo, ayúdame a creer aun más!

25 Cuando Jesús vio que se estaba reuniendo mucha gente, reprendió al espíritu maligno:

—Espíritu que has vuelto sordo y mudo a este muchacho, te ordeno que salgas de él y no vuelvas a entrar nunca más.

26 El espíritu gritó, tiró al muchacho al suelo, lo hizo convulsionar otra vez y salió de él. El muchacho estaba tan agotado que parecía un cadáver. Unos decían que estaba muerto. 27 Pero Jesús lo tomó de la mano y lo ayudó a ponerse de pie. El muchacho se levantó sin problemas. 28 Cuando Jesús entró en casa y estaba solo, sus seguidores le preguntaron en privado:

—¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?

29 Jesús les dijo:

—Esa clase de demonios sólo se pueden expulsar por medio de la oración.[b]

Jesús habla otra vez de su muerte

(Mt 17:22-23; Lc 9:43b-45)

30 Jesús y los seguidores salieron de allí y caminaron por toda la región de Galilea. Él no quería que la gente supiera dónde estaba. 31 Quería dedicarse a enseñarles a sus seguidores y les dijo: «El Hijo del hombre está a punto de ser entregado en manos de los hombres que lo van a matar; pero al tercer día, resucitará». 32 Pero ellos no entendieron esas palabras y les dio miedo preguntarle qué quería decir.

El más importante

(Mt 18:1-5; Lc 9:46-48)

33 Después llegaron al pueblo de Capernaúm. Cuando ya estaban en la casa, Jesús les preguntó a sus seguidores:

—¿De qué hablaban ustedes en el camino?

34 Pero ellos se quedaron en silencio porque en el camino estaban discutiendo sobre quién era el más importante. 35 Jesús se sentó, reunió a los doce y les dijo:

—Si alguno quiere ser el número uno, entonces debe ocupar el último lugar y servir a todos.

36 Luego Jesús tomó a un niñito, lo puso frente a ellos y levantándolo en sus brazos, les dijo:

37 —El que recibe a uno de estos niños en mi nombre, también me recibe a mí. El que me recibe a mí, también recibe al que me envió.

El que no está en contra, está a favor

(Lc 9:49-50)

38 Juan le dijo:

—Maestro, vimos a alguien expulsando demonios en tu nombre y tratamos de impedírselo porque no era uno de nosotros.

39 Pero Jesús dijo:

—Nadie que haga un milagro en mi nombre va a ponerse después hablar mal de mí. 40 El que no está en contra nuestra, está con nosotros. 41 La verdad es que si alguien les da un vaso de agua porque ustedes son del Mesías, tendrá su recompensa.

Jesús advierte sobre el peligro de pecar

(Mt 18:6-9; Lc 17:1-2)

42 »Le va a ir muy mal al que haga pecar a uno de estos mis seguidores a quienes es fácil hacerles daño. Sería mejor que lo tiraran al mar con una gran piedra de molino colgada al cuello. 43 Y si tu mano te hace pecar, córtala. Es mejor perder una parte del cuerpo pero tener la vida eterna. Eso es mucho mejor que tener las dos manos e ir al infierno. En aquel lugar el fuego nunca termina. 44 [c] 45 Si tu pie te hace pecar, córtalo. Es mejor perder parte del cuerpo pero tener la vida eterna. Eso es mucho mejor que tener dos pies y ser echado al infierno. 46 [d] 47 Si tu ojo te hace pecar, sácatelo. Es mejor entrar con un solo ojo al reino de Dios que tener los dos ojos y ser echado al infierno. 48 Allí los gusanos que se comen el cuerpo no mueren nunca y el fuego jamás se apaga. 49 Dios les pondrá fuego a todos, como el que echa sal en la comida.[e] 50 La sal es buena pero si se daña no es posible arreglarla, así que sean bondadosos y vivan en paz unos con otros.

Jesús enseña sobre el divorcio

(Mt 19:1-12)

10 Después Jesús salió de ese lugar y llegó a la región de Judea y al otro lado del río Jordán. Nuevamente se reunió mucha gente junto a Jesús. Él les enseñaba como de costumbre.

También llegaron algunos fariseos que querían poner a prueba a Jesús y le preguntaron si está bien que un hombre se divorcie de su mujer.

Jesús les contestó:

—¿Qué les ordenó Moisés?

Ellos respondieron:

—Moisés permitía que un hombre se divorciara de su mujer escribiéndole un certificado de divorcio.[f]

Jesús les dijo:

—Moisés escribió ese mandamiento debido a la terquedad de ustedes, (A)pero en el comienzo de la creación Dios “hizo al hombre y a la mujer”.[g] “Por eso el hombre dejará a su papá y a su mamá para unirse a su esposa (B)y los dos serán un solo ser”.[h] Así que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto lo que Dios ha unido, que ningún ser humano lo separe.

10 Cuando ya estaban en la casa, los seguidores le volvieron a preguntar sobre el divorcio. 11 Jesús les contestó:

—El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra su mujer. 12 Y la mujer que se divorcia de su esposo y se casa con otro, también comete adulterio.

Jesús recibe a los niños

(Mt 19:13-15; Lc 18:15-17)

13 Luego le trajeron niños a Jesús para que los bendijera,[i] pero los seguidores de Jesús los regañaron. 14 Cuando Jesús se dio cuenta de eso, se enojó y les dijo:

—Dejen que los niños vengan a mí. No se lo impidan, porque el reino de Dios es de los que son como ellos. 15 Les digo la verdad: el que no acepta el reino de Dios como un niño, no entrará jamás en él.

16 Jesús tomó a los niños en sus brazos y los bendijo, imponiéndoles las manos.

Un rico se niega a seguir a Jesús

(Mt 19:16-30; Lc 18:18-30)

17 Cuando Jesús estaba saliendo, un hombre se acercó corriendo, se arrodilló ante él y le dijo:

—Maestro bueno, ¿qué debo hacer para tener vida eterna?

18 Jesús le contestó:

—¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. 19 (C)Tú sabes los mandamientos: “No mates, no cometas adulterio, no robes, no des falso testimonio, no engañes, y respeta a tu papá y a tu mamá”.[j]

20 El hombre dijo:

—Maestro, yo he cumplido esos mandamientos desde que era joven.

21 Jesús lo miró y con afecto le dijo:

—Te hace falta una cosa: ve y vende todo lo que tienes. Dales ese dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.

22 El hombre quedó muy desilusionado por las palabras de Jesús y se marchó muy triste porque tenía muchos bienes. 23 Jesús miró alrededor y les dijo a sus seguidores:

—¡Qué difícil es para los ricos entrar al reino de Dios!

24 Sus seguidores se asombraron por esas palabras, pero Jesús les dijo:

—Hijos míos, qué difícil es entrar al reino de Dios.[k] 25 Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre al reino de Dios.

26 Ellos quedaron aun más asombrados y comentaban entre sí:

—Entonces, ¿quién podrá salvarse?

27 Mirándolos, Jesús dijo:

—Eso es imposible para los hombres, pero no para Dios. Para Dios todo es posible.

28 Pedro comenzó a decirle:

—Nosotros dejamos todo por seguirte.

29 Jesús les dijo:

—Les digo la verdad: todo el que dejó casa, hermanos, hermanas, mamá, papá, hijos o tierras por mí o por mi mensaje 30 recibirá cien veces más de lo que dejó. En este mundo tendrá más casas, hermanos, hermanas, mamás, hijos y tierras, aunque con persecuciones. Y también será recompensado con la vida eterna en el mundo que está por venir. 31 Pero muchos de los que ahora son los primeros, serán los últimos; y muchos de los que ahora son los últimos, serán los primeros.

Jesús habla de nuevo sobre su muerte

(Mt 20:17-19; Lc 18:31-34)

32 Iban por el camino a Jerusalén, y Jesús caminaba adelante de ellos. Sus seguidores estaban asombrados y los que iban detrás de ellos estaban asustados. Jesús tomó aparte otra vez a los doce y empezó a decirles lo que le iba a pasar:

33 —¡Escuchen! Estamos camino a Jerusalén. El Hijo del hombre será entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley y ellos lo condenarán a muerte. Después lo entregarán a los que no son judíos, 34 quienes se burlarán de él, lo azotarán, le escupirán y lo matarán; pero tres días después resucitará.

Santiago y Juan piden un favor

(Mt 20:20-28)

35 Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron:

—Maestro, queremos que hagas lo que te pedimos.

36 Jesús contestó:

—¿Qué quieren que haga?

37 Ellos dijeron:

—Concédenos el derecho de sentarnos contigo en la gloria de tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.

38 Jesús respondió:

—Ustedes no saben lo que están pidiendo. ¿Están dispuestos a beber de la misma copa de sufrimiento que yo voy a beber? ¿O pueden ser bautizados con el bautismo que yo voy a recibir[l]?

39 Ellos contestaron:

—Sí podemos.

Entonces Jesús les dijo:

—Ciertamente van a beber de la copa que yo bebo y van a ser bautizados igual que yo, 40 pero yo no puedo decidir quién se sienta a mi derecha o a mi izquierda. Dios ya tiene listos esos puestos para los que él decidió.

41 Cuando los otros diez escucharon esa petición, se enojaron contra Santiago y Juan. 42 Pero Jesús los llamó y les dijo:

—Ustedes saben que a los que gobiernan entre las naciones les gusta mostrar su poder. A sus principales dirigentes les gusta ejercer su autoridad sobre la gente. 43 Pero entre ustedes no debe ser así. Más bien, el que quiera ser más importante entre ustedes debe hacerse su siervo. 44 El que quiera ser el número uno entre ustedes debe ser el esclavo de todos. 45 Porque ni aun el Hijo del hombre vino a que le sirvieran, sino a servir a los demás y a dar su vida en rescate por muchos.

Jesús sana a un ciego

(Mt 20:29-34; Lc 18:35-43)

46 Luego llegaron a Jericó. Cuando Jesús y sus seguidores salían de allí acompañados por mucha gente, un mendigo ciego llamado Bartimeo, hijo de Timeo, estaba sentado al lado del camino. 47 Cuando oyó que venía Jesús de Nazaret, comenzó a gritar:

—¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!

48 Muchos lo regañaron y le decían que se callara, pero el hombre gritaba aun más:

—¡Hijo de David, ten compasión de mí!

49 Entonces, Jesús se detuvo y dijo:

—Llámenlo.

Llamaron al ciego y le dijeron:

—Anímate y levántate, Jesús te está llamando.

50 El ciego se quitó el manto, dio un salto y fue a donde estaba Jesús. 51 Jesús le dijo:

—¿Qué quieres que haga por ti?

El ciego respondió:

—Maestro, quiero ver de nuevo.

52 Jesús le dijo:

—Puedes irte, tu fe te ha sanado.

Enseguida el hombre pudo ver y siguió a Jesús por el camino.

Jesús entra a Jerusalén

(Mt 21:1-11; Lc 19:28-40; Jn 12:12-19)

11 Cuando estaban cerca de Jerusalén, en los pueblos de Betfagué y Betania, cerca del monte de los Olivos, Jesús llamó a dos de sus seguidores y les dijo: «Vayan a la aldea que está enfrente y tan pronto lleguen encontrarán atado un burro que nadie ha montado. Desátenlo y tráiganlo. Y si alguien les pregunta por qué están haciendo eso, díganle que el Señor lo necesita y que pronto lo devolverá».

Los dos seguidores se fueron y encontraron el burro atado en la calle cerca de una puerta. Ellos lo desataron y unos que estaban allí les preguntaron: «¿Qué hacen desatando a ese burro?» Los seguidores respondieron lo que Jesús les había dicho y ellos los dejaron ir. Entonces llevaron el burro a Jesús. Pusieron los mantos de ellos encima y Jesús se sentó. Mucha gente extendió sus mantos en el camino. Otros cortaban ramas de los árboles y las extendían en el camino. (D)Los que iban adelante y los que iban atrás gritaban:

—¡Viva el Salvador![m]
    ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor![n]
10 ¡Bendito el reino que viene,
    el reino de nuestro padre David!
    ¡Viva Dios[o] que está en los cielos!

11 Jesús entró a Jerusalén y fue al templo. Miró por todos lados y como ya era tarde se fue para Betania con los doce.

Jesús demuestra el poder de la fe

(Mt 21:18-19)

12 Al día siguiente, cuando salían de Betania, a Jesús le dio hambre. 13 A lo lejos vio una higuera con hojas. Fue a ver si tenía frutos para comer, pero la higuera no tenía más que hojas porque no era época de cosecha. 14 Jesús le dijo: «¡Que nadie coma de tus frutos nunca más!» Los seguidores escucharon eso.

Jesús va al templo

(Mt 21:12-17; Lc 19:45-48; Jn 2:13-22)

15 Entonces llegaron a Jerusalén y Jesús entró en el área del templo. Empezó a echar a los que estaban comprando y vendiendo cosas allí. Derribó las mesas de los que cambiaban dinero y los asientos de los que vendían palomas. 16 No permitió que nadie entrara en el área del templo cargando mercancías. 17 (E)(F)Jesús comenzó a enseñarles:

—¿Acaso no está escrito: “Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones”[p]? ¡Pero ustedes la han convertido en una “guarida de ladrones”[q]!

18 Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley escucharon a Jesús y empezaron a buscar la forma de matarlo. Le tenían miedo porque toda la gente estaba asombrada por sus enseñanzas. 19 Esa noche Jesús y sus seguidores se fueron de la ciudad.

Jesús muestra el poder de la fe

(Mt 21:20-22)

20 En la mañana, cuando iban caminando, Jesús y sus seguidores vieron que la higuera se había secado de raíz. 21 Pedro recordó lo que había dicho Jesús antes y dijo:

—¡Mira maestro! Se secó la higuera que maldijiste ayer.

22 Y Jesús contestó:

—Tengan fe en Dios. 23 Les digo la verdad: Cualquiera que le diga a esta montaña: “Levántate y lánzate al mar” y no dude en su interior sino que crea que sucederá lo que dice, así se hará. 24 Por eso les digo que cuando pidan algo en sus oraciones, pídanlo convencidos de que ya lo han recibido y entonces todo lo que pidan será suyo. 25 Y cuando estén orando, perdonen lo que tengan contra alguien para que su Padre que está en el cielo también les perdone sus pecados a ustedes. 26 [r]

Discusión sobre la autoridad de Jesús

(Mt 21:23-27; Lc 20:1-8)

27 Regresaron a Jerusalén. Cuando Jesús caminaba por el área del templo, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley se le acercaron. 28 Le dijeron a Jesús:

—¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te la dio?

29 Jesús dijo:

—Yo también les haré una pregunta. Respóndanme y les diré con qué autoridad hago estas cosas: 30 ¿El bautismo de Juan era de Dios o de los hombres?, respóndanme.

31 Ellos discutían entre sí y decían: «Si respondemos que venía de Dios, él preguntará: “¿Por qué entonces no le creyeron?” 32 Pero no podemos decir que venía de los hombres». Ellos le tenían miedo al pueblo porque todos creían que Juan era un profeta. 33 Entonces le respondieron a Jesús:

—No sabemos.

Jesús entonces les dijo:

—Pues yo tampoco les voy a decir con qué autoridad hago estas cosas.

Historia de los labradores perversos

(Mt 21:33-46; Lc 20:9-19)

12 Entonces Jesús les contó la siguiente historia: «Un hombre plantó un viñedo y construyó un muro alrededor. Cavó un lugar para hacer el vino y construyó una torre de vigilancia. Después alquiló el viñedo a unos labradores y se fue de viaje. Y a su debido tiempo, el dueño mandó a un siervo a hablar con los labradores para cobrar las ganancias del viñedo. Pero los labradores agarraron al siervo, lo golpearon y lo enviaron a su amo con las manos vacías. Después, el hombre les mandó a otro siervo, pero ellos lo golpearon en la cabeza y lo insultaron. El hombre mandó entonces a otro siervo, y los labradores lo mataron. El hombre siguió mandando a otros siervos pero ellos golpearon a unos y mataron a otros.

»Ya el hombre no tenía a quién más enviar, sino a su hijo amado. El hombre lo envió por último y pensó: “A mi hijo sí lo respetarán”. Pero los labradores se dijeron unos a otros: “Este es el heredero, ¡vamos a matarlo para quedarnos con la herencia!” Así que lo agarraron, lo mataron y luego lo tiraron fuera del viñedo. ¿Qué hará después el dueño del viñedo? Irá al viñedo, matará a los labradores y lo dará a otros. 10 Seguramente habrán leído las Escrituras que dicen:

»“La piedra que los constructores rechazaron
    se ha convertido en la piedra principal.
11 (G)Esto fue lo que hizo el Señor
    y es maravilloso verlo”[s]».

12 Querían arrestarlo porque sabían que la historia que había contado se trataba de ellos. Pero como tenían miedo de la gente, entonces lo dejaron y se alejaron de Jesús.

El pago de impuestos

(Mt 22:15-22; Lc 20:20-26)

13 Después le enviaron a Jesús algunos de los fariseos y algunos herodianos, para atraparlo en algo que él dijera. 14 Ellos fueron y le dijeron:

—Maestro, sabemos que eres un hombre honesto. No te dejas llevar por lo que piensen los demás pues para ti todos son iguales. Enseñas con sinceridad el camino de Dios. Dinos, ¿está bien que paguemos impuestos al emperador? ¿Debemos pagarlos o no?

15 Pero él vio su hipocresía y les dijo:

—¿Por qué tratan de ponerme una trampa? Denme una moneda de plata. Déjenme verla.

16 Ellos le dieron una moneda y Jesús preguntó:

—¿De quién es la imagen que está en la moneda y el nombre que está escrito en ella?

Ellos dijeron:

—Del emperador.

17 Entonces Jesús les dijo:

—Den al emperador lo que es del emperador y a Dios lo que es de Dios.

Se asombraron de lo que Jesús dijo.

La pregunta sobre la resurrección

(Mt 22:23-33; Lc 20:27-40)

18 Entonces unos saduceos, los que dicen que no hay resurrección, se acercaron a Jesús y le preguntaron:

19 —Maestro, Moisés nos escribió que si un hombre casado moría sin haber tenido hijos, su hermano debía casarse con la viuda. De esa manera los hijos que tuvieran serían considerados hijos del hermano fallecido.[t] 20 Una vez hubo siete hermanos. El primero murió sin dejar hijos, 21 así que el segundo se casó con la viuda. Pero él también murió sin dejar hijos. Lo mismo pasó con el tercer hermano. 22 Todos los siete hermanos se casaron con la viuda y murieron sin que ninguno dejara hijos. Después la mujer también murió. 23 Como todos los siete hermanos se habían casado con ella, el día en que la gente resucite, ¿de quién será esposa la viuda?

24 Jesús les contestó:

—¿Por qué cometen ese error? ¿Acaso no saben lo que dicen las Escrituras ni conocen el poder de Dios? 25 Cuando la gente resucite de la muerte, no se casará, sino que todos serán como los ángeles del cielo. 26 (H)Pero en cuanto a que los muertos resucitan, ¿no han leído en el libro de Moisés como Dios le habló en el arbusto[u] ardiente y le dijo: “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”[v]? 27 Él no es Dios de muertos, sino de vivos. Ustedes están muy equivocados.

El mandamiento más importante

(Mt 22:34-40; Lc 10:25-28)

28 Se acercó uno de los maestros de la ley que los había oído discutir. Se había fijado en lo bien que Jesús les había contestado, y le preguntó:

—¿Cuál es el mandamiento más importante?

29 Jesús contestó:

—El mandamiento más importante es este: “¡Oye, Israel! El Señor nuestro Dios es el único Señor. 30 (I)Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”.[w] 31 (J)Y el segundo es: “Ama a tu semejante como te amas a ti mismo”.[x] No hay otro mandamiento más importante que estos.

32 Entonces el maestro de la ley contestó:

—Esa fue una buena respuesta, Maestro. Tienes razón, el Señor es el único Dios y no hay otro aparte de él. 33 Uno debe amar a Dios con todo su corazón, con todo su entendimiento y con todas sus fuerzas, y al semejante como a sí mismo. Estos mandamientos son más importantes que todos los sacrificios que se queman completamente y otros sacrificios que ofrecemos a Dios.

34 Al ver Jesús que el hombre había contestado sabiamente, le dijo:

—No estás lejos del reino de Dios.

Después de aquel momento nadie tuvo el valor de hacerle más preguntas.

¿De quién es hijo el Mesías?

(Mt 22:41-46; Lc 20:41-44)

35 Jesús estaba enseñando en el área del templo y preguntó:

—¿Por qué los maestros de la ley dicen que el Mesías es Hijo de David? 36 (K)Inspirado por el Espíritu Santo, David mismo dice:

“El Señor Dios le dijo a mi Señor:
    Siéntate a mi derecha,
hasta que ponga a tus enemigos
    bajo tu poder[y]”.[z]

37 David mismo llama al Mesías “Señor”, ¿cómo entonces puede él ser su hijo?

Mucha gente oía a Jesús con gusto.

Jesús critica a los maestros de la ley

(Mt 23:1-36; Lc 11:37-54; 20:45-47)

38 Jesús continuó enseñando: «Tengan cuidado de los maestros de la ley. A ellos les gusta pasearse vistiendo ropa que muestre su autoridad y que la gente los salude con respeto en las plazas de mercado. 39 También les gusta mucho sentarse en los lugares de honor de las sinagogas y tener los mejores lugares en los banquetes. 40 Ellos se roban los bienes de las viudas y para disimularlo hacen largas oraciones. Por eso Dios los castigará con más severidad».

Una viuda da todo lo que tiene

(Lc 21:1-4)

41 Jesús estaba sentado cerca de la caja del dinero del templo y veía cómo la gente daba sus ofrendas. Muchos ricos daban bastante dinero. 42 Luego vino una viuda y dio dos pequeñas monedas de cobre que valían muy poco.

43 Jesús llamó a sus seguidores y les dijo:

—Les digo la verdad: esa pobre viuda echó más que todos demás a la caja del tesoro del templo. 44 Porque los demás dieron de lo que les sobraba, pero ella, a pesar de su pobreza, entregó todo lo que tenía para vivir.

Jesús anuncia la destrucción del templo

(Mt 24:1-2; Lc 21:5-6)

13 Jesús iba saliendo del área del templo, cuando uno de los seguidores se acercó y le dijo:

—Maestro, ¡mira qué piedras tan hermosas y qué edificios tan grandiosos!

Jesús le dijo:

—¿Te refieres a estos edificios grandes? Pues no quedará piedra sobre piedra, todo se vendrá abajo.

Señales antes del fin

(Mt 24:3-44; Lc 21:7-33)

Luego, Jesús estaba sentado en el monte de los Olivos, frente al templo. Pedro, Santiago, Juan y Andrés le preguntaron en privado:

—¿Cuándo va a suceder eso? ¿Cuál será la señal para saber que ha llegado el momento de que se cumpla todo esto?

Jesús empezó a decirles:

—¡Tengan cuidado! No permitan que nadie los engañe. Muchos vendrán en mi nombre y dirán: “Yo soy el Mesías”[aa], y engañarán a muchos. No se alarmen cuando oigan sobre guerras y rumores de guerras. Todo esto tiene que pasar, pero todavía no será el fin. Peleará nación contra nación y reino contra reino. Habrá terremotos en muchos lugares, y habrá hambres. Todo eso será el comienzo de mucho sufrimiento.

»¡Cuídense ustedes! Porque la gente los entregará y los llevará a juicio. Los golpearán en las sinagogas y los obligarán a presentarse ante reyes y gobernantes por estar de mi parte. Ustedes darán testimonio de mí ante ellos. Todo esto les ocurrirá por ser mis seguidores. 10 Pero antes de que suceda todo esto, la buena noticia de salvación debe ser anunciada a todas las naciones. 11 Cuando los arresten y lleven a juicio, no se preocupen por lo que van a decir. Sólo digan lo que Dios les dé para decir en ese momento. No serán ustedes los que estén hablando, sino el Espíritu Santo que hablará por ustedes.

12 »El hermano traicionará y entregará a la muerte al hermano. El papá entregará a la muerte al hijo. Los hijos se pondrán en contra de los padres y los matarán. 13 A ustedes, todos los van a odiar por causa de mi nombre, pero el que se mantenga hasta el final, será salvo.

14 »Cuando ustedes vean “la abominación que causa destrucción”[ab] donde no debería estar (quien lea esto que lo entienda), entonces los que estén en Judea corran hacia las montañas. 15 El que esté en la azotea no baje ni entre a sacar nada de su casa. 16 Y el que esté en el campo no regrese por su manto. 17 ¡Pobres de las mujeres embarazadas y también de las que tengan bebé en esos días! 18 Oren para que nada de esto suceda en el invierno. 19 Porque esos días estarán llenos de dificultades. Todo lo que ocurra en esos días será peor que cualquier otra cosa que haya pasado desde que Dios creó el mundo. Nunca se repetirá algo igual. 20 Pero si el Señor no hubiera decidido acortar esos días, nadie sobreviviría. Pero los acortó para ayudar al pueblo que ha elegido.

21 »No crean si alguien les dice: “¡Miren, este es el Mesías!” o “¡Aquí está él!” 22 Porque vendrán falsos mesías y falsos profetas. Ellos van a hacer señales milagrosas y maravillas para tratar de engañar a los elegidos de Dios. 23 Así que tengan cuidado; les he contado todo antes de que ocurra.

La venida del Hijo del hombre

(Mt 24:29-35, 42-44; Lc 21:25-36)

24 »Pero después de esos días terribles:

“El sol se oscurecerá,
    la luna no iluminará más,
25 las estrellas caerán
    y los cuerpos celestes temblarán”.[ac]

26 »Entonces verán al Hijo del hombre que vendrá en las nubes con gran poder y gloria. 27 Enviará a sus ángeles y reunirá a sus elegidos de los cuatro puntos cardinales, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.

28 »Aprendan la lección de la higuera: Tan pronto como sus ramas se vuelven tiernas y sus hojas se abren, ustedes saben que se acerca el verano. 29 Así también, cuando vean suceder esto,[ad] sabrán que el tiempo está cerca, a la puerta. 30 Les digo la verdad: todo esto sucederá antes de que muera esta generación. 31 El cielo y la tierra no durarán para siempre, pero mis palabras sí.

32 »Nadie sabe cuándo será el día o la hora, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo. Sólo el Padre lo sabe. 33 Por eso les digo: ¡Tengan cuidado! ¡Manténganse alerta! Porque ustedes no saben cuándo va a llegar el momento.

34 »Será como un hombre que sale de viaje. Sale de su casa y deja encargados a sus siervos, cada uno con una tarea. Le ordena a su portero que se mantenga alerta. 35 Por lo tanto, ustedes manténganse alerta, porque no saben cuándo va a regresar el dueño de la casa. No saben si vendrá por la tarde, o a media noche, o en la madrugada cuando cante el gallo, o en la mañana. 36 Si llega de repente, no permitan que los encuentre durmiendo. 37 Lo que les digo a ustedes lo digo para todos: ¡Manténganse alerta!

Planean matar a Jesús

(Mt 26:1-5; Lc 22:1-2; Jn 11:45-53)

14 Faltaban dos días para la fiesta de la Pascua y de los Panes sin Levadura. Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley empezaron a buscar una manera de arrestar a Jesús mediante algún engaño y matarlo. Pero decían: «No lo hagamos durante la fiesta para que no haya un disturbio entre el pueblo».

Una mujer echa perfume sobre Jesús

(Mt 26:6-13; Jn 12:1-8)

Jesús estaba en Betania comiendo en la casa de un hombre llamado Simón el leproso. En eso llegó una mujer con un frasco de alabastro que contenía un costoso perfume en aceite hecho de nardo puro. Ella rompió el frasco y derramó el aceite sobre la cabeza de Jesús.

Algunos de los que estaban allí se enojaron y se dijeron entre ellos:

—¿Por qué desperdiciar el perfume en aceite de esa manera? Podría haberlo vendido por el equivalente a casi un año de salario[ae] y dar el dinero a los pobres.

Todos la criticaban.

Pero Jesús dijo:

—¡Déjenla en paz! ¿Por qué la molestan? Ella ha hecho algo maravilloso para mí. Pues siempre tendrán a los pobres con ustedes[af] y los pueden ayudar en cualquier momento; pero no siempre me tendrán a mí. Ella hizo lo que podía: derramó de antemano aceite sobre mi cuerpo preparándolo para mi entierro. Les digo la verdad: en cualquier parte del mundo donde se anuncie la buena noticia, se contará también lo que ella ha hecho, para que la gente la recuerde.

Judas traiciona a Jesús

(Mt 26:14-16; Lc 22:3-6)

10 Después, Judas Iscariote, uno de los doce, fue a los jefes de los sacerdotes para entregarles a Jesús. 11 Ellos se alegraron al oírle y le prometieron dinero a cambio. Así que Judas empezó a buscar una oportunidad para traicionar a Jesús.

Preparación de la cena de la Pascua

(Mt 26:17-25; Lc 22:7-14, 21-23; Jn 13:21-30)

12 Era el primer día de la fiesta de los Panes sin Levadura, cuando se sacrificaba al cordero para la Pascua. Los seguidores le dijeron a Jesús:

—¿Dónde quieres que hagamos los preparativos para celebrar la cena de la Pascua?

13 Jesús entonces envió a dos de sus seguidores, diciéndoles:

—Vayan a la ciudad y encontrarán a un hombre llevando un cántaro de agua. Síganlo, 14 y donde él entre díganle al dueño de la casa: “El Maestro pregunta: ¿Dónde está el cuarto donde voy a comer la Pascua con mis seguidores?” 15 Entonces el dueño les mostrará un cuarto grande en el piso de arriba, arreglado y listo. Preparen la cena allí para nosotros.

16 Los seguidores salieron hacia la ciudad, encontraron todo tal como Jesús les había dicho y prepararon la cena de la Pascua.

17 Al anochecer llegó Jesús con los doce. 18 Mientras estaban a la mesa cenando, Jesús dijo:

—Les digo la verdad: uno de ustedes que come conmigo ahora, me traicionará. Es uno de los que están cenando conmigo ahora.

19 Ellos se sintieron muy tristes al oír esas palabras y cada uno dijo:

—De seguro no seré yo.

20 Jesús continuó diciendo:

—Es uno de ustedes doce. El que moja su pan en el mismo plato que yo. 21 El Hijo del hombre tiene que morir tal como está escrito. Pero, ¡pobre de aquel que traicione y entregue al Hijo del hombre! Más le valdría no haber nacido.

La Cena del Señor

(Mt 26:26-30; Lc 22:15-20; 1 Co 11:23-25)

22 Mientras comían, Jesús tomó el pan, dio gracias a Dios, lo partió, se lo dio a ellos y dijo:

—Tomen este pan, es mi cuerpo.

23 Luego Jesús tomó la copa, dio gracias, se la entregó a los seguidores y todos bebieron de ella, 24 y dijo:

—Esto es mi sangre que establece el nuevo pacto, la cual es derramada por muchos. 25 Les digo la verdad: no volveré a beber vino hasta el día en que beba vino nuevo en el reino de Dios.

26 Después cantaron una canción de alabanza y se fueron al monte de los Olivos.

Se anuncia la negación de Pedro

(Mt 26:31-35; Lc 22:31-34; Jn 13:36-38)

27 (L)Allí Jesús les dijo:

—Todos ustedes perderán la fe, porque así está escrito:

“Mataré al pastor
    y todas las ovejas serán dispersadas”.[ag]

28 Pero después de que yo resucite, iré delante de ustedes a Galilea.

29 Pedro le dijo:

—Aunque todos los demás pierdan la fe, yo no perderé mi fe.

30 Jesús le respondió:

—Te digo la verdad: hoy, esta misma noche, antes de que el gallo cante por la segunda vez, me negarás tres veces.

31 Pero Pedro insistió:

—Aun si tengo que morir contigo, no te negaré.

Y todos los demás decían lo mismo.

Jesús ora solo

(Mt 26:36-46; Lc 22:39-46)

32 Después fueron a un lugar llamado Getsemaní, y Jesús les dijo a sus seguidores:

—Siéntense aquí mientras voy a orar.

33 Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan. Comenzó a sentirse afligido y a angustiarse mucho. 34 Les dijo:

—¡Mi tristeza es tan grande que me siento morir! Quédense aquí y manténganse despiertos.

35 Caminó un poco, se postró rostro en tierra y oró que, de ser posible, no tuviera que pasar por ese momento difícil, 36 diciendo: «Querido padre[ah], para ti todo es posible. Líbrame de esta copa, pero no hagas lo que yo quiero, sino lo que quieres tú».

37 Luego Jesús regresó, los encontró durmiendo y le dijo a Pedro:

—¿Simón, estás dormido? ¿No pudiste estar despierto por una hora? 38 Permanezcan alerta y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto a hacer lo correcto, pero el cuerpo es débil.

39 De nuevo Jesús se alejó para orar y dijo las mismas palabras. 40 Luego regresó a donde estaban los seguidores y los encontró durmiendo porque sus ojos se les cerraban de tanto sueño. No supieron qué responderle.

41 Jesús salió a orar y regresó por tercera vez, y les dijo:

—¿Todavía están durmiendo y descansando? ¡Ya basta! Ha llegado el momento en que el Hijo del hombre será entregado en manos de pecadores. 42 ¡Levántense y vámonos! ¡Miren, aquí viene el que me va a traicionar!

Arresto de Jesús

(Mt 26:47-56; Lc 22:47-53; Jn 18:3-12)

43 Mientras Jesús todavía estaba hablando, apareció de repente Judas, uno de los doce. Junto con él había mucha gente armada con espadas y garrotes. Todos ellos habían sido enviados por los jefes de los sacerdotes, los maestros de la ley y los ancianos líderes. 44 El que lo traicionaba les había dado una señal, diciéndoles: «Al que yo salude con un beso, ese es. Arréstenlo y llévenselo preso». 45 Así que Judas se acercó a Jesús y le dijo:

—¡Maestro!

Y le dio un beso en la mejilla. 46 Entonces agarraron a Jesús y lo arrestaron. 47 Pero uno de los que estaban junto a Jesús sacó la espada y le cortó la oreja a uno de los siervos del sumo sacerdote. 48 Jesús les dijo:

—¿Es que yo soy un bandido para que ustedes vengan a llevarme preso con espadas y garrotes? 49 Yo he estado todos los días con ustedes enseñándoles en el área del templo y nunca me arrestaron. Pero esto sucede para que se cumpla lo que está en las Escrituras.

50 Entonces, todos sus seguidores lo abandonaron y huyeron. 51 Un joven vestido sólo con una sábana siguió a Jesús y también trataron de arrestarlo. 52 Pero el joven soltó la sábana y huyó desnudo.

Jesús ante el Consejo

(Mt 26:57-68; Lc 22:54-55, 63-71; Jn 18:13-14, 19-24)

53 Luego llevaron a Jesús ante el sumo sacerdote. Se reunieron allí todos los jefes de los sacerdotes, los ancianos líderes y los maestros de la ley. 54 Pedro siguió a Jesús a cierta distancia, entró al patio de la casa del sumo sacerdote y se sentó con los guardias cerca del fuego, para calentarse.

55 Los jefes de los sacerdotes y todos los miembros del Consejo buscaban alguna excusa para condenar a muerte a Jesús, pero no lograban encontrar ninguna. 56 Porque muchos dieron testimonios falsos contra Jesús, pero no coincidían. 57 Entonces se levantaron algunos y dieron contra él este falso testimonio:

58 —Lo escuchamos decir: “Voy a destruir este templo que los hombres han construido y en tres días voy a construir otro sin ayuda de ningún ser humano”.

59 Pero este testimonio tampoco coincidía con los otros. 60 Luego el sumo sacerdote se levantó y frente a todos le preguntó a Jesús:

—¿Acaso no vas a responder nada? ¿Qué significa lo que estos testifican en tu contra?

61 Pero Jesús se quedó callado, sin responder nada. De nuevo el sumo sacerdote le preguntó:

—¿Eres tú el Mesías, el Hijo del Dios Bendito?

62 Y Jesús le dijo:

—Sí, lo soy. Y ustedes verán al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso y lo verán venir en las nubes del cielo.

63 El sumo sacerdote se rasgó la ropa y dijo:

—¿Para qué necesitamos más testigos? 64 ¡Ustedes acaban de escuchar semejante ofensa contra Dios! ¿Qué les parece?

Y todos lo condenaron a muerte. 65 Algunos le escupieron, le vendaron los ojos y le dieron puñetazos diciendo:

—¡Demuéstranos que eres profeta, dinos quién te pegó!

Luego los guardias se lo llevaron y lo golpearon.

La negación de Pedro

(Mt 26:69-75; Lc 22:56-62; Jn 18:15-18, 25-27)

66 Mientras Pedro estaba todavía en el patio de la casa del sumo sacerdote, una de las siervas de la casa se acercó 67 y vio a Pedro calentándose. La muchacha le dijo:

—Tú también estabas con Jesús de Nazaret.

68 Pero Pedro lo negó:

—No lo conozco y no sé de qué estás hablando.

Y se fue a la entrada del patio.[ai] 69 La sierva volvió a ver a Pedro y dijo de nuevo a los que estaban allí:

—Este hombre es uno de ellos.

70 Pero Pedro volvió a negarlo. Al rato los que estaban allí le dijeron a Pedro:

—Seguro que eres uno de ellos porque tú eres de Galilea.

71 Entonces él comenzó a maldecir y a jurar:

—¡No conozco a ese hombre del que están hablando!

72 Enseguida cantó el gallo por segunda vez y Pedro recordó las palabras de Jesús: «Antes de que el gallo cante por segunda vez, me negarás tres veces», y se echó a llorar.

Pilato interroga a Jesús

(Mt 27:1-2, 11-14; Lc 23:1-5; Jn 18:28-38)

15 Al amanecer, los jefes de los sacerdotes, los ancianos líderes, los maestros de la ley y todos los miembros del Consejo decidieron lo que iban a hacer. Ataron a Jesús, lo llevaron y se lo entregaron a Pilato.

Pilato preguntó a Jesús:

—¿Eres tú el rey de los judíos?

Y él le respondió:

—Tú lo has dicho.

Los jefes de los sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Así que Pilato volvió a preguntarle:

—¿Te das cuenta de que estos te acusan de muchas cosas y no tienes nada qué responder?

Pero Jesús siguió sin responder y Pilato estaba muy sorprendido.

Jesús condenado a muerte

(Mt 27:15-31; Lc 23:13-25; Jn 18:39-19:16)

Ahora bien, durante la fiesta, Pilato ponía en libertad a uno de los prisioneros. El que salía libre era aquel a quien el pueblo pidiera. Había un hombre llamado Barrabás que estaba en prisión con los rebeldes. Estos habían cometido un homicidio en una revuelta. La gente comenzó a pedirle a Pilato que pusiera en libertad a uno de los prisioneros como era costumbre. Pilato preguntó:

—¿Quieren que les ponga en libertad al rey de los judíos?

10 Pilato hizo esa pregunta porque estaba seguro de que los jefes de los sacerdotes habían entregado a Jesús por envidia. 11 Pero los jefes de los sacerdotes incitaron a la multitud para que pidieran la libertad de Barrabás y no la de Jesús. 12 De nuevo Pilato preguntó a la gente:

—Entonces, ¿qué quieren que haga con el que ustedes llaman el rey de los judíos?

13 Y la multitud respondió gritando:

—¡Crucifícalo!

14 Entonces Pilato preguntó:

—¿Por qué? ¿Qué ha hecho de malo?

Y la gente gritaba aun más fuerte:

—¡Crucifícalo!

15 Pilato quería quedar bien con el pueblo, así que puso en libertad a Barrabás. Ordenó a los guardias que azotaran a Jesús y luego lo entregó para ser crucificado.

16 Los soldados llevaron a Jesús al palacio del gobernador, llamado el Pretorio. Reunieron a toda la compañía de soldados. 17 Le pusieron a Jesús un manto de color morado, le tejieron una corona de espinas y se la pusieron en la cabeza. 18 Luego comenzaron a aclamarlo:

—¡Viva el rey de los judíos!

19 Además lo golpearon varias veces en la cabeza con bastones, le escupieron y para burlarse se arrodillaron ante él. 20 Cuando acabaron de burlarse de él, le quitaron el manto de color morado, le pusieron su propia ropa que tenía antes y lo llevaron afuera para crucificarlo.

Crucifixión de Jesús

(Mt 27:32-44; Lc 23:26-39; Jn 19:17-19)

21 Un hombre de Cirene, llamado Simón, venía del campo y pasaba por allí. Era el papá de Alejandro y de Rufo. Los soldados lo obligaron a cargar la cruz de Jesús. 22 Llevaron a Jesús a un sitio llamado Gólgota (que significa «Lugar de la Calavera»). 23 Allí le dieron vino mezclado con mirra pero él no quiso tomarlo. 24 Los soldados crucificaron a Jesús y rifaron entre ellos sus ropas para ver con qué se quedaba cada uno.

25 Eran las nueve de la mañana cuando crucificaron a Jesús. 26 El letrero que tenía escrita la razón de su condena decía: «El Rey de los judíos». 27 Junto a Jesús crucificaron también a dos ladrones, uno a su derecha y otro a su izquierda. 28 [aj] 29 La gente que pasaba lo insultaba, meneando la cabeza y diciendo:

—¡Eh, tú que vas a destruir el templo y a reconstruirlo en tres días, 30 baja de esa cruz y sálvate a ti mismo!

31 También los jefes de los sacerdotes junto con los maestros de la ley se burlaban entre ellos de Jesús y decían:

—Salvó a otros, pero no se puede salvar a sí mismo. 32 Si en realidad es el Mesías, el rey de Israel, que baje de la cruz ahora y al ver eso le creeríamos.

Los ladrones que estaban crucificados junto a él también lo insultaron.

Muerte de Jesús

(Mt 27:45-56; Lc 23:44-49; Jn 19:28-30)

33 Al mediodía toda la tierra quedó sumida en oscuridad hasta las tres de la tarde. 34 (M)A las tres de la tarde Jesús gritó fuerte: «¡Eloí, Eloí! ¿Lema sabactani?» que significa: «¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?»[ak]

35 Algunos de los que estaban allí lo oyeron y decían:

—¡Oigan, está llamando a Elías![al]

36 Luego, alguien corrió a traer una esponja empapada en vinagre. La puso en un palo, se la ofreció a Jesús para que bebiera y dijo:

—Déjenlo, vamos a ver si Elías viene a bajarlo.

37 Pero Jesús dio un gran grito y murió.

38 Cuando Jesús murió, la cortina del templo se rasgó en dos, de arriba a abajo. 39 Y cuando el capitán que estaba de pie frente a Jesús lo escuchó gritar y lo vio morir, dijo:

—Este hombre sí era el Hijo de Dios.

40 Algunas mujeres estaban mirando desde lejos. Entre ellas estaban María Magdalena, María, la mamá de Santiago el menor y de José, y Salomé. 41 Estas mujeres habían seguido a Jesús cuando estuvo en Galilea y lo habían ayudado. También estaban allí muchas otras que habían ido con él a Jerusalén.

Jesús es sepultado

(Mt 27:57-61; Lc 23:50-56; Jn 19:38-42)

42 Ya estaba oscureciendo, era el día de preparación, es decir un día antes del día de descanso. 43 José de Arimatea tuvo el valor de ir a ver a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Era un miembro importante del Consejo y también de los que esperaban la llegada del reino de Dios.

44 Pilato se sorprendió al saber que Jesús había muerto tan rápido. Así que llamó al capitán para preguntarle si hacía tiempo que había muerto. 45 Después de hablar con el capitán, Pilato le dijo a José que podía recoger el cuerpo de Jesús. 46 Luego, José compró una sábana de lino y fue hasta donde estaba Jesús. Bajó a Jesús de la cruz, lo envolvió en la sábana y lo llevó a un sepulcro que había sido cavado en la roca. Corrió una gran piedra hasta la entrada del sepulcro. 47 María Magdalena y María la mamá de José vieron dónde pusieron a Jesús.

La noticia de la resurrección

(Mt 28:1-8; Lc 24:1-12; Jn 20:1-10)

16 Al día siguiente del día de descanso, María Magdalena, María la mamá de Santiago, y Salomé compraron especias aromáticas para ungir el cuerpo de Jesús. Muy temprano el domingo en la mañana, tan pronto como amaneció, fueron al sepulcro. Por el camino decían entre ellas: «¿Quién nos va a ayudar a mover la piedra de la entrada del sepulcro?»

Pero cuando llegaron, vieron que alguien había movido la enorme piedra de la entrada. Al entrar al sepulcro encontraron a un joven vestido de blanco, sentado en la parte derecha del sepulcro. Las mujeres se asustaron mucho, pero él les dijo:

—No se asusten. Ustedes están buscando a Jesús de Nazaret, el que fue crucificado. ¡Pues ahora ha resucitado! No está aquí, pero miren el lugar donde lo pusieron. Ahora vayan y díganles a sus seguidores y a Pedro: “Jesús va hacia Galilea delante de ustedes, allá se encontrarán con él, tal como él se lo había dicho antes”.

Entonces las mujeres salieron corriendo del sepulcro, asustadas y sorprendidas. No dijeron nada a nadie porque estaban llenas de miedo.[am]

Unos seguidores ven a Jesús

(Mt 28:9-10; Jn 20:11-18; Lc 24:13-35)

[an] Después de que Jesús resucitó al amanecer del primer día de la semana, se le apareció primero a María Magdalena, de quien había expulsado siete demonios. 10 Ella fue y se lo dijo a los que habían estado con Jesús, que estaban tristes y llorando. 11 Cuando ella les dijo que Jesús estaba vivo y que ella lo había visto, ninguno le creyó.

12 Después, Jesús se les apareció a dos de sus seguidores cuando iban caminando hacia el campo. Jesús no se veía igual a como estaba antes de morir. 13 Estos dos seguidores corrieron a contarle al resto, pero tampoco les creyeron.

Jesús se aparece a sus seguidores

(Mt 28:16-20; Lc 24:36-49; Jn 20:19-23; Hch 1:6-8)

14 Después, Jesús se apareció ante los once cuando estaban comiendo. Él los regañó por no tener fe y por no creer lo que dijeron quienes lo vieron después de resucitar. 15 Jesús les dijo: «Vayan por todo el mundo y anuncien la buena noticia de salvación a toda la gente. 16 El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que no crea será condenado. 17 Y estas señales acompañarán a los que hayan creído: expulsarán demonios en mi nombre y hablarán en otros idiomas sin haberlos aprendido. 18 También tomarán serpientes en las manos y si llegan a tomar veneno, no les hará daño. Además podrán sanar a los enfermos tocándolos con las manos».

Jesús vuelve a los cielos

(Lc 24:50-53; Hch 1:9-11)

19 Después de decir esto, el Señor Jesús fue llevado a los cielos y se sentó a la derecha de Dios. 20 Los seguidores salieron a anunciar el mensaje de salvación por todas partes. El Señor los ayudaba y confirmaba el mensaje con los milagros que lo acompañaban.

Lucas escribe sobre la vida de Jesús

Muchos ya han intentado contar la historia de los eventos que se cumplieron entre nosotros. Escribieron lo que aprendimos de aquellos que desde el principio vieron lo que sucedió y servían a Dios anunciando a otros su mensaje. Yo mismo, excelentísimo Teófilo, he investigado todo cuidadosamente de principio a fin, y decidí escribírtelo en orden para que tengas la certeza de que lo que te han enseñado es verdad.

Anuncio del nacimiento de Juan el Bautista

En los tiempos del rey Herodes de Judea había un sacerdote llamado Zacarías, del grupo de Abías[ao]. La esposa de Zacarías se llamaba Elisabet y venía de la familia de Aarón. Los dos hacían el bien ante los ojos de Dios, cumpliendo sin falta las leyes y los mandatos del Señor. No tenían hijos, porque Elisabet era estéril y además ambos ya eran ancianos.

Un día Zacarías estaba cumpliendo sus deberes de sacerdote ante Dios, porque a su grupo le tocaba el turno de servir en el templo. De acuerdo con la costumbre de los sacerdotes le tocó en suerte a Zacarías entrar al templo del Señor y ofrecer el incienso. 10 Había mucha gente orando afuera del templo a la hora de ofrecer el incienso. 11 Entonces un ángel del Señor se le apareció a Zacarías. El ángel estaba de pie a la derecha del altar del incienso. 12 Al ver al ángel, Zacarías se inquietó y tuvo miedo. 13 Entonces el ángel le dijo:

—No tengas miedo, Zacarías, que Dios ha escuchado tus oraciones y Elisabet, tu esposa, tendrá un hijo, a quien le pondrás por nombre Juan. 14 Estarán felices y llenos de alegría y muchos se alegrarán por su nacimiento. 15 Juan será un gran hombre ante los ojos de Dios. No tomará vino ni ninguna bebida alcohólica. Aun antes de su nacimiento estará lleno del Espíritu Santo. 16 Juan hará que muchos israelitas se vuelvan al Señor su Dios. 17 Con el mismo poder espiritual de Elías, él preparará el camino para el Señor. Hará las paces entre padres e hijos y hará que los que no obedecen a Dios cambien y piensen como él manda. Así Juan preparará al pueblo para que esté bien dispuesto cuando el Señor venga.

18 Entonces Zacarías le dijo al ángel:

—¿Cómo puedo estar seguro de que esto pasará? Yo ya soy viejo y mi esposa tampoco es joven.

19 El ángel le respondió:

—Yo soy Gabriel y estoy a las órdenes del Señor. Él me mandó a hablar contigo para darte esta buena noticia. 20 Pero ahora, no podrás hablar hasta el día en que esto ocurra. Quedarás mudo por no creer lo que te dije, pero todo se cumplirá en el momento apropiado.

21 El pueblo estaba esperando a Zacarías. Se extrañaban porque se demoraba mucho en el templo. 22 Cuando salió, no podía hablarles. Se dieron cuenta de que él había visto una visión en el templo. Zacarías les hacía señas, pero seguía sin poder hablar.

23 Cuando terminó su tiempo de servicio, se fue a su casa. 24 Poco tiempo después, su esposa Elisabet quedó embarazada y no salió de su casa por cinco meses. Ella pensaba: 25 «¡Qué bueno ha sido el Señor conmigo! Él me ayudó y ahora la gente ya no me despreciará por no poder tener hijos».

Anuncio del nacimiento de Jesús

26 Al sexto mes de embarazo de Elisabet, Dios envió al ángel Gabriel a un pueblo de Galilea llamado Nazaret. 27 El ángel se le apareció a una joven llamada María, una virgen comprometida para casarse con un hombre llamado José, de la familia de David. 28 El ángel entró al lugar donde estaba la joven y le dijo:

—¡Hola! El Señor está contigo y quiere bendecirte.

29 Pero lo que dijo el ángel la dejó muy confundida y se preguntaba qué podría significar esto. 30 El ángel le dijo:

—No tengas miedo, María, porque Dios está contento contigo. 31 ¡Escúchame! Quedarás embarazada y tendrás un hijo a quien le pondrás por nombre Jesús. 32 Tu hijo será un gran hombre, será llamado el Hijo del Altísimo y el Señor Dios lo hará rey, como a su antepasado David. 33 Reinará por siempre sobre todo el pueblo de Jacob y su reinado no tendrá fin.

34 Entonces María le dijo al ángel:

—¿Cómo puede suceder esto? Nunca he estado con ningún hombre.

35 El ángel le contestó:

—El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso al niño santo que va a nacer se le llamará Hijo de Dios. 36 También escucha esto: tu pariente Elisabet, aunque es de edad avanzada, tendrá un hijo. Decían que no podía tener hijos; sin embargo, está en el sexto mes de embarazo. 37 ¡Para Dios nada es imposible!

38 María dijo:

—Soy sierva del Señor, que esto suceda tal como lo has dicho.

Y el ángel se retiró.

María visita a Elisabet

39 Entonces, María se levantó y se fue de prisa hacia los cerros, a un pueblo de Judea. 40 Fue a la casa de Zacarías y saludó a Elisabet. 41 Cuando Elisabet escuchó el saludo de María, el bebé saltó dentro de ella. Entonces Elisabet se llenó del Espíritu Santo, y 42 gritó:

—¡Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres, y ha bendecido al bebé que tendrás! 43 ¿Quién soy yo para que la mamá de mi Señor venga a verme? 44 Cuando oí tu saludo, el bebé dentro de mí saltó de alegría. 45 El Señor te bendecirá porque creíste que sucedería lo que él te dijo.

María alaba a Dios

46 Entonces María dijo:

«Alabo al Señor con todo mi corazón.
47     Me alegro muchísimo en Dios, mi Salvador,
48 porque él tomó en cuenta a su humilde sierva.
    De ahora en adelante todo el mundo dirá que Dios me ha bendecido,
49 porque el Poderoso ha hecho grandes cosas por mí.
    ¡Su nombre es santo!
50 Su compasión para quienes lo respetan
    nunca falla.
51 Con su gran poder ha hecho obras grandiosas:
    dispersó a los orgullosos que se creen mucho.
52 Dios humilló a los gobernantes,
    y colocó en lugar de honor a los humildes.
53 Les dio comida a los hambrientos
    y despidió a los ricos con las manos vacías.
54 Vino a ayudar a su siervo Israel.
    No olvidó su promesa de mostrarnos compasión,
55 tal como se lo prometió a nuestros antepasados,
    a Abraham y a sus hijos para siempre».

56 María estuvo con Elisabet alrededor de tres meses y luego regresó a su casa.

Nacimiento de Juan el Bautista

57 Cuando llegó el momento de dar a luz, Elisabet tuvo un hijo. 58 Sus vecinos y parientes se alegraron con ella al escuchar que el Señor había sido tan bueno con ella. 59 A los ocho días de nacido, cuando el niño iba a ser circuncidado, vinieron, y querían ponerle por nombre Zacarías, como su papá. 60 Pero la mamá levantó la voz y dijo:

—¡No! Su nombre debe ser Juan.

61 Ellos le dijeron:

—Ninguno de tus familiares se llama así.

62 Entonces, por señas le preguntaron a Zacarías qué nombre le quería poner a su hijo. 63 Pidió que le trajeran una tabla en la que escribió: «Su nombre es Juan». Todos se quedaron atónitos. 64 Inmediatamente se le soltó la lengua y empezó a hablar y a alabar al Señor. 65 Todos los vecinos se atemorizaron. Se corrió la voz de lo sucedido por toda la región montañosa donde vivían en Judea. 66 La gente se preguntaba: «¿Qué llegará a ser este niño?» Porque estaba claro que el poder del Señor estaba con él.

Zacarías alaba a Dios

67 Entonces Zacarías, el papá del niño, se llenó del Espíritu Santo y profetizó:

68 «Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
    porque ha venido a ayudar a su pueblo y a liberarlo.
69 Nos ha dado un Salvador poderoso
    de la familia de su siervo David,
70 tal como lo prometió en el pasado
    por medio de sus santos profetas.
71 Prometió salvarnos de nuestros enemigos
    y del poder de todos los que nos odian.
72 También prometió que tendría compasión de nuestros antepasados
    y que no olvidaría el pacto santo que hizo con ellos.
73 El pacto era la promesa que le hizo
    a nuestro antepasado Abraham.
Prometió liberarnos
74     del poder de nuestros enemigos
    para que podamos adorarle sin ningún temor.
75 Dios quiere que le adoremos con un corazón puro
    y que practiquemos la justicia toda nuestra vida.

76 »En cuanto a ti, hijito mío, te llamarán profeta del Dios Altísimo.
    Irás delante del Señor para prepararle el camino.
77 Tú le anunciarás a su pueblo que él los salvará
    por medio del perdón de sus pecados.

78 »Porque por el amor y la compasión de Dios,
    nos mandará del cielo un nuevo día.
79 Iluminará a los que viven en la oscuridad
    atemorizados por la muerte.
Su luz guiará nuestros pasos
    hacia el camino que lleva a la paz».

80 El niño crecía y se fortalecía espiritualmente[ap]. Vivió en el desierto[aq] hasta el día en que se presentó ante el pueblo de Israel.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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