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Bible in 90 Days

An intensive Bible reading plan that walks through the entire Bible in 90 days.
Duration: 88 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
2 Reyes 4:38-15:26

Eliseo y la sopa envenenada

38 Eliseo otra vez fue a Guilgal en una época de gran escasez de alimentos en el país. El grupo de profetas estaba sentado ante Eliseo, quien le dijo a su siervo:

—Pon una olla grande en el fogón y haz sopa para los profetas.

39 Uno de los profetas salió al campo para juntar unas hierbas y encontró una planta de calabazas silvestres. Juntó las calabazas en su ropa y las llevó, las cortó y las cocinó en la sopa sin saber qué eran. 40 Sirvieron a los hombres para que comieran, pero cuando empezaron a comer, gritaron:

—Esta sopa está envenenada.

Y ya no comieron más.

41 Pero Eliseo dijo:

—Tráiganme harina.

Eliseo añadió la harina en la sopa y dijo:

—Dénsela a la gente para que coma.

Y la sopa no les hizo daño.

Eliseo alimenta a unos profetas

42 Un hombre llegó de Baal Salisá con pan hecho de la primera cosecha para el hombre de Dios. Había 20 panes de cebada y grano entero en una bolsa. Entonces Eliseo dijo:

—Dáselo a la gente para que coma.

43 El siervo de Eliseo respondió:

—¿Qué me dices? Aquí hay más de 100 hombres. ¿Cómo voy a alimentar con esta comida a todos ellos?

Pero Eliseo insistió:

—Dale la comida a la gente para que coma. El SEÑOR dice: “Comerán suficiente y habrá comida de sobra”.

44 El siervo de Eliseo puso la comida a disposición del grupo de profetas. Comieron suficiente y hubo de sobra. Ocurrió tal como el SEÑOR había dicho.

Enfermedad de Naamán

Naamán, general del ejército del rey de Siria, era muy importante y valioso para su rey[a] porque el SEÑOR lo usó para darle victoria a Siria. Pero aunque Naamán era un hombre importante y poderoso, sufría de lepra.

En uno de los ataques que hacía el ejército de Siria contra Israel capturaron a una niña israelita. Ella pasó a ser sirvienta de la esposa de Naamán. La niña le dijo a su dueña:

—Si tan sólo mi señor conociera el profeta que vive en Samaria, le podría quitar la lepra a Naamán.

Naamán se acercó a su rey y le habló de lo que le había dicho la israelita.

El rey de Siria le dijo:

—Ve ahora, que yo le mandaré una carta al rey de Israel.

Así que Naamán se fue a Israel. Llevó de regalo 30 000 monedas[b] de plata, 6000 monedas de oro y diez mudas de ropa. Naamán llevó la carta del rey de Siria al rey de Israel. La carta decía: “Sirva la presente para hacerte saber que te mando a mi siervo Naamán para que lo cures de su lepra”.

Cuando el rey de Israel leyó la carta, rompió su vestido y dijo:

—¿Acaso soy Dios? No tengo poder sobre la vida y la muerte para que el rey de Siria me mande un hombre para que lo sane de lepra. Fíjense bien que lo que quiere es atacarme.

Eliseo, el hombre de Dios, escuchó que el rey de Israel había roto su vestido, así que le mandó este mensaje: «¿Por qué rompiste tu vestido? Que Naamán venga a mí y entonces sabrá que hay profeta en Israel».

Entonces Naamán fue con sus caballos y carruajes a donde vivía Eliseo y se quedó esperando fuera de la casa. 10 Eliseo le mandó un mensajero que le dijo: «Anda y lávate en el río Jordán siete veces y se te sanará la piel; quedarás puro y limpio».

11 Naamán se enojó y se fue, diciendo:

—Pensé que Eliseo saldría y se pararía delante de mí, pediría en el nombre del SEÑOR su Dios y luego pasaría la mano sobre mi cuerpo para sanar la lepra. 12 Los ríos de Damasco, el Abaná y el Farfar son mejores que toda el agua de Israel, ¿por qué no me puedo bañar en aquellos ríos de Damasco y limpiarme ahí?

Naamán se enojó mucho y dio media vuelta para irse.

13 Pero los siervos de Naamán fueron y le dijeron:

—Señor[c], si el profeta le hubiera dicho que hiciera algo muy difícil lo habría hecho, ¿no es cierto? Con más razón ahora que sólo le dijo: “Lávate y quedarás puro y limpio”.

14 Así que Naamán hizo lo que el hombre de Dios había dicho. Bajó y se lavó en el Jordán siete veces, ¡y quedó puro y limpio! Su piel se volvió tan suave como la de un bebé.

15 Naamán y su gente volvieron para ver al hombre de Dios. Se detuvo ante Eliseo y le dijo:

—Mira, ahora sé que no hay ningún otro Dios en el mundo, excepto en Israel. Acepta un regalo de mi parte, por favor.

16 Pero Eliseo le dijo:

—Te aseguro como que existe el SEÑOR, al cual yo sirvo, que yo no aceptaré ningún regalo.

Naamán trató de obligar a Eliseo a que aceptara el regalo, pero Eliseo lo rehusó. 17 Entonces Naamán dijo:

—Si no aceptas el regalo, entonces, al menos haz que se me dé tierra para llenar la carga de mis dos mulas,[d] porque nunca más ofreceré sacrificios que deben quemarse completamente ni ofrendas a ningún otro dios. Sólo ofreceré sacrificios al SEÑOR. 18 Ahora ora al SEÑOR para que me perdone esto: Cuando en el futuro mi señor, el rey, vaya al templo del dios Rimón para adorarlo, el rey querrá apoyarse en mí; así que tendré que arrodillarme en el templo de Rimón. Te ruego que le pidas al SEÑOR que me perdone cuando me toque hacer eso. 19 Entonces Eliseo le dijo a Naamán:

—Vete en paz.

Naamán se fue del lado de Eliseo y había recorrido una distancia no muy larga, 20 cuando Guiezi, el siervo de Eliseo, el hombre de Dios, se dijo: «Mi señor se despidió de Naamán el sirio sin aceptar el regalo que trajo. Tan seguro como que el SEÑOR existe, que iré tras él a ver qué consigo de él». 21 Entonces Guiezi corrió tras Naamán.

Naamán vio que alguien lo seguía. Se bajó del carruaje para encontrarse con Guiezi. Naamán le dijo:

—¿Está bien todo?

22 Guiezi le dijo:

—Sí, todo está bien. Mi amo me mandó a decirle esto: “Mira, dos jóvenes del grupo de profetas de la región montañosa de Efraín han venido a verme. Por favor, dales 3000 monedas[e] de plata y unas mudas de ropa”.

23 Naamán dijo:

—Por favor, toma 6000.

Naamán convenció a Guiezi de que se llevara la plata. Puso las 6000 monedas de plata en dos bolsas y le dio las mudas de ropa. Naamán les entregó todo esto a sus siervos para que lo llevaran delante de Guiezi. 24 Al pasar la cima del cerro, Guiezi les recibió todo a los siervos, los despidió y escondió todo en la casa.

25 Guiezi entró a hablar con su amo. Eliseo le dijo a Guiezi:

—¿A dónde fuiste, Guiezi?

Guiezi le contestó:

—A ninguna parte.

26 Eliseo le dijo a Guiezi:

—¡Mentira! En mi mente vi cuando el hombre se dio vuelta en su carruaje para verte. No es el momento de aceptar dinero, ropa, aceitunas, uvas, ovejas, ganado, ni hombres ni mujeres como siervos. 27 Ahora tú y tus hijos contraerán la enfermedad de Naamán. ¡Siempre tendrás la lepra!

Desde el momento que Guiezi salió de ahí, su piel quedó tan blanca como la nieve y quedó enfermo de lepra.

Eliseo y el hacha

Los discípulos de los profetas le dijeron a Eliseo:

—El lugar donde nos estamos quedando aquí es demasiado pequeño. Vamos al río Jordán y que cada uno traiga madera. Construiremos ahí un lugar donde vivir.

Eliseo contestó:

—Vayan pues.

Uno de ellos le dijo:

—Por favor, ven con nosotros.

Eliseo le dijo:

—Muy bien, iré.

Entonces Eliseo fue con ellos. Al llegar al río Jordán, comenzaron a cortar la madera. Pero mientras un hombre daba hachazos a un árbol, se le cayó el hacha de la manga y gritó:

—¡Ay, señor! Era un hacha prestada.

El hombre de Dios le dijo:

—¿Por dónde cayó?

El hombre le indicó a Eliseo el lugar donde se le había caído el hacha. Entonces Eliseo cortó un palo y lo tiró al agua. El palo hizo que el hacha de hierro flotara. Eliseo le dijo:

—Agárrala.

El hombre extendió la mano y la agarró.

Israel captura la tropa de Siria

El rey de Siria estaba en guerra contra Israel. En una reunión con su consejo dijo: «En tal y tal lugar tendré mi campamento». Pero el hombre de Dios le mandó un mensaje al rey de Israel. Eliseo le dijo: «Ten cuidado. No pasen por ese lugar porque los sirios están escondidos ahí». 10 El rey de Israel advirtió a los hombres del lugar lo que el hombre de Dios le había indicado y así algunas veces salvó a varios hombres. 11 Debido a esto, el rey de Siria se enojó mucho. Convocó a sus siervos y les dijo:

—Díganme quién de entre los nuestros está a favor del rey de Israel.

12 Uno de los oficiales del rey de Siria le respondió:

—Mi señor y rey, ninguno de nosotros es un espía. Eliseo, el profeta de Israel, le declara al rey de Israel muchas cosas secretas, hasta lo que usted dice en su dormitorio.

13 El rey de Siria ordenó:

—Vayan y busquen a Eliseo.

Los siervos le dijeron al rey de Siria:

—Eliseo está en Dotán.

14 Entonces el rey de Siria mandó caballos, carros y una tropa numerosa a Dotán. Llegaron en la noche y rodearon la ciudad. 15 El siervo de Eliseo se levantó esa mañana. Al salir de la casa, vio un ejército rodeando la ciudad con caballos y carros.

El siervo le dijo a Eliseo:

—¿Qué vamos a hacer ahora, señor mío?

16 Eliseo le dijo:

—No tengas miedo. El ejército que lucha por nosotros es más grande que el que lucha por ellos.

17 Entonces Eliseo oró y dijo:

—SEÑOR, abre los ojos de mi siervo para que pueda ver.

El SEÑOR abrió los ojos del joven y el siervo vio que la montaña estaba llena de carros de fuego y caballos que rodeaban a Eliseo.

18 Ya los sirios se acercaban hasta donde estaba Eliseo, entonces él oró al SEÑOR y dijo:

—Te pido que dejes ciega a esta gente.

Así que él hizo lo que Eliseo le había pedido. Dejó ciego al ejército sirio. 19 Eliseo le dijo al ejército: «Van por el camino equivocado, esta no es la ciudad correcta. Síganme, que yo los llevaré al hombre que están buscando». Entonces Eliseo los llevó a Samaria.

20 Cuando llegaron a Samaria, Eliseo dijo: «SEÑOR, abre los ojos de estos hombres para que vean».

El SEÑOR entonces abrió sus ojos y el ejército Sirio vio que estaban en la ciudad de Samaria. 21 El rey de Israel vio al ejército sirio y le dijo a Eliseo:

—¿Los mato, padre mío, los mato?

22 Eliseo respondió:

—No, no los mates. ¿Acaso vas a matarlos con tu espada y con tu arco como si fueran prisioneros que tú mismo capturaste? Dales pan y agua. Que coman y beban y regresen a casa al que los mandó.

23 El rey de Israel preparó mucha comida para el ejército sirio. Después de comer y beber, los mandaron de nuevo a su amo. Los sirios no mandaron más soldados a atacar a Israel.

La hambruna en Samaria

24 Después de esto, Ben Adad, rey de Siria, reunió a todo su ejército y rodeó y atacó la ciudad de Samaria. 25 Los soldados no permitían que nadie entrara a la ciudad con alimentos, por eso hubo una gran escasez de alimentos en la ciudad. Fue tanta el hambre que la cabeza de un burro se vendía por 80 monedas[f] de plata y un cuarto de litro de estiércol por cinco monedas de plata.

26 El rey de Israel estaba caminando por el muro de la ciudad y escuchó una mujer que gritó:

—Mi señor y rey, por favor, ayúdame.

27 El rey de Israel le dijo:

—Si el SEÑOR no te ayuda, ¿cómo puedo ayudarte? No te puedo dar grano del lugar donde se trilla ni vino del lugar donde se pisa la uva.

28 En seguida el rey le preguntó:

—¿Pero qué te pasa?

Ella dijo:

—Esta mujer me dijo: “Dame a tu hijo y nos lo comeremos hoy, y mañana comeremos el mío”. 29 Así que hervimos a mi hijo y nos lo comimos. Al otro día le dije: “Dame a tu hijo para que lo comamos, pero ella lo escondió”.

30 Cuando el rey escuchó lo que le dijo la mujer, rompió su vestido. Mientras caminaba por el muro, la gente vio que llevaba como ropa interior la ropa áspera que significaba que estaba triste. 31 El rey dijo: «¡Que Dios me castigue si no le corto la cabeza a Eliseo hijo de Safat antes de que se acabe este día!»

32 El rey mandó un mensajero a Eliseo, quien se encontraba sentado en su casa junto con los ancianos. Antes de que llegara el mensajero, Eliseo les dijo a los ancianos: «Miren, aquel hijo de asesino me manda alguien para cortarme la cabeza. Cuando llegue el mensajero, cierren la puerta y asegúrenla contra él, no lo dejen entrar. Ya oigo los pasos de su amo detrás de él».

33 Mientras Eliseo estaba con los ancianos, llegó el mensajero[g] con este mensaje:

—Los problemas que tenemos vienen del SEÑOR. ¿Qué más puedo esperar del SEÑOR?

Eliseo respondió:

—¡Escuchen el mensaje del SEÑOR! El SEÑOR dice: “Mañana a estas horas, a la entrada de la ciudad, se podrán comprar 3 kilos[h] de harina fina por tan solo una moneda de plata[i], y 6 kilos de cebada por el mismo precio”.

Entonces el oficial ayudante del rey le contestó al hombre de Dios:

—Eso no ocurriría ni aunque el SEÑOR abriera las ventanas del cielo.

Eliseo le dijo:

—Lo verás con tus propios ojos, pero no podrás comer nada.

Cuatro leprosos que estaban en la puerta de la ciudad se dijeron unos a otros:

—¿De qué nos sirve estar aquí sentados esperando la muerte? No hay comida en Samaria y si entramos a la ciudad, allí moriremos. Si nos quedamos aquí también nos moriremos. Mejor vayamos al campamento sirio. Si nos dejan vivir, bien. Si nos matan, pues que nos maten.

Así que esa tarde los cuatro leprosos fueron al campamento de los sirios. Cuando llegaron al borde del campamento, no había nadie. El Señor había hecho que los sirios escucharan el sonido de carros, caballos y un gran ejército. Por eso los sirios se dijeron: «El rey de Israel contrató a los hititas y a los egipcios para atacarnos» y salieron huyendo esa tarde dejando todo atrás. Abandonaron sus carpas, caballos y asnos, y escaparon.

Los leprosos se acercaron al borde del campamento y entraron a una carpa. Después de haber comido y bebido, se llevaron de ahí plata, oro y ropa. Entonces fueron y escondieron algunas cosas. Luego entraron a otra carpa y se llevaron cosas de ahí y las escondieron. Entonces se dijeron unos a otros: «No estamos actuando bien. Hoy es un día de buenas noticias y nosotros guardamos silencio. Si esperamos hasta el amanecer, se descubrirá que somos culpables. Entremos ahora al palacio y demos aviso».

10 Así que los hombres se acercaron a los porteros de la ciudad y les dijeron: «Nosotros fuimos al campamento de los sirios y, mira, no hay nadie. No se escucha nada, sólo el ruido de los caballos y de los asnos que están atados. Las carpas las dejaron tal como estaban».

11 Los porteros, gritando la noticia, avisaron al palacio. 12 Como era de noche, el rey se levantó y dijo a sus siervos:

—Déjenme decirles lo que los soldados sirios intentan hacer. Saben que estamos pasando hambre, así que han salido del campamento y se han escondido en el campo, pensando: “Cuando los israelitas salgan de la ciudad, los atraparemos y entraremos en la ciudad”.

13 Uno de los oficiales del rey dijo:

—Que envíen hombres en cinco de los caballos que queden. Después de todo, van a morir como toda la gente de Israel. Mandémoslos para que podamos averiguar.

14 Así que los hombres tomaron dos carros con caballos. El rey mandó a los hombres tras el ejército de los sirios, diciéndoles:

—Vayan a ver qué fue lo que pasó.

15 Los hombres buscaron el ejército sirio hasta el río Jordán. Por todo el camino había ropa y armas abandonadas. Los sirios habían tirado todo mientras se apuraban por el camino. Los mensajeros regresaron a Samaria y le informaron al rey.

16 Entonces la gente salió al campamento de los sirios. El resultado fue que 3 kilos de harina fina se vendían por una sola moneda de plata y 6 kilos de cebada se vendían por una sola moneda de plata también, tal como el SEÑOR había dicho.

17 El rey mandó a uno de sus oficiales ayudantes a la puerta de la ciudad, pero la gente lo pisoteó y murió. Todo ocurrió tal como el hombre de Dios había dicho cuando el rey había ido a la casa de Eliseo. 18 Eliseo había dicho: «Se podrán comprar 3 kilos de harina fina por tan solo una moneda de plata y 6 kilos de cebada se podrán comprar también por el mismo precio en el mercado que está en la puerta de Samaria». 19 Pero ese oficial le había dicho al hombre de Dios: «Eso no ocurriría ni aunque el SEÑOR abriera las ventanas del cielo». Y Eliseo le dijo al oficial: «Lo verás con tus propios ojos, pero no podrás comer nada». 20 Y eso le sucedió, pues murió cuando el pueblo lo pisoteó en la puerta de la ciudad.

El rey y la sunamita

Eliseo habló con la mujer a cuyo hijo él había revivido. Le dijo:

—Tú y tu familia deben mudarse a otro país, porque el SEÑOR ha decidido que va a haber una hambruna aquí. Durará unos siete años.

Así que la mujer hizo lo que el hombre de Dios le había dicho. Se fue a vivir con su familia a la tierra de los filisteos por unos siete años. Después de ese tiempo regresó a su tierra y fue a hablar con el rey para averiguar cómo recuperar su casa y tierras.

El rey estaba conversando con Guiezi, el siervo del hombre de Dios. El rey le decía a Guiezi:

—Por favor, cuéntame todas las cosas maravillosas que Eliseo ha hecho.

Guiezi habló acerca de aquella vez que Eliseo resucitó a un muerto. En eso, la mujer a cuyo hijo Eliseo había revivido se acercó al rey, pues quería recuperar su casa y tierra. Guiezi la vio y dijo:

—¡Mi señor y rey, esta es la mujer y este es el hijo que Eliseo volvió a la vida!

El rey le preguntó lo que ella quería y luego le asignó un funcionario para que se encargara de que se le devolviera todo lo que le pertenecía. Inclusive, todas las cosechas producidas desde que se fue de Israel hasta el día que regresó.

Ben Adad y Jazael

Después Eliseo se fue a Damasco. Ben Adad, rey de Siria, estaba enfermo y se le informó que había llegado el hombre de Dios. Entonces el rey Ben Adad le dijo a Jazael:

—Lleva un regalo y ve al encuentro del hombre de Dios. Pídele que le pregunte al SEÑOR si me voy a recuperar de esta enfermedad o no.

Entonces Jazael salió al encuentro de Eliseo llevándole un regalo de todo lo bueno que hay en Damasco. Se necesitaron 40 camellos para cargar todo. Al acercarse a Eliseo, Jazael le dijo:

—Tu seguidor[j], Ben Adad, rey de Siria, me mandó preguntarte si se va a recuperar de su enfermedad.

10 Entonces Eliseo le dijo a Jazael:

—Anda y dile a Ben Adad que se va a recuperar, pero la verdad es que el SEÑOR me dijo que de todos modos va a morir.

11 Eliseo miró fijamente a Jazael hasta que le dio vergüenza a Jazael. El hombre de Dios comenzó a llorar. 12 Jazael le preguntó:

—Señor, ¿por qué lloras?

Eliseo le contestó:

—Lloro porque yo sé el mal que le vas a hacer a los israelitas. Incendiarás sus ciudades fortificadas. Matarás a filo de espada a sus jóvenes y a sus bebés y abrirás los vientres de las mujeres embarazadas.

13 Jazael le dijo:

—Yo no soy más que un perro, ¿cómo puedo yo hacer tales cosas?

Eliseo le contestó:

—El SEÑOR me mostró que serás rey de Siria.

14 Entonces Jazael se retiró de donde estaba Eliseo y se fue a ver al rey.[k] Ben Adad le preguntó a Jazael:

—¿Qué te dijo Eliseo?

Jazael le contestó:

—Eliseo me dijo que vivirás.

15 Pero al día siguiente Jazael tomó un trapo mojado, cubrió la cara de Ben Adad y lo asfixió. Al morir Ben Adad, Jazael reinó en su lugar.

Reinado de Jorán en Judá

(2 Cr 21:1-20)

16 Jorán hijo de Josafat comenzó a reinar en Judá en el quinto año del reinado de Jorán hijo de Acab, rey de Israel.[l] 17 Jorán tenía 32 años cuando comenzó su reinado y gobernó ocho años en Jerusalén. 18 Pero Jorán se comportó como los reyes de Israel e hizo lo que no le agradaba al SEÑOR. Jorán se comportó como la familia de Acab porque su esposa era hija de Acab. 19 Pero el SEÑOR no destruyó a Judá por la promesa que le había hecho a su siervo David. Pues le había dicho que alguien de la familia de David reinaría siempre en su lugar.

20 En la época de Jorán, el país de Edom se rebeló contra Judá y nombró a su propio rey. 21 Entonces Jorán fue a Zaír con todos sus carros de combate, pero el ejército edomita lo rodeó. Jorán y sus oficiales lograron abrirse paso durante la noche, pero los soldados de Jorán huyeron cada uno a su casa. 22 Así Edom se rebeló contra Judá y hasta el día de hoy mantiene su independencia. Por la misma época, Libná también se rebeló contra Judá.

23 Todo lo que hizo Jorán está escrito en Las crónicas de los reyes de Judá. 24 Jorán murió y fue sepultado con sus antepasados en la Ciudad de David. Ocozías hijo de Jorán reinó en su lugar.

Reinado de Ocozías en Judá

(2 Cr 22:1-6)

25 Ocozías hijo de Jorán comenzó a reinar en Judá en el año doce del reinado de Jorán[m] hijo de Acab, rey de Israel. 26 Ocozías tenía 22 años cuando comenzó a reinar, y gobernó un año en Jerusalén. Su mamá se llamaba Atalía, la cual era la hija de Omrí, rey de Israel. 27 Ocozías hizo lo que no le agradaba al SEÑOR. Hizo muchas maldades al estilo de lo que hacía la familia de Acab porque su esposa era de la familia de Acab.

28 Ocozías se alió con Jorán hijo de Acab para luchar en Ramot de Galaad contra Jazael, rey de Siria, pero los sirios hirieron a Jorán. 29 Por eso el rey Jorán tuvo que regresar a Jezrel, para recuperarse de sus heridas. Ocozías hijo de Jorán, rey de Judá, fue a visitarlo.

Se consagra a Jehú como rey de Israel

El profeta Eliseo llamó a uno de los discípulos de los profetas y le dijo:

—Prepárate, toma este frasco en tu mano y ve a Ramot de Galaad. Al llegar ahí, busca a Jehú, el hijo de Josafat y nieto de Nimsi. Apártalo de sus hermanos y llévalo a un cuarto. Toma el frasco de aceite, derrámaselo sobre la cabeza y dile: “Así dice el SEÑOR: Te consagro como el nuevo rey de Israel”. Luego corre rápido y escapa. No te detengas para nada.

Entonces este joven profeta fue a Ramot de Galaad. Cuando llegó el joven, vio que todos los capitanes del ejército estaban sentados y dijo:

—Capitán, tengo un mensaje para usted.

Jehú le preguntó:

—¿Para cuál de nosotros es el mensaje?

El joven le dijo:

—Para usted, señor.

Jehú se levantó y entró a la casa. Entonces el joven profeta derramó el aceite la cabeza de Jehú y le dijo: «El SEÑOR Dios de Israel dice: “Te consagro como el nuevo rey de Israel, el pueblo del SEÑOR. Tienes que destruir a la familia de tu rey Acab y así castigaré a Jezabel por la muerte de mis siervos los profetas y la de todos los siervos del SEÑOR que fueron asesinados. Así toda la familia de Acab morirá. No quedará en Israel ningún hijo de la familia de Acab, sea esclavo o libre. La familia de Acab terminará como la familia de Jeroboán hijo de Nabat y como la familia de Basá hijo de Ahías. 10 Los perros se comerán a Jezabel en el área de Jezrel, y nadie le dará sepultura”».

Y el joven profeta abrió la puerta y salió corriendo.

Los siervos proclaman rey a Jehú

11 Jehú regresó a los oficiales del rey. Uno de ellos le preguntó a Jehú:

—¿Está todo bien? ¿A qué se te acercó ese loco?

Jehú contestó a los oficiales:

—Ya lo conocen a él y las locuras que dice.

12 Los oficiales dijeron:

—¡No! Dinos la verdad. ¿Qué te dijo?

Jehú les contó a los oficiales lo que el joven profeta le había dicho. Jehú dijo:

—Me dijo esto y esto, y: “El SEÑOR dice: Te he consagrado como el nuevo rey de Israel”.

13 Entonces cada oficial se quitó el manto y lo puso en las gradas ante Jehú. Tocaron la trompeta y proclamaron: «¡Viva el rey Jehú!»

14 Así que Jehú, hijo de Josafat y nieto de Nimsi, conspiró contra Jorán.

En aquel tiempo Jorán y los israelitas estaban defendiendo a Ramot de Galaad contra el ataque de Jazael, rey de Siria. 15 El rey Jorán había luchado contra Jazael, rey de Siria. Pero los sirios lo habían herido, y el rey se había ido a Jezrel para curarse las heridas. Entonces Jehú les dijo a los oficiales:

—Si están de acuerdo con que yo sea el nuevo rey, entonces no permitan que nadie se escape de la ciudad para contar las noticias en Jezrel.

16 Jorán estaba descansando en Jezrel, así que Jehú subió a su carro y se fue hasta Jezrel. Ocozías, rey de Judá, también había ido a Jezrel para ver a Jorán. 17 Un guarda estaba parado en la torre de Jezrel. Cuando vio acercarse al grupo de Jehú, avisó:

—¡Viene mucha gente!

Entonces Jorán dijo:

—Manden a su encuentro un mensajero a caballo para averiguar si vienen en son de paz.

18 Así que el mensajero fue al encuentro de Jehú y le dijo:

—El rey Jorán te pregunta: “¿Vienes en son de paz?”

Jehú le dijo:

—A ti no te concierne si vengo en son de paz. Ven y sígueme.

El guarda le avisó a Jorán:

—El mensajero salió al encuentro del grupo, pero no regresó.

19 Entonces Jorán mandó un segundo mensajero a caballo. Se acercó al grupo de Jehú y les dijo:

—El rey Jorán dice: “Paz”.[n]

Jehú contestó:

—A ti no te concierne si vengo en son de paz. Ven y sígueme.

20 El guarda avisó a Jorán:

—El segundo mensajero no ha vuelto. Hay un hombre manejando un carro como loco, a la manera de Jehú hijo de Nimsi.

21 Jorán dijo:

—¡Tráiganme el carro!

Así que los siervos trajeron el carro de Jorán. Tanto Jorán, rey de Israel, como Ocozías, rey de Judá, subieron a sus carros y salieron al encuentro de Jehú. Se encontraron con Jehú en la propiedad de Nabot de Jezrel.

22 Jorán vio a Jehú y le preguntó:

—¿Vienes en son de paz, Jehú?

Jehú contestó:

—No hay paz mientras tu mamá Jezabel siga cometiendo prostitución y brujería.

23 Jorán se dio media vuelta para escapar y le dijo a Ocozías:

—¡Traición, Ocozías!

24 Pero Jehú agarró su arco y le disparó a Jorán en la espalda, penetrando su corazón. Jorán cayó muerto en su carro. 25 Jehú le dijo a Bidcar, el oficial ayudante que manejaba su carro:

—Lleva el cuerpo de Jorán y tíralo al viñedo de Nabot de Jezrel. Recuerda que cuando tú y yo cabalgábamos con su papá Acab, el SEÑOR dijo que eso iba a ocurrir. 26 El SEÑOR dijo: “Ayer vi la sangre de Nabot y sus hijos, y así castigaré a Acab en este campo, dijo el SEÑOR”. Así que lleva el cuerpo de Jorán y tíralo en el campo, tal como dijo el SEÑOR.

27 Cuando Ocozías, rey de Judá, vio todo esto, intentó escapar por la casa del jardín, pero Jehú lo persiguió, diciendo:

—¡Mátenlo también a él!

Hirieron a Ocozías mientras este huía en su carro en el camino hacia Gur cerca de Ibleam. Alcanzó a llegar a Meguido, pero allí murió. 28 Los siervos de Ocozías llevaron su cuerpo en el carro hasta Jerusalén y lo sepultaron en la tumba con sus antepasados en la Ciudad de David.

29 Ocozías había comenzado a reinar en Judá en el undécimo año del reinado de Jorán hijo de Acab en Israel.

Muerte de Jezabel

30 Jehú se acercó a Jezrel, y Jezabel se enteró de las noticias. Se maquilló los ojos, arregló su cabello y se asomó por la ventana. 31 Cuando Jehú entró en la ciudad, Jezabel le dijo:

—Hola, Zimri[o]. Al igual que él, mataste a tu amo.

32 Jehú miró hacia la ventana y dijo:

—¿Quién está de mi lado? ¿Quién?

Entonces se asomaron dos o tres eunucos, 33 y Jehú les dijo:

—¡Arrojen a Jezabel!

Entonces los eunucos arrojaron a Jezabel por la ventana. La sangre de Jezabel salpicó las paredes y los caballos pisotearon su cuerpo. 34 Entonces Jehú entró en la casa para comer y beber, y dijo:

—Ahora encárguense de esa maldita mujer y sepúltenla, porque al fin y al cabo era hija de un rey.

35 Cuando los hombres salieron a sepultar a Jezabel, no encontraron su cadáver. Sólo encontraron el cráneo, los pies y las palmas de sus manos. 36 Le comentaron esto a Jehú, quien les dijo:

—El SEÑOR le había dicho a su siervo Elías el tisbita: “Los perros se comerán el cuerpo de Jezabel en Jezrel. 37 Su cuerpo será como un campo donde se guarda estiércol en Jezrel y nadie podrá reconocerlo”.

Jehú escribe a los líderes de Samaria

10 Acab tenía 70 hijos en Samaria. Jehú escribió unas cartas y las mandó a Samaria para los líderes y ancianos de la ciudad,[p] y para los tutores de los hijos de Acab, diciendo: «Reconozco que ustedes están en una posición ventajosa, tienen a los hijos de su señor con ustedes, también los carros, los caballos, una ciudad fortificada y armas. Así que en cuanto les llegue esta carta, elijan al mejor y más capaz de los hijos de su señor y luchen a favor de la dinastía de su señor».

Sin embargo, los líderes y los ancianos de Jezrel se atemorizaron y dijeron: «Si dos reyes no pudieron detener a Jehú, mucho menos nosotros». Entonces el administrador del palacio de Acab, el gobernador de la ciudad, los ancianos líderes y los que tenían a cargo a los hijos del rey mandaron este mensaje a Jehú: «Somos sus siervos y haremos lo que usted diga. No vamos a declarar rey a nadie, así que haz lo que consideres mejor».

Muerte de los hijos de Acab

Entonces Jehú les escribió otra carta: «Si me apoyan y me obedecen, córtenles la cabeza a los hijos de Acab y tráiganmelas a Jezrel mañana a esta hora».

Acab tenía 70 hijos, los cuales estaban a cargo de los líderes de la ciudad que los habían criado. Cuando los líderes recibieron la carta, agarraron a los hijos del rey y los mataron a todos. Luego pusieron las cabezas en unos canastos y se las mandaron a Jehú que estaba en Jezrel. Un mensajero llegó a donde estaba Jehú y le dijo:

—Han traído las cabezas de los hijos del rey.

Entonces Jehú dijo:

—Pónganlas en dos montones en la puerta de la ciudad y déjenlas ahí hasta la mañana.

Al día siguiente Jehú salió y le dijo al pueblo:

—Ustedes son inocentes. Miren, yo hice planes en contra de mi señor y lo maté pero, ¿quién mató a todos estos hijos de Acab? 10 Sepan bien que todo lo que el SEÑOR dice, ocurre. El SEÑOR dijo de antemano por medio de Elías lo que le iba a suceder a la familia de Acab. Así que el SEÑOR ha hecho lo que dijo que iba a suceder.

11 Entonces Jehú mató a todos los familiares de Acab que vivían en Jezrel, a toda su gente importante, a sus amigos y a sus sacerdotes. No dejó con vida a ninguno de los que apoyaba a Acab.

Jehú mata a los familiares de Ocozías

12 Jehú salió de Jezrel y fue a Samaria. Por el camino, Jehú se detuvo en un lugar llamado el Campamento de los Pastores. 13 Jehú se encontró ahí con algunos familiares de Ocozías, rey de Judá, y les preguntó:

—¿Quiénes son ustedes?

Contestaron:

—Somos parientes de Ocozías, rey de Judá. Vinimos a visitar a los hijos del rey y a los hijos de la madre del rey.

14 Entonces Jehú dijo:

—¡Captúrenlos vivos!

Los hombres de Jehú capturaron ahí a los parientes de Ocozías. Eran 42, y Jehú los mató cerca de Bet Équed. No dejó a ninguno vivo.

15 Después de que Jehú salió de ahí, se encontró con Jonadab hijo de Recab. Jonadab iba a ver a Jehú, quien lo saludó y le dijo:

—¿Eres un amigo tan fiel como lo soy yo?

Jonadab contestó:

—Sí, lo soy.

Jehú le dijo:

—Si me eres fiel, dame tu mano.

Entonces Jehú agarró a Jonadab y lo metió en el carro.

16 Jehú le dijo:

—Ven conmigo y te mostraré mi decisión de compromiso con el SEÑOR.

Así que Jonadab fue con Jehú en su carro. 17 Jehú llegó a Samaria y mató a todos los de la familia de Acab que todavía quedaban vivos en Samaria. Hizo lo que el SEÑOR le había dicho a Elías.

Jehú elimina los adoradores de Baal

18 Jehú reunió a toda la gente y dijo:

—Acab sirvió a Baal poco, pero Jehú lo servirá mucho más. 19 Reúnan a todos los sacerdotes y profetas de Baal junto con todos los que lo adoran. Que no falte ninguno a la reunión. Voy a ofrecer un gran sacrificio y mataré a todo seguidor de Baal que no venga a la reunión.

Pero era un truco. Jehú quería destruir a los que adoraban a Baal. 20 Luego dijo:

—Preparen una asamblea solemne para Baal.

Entonces los sacerdotes proclamaron la reunión. 21 Jehú mandó un mensaje por toda la tierra de Israel y vinieron todos los que adoraban a Baal. Ninguno se quedó en casa y entraron al templo de Baal que se llenó de un extremo al otro.

22 Jehú les dijo a los encargados del guardarropa:

—Saquen trajes para todos los adoradores de Baal.

Así que ellos llevaron trajes para los adoradores de Baal.

23 Entonces Jehú y Jonadab hijo de Recab fueron al templo de Baal. Jehú les dijo a los adoradores de Baal:

—Observen bien y fíjense que no haya entre ustedes alguno que adore al SEÑOR, sino sólo los que adoran a Baal.

24 Los que adoraban a Baal entraron al templo de ese dios para ofrecer sacrificios y ofrendas que deben quemarse completamente.

Afuera del templo, Jehú puso 80 hombres y les dijo:

—Que no escape ninguno. El que deje escapar a alguno, lo pagará con su propia vida.

25 Inmediatamente después de ofrecerse el sacrificio que debe quemarse completamente, Jehú les ordenó a los guardas y a los capitanes:

—¡Vayan y maten a los adoradores de Baal! ¡Qué ninguno salga con vida del templo!

Entonces los capitanes mataron a filo de espada a los adoradores de Baal y arrojaron los cuerpos de allí. Luego los guardas y capitanes entraron al santuario del templo de Baal, 26 sacaron las piedras sagradas que estaban dentro del templo y las quemaron. 27 Derribaron los pilares del templo de Baal y lo convirtieron en un basurero, así como lo es hasta el día de hoy. 28 De esta manera Jehú acabó con la práctica de adorar a Baal en Israel. 29 Pero no se apartó completamente de los pecados que Jeroboán hijo de Nabat hizo cometer a todo Israel, pues Jehú no destruyó los becerros de oro que estaban en Betel y en Dan.

Reinado de Jehú en Israel

30 El SEÑOR le dijo a Jehú:

—Hiciste bien. Obedeciste lo que te ordené y destruiste a la familia de Acab, tal como yo quería que lo hicieras. Por eso tus descendientes reinarán en Israel por cuatro generaciones.

31 Pero Jehú no fue cuidadoso en cumplir con la ley del SEÑOR de todo corazón. Jehú no dejó de cometer el pecado de Jeroboán que llevó a pecar a Israel.

32 Por aquel tiempo, el SEÑOR comenzó a quitar partes del territorio de Israel y a dárselas a otras naciones. Jazael, rey de Siria, derrotó a los israelitas en todas las fronteras de Israel. 33 Conquistó todo el territorio al oriente del río Jordán, o sea el territorio de Galaad, incluso la tierra que pertenecía a las tribus de Gad, Rubén y Manasés. Ocupó también toda la tierra de Aroer por el valle de Arnón hasta Galaad y Basán.

34 Todas las demás cosas que hizo Jehú están escritas en Las crónicas de los reyes de Israel. 35 Jehú murió y fue sepultado con sus antepasados en Samaria. El hijo de Jehú, Joacaz, reinó en Israel. 36 Jehú había gobernado en Samaria durante 28 años.

Atalía mata a los hijos del rey en Judá

(2 Cr 22:10-23:21)

11 Atalía, la mamá de Ocozías, al ver que su hijo estaba muerto, mató a toda la familia del rey.

Josaba, la hija del rey Jorán y hermana de Ocozías, tomó a Joás, uno de los hijos del rey Ocozías, y mientras mataban a los otros niños lo escondió a él y a su niñera en su propio dormitorio. De esa forma Josaba y la niñera escondieron a Joás de Atalía y le salvaron la vida. Él permaneció escondido con ella seis años en el templo del SEÑOR. Durante ese tiempo Atalía reinó en Judá.

En el séptimo año, el sumo sacerdote Joyadá mandó llamar a los capitanes de los quereteos y a los guardias y los reunió en el templo del SEÑOR. Entonces Joyadá hizo un pacto con ellos, y les hizo jurar en el templo del SEÑOR y les mostró al hijo del rey.

Entonces Joyadá les dio esta orden: «Van a hacer lo siguiente: una tercera parte de ustedes vendrá cada día de descanso aquí y protegerá al hijo del rey aquí en el templo. Otra tercera parte estará en la puerta sur, y la otra tercera parte estará en la puerta detrás de la guardia. De esta manera serán como un muro protector para Joás. Al fin de cada día de descanso, dos terceras partes de ustedes harán guardia en el templo del SEÑOR y protegerán al rey Joás. Rodearán al rey en todo momento a dondequiera que vaya, cada uno arma en mano. Matarán a cualquiera que se acerque».

Los capitanes obedecieron al sacerdote Joyadá en todo lo que ordenó. Cada capitán tomó sus soldados. Cada uno reunió a sus hombres, tanto a los que estaban de servicio en el templo el día de descanso como a los que quedaban libres. Todos fueron al sacerdote Joyadá, 10 y él les dio lanzas y escudos. Eran las lanzas y escudos que David había puesto en el templo del SEÑOR. 11 Los guardas estaban siempre preparados armas en mano, a la derecha e izquierda del templo y alrededor del rey. 12 Luego sacaron a Joás, el hijo del rey, le pusieron la corona y le dieron el memorial del pacto entre el rey y Dios.[q] Entonces lo consagraron con aceite y lo proclamaron nuevo rey aplaudiendo y gritando: «¡Viva el rey!»

13 Atalía escuchó el ruido de los guardias y de la gente, así que salió a ver a la gente al templo del SEÑOR. 14 Atalía vio al rey junto a la columna donde normalmente se paraba el rey, a los líderes y a los hombres tocando trompetas en honor al rey. Vio también a la gente muy alegre. Entonces Atalía se rasgó el vestido y gritó: «¡Traición, traición!»

15 El sacerdote Joyadá ordenó a los capitanes que estaban a cargo de los soldados: «Lleven a Atalía fuera del área del templo y maten a sus seguidores, pero no los maten dentro del templo del SEÑOR».

16 Así que los soldados agarraron a Atalía y la mataron cuando pasó por la entrada de los caballos del palacio.

17 Entonces Joyadá hizo un pacto entre el SEÑOR, el rey y el pueblo, en el que se comprometían a ser el pueblo del SEÑOR. Joyadá también hizo un acuerdo entre el pueblo y el rey.

18 Luego todo el pueblo fue al templo de Baal. Destruyeron la estatua de Baal y sus altares. Los rompieron en muchos pedazos y mataron a Matán, el sacerdote de Baal, delante de uno de los altares.

Entonces el sacerdote Joyadá puso personal a cargo del mantenimiento del templo del SEÑOR. 19 El sacerdote condujo al pueblo desde el templo del SEÑOR hasta la residencia del rey, a través de la entrada de los guardias. Los quereteos y los capitanes iban junto al rey y el resto de la gente los seguía. El rey Joás se sentó en el trono. 20 Todo el pueblo estuvo contento y la ciudad quedó en paz después de que Atalía fue ejecutada a espada cerca de la casa del rey.

21 Joás tenía siete años cuando llegó a ser el rey.

Joás obedece la ley de Dios

12 Joás comenzó a reinar durante el séptimo año del reinado de Jehú en Israel. Joás reinó en Jerusalén 40 años. La mamá de Joás era Sibia de Berseba. Joás hizo lo que le agradaba al SEÑOR, lo obedeció toda su vida e hizo lo que el sacerdote Joyadá le enseñó. Pero no destruyó los santuarios sobre las colinas. La gente seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso en aquellos santuarios.

Joás les dijo a los sacerdotes: «Hay mucho dinero en el templo del SEÑOR. La gente ha dado ofrendas al templo, ha pagado el impuesto del templo cuando se les levantaba el censo y ha donado dinero al templo simplemente porque querían hacerlo. Tomen ustedes ese dinero y úsenlo para reparar el templo del SEÑOR. Cada sacerdote tomará el dinero que recibe de la gente a la que él sirve y lo usará para la reparación de los daños hechos al templo del SEÑOR».

Ya era el año 23 del reinado de Joás y los sacerdotes no habían reparado el templo. Entonces el rey Joás llamó al sacerdote Joyadá y a los demás sacerdotes y les dijo: «¿Por qué no han reparado lo que hay que reparar del templo? No tomen para ustedes el dinero de la gente que ofrenda. Ese dinero se usará para la reparación del templo».

Los sacerdotes estuvieron de acuerdo con no cobrarle más dinero al pueblo, pues no estaban preparados para la reparación del templo. El sacerdote Joyadá tomó una caja, le hizo una ranura en la tapa y la puso al lado derecho del altar. Donde uno entra a la casa del SEÑOR, ahí ponían los sacerdotes que cuidaban la puerta todo el dinero que entraba a la casa del SEÑOR. 10 Y sucedía que cuando el escriba y el sumo sacerdote veían la gran cantidad de dinero que estaba dentro de la caja, subían y contaban el dinero que había en el templo del SEÑOR. 11 Ellos entregaban el dinero que había sido pesado a los supervisores encargados de realizar la obra de la casa del SEÑOR, y ellos a su vez la hacían llegar a los carpinteros, constructores y a los que hacían el trabajo en la casa del SEÑOR. 12 Les pagaban a los albañiles y canteros, y a los que compraban madera y piedra para cortar y reforzar la parte caída del templo del SEÑOR, y todo lo que era necesario para hacer renovar el templo.

13 Pero con los fondos que se traían al templo del SEÑOR no se hicieron fuentes de plata, despabiladeras, platos hondos, ni ninguna fuente de oro ni plata para el templo del SEÑOR. 14 Porque a la gente que realizaba la obra de reforzar el templo del SEÑOR se le daba el dinero, 15 y no se tuvo que pedir cuentas a los hombres que administraban el dinero para darlo a los que realizaban la obra porque actuaban con diligencia.

16 El dinero de la ofrenda por la culpa y el sacrificio por el pecado no entraba al templo del SEÑOR, sino que era para los sacerdotes.

17 Entonces Jazael, rey de Siria, fue y atacó la ciudad de Gat y la conquistó. Luego hizo planes para atacar a Jerusalén.

18 Josafat, Jorán y Ocozías habían sido reyes de Judá, antepasados de Joás, habían regalado mucho al SEÑOR, y esos regalos se guardaban en el templo. Joás también había hecho muchos regalos. Entonces tomó todo lo que había guardado en el templo y en su propia casa y se lo envió a Jazael rey de Siria, y el rey de Siria se retiró de Jerusalén.

19 Todas las grandes obras que Joás realizó están escritas en Las crónicas de los reyes de Israel.

20 Los oficiales de Joás conspiraron en su contra y lo mataron en la casa de Milo por el camino que baja hasta Sila. 21 Josacar hijo de Simat y Jozabad hijo de Semer fueron los oficiales de Joás que lo asesinaron.

La gente sepultó a Joás con sus antepasados, en la Ciudad de David, y su hijo Amasías reinó en su lugar.

Joacaz desobedece la ley de Dios

13 Joacaz hijo de Jehú comenzó a ser rey de Israel en Samaria en el año 23 del reinado de Joás hijo de Ocozías, en Judá. Joacaz gobernó por 17 años. Joacaz hizo lo que no le gustaba al SEÑOR. Siguió con los pecados de Jeroboán hijo de Nabat, quien hizo pecar a Israel. No hizo nada para detener esas cosas. Entonces el SEÑOR se enojó con Israel y permitió que Jazael, rey de Siria, y su hijo Ben Adad consiguieran el control de Israel.

Entonces Joacaz rogó al SEÑOR que lo ayudara y el SEÑOR lo escuchó, pues vio las dificultades que atravesaba Israel debido a la opresión del rey de Siria. Entonces el SEÑOR mandó a un hombre para salvar a Israel, los libró de los sirios y pudieron volver a sus casas como antes. Los israelitas no dejaron de cometer los pecados de la familia de Jeroboán que llevaron a Israel al pecado. Los israelitas siguieron cometiendo los mismos pecados y mantuvieron los postes de Aserá en Samaria.

El rey de Siria derrotó al ejército de Joacaz y destruyó casi todo. Joacaz quedó tan sólo con 50 hombres de caballería, 10 carros de combate y 10 000 hombres de infantería. Los soldados de Joacaz eran como la paja esparcida por el viento en el tiempo de la trilla del grano.

Las grandes cosas que hizo Joacaz están escritas en Las crónicas de los reyes de Israel. Joacaz murió y fue sepultado con sus antepasados, lo sepultaron en Samaria y su hijo Joás reinó en su lugar.

Joás reina en Israel

10 Joás hijo de Joacaz llegó a ser rey de Israel en Samaria en el año 37 del reinado de Joás, rey de Judá. Joás gobernó a Israel durante 16 años. 11 Joás, rey de Israel, hizo lo que no le gustaba al SEÑOR. Siguió cometiendo los mismos pecados de Jeroboán hijo de Nabat, que habían hecho pecar a Israel. Joás siguió en las mismas. 12 Todas las grandes obras que hizo Joás y sus guerras contra Amasías, rey de Judá, están escritas en Las crónicas de los reyes de Israel. 13 Joás murió y fue sepultado con sus antepasados, los demás reyes de Israel. Jeroboán reinó en su lugar.

14 Eliseo estaba enfermo de muerte y Joás, rey de Israel, fue a visitarlo. Joás lloró por él y le dijo:

—¡Padre mío, padre mío! ¡Carro de Israel y su caballería![r]

15 Eliseo dijo a Joás:

—Toma un arco y unas flechas.

Joás tomó un arco y unas flechas. 16 Entonces Eliseo dijo al rey de Israel:

—Pon tu mano en el arco. Joás puso su mano en el arco. Entonces Eliseo puso sus manos en las manos del rey. 17 Eliseo le dijo:

—Abre la ventana que da al oriente. Joás abrió la ventana y Eliseo dijo:

—Dispara.

Joás disparó. Entonces Eliseo le dijo:

—Esa es la flecha de la victoria del SEÑOR. La flecha de la victoria sobre Siria. Tú los derrotarás en Afec y los destruirás.

18 Eliseo dijo nuevamente:

—Toma las flechas.

Joás tomó las flechas. Entonces Eliseo le dijo al rey de Israel:

—Dispara hacia la tierra.

Joás disparó tres veces y se detuvo. 19 El hombre de Dios[s] se enojó con Joás. Eliseo le dijo:

—¡Debías haber disparado cinco o seis veces! Entonces habrías derrotado a Siria hasta destruirla. Pero ahora derrotarás a Siria sólo tres veces.

20 Después de esto, Eliseo murió y lo sepultaron.

Una vez cada primavera, un grupo de soldados moabitas venían y atacaban a Israel. 21 Algunos israelitas estaban sepultando a alguien cuando fueron sorprendidos por el ataque, así que lo tiraron en la tumba de Eliseo. ¡En cuanto el muerto tocó los huesos de Eliseo, el hombre volvió a la vida y se puso de pie!

Joás recupera unas ciudades

22 Durante todo el tiempo del reino de Joacaz, Jazael, rey de Siria, le causó dificultades a Israel. 23 Pero el SEÑOR fue bueno con los israelitas, les tuvo compasión y los ayudó por el pacto que tenía con Abraham, Isaac y Jacob. No quiso destruir a los israelitas ni deshacerse de ellos hasta el día de hoy.

24 Jazael, rey de Siria, murió, y Ben Adad reinó en Siria después de él. 25 Antes de morir, Jazael le quitó unas ciudades a Joacaz, papá de Joás, pero Joás se las quitó a Ben Adad, el hijo de Jazael. Joás derrotó a Ben Adad tres veces y tomó control de aquellas ciudades de Israel.

Amasías reina en Judá

(2 Cr 25:1-28)

14 Amasías hijo de Joás, rey de Judá, comenzó a reinar en el segundo año del reinado de Joás hijo de Joacaz, en Israel. Amasías tenía 25 años cuando comenzó a reinar, y gobernó 29 años en Jerusalén. La mamá de Amasías era Joadán, de Jerusalén. Amasías hizo lo que le agradaba al SEÑOR, pero no siguió a Dios completamente, como lo hizo su antepasado David. Amasías hizo todo lo que hizo Joás, su papá. No destruyó los santuarios sagrados sobre las colinas del campo. La gente siguió sacrificando animales y quemando incienso en aquellos lugares de adoración.

Cuando Amasías afirmó el control de su reino, mató a los oficiales que mataron a su papá. Pero no destruyó a los hijos de los que asesinaron a su papá, siguiendo así la enseñanza del libro de la ley de Moisés. El SEÑOR dio el mandato en la ley de Moisés: «Los padres no deben ser ejecutados por algo que hicieron sus hijos, y los hijos no deben ser ejecutados por algo que hicieron sus padres. Cada uno debe ser ejecutado sólo por su propio pecado».[t]

Amasías mató a 10 000 edomitas en el valle de la Sal. Durante la guerra, Amasías capturó a Selá y la llamó Joctel, nombre con el que se le conoce hasta el día de hoy.

Amasías mandó mensajeros a Joás, rey de Israel, que era hijo de Joacaz y nieto de Jehú. En el mensaje lo retaba a enfrentarse con él. Joás, rey de Israel, le mandó esta respuesta a Amasías, rey de Judá: «En el Líbano el cardo le mandó este mensaje al cedro: “Entrega a tu hija para que se case con mi hijo”, pero pasó un animal salvaje y aplastó al cardo. 10 Es verdad que derrotaste a los edomitas y estás orgulloso, pero conténtate con eso, quédate en casa y no te metas en problemas. ¿Para qué buscarse problemas y caer no sólo tú sino Judá contigo?»

11 Pero Amasías no le hizo caso al aviso de Joás. Entonces Joás rey de Israel fue a enfrentarse militarmente con Amasías, rey de Judá, en Bet Semes en Judá. 12 Israel derrotó a Judá y los hombres de Judá huyeron a sus casas. 13 En Bet Semes, Joás, rey de Israel, apresó a Amasías, rey de Judá, hijo de Joás y nieto de Ocozías. Joás capturó a Amasías y a Jerusalén. Hizo abrir una brecha de 180 metros[u] en el muro de Jerusalén desde la puerta de Efraín hasta la puerta de la Esquina. 14 Entonces Joás se llevó todo el oro, la plata y los objetos del templo del SEÑOR. Se llevó también los tesoros que estaban en la casa del rey, e hizo prisioneros y se los llevó a Samaria.

15 Todas las grandes obras que hizo Joás, inclusive su lucha contra Amasías, rey de Judá, están escritas en Las crónicas de los reyes de Israel. 16 Joás murió y lo sepultaron con sus antepasados en Samaria junto a los reyes de Israel. Jeroboán hijo de Joás reinó en su lugar.

17 Amasías hijo de Joás, rey de Judá, vivió 15 años después de la muerte de Joás rey de Israel, hijo de Joacaz. 18 El resto de los hechos de Amasías está escrito en Las crónicas de los reyes de Judá. 19 La gente conspiró contra Amasías en Jerusalén, pero aunque escapó a Laquis, fueron hasta allá y lo mataron. 20 Llevaron el cuerpo a Jerusalén sobre caballos y lo sepultaron en Jerusalén junto a sus antepasados, en la Ciudad de David.

Azarías reina en Judá

21 Entonces la población de Judá proclamó rey a Azarías, quien tenía 16 años. 22 Después de que su papá, el rey Amasías, murió y fue sepultado con sus antepasados, el rey Azarías reconstruyó la ciudad de Elat e hizo que volviera a ser parte de Judá.

Jeroboán II reina en Israel

23 Jeroboán hijo de Joás, rey de Israel, comenzó a reinar en Samaria en el año 15 del reinado de Amasías hijo de Joás, rey de Judá. Jeroboán gobernó unos 41 años 24 e hizo lo que no le agradaba al SEÑOR. No dejó de cometer los pecados de Jeroboán hijo de Nabat que hicieron pecar a Israel. 25 Jeroboán recuperó la tierra de Israel desde el Lebó Jamat hasta el mar del Arabá[v]. Ocurrió tal como el SEÑOR de Israel le dijo a Jonás hijo de Amitai, el profeta de Gat Jefer. 26 El SEÑOR vio que los israelitas tenían muchas dificultades, tanto los esclavos como los libres, y que no había quién ayudara a Israel. 27 Entonces el SEÑOR no dijo que iba a quitar el recuerdo de Israel del mundo, sino que usó a Jeroboán hijo de Joás para salvarlos.

28 Todas las grandes obras que realizó Jeroboán están escritas en Las crónicas de los reyes de Israel. Incluida ahí está la historia acerca de cómo Jeroboán recuperó Damasco y el Jamat para Israel, que antes habían pertenecido a Judá. 29 Jeroboán murió y fue sepultado junto a sus antepasados. Zacarías hijo de Jeroboán reinó en su lugar.

Azarías reina en Judá

(2 Cr 26:3-5, 16-23)

15 Azarías hijo de Amasías, rey de Judá, comenzó a reinar en el año 27 del reinado de Jeroboán, rey de Israel. Azarías tenía 16 años cuando comenzó a reinar y gobernó por 52 años en Jerusalén. El nombre de su mamá era Jecolías, de Jerusalén. Azarías hizo lo que le agradaba al SEÑOR, tal como lo hizo su papá Amasías, pero no destruyó los santuarios sobre las colinas. La gente seguía sacrificando animales y quemando incienso en aquellos lugares de adoración. El SEÑOR afligió a Azarías con lepra, la cual sufrió hasta el día de su muerte. Tuvo que vivir aislado en su casa. Su hijo Jotán se hizo cargo del palacio y asumió el gobierno del país.

El resto de los hechos de Azarías está escrito en Las crónicas de los reyes de Judá. Azarías murió y fue sepultado con sus antepasados en la Ciudad de David, y su hijo Jotán reinó en su lugar.

Breve reinado de Zacarías en Israel

Zacarías hijo de Jeroboán comenzó su reinado en Israel en el año 38 del reinado de Azarías, rey de Judá, y lo hizo durante seis meses en Samaria. Zacarías hizo lo que no le agradaba al SEÑOR, igual que sus antepasados. No dejó de cometer los mismos pecados que cometió Jeroboán hijo de Nabat que hicieron pecar a Israel.

10 Salún hijo de Jabés conspiró contra Zacarías, lo mató en Ibleam[w] y reinó en su lugar. 11 El resto de los hechos de Zacarías está escrito en Las crónicas de los reyes de Israel. 12 De esta manera se cumplió la palabra del SEÑOR que le había prometido a Jehú que durante cuatro generaciones sus descendientes serían reyes de Israel.

Breve reinado de Salún en Israel

13 Salún hijo de Jabés comenzó a reinar en Israel en el año 39 del reinado de Uzías, rey de Judá. Salún gobernó por un mes en Samaria. 14 Menajem hijo de Gadí llegó de Tirsá a Samaria, mató a Salún hijo de Jabés, y reinó en su lugar. 15 Todo lo que hizo Salún, incluso sus planes contra Zacarías, está escrito en Las crónicas de los reyes de Israel.

Menajem reina en Israel

16 Marchando desde Tirsá, Menajem saqueó la ciudad de Tifsa y sus alrededores. Los de Tifsa se negaron a abrirle la puerta de la ciudad y Menajem los atacó y les abrió el vientre a espada a todas las mujeres embarazadas de la ciudad.

17 Menajem hijo de Gadí comenzó a reinar en Israel en el año 39 del reinado de Azarías. Menajem gobernó diez años en Samaria. 18 Hizo lo que no le agradaba al SEÑOR y no dejó de hacer los mismos pecados que cometió Jeroboán hijo de Nabat que hicieron pecar a Israel.

19 Pul, rey de Asiria, vino a atacar a Israel, y Menajem le dio a Pul 33 000 kilos[x] de plata para que le ayudara a mantenerse en el poder. 20 Menajem consiguió la plata mediante un impuesto que impuso a los ricos y poderosos, pues cada uno de ellos debía entregar como medio kilo[y] de plata. Entonces Menajem le dio la plata al rey de Asiria, quien se retiró y dejó de invadir a Israel. 21 Todas las grandes obras que realizó Menajem están escritas en Las crónicas de los reyes de Israel. 22 Menajem murió y fue sepultado junto a sus antepasados. Su hijo Pecajías reinó en su lugar.

Pecajías reina en Israel

23 En el año 50 del reinado de Azarías en Judá, Pecajías hijo de Menajem comenzó a reinar en Israel en Samaria y gobernó por dos años. 24 Pecajías hizo lo que no le agradaba al SEÑOR, pues no dejó de cometer los pecados de Jeroboán hijo de Nabat que hicieron pecar a Israel.

25 El comandante del ejército de Pecajías fue Pecaj hijo de Remalías. Pecaj mató a Pecajías, a Argob y a Arié, en Samaria en el palacio del rey, con el apoyo de 50 hombres de Galaad, y reinó en su lugar. 26 Todas las grandes obras que realizó Pecajías están escritas en Las crónicas de los reyes de Israel.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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