Beginning
Profecía contra Etiopía
18 ¡Ah, tierra que está más allá de las cabeceras del Nilo, donde los alados botes de vela se deslizan por el río! 2 ¡Tierra que en rápidas embarcaciones envía embajadores Nilo abajo, vuelvan a ti veloces mensajeros! ¡Oh vigorosa y ágil nación temida por doquier, nación conquistadora y destructora cuyo país está dividido por el Alto Nilo! Este es el mensaje para ti:
3 Cuando se alce mi estandarte de batalla sobre el monte, ¡sépase notificado el mundo entero! Cuando suene la trompeta, ¡escuchen! 4 Porque esto me ha dicho el Señor: «Que avance ahora tu poderoso ejército contra la tierra de Israel». Dios observará impasible desde su templo en Jerusalén, sereno como en placentero día estival o en hermosa mañana de otoño durante la siega. 5 Pero antes que lancen el ataque y mientras estén madurando sus planes como uvas, él los cortará como con podadora. Podará los zarcillos que se extienden. 6 Tu poderoso ejército quedará muerto en el campo para que lo devoren las aves del monte y las fieras salvajes. Los buitres andarán desgarrando cadáveres todo el verano y las fieras roerán huesos todo el invierno. 7 Pero vendrá el tiempo en que aquella vigorosa y potente nación terror de todos, lejanos y cercanos, (aquella nación conquistadora y destructora, cuya tierra dividen los ríos), traerá ofrendas al Señor Todopoderoso en Jerusalén, donde él ha puesto su nombre.
Profecía contra Egipto
19 Este es el mensaje de Dios respecto a Egipto:
¡Miren! ¡Cabalgando en veloz nube el Señor viene contra Egipto! ¡Los ídolos de Egipto tiemblan, los corazones de los egipcios se derriten de miedo! 2 Yo los pondré a pelear unos contra otros: hermano contra hermano, vecino contra vecino, ciudad contra ciudad, provincia contra provincia. 3 Sus sabios consejeros ya no hallan qué hacer. Piden sabiduría a sus ídolos, consultan a médium, hechiceros y brujas para que los orienten.
4 Yo entregaré a Egipto en manos de un amo duro y cruel, un rey despiadado, dice el verdadero amo de ustedes, el Señor Todopoderoso. 5 Y las aguas del Nilo no subirán ni inundarán los campos. Las acequias quedarán resquebrajadas y secas, 6 pestilentes sus canales por las cañas podridas, 7 todo lo verde por las riberas del río se marchitará y el viento se lo llevará. Los cultivos se secarán, todo morirá. 8 Llorarán los pescadores por falta de trabajo, ni los que pescan con anzuelo ni los que usan redes tendrán qué hacer. 9 Los tejedores carecerán de lino y de algodón, pues las cosechas se perderán. 10 Los hombres, grandes y pequeños, estarán abatidos y quebrantados.
11 ¡Qué necios consejeros tiene Zoán! El mejor de sus consejos para el rey de Egipto es completamente insensato y equivocado. ¿Continuarán vanagloriándose de su sabiduría? ¿Osarán hablarle al faraón de los muchos sabios que hay entre sus ascendientes? 12 ¿Qué fue de tus «sabios consejeros», faraón? ¿A dónde se les fue la sabiduría? Si son sabios, que te digan lo que el Señor le hará a Egipto. 13 Los «sabios» de Zoán también son necios y los de Menfis absolutamente ilusos. Son los mejores que puedes hallar, pero han arruinado a Egipto con su necio consejo. 14 El Señor les envió espíritu de necedad para que todo lo que sugieran sea equivocado. Hacen que Egipto se tambalee como un borracho enfermo. 15 Nada ni nadie podrá salvar a Egipto, nadie puede mostrarle el camino.
16 En aquel día los egipcios serán tan débiles como mujeres, temblando de miedo ante el puño alzado de Dios. 17 La simple mención del nombre de Israel les infundirá terror en el corazón, porque el Señor Todopoderoso ha trazado sus planes contra ellos.
18 En aquel tiempo, cinco de las ciudades de Egipto seguirán al Señor Todopoderoso y comenzarán a hablar el idioma hebreo. Una será Heliópolis (La Ciudad del Sol). 19 Y habrá en aquellos días un altar al Señor en el corazón de Egipto, y un monumento al Señor en sus fronteras. 20 Esta será señal de lealtad al Señor Todopoderoso. Entonces, cuando clamen al Señor pidiendo ayuda contra quienes los oprimen, él les enviará un Salvador, y este los librará.
21 En aquel día el Señor se dará a conocer a los egipcios. Sí, ellos conocerán al Señor y le darán sus sacrificios y ofrendas, le harán promesas a Dios y las cumplirán. 22 El Señor herirá a Egipto y luego lo restaurará, porque los egipcios se volverán al Señor y él escuchará la súplica de ellos y los sanará.
23 En aquel día Egipto e Irak estarán unidos por una carretera y egipcios e iraquíes viajarán libremente entre uno y otro país, y adorarán al mismo Dios, 24 e Israel será su aliado. Los tres estarán juntos e Israel será para ellos bendición. 25 Porque el Señor bendecirá a Egipto y a Irak por causa de su amistad con Israel. Él dirá:
«Bendito sea Egipto, pueblo mío; bendito sea Irak, nación que yo hice; bendito sea Israel, heredad mía».
Profecía contra Egipto y Etiopía
20 El año que Sargón, rey de Asiria, envió al comandante en jefe de su ejército contra la ciudad filistea de Asdod y la tomó, 2 el Señor ordenó a Isaías, hijo de Amoz, que se quitara la ropa, inclusive los zapatos, y anduviera desnudo y descalzo. E Isaías hizo como se le mandó. 3 Entonces el Señor dijo: Mi siervo Isaías, que durante estos tres años ha andado desnudo y descalzo, es símbolo de la tremenda tribulación que traeré sobre Egipto y Etiopía. 4 Porque el rey de Asiria se llevará cautivos a los egipcios y etíopes, obligándolos a andar desnudos y descalzos, tanto a jóvenes como a ancianos, con las nalgas al viento para vergüenza de Egipto. 5-6 ¡Y qué turbación la de los filisteos que confiaban en el «poder de Etiopía», y en su «glorioso aliado» Egipto! Y dirán: «Si esto le ocurre a Egipto, ¿qué será de nosotros?».
Profecía contra Babilonia
21 Este es el mensaje de Dios respecto a Babilonia:
Desde el desierto viene contra ustedes un desastre rugiente, como son los torbellinos arrasadores del sur. 2 Veo una espantosa visión: ¡Oh, qué horrendo! Dios me dice lo que hará: ¡los veo saqueados y destruidos! Elamitas y medos participarán en el asedio. Babilonia caerá, y entonces llegará a su fin el gemido de todas las naciones que ella esclavizó. 3 Tengo retortijones y dolor de estómago, siento agudas punzadas de horror, como de mujer que da a luz. Me desmayo al oír lo que Dios planea, estoy horrorizado, me ciega la angustia. 4 Yo desvarío, el corazón me late impetuoso, soy presa de espantoso miedo. Todo reposo nocturno —¡qué agradable era!— ha desaparecido; estoy en mi lecho desierto y tembloroso.
5 ¡Miren! ¡Están preparando un gran banquete! Llenan de manjares las mesas, arman sus sillas para comer… ¡Vamos! ¡Pronto, tomen los escudos y alístense para el combate! ¡Los están atacando!
6-7 Mientras tanto en mi visión el Señor me había dicho:
Coloca un vigía sobre la muralla de la ciudad para que grite lo que vea: Cuando vea pares de jinetes cabalgando en burros y camellos, dile: «¡Ya está!».
8-9 Coloqué, pues, al vigía sobre la muralla y al fin él gritó:
―Señor, día y noche he estado aquí en mi puesto; ahora por fin, ¡mire! ¡Allá vienen jinetes apareados!
Entonces oí una voz que clamaba:
―¡Cayó, cayó Babilonia, y todos los ídolos de Babilonia yacen despedazados por tierra!
10 ¡Oh pueblo mío, trillado y aventado, les he dicho cuanto el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel, ha dicho!
Profecía contra Edom
11 Este es el mensaje de Dios para Edom:
Alguien de entre ustedes continuamente me llama: «Guarda, ¿qué de la noche? Guarda, ¿qué de la noche? ¿Cuánto tiempo falta?».
12 El guarda responde: «El día de su juicio está amaneciendo. Vuélvanse a Dios para que yo pueda darles mejores noticias. Búsquenlo, y luego vuelvan a preguntar».
Profecía contra Arabia
13 Este es el mensaje de Dios respecto a Arabia:
«¡Oh caravanas procedentes de Dedán, ustedes se ocultarán en los desiertos de Arabia! 14 Pueblo de Temá: Traigan comida y agua para estos cansados fugitivos. 15 Vienen huyendo de las espadas desnudas, las agudas flechas y los terrores de la guerra. 16 Mas pasará un largo año a partir de ahora, dice el Señor, y el gran poder del enemigo de ellos, la poderosa tribu de Cedar, acabará. 17 Sólo unos cuantos de sus aguerridos arqueros sobrevivirán».
El Señor, el Dios de Israel, ha hablado.
Profecía contra Jerusalén
22 Este es el mensaje de Dios respecto a Jerusalén:
¿Qué sucede? ¿A dónde van todos? ¿Por qué corren a las azoteas? ¿Qué miran? 2 Hay gran conmoción en la ciudad. ¿Qué le ocurre a esta activa y alegre ciudad? ¡Cadáveres! ¡Cadáveres por doquier, muertos por la plaga y no por la espada! 3 Todos tus caudillos huyen; se rinden sin pelear. La gente se escabulle, pero también ella es capturada. 4 Déjenme llorar, no traten de consolarme, déjenme llorar por mi pueblo al ver cómo lo destruyen. 5 ¡Ay, qué día de angustiosa tribulación! ¡Qué día de confusión y terror ha enviado el Señor Dios Todopoderoso! Derruidos están los muros de Jerusalén, y las laderas de los montes hacen eco al grito de muerte. 6-7 Elamitas son los arqueros, sirios conducen los carros, los hombres de Quir sostienen los escudos. Estos enemigos llenan los más hermosos valles de Jerusalén y se apiñan contra sus puertas.
8 Dios ha retirado su solícita protección. Corren al arsenal en busca de armas. 9-11 Inspeccionan los muros de Jerusalén para ver qué hay que reparar. Ven las casas y tiran algunas para conseguir piedras para reparar los muros. En el interior de la ciudad construyen un depósito de reserva con agua del estanque de abajo. Pero de nada valdrán sus presurosos planes pues no han pedido la ayuda de Dios, el cual hizo que les sobreviniera este desastre. Fue él quien lo planeó desde hace mucho. 12 El Señor Dios Todopoderoso los llamó a arrepentirse, a llorar, lamentar y rasurarse la cabeza dolidos por sus pecados, y a vestirse de saco penitencial para mostrar arrepentimiento. 13 Pero en vez de ello, cantan, danzan y juegan, comen y beben.
«Comamos, bebamos y alegrémonos, dicen, ¡qué más da, si mañana moriremos!».
14 El Señor Dios Todopoderoso me ha revelado que este pecado no se les perdonará hasta el día de su muerte. 15-16 Además, el mismo Señor Dios Todopoderoso me ha dicho esto: Ve y dile a Sebna, el administrador del palacio: «¿Quién te imaginas que eres, tú que edificas para ti este hermoso sepulcro en la roca? 17 Porque el Señor que te permitió vestirte con tal magnificencia, te arrojará y te enviará en cautiverio. ¡Oh gran hombre, 18 el Señor te hará un bodoque en su mano y te lanzará a tierra lejana y estéril! ¡Allá morirás, tú que te crees varón glorioso, tú que deshonras a tu nación!
19 »Sí, te echaré de tu puesto, dice el Señor, y te derribaré de tu elevada posición. 20 Y llamaré luego a mi siervo Eliaquín, hijo de Jilquías, para sustituirte. 21 Él tendrá tu uniforme, título y jurisdicción, y será un padre para el pueblo de Jerusalén y para todo Judá. 22 Le daré autoridad sobre todo mi pueblo. Lo que diga él se hará, nadie podrá detenerlo. 23-24 Lo convertiré en fuerte y firme percha que sostenga a mi pueblo. Sobre él echarán carga. Él llevará con toda honra su nombre».
25 Pero aquella otra percha que parece estar tan firme en la pared, el Señor la arrancará. Saldrá y caerá en tierra, y cuanto ella sostenga la acompañará en la caída, porque el Señor ha hablado.
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