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Palabra de Dios para Todos (PDT)
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Ester 6-10

Rinden honores a Mardoqueo

Esa noche, el rey no podía dormir, así que mandó que le llevaran el libro de historias del reino y se lo leyeran. El libro contenía relatos de todos los eventos importantes. Allí estaba el registro de cómo Mardoqueo descubrió e informó el malvado plan de Bigtán y Teres para matar al rey. Bigtán y Teres eran dos funcionarios del rey Jerjes que vigilaban la puerta.

El rey preguntó entonces:

—¿Qué honores se le han rendido y qué recompensa se le ha dado a Mardoqueo por lo que hizo?

Los servidores que lo atendían le respondieron:

—No se ha hecho nada por Mardoqueo.

Amán acababa de entrar a la parte exterior del palacio del rey con la intención de pedirle que colgara a Mardoqueo, y el rey preguntó:

—¿Quién acaba de entrar al patio?

Los servidores respondieron:

—Amán acaba de entrar y está en el patio.

Entonces el rey pidió que lo hicieran pasar.

Cuando Amán se presentó, el rey le preguntó:

—Amán, ¿qué debería hacerse por un hombre al cual el rey quiere honrar?

Amán se preguntó a sí mismo: «¿A quién más sino a mí podría el rey querer honrar?» y respondió:

—Esto es lo que debería hacerse para el hombre a quien el rey quiere honrar: que los servidores traigan un manto real que el mismo rey haya usado y un caballo que haya montado. Que al caballo se le ponga en la cabeza la marca del rey. Luego, que se designe a uno de los funcionarios más importantes para que le coloque el manto a quien el rey quiere honrar y lleve a esa persona en el caballo desfilando por la plaza de la ciudad y anuncie que eso es lo que se hace con el hombre al que el rey quiere honrar.

10 Entonces el rey le dijo a Amán:

—Apresúrate, consigue el manto y el caballo y haz todo lo que acabas de decir con Mardoqueo, el judío que se sienta a la puerta del palacio real. Asegúrate de hacer todo tal como lo has dicho.

11 Así que Amán trajo el manto y el caballo, vistió a Mardoqueo y lo llevó en desfile por la plaza de la ciudad. Amán anunció frente a Mardoqueo: «¡Esto es lo que se hace con el hombre a quien el rey quiere honrar!»

12 Después de eso, Mardoqueo regresó a la puerta del palacio del rey, mientras que Amán corrió a su casa con la cabeza cubierta, todo avergonzado. 13 Amán les contó a su esposa Zeres y a todos sus amigos lo que le había pasado. La esposa de Amán y los hombres que lo habían aconsejado dijeron: «Si Mardoqueo es judío, tú no podrás vencerlo. Ya has comenzado a caer y con toda seguridad que serás derrotado».

14 Mientras ellos estaban aun hablando, los eunucos del rey llegaron a la casa de Amán y lo llevaron rápido a la fiesta que Ester había preparado.

Muerte de Amán

Así que el rey y Amán fueron a comer con la reina Ester. Mientras bebían vino en el segundo día, el rey le preguntó nuevamente a la reina Ester:

—¿Qué es lo que quieres pedir? Cualquier cosa que pidas te será concedida. Incluso, si lo pides, te daré hasta la mitad de mi reino.

La reina Ester respondió:

—Si Su Majestad quiere agradarme y si le parece bien, le pido respetar mi vida y también la de mi pueblo. Esa es mi petición. Porque mi pueblo y yo hemos sido vendidos para ser arruinados, asesinados y aniquilados. Si solo hubiéramos sido vendidos como esclavos, me habría quedado callada porque ese no sería un problema suficientemente importante como para molestar al rey.

Entonces el rey Jerjes le preguntó a la reina Ester:

—¿Quién es y dónde está aquel que se atrevió a pensar en hacerle a tu pueblo cosa semejante?

Y Ester respondió:

—El hombre que está en contra nuestra, nuestro enemigo, es este malvado Amán.

Amán se llenó de terror ante el rey y la reina. El rey estaba furioso y se levantó, dejó su vino y salió al jardín. Amán se quedó adentro para rogarle a la reina Ester que le salvara la vida ya que sabía que el rey lo mandaría matar. Tan pronto como el rey regresó del jardín y entró al cuarto de la fiesta, vio a Amán sobre el sofá en el que estaba Ester y dijo furioso:

—¿Incluso delante de mí, en mi propia casa, intentas violar a la reina?

Apenas el rey dijo esto, la cara de Amán se puso blanca y enseguida entraron los servidores y mataron a Amán.[a] En seguida, Jarboná, uno de los eunucos que servían al rey, dijo:

—Cerca de la casa de Amán hay una estaca de 25 metros de altura que él construyó para clavar allí a Mardoqueo, a quien el rey debe su vida.

A esto el rey dijo:

—¡Claven a Amán en esa estaca!

10 Así que clavaron a Amán en la estaca que él había preparado para Mardoqueo y con eso el rey calmó su ira.

La orden del rey de ayudar a los judíos

Ese mismo día el rey Jerjes le dio a la reina Ester todas las propiedades que pertenecían a Amán, el enemigo de los judíos. Mardoqueo se presentó ante el rey porque Ester le había contado que él era su primo. El rey se quitó el anillo que había recuperado de Amán y se lo entregó a Mardoqueo. Luego de esto, Ester puso a Mardoqueo a cargo de todas las propiedades de Amán.

Ester se acercó nuevamente al rey, cayó a sus pies y comenzó a llorar. Le rogó que interviniera por los judíos para evitar su destrucción conforme al malvado plan de Amán, el descendiente de Agag.

El rey le extendió el cetro de oro a Ester, así que ella se puso de pie frente a él y dijo:

—Si es del agrado de Su Majestad y está feliz conmigo, espero que apruebe lo que digo. Si le parece bien, por favor escriba una orden que detenga las cartas que Amán, el descendiente de Agag, envió como parte de su plan para destruir a los judíos que viven en todas las provincias del reino. Le ruego esto al rey porque yo no podría soportar que esa terrible tragedia le suceda a mi pueblo. No podría soportar ver a mi familia asesinada.

El rey Jerjes respondió a la reina Ester y a Mardoqueo, el judío:

—Le he dado a Ester la casa que perteneció a Amán y mis soldados lo clavaron en la estaca por haber atentado contra los judíos. Es el momento de que escriban otra orden por la autoridad del rey para ayudar a los judíos de la manera que mejor les parezca. Luego sellen esa orden con el anillo oficial del rey. Ninguna carta que haya sido escrita por la autoridad del rey y sellada con el anillo del rey puede ser cancelada.

Rápidamente fueron llamados los secretarios del rey el día 23 del tercer mes, el mes de siván. Esos secretarios escribieron todas las órdenes de Mardoqueo a los judíos, a los virreyes[b], a los gobernadores, y a los jefes de las 127 provincias desde la India hasta Etiopía. Esas órdenes fueron redactadas en la escritura de cada provincia y fueron traducidas al idioma de cada pueblo. Fueron comunicadas a los judíos en su propio idioma y en su propio alfabeto. 10 Mardoqueo escribió las órdenes por autoridad del rey Jerjes. Luego selló las cartas con el anillo oficial y las envió con mensajeros que iban a caballo. Esos mensajeros se fueron en caballos veloces especialmente entrenados para el servicio del rey.

11 Mardoqueo escribió que el rey autorizaba a los judíos en todas las ciudades para reunirse y luchar por sus vidas. Les daba derecho a destruir, matar y aniquilar a cualquier ejército de cualquier pueblo que los atacara incluyendo a mujeres y niños. Además les daba derecho de tomar como botín la propiedad de sus enemigos.

12 Este permiso se les concedió a los judíos de todas las provincias del rey Jerjes el día trece del mes doce, el mes de adar. 13 Se repartieron copias de la carta con la orden del rey y se convirtió en una ley en todas las provincias. Se hizo el anuncio a todas las gentes de todas las naciones del reino para que los judíos estuvieran listos para ese día en el que podrían vengarse de sus enemigos. 14 Siguiendo las instrucciones del rey, los mensajeros se apresuraron a partir en los caballos de la corte. La orden también debía ser decretada en Susa, la ciudad capital.

15 Mardoqueo salió del recinto del rey, vestido con ropas de la realeza, en azul y blanco y con una gran corona de oro. También llevaba puesto un manto púrpura hecho del mejor lino. El pueblo de Susa, al verlo, lo aclamó y se regocijó. 16 Fue un día especialmente feliz para los judíos, un día de gran júbilo y orgullo.

17 En todas las provincias, ciudades, y lugares a donde llegaba la orden del rey, había júbilo y felicidad entre los judíos, quienes celebraban con fiestas y banquetes. Por todo el reino la gente empezó a hacerse judía por el temor que sentían a los judíos.

Victoria de los judíos

Se suponía que el día 13 del mes 12, el mes de adar, la gente tenía que obedecer la primera orden del rey. Ese día los enemigos de los judíos esperaban derrotarlos, pero las cosas sucedieron al revés. Los judíos ahora eran más fuertes que sus enemigos. Los judíos se reunieron en sus ciudades en todas las provincias del rey Jerjes para atacar a las personas que querían destruirlos. Nadie fue lo suficientemente fuerte como para enfrentar a los judíos por el miedo que les tenían. Todos los funcionarios de las provincias, los virreyes, los gobernadores y los colaboradores del rey ayudaron a los judíos porque le tenían miedo a Mardoqueo. Mardoqueo se había convertido en un hombre muy importante en el palacio del rey y era reconocido en todas las provincias. Día a día, Mardoqueo se hacía cada vez más poderoso.

Los judíos derrotaron con sus espadas a todos sus enemigos, matándolos y aniquilándolos. Hicieron lo que quisieron con quienes los odiaban. Los judíos mataron y destruyeron 500 hombres en la ciudad capital de Susa. También mataron a Parsandata, Dalfón, Aspata, Porata, Adalías, Aridata, Parmasta, Arisay, Ariday y Vaizata. 10 Ellos eran los diez hijos de Amán hijo de Hamedata y enemigo de los judíos. Los judíos mataron a todos esos hombres, pero no tomaron nada de lo que les pertenecía.

11 Ese día el rey se enteró del número de muertos en la ciudad capital de Susa 12 y le dijo a la reina Ester:

—Los judíos mataron 500 hombres en Susa, incluyendo a los diez hijos de Amán. ¡Qué será lo que no han hecho en el resto de las provincias! ¿Qué más deseas? Dímelo y haré lo que me pidas.

13 Ester dijo:

—Si le parece bien al rey, le pido que conceda un día más para que los judíos en Susa hagan lo mismo que se hizo hoy. Permita que claven en estacas los cuerpos de los diez hijos de Amán.

14 Así que el rey hizo lo que Ester le pidió. Esa ley continuó durante un día más en Susa y los cuerpos de los hijos de Amán fueron clavados en estacas. 15 Los judíos en Susa se reunieron el día 14 del mes de adar y mataron allí a 300 hombres allí, pero no les quitaron nada de lo que les pertenecía.

16 Al mismo tiempo, los judíos que vivían en las otras provincias también se reunieron para luchar por sus vidas. Se libraron de sus enemigos y mataron a 75 000 de ellos, pero no les quitaron nada de lo que les pertenecía. 17 Esto sucedió en las provincias el día 13 del mes de adar y en el día 14 descansaron. Los judíos de las provincias convirtieron esa fecha en un día de fiesta y celebración.

La fiesta de Purim

18 Pero los judíos en Susa se habían reunido los días 13 y 14 del mes de adar. Fue el día 15 en el que descansaron, celebraron y festejaron. 19 Por eso, para los judíos que viven en el campo y en poblaciones pequeñas, el día 14 del mes de adar es un día de fiesta en el que celebran y se dan regalos.

20 Mardoqueo escribió todo lo que había sucedido y luego envió cartas a todos los judíos en todas las provincias del rey Jerjes. 21 Mardoqueo envió esas cartas para asegurar que todos los años los judíos celebraran los días 14 y 15 del mes de adar. 22 Esos días debían ser de fiesta porque correspondían a las fechas en que los judíos se libraron de sus enemigos y al mes en que su tristeza y su llanto se convirtieron en alegría y celebración. Eran días de festividad y regocijo para intercambiar regalos y ayudar a los pobres.

23 Los judíos aceptaron hacer lo que Mardoqueo les había pedido y continuar con la celebración que habían comenzado.

24 Amán hijo de Hamedata, el descendiente de Agag, enemigo de todos los judíos, había ideado un malvado plan para destruirlos. Él echó el pur[c] para decidir el día en que arruinaría y destruiría a los judíos. 25 Pero Ester le contó ese terrible plan al rey y él dio nuevas órdenes que hicieron que todo el mal que Amán quiso causar a los judíos se devolviera hacia él mismo. Así que Amán y sus hijos fueron clavados en estacas.

26 En razón de que Amán tiró el pur, estos días de fiesta son llamados días de Purim. Así que debido a que Mardoqueo escribió una carta y les dijo a los judíos que celebraran este día de fiesta y debido a lo que ellos habían visto y les había tocado vivir, 27 los judíos y todos los que se les unen, celebran estos dos días todos los años en el momento justo y de la manera establecida. 28 Todas las generaciones y todas las familias recuerdan estos dos días y los celebran en todas y cada una de las provincias y pueblos. Los descendientes de esos judíos siempre recordarán celebrar los días del Purim.

29 La reina Ester, hija de Abijaíl, junto con Mardoqueo el judío escribieron una carta oficial acerca del Purim, para confirmar la primera. 30 La carta se envió a todos los judíos en las 127 provincias del reino de Jerjes con mensajes de paz y amistad. 31 Las cartas se enviaron para recordarles a todos los judíos su deber de celebrar el Purim en las fechas establecidas y como lo habían ordenado la reina Ester y Mardoqueo el judío, así como celebraban otras fiestas de ayuno y luto por lo malo que les había sucedido. 32 La carta de Ester hizo oficiales las normas para el Purim y todo eso fue escrito en un libro.

Exaltación de Mardoqueo

10 El rey Jerjes obligó a que se pagaran impuestos en todas las provincias de su reino, incluso en las tierras más lejanas de la costa. La historia del gran poder del rey Jerjes está escrita en El libro de los hechos de los reyes de Media y de Persia. Igualmente, se relata la forma como el rey Jerjes asciende a Mardoqueo a un cargo muy importante dentro del reino. Mardoqueo, el judío, fue el segundo en importancia después del rey Jerjes. Entre los judíos fue hombre reconocido y respetado porque buscó el bienestar de sus hermanos y compatriotas, y trajo paz a todo su pueblo.

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