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Nueva Versión Internacional (Castilian) (CST)
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2 Crónicas 13-17

Abías, rey de Judá(A)

13 En el año dieciocho del reinado de Jeroboán, Abías ascendió al trono de Judá y reinó en Jerusalén tres años. Su madre era Micaías, hija de Uriel de Guibeá.

Hubo guerra entre Abías y Jeroboán. Para ir al combate, Abías escogió a cuatrocientos mil guerreros valientes; Jeroboán, por su parte, escogió a ochocientos mil y le hizo frente.

Abías subió al monte Zemarayin, en la sierra de Efraín, y gritó: «¡Jeroboán! ¡Israelitas! ¡Escuchadme todos! ¿No sabéis que el Señor, Dios de Israel, concedió para siempre el reino de Israel a David y a sus descendientes mediante un pacto inalterable?[a] Sin embargo, Jeroboán hijo de Nabat, oficial de Salomón hijo de David, se rebeló contra su señor. Unos hombres ociosos y malvados se unieron a Roboán hijo de Salomón, cuando este era joven y débil de carácter, y se le impusieron, de modo que no pudo hacerles frente.

»Vosotros pensáis que ahora, por ser muy numerosos y por tener los becerros de oro, esos ídolos que Jeroboán os hizo, podéis oponeros al reino del Señor, aunque él se lo ha entregado a los hijos de David. ¡Hasta expulsasteis a los descendientes de Aarón, que son los sacerdotes del Señor, y a los levitas! En su lugar habéis nombrado sacerdotes, y a cualquiera que trae un ternero y siete carneros lo consagráis como sacerdote de los dioses falsos, tal como lo hacen los pueblos paganos.

10 »Nosotros, en cambio, no hemos abandonado al Señor, porque él es nuestro Dios. Los descendientes de Aarón siguen siendo nuestros sacerdotes que sirven al Señor, y los levitas son los encargados del culto. 11 Todos los días, por la mañana y por la tarde, ofrecen al Señor los holocaustos y queman el incienso; además, todas las tardes colocan el pan consagrado sobre la mesa de oro puro, y encienden las lámparas del candelabro de oro. Daos cuenta de que nosotros sí mantenemos el culto al Señor nuestro Dios, a quien vosotros habéis abandonado. 12 Así que Dios, con sus sacerdotes, va al frente de nosotros. ¡Las trompetas están listas para dar la orden de ataque contra vosotros! ¡Israelitas, no peleéis contra el Señor, Dios de vuestros antepasados, pues no podréis vencerlo!»

13 Para tenderle una emboscada a Abías, Jeroboán situó parte de sus tropas detrás del ejército de Judá, mientras que al resto de sus tropas lo mandó al frente. 14 Cuando los de Judá miraron hacia atrás, se dieron cuenta de que los israelitas los atacaban también por la retaguardia. Entonces clamaron al Señor, y los sacerdotes tocaron las trompetas. 15 En el momento en que los de Judá lanzaron el grito de guerra, Dios derrotó a Jeroboán y a los israelitas, dándoles la victoria a Abías y Judá. 16 Los israelitas intentaron huir, pero Dios los entregó al poder de Judá. 17 Abías y su ejército les ocasionaron una gran derrota, matando a quinientos mil soldados selectos de Israel. 18 En esa ocasión fueron humillados los israelitas, mientras que los de Judá salieron victoriosos porque confiaron en el Señor, Dios de sus antepasados.

19 Abías persiguió a Jeroboán y le arrebató las ciudades de Betel, Jesaná y Efraín, con sus respectivas aldeas. 20 Durante el reinado de Abías, Jeroboán no pudo recuperar su poderío. Al final, el Señor lo hirió, y Jeroboán murió.

21 Abías, en cambio, siguió afirmándose en el trono. Tuvo catorce esposas, veintidós hijos y dieciséis hijas. 22 Los demás acontecimientos del reinado de Abías, y su conducta y sus obras,[b] están escritos en el comentario del profeta Idó.

14 Abías murió y fue sepultado en la Ciudad de David, y su hijo Asá le sucedió en el trono. Durante su reinado, el país disfrutó de diez años de paz.

Asá, rey de Judá(B)

Asá hizo lo que era bueno y agradable ante el Señor su Dios. Se deshizo de los altares y santuarios paganos, destrozó las piedras sagradas y derribó las imágenes de la diosa Aserá. Además, ordenó a los habitantes de Judá que acudieran al Señor, Dios de sus antepasados, y que obedecieran su ley y sus mandamientos. De este modo, Asá se deshizo de los santuarios paganos y de los altares de incienso que había en todas las ciudades de Judá, y durante su reinado hubo tranquilidad. Asá construyó en Judá ciudades fortificadas, pues durante esos años el Señor le dio descanso, y el país disfrutó de paz y no estuvo en guerra con nadie.

Asá les dijo a los de Judá: «Reconstruyamos esas ciudades, y levantemos a su alrededor murallas con torres, puertas y cerrojos. El país todavía es nuestro, porque hemos buscado al Señor nuestro Dios; como lo hemos buscado, él nos ha concedido estar en paz con nuestros vecinos». Y tuvieron mucho éxito en la reconstrucción de las ciudades.

Asá contaba con un ejército de trescientos mil soldados de Judá, los cuales portaban lanzas y escudos grandes, y de doscientos ochenta mil benjaminitas, los cuales portaban arcos y escudos pequeños. Todos ellos eran guerreros valientes.

Zera el cusita marchó contra ellos al frente de un ejército de un millón de soldados y trescientos carros de guerra, y llegó hasta Maresá. 10 Asá le salió al encuentro en el valle de Sefata, y tomó posiciones cerca de Maresá. 11 Allí Asá invocó al Señor su Dios y le dijo: «Señor, solo tú puedes ayudar al débil y al poderoso. ¡Ayúdanos, Señor y Dios nuestro, porque en ti confiamos, y en tu nombre hemos venido contra esta multitud! ¡Tú, Señor, eres nuestro Dios! ¡No permitas que ningún mortal se alce contra ti!»

12 El Señor derrotó a los cusitas cuando estos lucharon contra Asá y Judá. Los cusitas huyeron, 13 pero Asá y su ejército los persiguieron hasta Guerar. Allí cayeron los cusitas, y ni uno de ellos quedó con vida, porque el Señor y su ejército los aniquilaron. Los de Judá se llevaron un enorme botín, 14 luego atacaron todas las ciudades que había alrededor de Guerar, las cuales estaban llenas de pánico ante el Señor, y las saquearon, pues había en ellas un gran botín. 15 Además, atacaron los campamentos, donde había mucho ganado, y se llevaron una gran cantidad de ovejas y camellos. Después de eso, regresaron a Jerusalén.

Reformas de Asá(C)

15 El Espíritu de Dios vino sobre Azarías hijo de Oded, y este salió al encuentro de Asá y le dijo: «Asá, y gente de Judá y de Benjamín, ¡escuchadme! El Señor estará con vosotros, siempre y cuando vosotros estéis con él. Si lo buscáis, él dejará que lo halléis; pero, si lo abandonáis, él os abandonará. Por mucho tiempo Israel estuvo sin el Dios verdadero y sin instrucción,[c] pues no había sacerdote que le enseñara. Pero, cuando en su tribulación se volvieron al Señor, Dios de Israel, y lo buscaron, él les permitió que lo hallaran. En aquellos tiempos no había seguridad para ningún viajero, sino que los habitantes de todos los países sufrían grandes calamidades. Las naciones y las ciudades se destrozaban unas a otras, porque Dios las castigaba con toda clase de calamidades. Pero, vosotros, ¡manteneos firmes y no bajéis la guardia, porque vuestras obras serán recompensadas!»

Cuando Asá oyó este mensaje del profeta Azarías hijo de Oded,[d] se animó a eliminar los detestables ídolos que había en todo el territorio de Judá y Benjamín, y en las ciudades que había conquistado en los montes de Efraín. Además, restauró el altar del Señor que estaba frente al atrio del templo del Señor. Después convocó a los habitantes de Judá y de Benjamín, como también a los de Efraín, Manasés y Simeón que vivían entre ellos, pues muchos israelitas se habían unido a Asá, al ver que el Señor su Dios estaba con él. 10 Se reunieron en Jerusalén en el mes tercero del año quince del reinado de Asá. 11 Ese día ofrecieron al Señor setecientos bueyes y siete mil ovejas del botín que habían tomado. 12 Luego hicieron un pacto, mediante el cual se comprometieron a buscar de todo corazón y con toda el alma al Señor, Dios de sus antepasados. 13 Al que no buscara al Señor, Dios de Israel, se le castigaría con la muerte, fuera grande o pequeño, hombre o mujer. 14 Así lo juraron ante el Señor, en voz alta y en medio de gritos y toques de trompetas y de cuernos. 15 Todos los de Judá se alegraron de haber hecho este juramento, porque lo habían hecho de todo corazón y habían buscado al Señor con voluntad sincera, y él se había dejado hallar de ellos y les había concedido vivir en paz con las naciones vecinas.

16 Además, el rey Asá destituyó a su abuela Macá de su puesto como reina madre, porque ella había hecho una escandalosa imagen de la diosa Aserá. Asá derribó la imagen, la redujo a polvo y la quemó en el arroyo de Cedrón. 17 Aunque no quitó de Israel los santuarios paganos, Asá se mantuvo siempre fiel al Señor,[e] 18 y llevó al templo de Dios el oro, la plata y los utensilios que él y su padre habían consagrado.

19 Durante los primeros treinta y cinco años del reinado de Asá no hubo guerra.

Pacto de Asá con Ben Adad(D)(E)

16 En el año treinta y seis del reinado de Asá, Basá, rey de Israel, atacó a Judá y fortificó Ramá para aislar totalmente a Asá, rey de Judá.

Entonces Asá sacó plata y oro de los tesoros del templo del Señor y del palacio real, y se los envió a Ben Adad, rey de Siria, que gobernaba en Damasco. También le envió este mensaje: «Hagamos un pacto entre tú y yo, como el que hicieron tu padre y el mío. Aquí te envío oro y plata. Anula tu pacto con Basá, rey de Israel, para que se marche de aquí».

Ben Adad estuvo de acuerdo con el rey Asá y dio a los jefes de su ejército la orden de atacar las ciudades de Israel. Así conquistaron Iyón, Dan y Abel Mayin, y todos los depósitos que había en las ciudades de Neftalí.

Cuando Basá se enteró, suspendió las obras de fortificación de Ramá. Entonces el rey Asá movilizó a todo Judá y se llevó de Ramá las piedras y la madera con que había estado fortificando aquella ciudad, y fortificó Gueba y Mizpa.

En esa ocasión el vidente Jananí se presentó ante Asá, rey de Judá, y le dijo: «Por cuanto pusiste tu confianza en el rey de Siria en vez de confiar en el Señor tu Dios, el ejército sirio se te ha escapado de las manos. También los cusitas y los libios formaban un ejército numeroso, y tenían muchos carros de combate y caballos, y sin embargo el Señor los entregó en tus manos, porque en esa ocasión tú confiaste en él. El Señor recorre con su mirada toda la tierra, y está listo para ayudar a quienes le son fieles.[f] Pero de ahora en adelante tendrás guerras, pues actuaste como un necio».

10 Asá se enfureció contra el vidente por lo que este le dijo, y lo mandó encarcelar. En ese tiempo, Asá oprimió también a una parte del pueblo.

11 Los hechos de Asá, desde el primero hasta el último, están escritos en el libro de los reyes de Judá e Israel. 12 En el año treinta y nueve de su reinado, Asá se puso enfermo de los pies; y, aunque su enfermedad era grave, no buscó al Señor, sino que recurrió a los médicos. 13 En el año cuarenta y uno de su reinado, Asá murió y fue sepultado con sus antepasados. 14 Lo sepultaron en la tumba que él había mandado cavar en la Ciudad de David, y lo colocaron sobre un lecho lleno de perfumes y diversas clases de especias aromáticas, muy bien preparadas. En su honor encendieron una enorme hoguera.

Josafat, rey de Judá

17 Al rey Asá le sucedió en el trono su hijo Josafat, quien se impuso a la fuerza sobre Israel. Colocó tropas en todas las ciudades fortificadas de Judá, y guarniciones en el territorio de Judá y en las ciudades de Efraín que su padre Asá había conquistado.

El Señor estuvo con Josafat porque siguió el ejemplo inicial de su padre,[g] pues no buscó a los baales, sino al Dios de su padre, obedeció los mandamientos de Dios, y no siguió las prácticas de los israelitas. Por eso el Señor afirmó el reino en sus manos. Todo Judá le llevaba regalos, y Josafat llegó a tener muchas riquezas y recibió muchos honores. Anduvo con orgullo en los caminos del Señor, y hasta quitó de Judá los santuarios paganos y las imágenes de la diosa Aserá.

En el año tercero de su reinado, Josafat envió a sus oficiales Ben Jayil, Abdías, Zacarías, Natanael y Micaías para que instruyeran a la gente en las ciudades de Judá. Con ellos fueron los levitas Semaías, Netanías, Zebadías, Asael, Semiramot, Jonatán, Adonías, Tobías y Tobadonías, y también los sacerdotes Elisama y Jorán. Llevaron consigo el libro de la ley del Señor para instruir a los habitantes de Judá. Así que recorrieron todas las ciudades de Judá, enseñando al pueblo.

10 Todos los reinos de las naciones vecinas de Judá sintieron un miedo profundo hacia el Señor y no se atrevieron a declararle la guerra a Josafat. 11 Aun algunos filisteos le llevaron a Josafat, como tributo, regalos y plata. Los árabes también le llevaron siete mil setecientos carneros y siete mil setecientos machos cabríos.

12 Josafat se hizo cada vez más poderoso. Construyó en Judá fortalezas y lugares de almacenamiento, 13 y tenía muchas provisiones en las ciudades. En Jerusalén contaba con un regimiento de soldados muy valientes, 14 cuyo registro, según sus familias patriarcales, es el siguiente:

Jefes de mil soldados en Judá:

Adnás, el comandante, al frente de trescientos mil soldados.

15 Le seguía Johanán, al frente de doscientos ochenta mil soldados;

16 le seguía Amasías hijo de Zicrí, que se ofreció voluntariamente para servir al Señor, y estaba al frente de doscientos mil soldados.

17 De Benjamín:

Eliadá, guerrero valiente, al frente de doscientos mil soldados que portaban arcos y escudos.

18 Le seguía Jozabad, al frente de ciento ochenta mil soldados adiestrados para la guerra.

19 Todos ellos estaban al servicio del rey, sin contar los que este había destinado para las ciudades fortificadas de todo Judá.

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