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Reina Valera Contemporánea (RVC)
Version
2 Reyes 20-22

Enfermedad de Ezequías(A)

20 Por esos días Ezequías cayó gravemente enfermo. Entonces el profeta Isaías hijo de Amoz fue a visitarlo, y le dijo:

«Así dice el Señor: “Pon tu casa en orden, porque no vas a sanar, sino que morirás.”»

Ezequías volvió su rostro a la pared, y oró al Señor. Le dijo:

«Señor, te ruego que hagas memoria de que en verdad me he conducido delante de ti con integridad de corazón, y que he hecho todo lo que te agrada.»

Y Ezequías prorrumpió en llanto. Pero antes de que Isaías llegara a la mitad del patio, la palabra del Señor vino a Isaías, y le dijo:

«Regresa y dile a Ezequías, príncipe de mi pueblo, que yo, el Señor, Dios de su antepasado David, he dicho: “He escuchado tu oración, y he visto tus lágrimas. Te voy a devolver la salud, y dentro de tres días vas a ir a mi templo. Voy a darte quince años más de vida, y a ti y a esta ciudad los voy a librar del poder del rey de Asiria. Por mí mismo, y por mi siervo David, voy a proteger a esta ciudad.”»

Dicho esto, Isaías ordenó que se hiciera una masa de higos, y en cuanto la hicieron se la pusieron sobre la llaga, y Ezequías sanó.

Antes de eso, Ezequías le había preguntado a Isaías:

«¿Qué señal voy a tener de que el Señor me sanará, y de que dentro de tres días iré al templo del Señor?»

Isaías le respondió:

«¿Qué señal quieres recibir de que el Señor hará lo que te ha dicho? ¿Quieres que la sombra avance diez grados, o que los retroceda?»

10 Y Ezequías dijo:

«Que la sombra avance diez grados es fácil; lo difícil es que la sombra retroceda.»

11 Entonces el profeta Isaías oró al Señor, y el Señor hizo que la sombra retrocediera los diez grados que había avanzado en el reloj de Ajaz.

Ezequías y los emisarios de Babilonia(B)

12 Por esos días Merodac Baladán hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió cartas y presentes a Ezequías por conducto de unos mensajeros, pues se había enterado de que Ezequías había caído enfermo. 13 Cuando Ezequías lo supo, les mostró todo su palacio y sus tesoros, con la plata y el oro, y las especias y ungüentos preciosos. También les mostró su depósito de armas y todo lo que había en sus tesoros. No hubo nada que Ezequías no les mostrara, tanto de su palacio como de todos sus dominios. 14 Pero el profeta Isaías vino y le dijo al rey Ezequías:

«¿Qué te han dicho esos hombres? ¿De dónde vienen?»

Y Ezequías le respondió:

«Vienen de Babilonia, un país muy lejano.»

15 Isaías volvió a decir:

«¿Y qué es lo que vieron en tu palacio?»

Ezequías respondió:

«Vieron todo lo que tengo allí. No quedó nada de mis tesoros que yo no les haya mostrado.»

16 Entonces Isaías le dijo a Ezequías:

«Oye ahora la palabra del Señor: 17 “Vienen días en que todo lo que está en tu palacio, y todas las riquezas que tus antepasados acumularon hasta el día de hoy, será llevado a Babilonia, sin dejar nada.” El Señor lo ha dicho.(C) 18 A tus hijos, a los que vas a engendrar, se los llevarán y los harán eunucos, para que sirvan en el palacio del rey de Babilonia.»(D)

19 Entonces Ezequías le dijo a Isaías:

«Es buena la palabra del Señor que me has comunicado.»

Después añadió:

«Al menos habrá paz y seguridad mientras yo viva.»

Muerte de Ezequías(E)

20 Los demás hechos de Ezequías, y todo su poder, y sus obras en el estanque y el acueducto para llevar agua a la ciudad, se hallan registrados en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. 21 Y Ezequías fue a reunirse con sus padres, y en su lugar reinó su hijo Manasés.

Reinado de Manasés(F)

21 Manasés tenía doce años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén cincuenta y cinco años. Su madre se llamaba Hepsibá. Pero Manasés hizo lo malo a los ojos del Señor,(G) pues siguió las prácticas repugnantes de las naciones que el Señor había arrojado de la presencia de los israelitas; además, reconstruyó los altares en los montes que Ezequías su padre había derribado, y erigió altares a Baal; hizo una imagen de Asera, como lo había hecho el rey Ajab de Israel, y adoró y rindió culto a todo el ejército de los cielos. De igual manera, construyó altares en el templo del Señor, del cual el Señor había dicho: «Yo pondré mi nombre en Jerusalén»,(H) y en los dos atrios del templo del Señor construyó altares para todo el ejército de los cielos. Además, a su hijo lo lanzó al fuego como sacrificio, y se entregó al estudio de los tiempos, y fue agorero, e instituyó encantadores y adivinos, con lo que multiplicó la maldad a los ojos del Señor, para provocarlo a ira. Él mismo hizo una imagen de Asera, y la puso en el templo del Señor, del cual había dicho a David y a su hijo Salomón:

«Yo pondré mi nombre para siempre en este templo, y en Jerusalén, ciudad que yo escogí de entre todas las tribus de Israel. Jamás volveré a permitir que Israel sea llevado lejos de la tierra que di a sus padres, siempre y cuando cumplan todo lo que yo les he mandado, y sigan todo lo que está en la ley que mi siervo Moisés les dio.»(I)

Pero los israelitas no obedecieron, y Manasés los indujo a que hicieran lo malo, más que las naciones que el Señor destruyó delante de ellos.

10 El Señor habló por medio de sus siervos, los profetas, y dijo:

11 «Puesto que Manasés, rey de Judá, ha incurrido en estas cosas tan repugnantes y sus actos han sido peores que todo lo que hicieron los amorreos antes de él, y puesto que con sus ídolos ha hecho pecar a Judá, 12 yo, el Señor y Dios de Israel, declaro: “Voy a traer sobre Jerusalén y sobre Judá tal calamidad, que a quien lo oiga le zumbarán los oídos. 13 Voy a medir a Jerusalén con el mismo cordel y la misma plomada con que medí a Samaria y a la dinastía de Ajab. Voy a limpiar a Jerusalén como se limpia un plato: voy a fregarla y a ponerla boca abajo. 14 Voy a desamparar al resto de mi pueblo. Voy a entregarlos en manos de sus enemigos, para que sean presa y botín de guerra de todos sus adversarios, 15 pues desde el día que sus padres salieron de Egipto y hasta el día de hoy han hecho lo malo delante de mis ojos, y me han provocado a ira.”»

16 Por si fuera poco, y además de haber hecho pecar a Judá induciéndolos a hacer lo malo a los ojos del Señor, Manasés derramó tanta sangre inocente que llenó a Jerusalén de cadáveres de un extremo al otro.

17 Los demás hechos de Manasés, y todas sus obras y los pecado que cometió, se hallan registrados en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. 18 Cuando Manasés fue a reunirse con sus antepasados, fue sepultado en el huerto de su casa, es decir, en el huerto de Uzá, y en su lugar reinó su hijo Amón.

Reinado de Amón(J)

19 Amón tenía veintidós años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén dos años. Su madre se llamaba Mesulemet hija de Jarús, y era de Jotbá. 20 Pero Amón hizo lo malo a los ojos del Señor, como lo había hecho Manasés, su padre, 21 pues siguió su mal ejemplo y rindió culto a los ídolos que su padre había adorado, 22 y se apartó del Señor, el Dios de sus padres, y no siguió por el camino del Señor. 23 Un día, los siervos del rey Amón conspiraron contra él, y lo mataron dentro de su mismo palacio. 24 Entonces la gente del pueblo mató a todos los que habían conspirado contra el rey Amón, y en su lugar proclamaron rey a su hijo Josías.

25 Los demás hechos de Amón se hallan registrados en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. 26 Amón fue sepultado en su sepulcro en el huerto de Uzá, y en su lugar reinó su hijo Josías.

Reinado de Josías(K)

22 Josías(L) tenía ocho años cuando comenzó a reinar, y reinó treinta y un años en Jerusalén. Su madre se llamaba Yedidá hija de Adaías, y era de Boscat. Josías hizo lo recto a los ojos del Señor y se condujo en todo como su antepasado David, sin apartarse un ápice.

Hallazgo del libro de la ley(M)

En el año dieciocho de su reinado, Josías envió al escriba Safán, que era hijo de Azalía y nieto de Mesulán, al templo del Señor, con estas instrucciones:

«Ve a ver al sumo sacerdote Hilcías, y dile que recoja el dinero que el pueblo ha traído al templo del Señor, y que han recibido los guardianes de la puerta. Dile que entreguen ese dinero a los que tienen a su cargo las obras de reparación del templo del Señor, y a los que están reparando las grietas del templo; es decir, a los carpinteros, maestros y albañiles, y a los que compran la madera y la piedra de cantería para reparar el templo. Dile que no les pidan cuentas del dinero que se les confíe, porque ellos proceden con honradez.»

El sumo sacerdote Hilcías dijo entonces al escriba Safán:

«He hallado en el templo del Señor el libro de la ley.»

Y no sólo le dio el libro a Safán, sino que se lo leyó. Y cuando el escriba Safán se presentó ante el rey, le dijo:

«Tus siervos han recogido el dinero que había en el templo, y se lo han entregado a los que hacen las obras y tienen a su cargo los arreglos del templo del Señor.»

10 Además, el escriba Safán le informó al rey:

«El sacerdote Hilcías me ha dado un libro.»

Enseguida, Safán se lo leyó al rey. 11 Y en cuanto el rey escuchó las palabras del libro de la ley, se rasgó las vestiduras 12 y ordenó al sacerdote Hilcías, a Ajicán hijo de Safán, a Acbor hijo de Micaías, al escriba Safán y a su siervo Asaías, lo siguiente:

13 «Vayan y consulten al Señor por mí y por el pueblo, y por todo Judá, en cuanto a las palabras de este libro que se ha hallado. Con toda seguridad la ira del Señor se ha encendido contra nosotros en gran manera, pues nuestros padres no atendieron a las palabras de este libro, para conducirse en conformidad con todo lo que nos fue escrito.»

14 Entonces el sacerdote Hilcías, y Ajicán, Acbor, Safán y Asaías, fueron a ver a la profetisa Julda, que era la mujer de Salún, que cuidaba las vestiduras y era hijo de Ticva y nieto de Jarjás. Julda vivía en la segunda parte de la ciudad de Jerusalén. Hablaron con ella, 15 y ella les dijo:

«Así ha dicho el Señor, el Dios de Israel: “Digan al varón que los envió a consultarme, 16 que yo, el Señor, voy a traer sobre este lugar, y sobre sus habitantes, todo el mal de que habla este libro que ha leído el rey de Judá. 17 Lo haré porque me abandonaron, quemaron incienso a dioses extraños, y provocaron mi enojo con todo lo que han hecho. Mi ira se ha encendido contra este lugar, y no se apagará. 18 Pero al rey de Judá que los ha enviado a consultarme le dirán que yo, el Señor y Dios de Israel, he dicho: Puesto que tú has prestado atención a las palabras del libro, 19 y tu corazón se enterneció, y te humillaste delante de mí cuando oíste mi sentencia contra este lugar y contra sus habitantes, los cuales van a ser asolados y malditos, y puesto que te rasgaste las vestiduras y lloraste en mi presencia, también yo te he prestado atención.

—Palabra del Señor.

20 ”Por lo tanto, yo te reuniré con tus antepasados, y serás llevado a tu sepulcro en paz, y ya no verás todo el mal que voy a traer sobre este lugar.”»

Ellos llevaron al rey la respuesta.

Reina Valera Contemporánea (RVC)

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