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La Biblia de las Américas (LBLA)
Version
2 Reyes 4-5

Eliseo y la viuda

Y una mujer de las mujeres de los hijos de los profetas(A) clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo, mi marido, ha muerto, y tú sabes que tu siervo temía al Señor; y ha venido el acreedor a tomar a mis dos hijos para esclavos suyos(B). Y Eliseo le dijo: ¿Qué puedo hacer por ti? Dime qué tienes en casa. Y ella respondió: Tu sierva no tiene en casa más que una vasija de aceite(C). Entonces él le dijo: Ve, pide[a] vasijas prestadas por todas partes de todos tus vecinos, vasijas vacías; no pidas pocas. Luego entra y cierra la puerta detrás de ti y de tus hijos y echa el aceite en todas estas vasijas, poniendo aparte las que estén llenas. Y ella se fue de su lado, y cerró la puerta tras sí y de sus hijos; y ellos traían las vasijas y ella echaba el aceite. Y sucedió que cuando las vasijas estuvieron llenas(D), dijo ella a un hijo suyo: Tráeme otra vasija. Y él le dijo: No hay más vasijas. Y cesó el aceite. Entonces ella fue y se lo contó al hombre de Dios(E). Y él le dijo: Ve, vende el aceite y paga tu deuda, y tú y tus hijos podéis vivir de lo que quede.

Eliseo y la sunamita

Y aconteció que un día pasaba Eliseo por Sunem(F), donde había una mujer distinguida[b], y ella le persuadió a que comiera[c]. Y así fue que siempre que pasaba, entraba allí a comer[d]. Y ella dijo a su marido: He aquí, ahora entiendo que este que siempre pasa por nuestra casa, es un hombre santo de Dios(G). 10 Te ruego que hagamos un pequeño aposento alto, con paredes, y pongamos allí para él una cama, una mesa, una silla y un candelero; y será que cuando venga a nosotros, se podrá retirar allí(H). 11 Y aconteció que un día vino él por allí, se retiró al aposento alto y allí se acostó. 12 Entonces dijo a Giezi su criado(I): Llama a esta sunamita. Y cuando la llamó, ella se presentó delante de él. 13 Y él le dijo a Giezi: Dile ahora: «He aquí, te has preocupado[e] por nosotros con todo este cuidado[f]; ¿qué puedo hacer por ti? ¿Quieres que hable por ti al rey o al jefe del ejército?». Y ella respondió: Yo vivo en medio de mi pueblo[g]. 14 Él entonces dijo: ¿Qué, pues, se puede hacer por ella? Y Giezi respondió: En verdad ella no tiene ningún hijo y su marido es viejo. 15 Y él dijo: Llámala. Cuando él la llamó, ella se detuvo a la entrada. 16 Entonces él le dijo: Por este tiempo, el año que viene[h], abrazarás un hijo(J). Y ella dijo: No, señor mío, hombre de Dios, no engañes a tu sierva(K). 17 Pero la mujer concibió y dio a luz un hijo al año siguiente en el[i] tiempo que Eliseo le había dicho.

18 Y cuando el niño creció, llegó el día en que salió al campo adonde estaba[j] su padre con[k] los segadores, 19 y dijo a su padre: ¡Ay, mi cabeza, mi cabeza! Y el padre dijo a un criado: Llévalo a su madre. 20 Y tomándolo, lo llevó a su madre, y estuvo sentado en sus rodillas hasta el mediodía, y murió. 21 Entonces ella subió y lo puso sobre la cama(L) del hombre de Dios(M), cerró la puerta detrás de él y salió. 22 Luego llamó a su marido y le dijo: Te ruego que me envíes uno de los criados y una de las asnas, para que yo vaya corriendo al hombre de Dios y regrese. 23 Y él dijo: ¿Por qué vas hoy a él? No es luna nueva ni día de reposo(N). Y ella respondió: Quédate en paz. 24 Entonces ella aparejó el asna y dijo a su criado: Arrea[l] y anda; no detengas el paso[m] por mí a menos que yo te lo diga. 25 Y ella fue y llegó al hombre de Dios en el monte Carmelo(O). Y sucedió que cuando el hombre de Dios la vio a lo lejos, dijo a Giezi su criado: He aquí, allá viene la[n] sunamita. 26 Te ruego que corras ahora a su encuentro y le digas: «¿Te va bien a ti? ¿Le va bien a tu marido? ¿Le va bien al niño?». Y ella respondió: Bien. 27 Cuando ella llegó al monte, al hombre de Dios(P), se asió de sus pies. Y Giezi se acercó para apartarla, pero el hombre de Dios dijo: Déjala, porque su alma está angustiada[o] y el Señor me lo ha ocultado y no me lo ha revelado. 28 Entonces ella dijo: ¿Acaso pedí un hijo a mi señor? ¿No dije: «No me engañes(Q)?».

29 Entonces él dijo a Giezi: Ciñe tus lomos(R) y toma mi báculo en tu mano, y vete(S); si encuentras a alguno, no lo saludes, y si alguien te saluda, no le respondas(T), y pon mi báculo sobre el rostro del niño(U). 30 Y la madre del niño dijo: Vive el Señor y vive tu alma, que no me apartaré de ti(V). Entonces él se levantó y la siguió. 31 Y Giezi se adelantó a ellos y puso el báculo sobre el rostro del niño, mas no hubo voz ni reacción[p]. Así que volvió para encontrarlo, y le dijo[q]: El niño no ha despertado(W). 32 Cuando Eliseo entró en la casa, he aquí, el niño estaba muerto, tendido sobre su cama. 33 Y entrando, cerró la puerta tras ambos y oró al Señor(X). 34 Entonces subió y se acostó sobre el niño, y puso la boca sobre su boca, los ojos sobre sus ojos y las manos[r] sobre sus manos[s], y se tendió sobre él; y la carne del niño entró en calor(Y). 35 Entonces Eliseo volvió y caminó por la casa de un lado para otro, y subió y se tendió sobre él(Z); y el niño estornudó siete veces y[t] abrió sus ojos. 36 Y Eliseo llamó a Giezi y le dijo: Llama a la[u] sunamita. Y él la llamó. Y cuando ella vino a Eliseo[v], él dijo: Toma a tu hijo. 37 Entonces ella entró, cayó a sus pies y se postró en tierra, y tomando a su hijo, salió(AA).

Otros milagros de Eliseo

38 Cuando Eliseo regresó a Gilgal(AB), había hambre en la tierra(AC). Y estando sentados los hijos de los profetas(AD) delante de él(AE), dijo a su criado: Pon la olla(AF) grande y cuece potaje para los hijos de los profetas. 39 Entonces uno de ellos salió al campo a recoger hierbas, y encontró una viña silvestre y de ella recogió su falda llena de calabazas silvestres, y vino y las cortó en pedazos en la olla de potaje, porque no sabía lo que eran. 40 Y lo sirvieron para que los hombres comieran. Y sucedió que cuando comían el potaje, clamaron y dijeron: ¡Oh hombre de Dios, hay muerte(AG) en la olla! Y no pudieron comer. 41 Pero él dijo: Traedme harina. Y la echó en la olla, y dijo: Sírvelo a la gente para que coman. Y ya no había nada malo(AH) en la olla.

42 Y vino un hombre de Baal-salisa y trajo al hombre de Dios panes de primicias, veinte panes de cebada y espigas de grano nuevo en su bolsa. Y él dijo: Dalos a la gente para que coman(AI). 43 Y su sirviente dijo: ¿Cómo pondré esto delante de cien hombres? Pero él respondió: Dalos a la gente para que coman, porque así dice el Señor(AJ): «Comerán y sobrará». 44 Y lo puso delante de ellos y comieron, y sobró conforme a la palabra del Señor(AK).

Eliseo y Naamán

Y Naamán, capitán del ejército del rey de Aram(AL), era un gran hombre delante de su señor y tenido en alta estima, porque por medio de él el Señor había dado la victoria[w] a Aram. También el hombre era un guerrero valiente, pero leproso. Y habían salido los arameos en bandas(AM) y habían tomado cautiva a una muchacha muy joven de la tierra de Israel, y ella estaba al servicio[x] de la mujer de Naamán. Y ella dijo a su señora: ¡Ah, si mi señor estuviera con el[y] profeta que está en Samaria! Él entonces lo curaría de su lepra. Y Naamán entró y habló a su señor, diciendo: Esto y esto ha dicho la muchacha que es de la tierra de Israel. Entonces el rey de Aram dijo: Ve ahora[z](AN), y enviaré una carta al rey de Israel. Y él fue y llevó consigo diez talentos[aa] de plata y seis mil siclos[ab] de oro y diez mudas de ropa(AO). También llevó al rey de Israel la carta que decía[ac]: Y ahora, cuando llegue a ti esta carta, he aquí, verás que te he enviado a mi siervo Naamán para que lo cures de su lepra. Y sucedió que cuando el rey de Israel leyó la carta, rasgó sus vestidos(AP), y dijo: ¿Acaso soy yo Dios, para dar muerte y para dar vida(AQ), para que este me mande a decir que cure a un hombre de su lepra? Pero considerad ahora, y ved cómo busca pleito conmigo[ad](AR).

Y[ae] al oír Eliseo, el hombre de Dios(AS), que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió aviso al rey diciendo: ¿Por qué has rasgado tus vestidos? Que venga él a mí ahora, y sabrá que hay profeta en Israel. Vino, pues, Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a la entrada de la casa de Eliseo. 10 Y Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve y lávate(AT) en el Jordán siete veces, y tu carne se te restaurará, y quedarás limpio. 11 Pero Naamán se enojó, y se iba diciendo: He aquí, yo pensé[af]: «Seguramente él vendrá[ag] a mí, y se detendrá e invocará el nombre del Señor su Dios, moverá su mano sobre la parte enferma y curará la lepra[ah]». 12 ¿No son el Abaná[ai] y el Farfar, ríos de Damasco, mejor que todas las aguas de Israel? ¿No pudiera yo lavarme en ellos y ser limpio? Y dio la vuelta, y se fue enfurecido(AU). 13 Pero sus siervos se le acercaron y le hablaron, diciendo(AV): Padre mío, si el profeta te hubiera dicho que hicieras alguna gran cosa, ¿no la hubieras hecho? ¡Cuánto más cuando te dice: «Lávate, y quedarás limpio(AW)»! 14 Entonces él bajó y se sumergió siete veces en el Jordán conforme a la palabra del hombre de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño pequeño(AX), y quedó limpio(AY).

15 Y regresó al hombre de Dios con[aj] toda su compañía, y fue y se puso delante de él, y dijo: He aquí, ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel(AZ). Te ruego, pues, que recibas ahora un presente[ak] de tu siervo(BA). 16 Pero él respondió: Vive el Señor, delante de quien estoy(BB), que no aceptaré nada(BC). Y Naamán le insistió para que lo recibiera, pero él rehusó. 17 Y Naamán dijo: Pues si no, te ruego que de esta tierra, se le dé a tu siervo la carga de un par de mulos, porque tu siervo ya no ofrecerá holocausto ni sacrificará a otros dioses, sino al Señor(BD). 18 Que el Señor perdone a tu siervo en esto: Cuando mi señor entre en el templo[al] de Rimón para adorar allí y se apoye en mi mano(BE), y yo me incline en el templo[am] de Rimón cuando tenga que adorar allí[an], que el Señor perdone a tu siervo por esto. 19 Y él le dijo: Vete en paz(BF). Y se alejó de él a cierta distancia.

20 Pero Giezi, criado de Eliseo(BG), el hombre de Dios, dijo para sí: He aquí, mi señor ha dispensado a este Naamán arameo al no[ao] recibir de sus manos lo que él trajo. Vive el Señor(BH) que correré tras él y tomaré algo de él. 21 Y Giezi siguió a Naamán. Cuando Naamán vio a uno corriendo tras él, bajó de su carro a encontrarle, y dijo: ¿Está todo bien? 22 Y él dijo: Todo está bien(BI). Mi señor me ha enviado, diciendo: «He aquí, en este momento dos jóvenes de los hijos de los profetas han venido a mí de la región montañosa de Efraín(BJ). Te ruego que les des un talento de plata y dos mudas de ropa(BK)». 23 Y Naamán dijo: Dígnate aceptar dos talentos. Y le insistió y ató dos talentos de plata en dos bolsas con dos mudas de ropa, y los entregó a dos de sus criados(BL); y estos los llevaron delante de él. 24 Cuando llegó al monte[ap], los tomó de sus manos y los guardó en la casa, luego despidió a los hombres y ellos se fueron(BM). 25 Entonces él entró y se puso delante de su señor(BN). Y Eliseo le dijo: ¿Dónde has estado, Giezi? Y él respondió: Tu siervo no ha ido a ninguna parte. 26 Entonces él le dijo(BO): ¿No iba contigo mi corazón, cuando el hombre se volvió de su carro para encontrarte? ¿Acaso es tiempo de aceptar dinero y de aceptar ropa, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas? 27 Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tus descendientes[aq] para siempre. Y él salió de su presencia leproso, blanco como la nieve(BP).

La Biblia de las Américas (LBLA)

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