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Nueva Versión Internacional (Castilian) (CST)
Version
2 Samuel 22-24

Salmo de David(A)

22 David dedicó al Señor la letra de esta canción cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así:

«El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador;
    es mi Dios, el peñasco en que me refugio.
Es mi escudo, el poder que me salva,[a]
    ¡mi más alto escondite!
Él es mi protector y mi salvador.
    ¡Tú me salvaste de la violencia!
Invoco al Señor, que es digno de alabanza,
    y quedo a salvo de mis enemigos.

»Las olas de la muerte me envolvieron;
    los torrentes destructores me abrumaron.
Me enredaron los lazos del sepulcro,
    y me encontré ante las trampas de la muerte.
En mi angustia invoqué al Señor;
    llamé a mi Dios,
y él me escuchó desde su templo;
    ¡mi clamor llegó a sus oídos!

»La tierra tembló, se estremeció;
    se sacudieron los cimientos de los cielos;
    ¡se tambalearon a causa de su enojo!
Por la nariz echaba humo,
    por la boca, fuego consumidor;
    ¡lanzaba carbones encendidos!

10 »Rasgando el cielo, descendió,
    pisando sobre oscuros nubarrones.
11 Montando sobre un querubín, surcó los cielos
    y se remontó[b] sobre las alas del viento.
12 De las tinieblas y de los cargados nubarrones
    hizo pabellones que lo rodeaban.
13 De su radiante presencia
    brotaron carbones encendidos.

14 »Desde el cielo se oyó el trueno del Señor,
    resonó la voz del Altísimo.
15 Lanzó flechas y centellas contra mis enemigos;
    los dispersó y los puso en fuga.
16 A causa de la reprensión del Señor,
    y por el resoplido de su enojo,[c]
las cuencas del mar quedaron a la vista;
    ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra!

17 »Extendiendo su mano desde lo alto,
    tomó la mía y me sacó del mar profundo.
18 Me libró de mi enemigo poderoso,
    de aquellos que me odiaban
    y que eran más fuertes que yo.
19 En el día de mi desgracia
    me salieron al encuentro,
    pero mi apoyo fue el Señor.
20 Me sacó a un amplio espacio;
    me libró porque se agradó de mí.

21 »El Señor me ha pagado conforme a mi justicia,
    me ha premiado conforme a la limpieza de mis manos;
22 pues he andado en los caminos del Señor;
    no he cometido mal alguno
    ni me he apartado de mi Dios.
23 Presentes tengo todas sus sentencias;
    no me he alejado de sus decretos.
24 He sido íntegro ante él
    y me he abstenido de pecar.
25 El Señor me ha recompensado conforme a mi justicia,
    conforme a mi limpieza delante de él.

26 »Tú eres fiel con quien es fiel,
    e irreprochable con quien es irreprochable;
27 sincero eres con quien es sincero,
    pero sagaz con el que es tramposo.
28 Das la victoria a los humildes,
    pero tu mirada humilla a los altaneros.
29 Tú, Señor, eres mi lámpara;
    tú, Señor, iluminas mis tinieblas.
30 Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército;
    contigo, Dios mío, podré asaltar murallas.

31 »El camino de Dios es perfecto;
    la palabra del Señor es intachable.
    Escudo es Dios a los que en él se refugian.
32 ¿Pues quién es Dios, si no el Señor?
    ¿Quién es la roca, si no nuestro Dios?
33 Es él quien me arma de valor
    y endereza mi camino;
34 da a mis pies la ligereza del venado,
    y me mantiene firme en las alturas;
35 adiestra mis manos para la batalla,
    y mis brazos para tensar arcos de bronce.
36 Tú me cubres con el escudo de tu salvación;
    tu bondad me ha hecho prosperar.
37 Me has despejado el camino;
    por eso mis tobillos no flaquean.

38 »Perseguí a mis enemigos y los destruí;
    no retrocedí hasta verlos aniquilados.
39 Los aplasté por completo. Ya no se levantan.
    ¡Cayeron debajo de mis pies!
40 Tú me armaste de valor para el combate;
    bajo mi planta sometiste a los rebeldes.
41 Hiciste retroceder a mis enemigos,
    y así exterminé a los que me odiaban.
42 Pedían ayuda; no hubo quien los salvara.
    Al Señor clamaron, pero no les respondió.
43 Los desmenucé. Parecían el polvo de la tierra.
    ¡Los pisoteé como al lodo de las calles!

44 »Me has librado de una turba amotinada;
    me has puesto por encima de los paganos;
    me sirve gente que yo no conocía.
45 Son extranjeros, y me rinden homenaje;
    apenas me oyen, me obedecen.
46 ¡Esos extraños se descorazonan,
    y temblando salen de sus refugios!
47 ¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca!
    ¡Exaltado sea Dios mi Salvador!
48 Él es el Dios que me vindica,
    el que pone los pueblos a mis pies.
49 Tú me libras de mis enemigos,
    me exaltas por encima de mis adversarios,
    me salvas de los hombres violentos.
50 Por eso, Señor, te alabo entre las naciones
    y canto salmos a tu nombre.

51 »El Señor da grandes victorias a su rey;
    a su ungido David y a sus descendientes
    les muestra por siempre su gran amor».

Últimas palabras de David

23 Estas son las últimas palabras de David:

«Oráculo de David hijo de Isaí,
    dulce cantor de Israel;
hombre exaltado por el Altísimo
    y ungido por el Dios de Jacob.

»El Espíritu del Señor habló por medio de mí;
    puso sus palabras en mi lengua.
El Dios de Israel habló,
    la Roca de Israel me dijo:
“El que gobierne a la gente con justicia,
    el que gobierne en el temor de Dios,
será como la luz de la aurora
    en un amanecer sin nubes,
que tras la lluvia resplandece
    para que brote la hierba en la tierra”.

»Dios ha establecido mi casa;
    ha hecho conmigo un pacto eterno,
    bien reglamentado y seguro.
Dios hará que brote mi salvación
    y que se cumpla todo mi deseo.
Pero los malvados son como espinos que se desechan;
    nadie los toca con la mano.
Se recogen con un hierro o con una lanza,
    y ahí el fuego los consume».

Héroes en el ejército de David(B)

Estos son los nombres de los soldados más valientes de David:

Joseb Basébet el tacmonita, que era el principal de los tres más famosos, en una batalla mató con su lanza[d] a ochocientos hombres.

En segundo lugar estaba Eleazar hijo de Dodó el ajojita, que también era uno de los tres más famosos. Estuvo con David cuando desafiaron a los filisteos que se habían concentrado en Pasdamín[e] para la batalla. Los israelitas se retiraron, 10 pero Eleazar se mantuvo firme y derrotó a tantos filisteos que, por la fatiga, la mano se le quedó pegada a la espada. Aquel día el Señor les dio una gran victoria. Las tropas regresaron adonde estaba Eleazar, pero solo para tomar los despojos.

11 El tercer valiente era Sama hijo de Agué el ararita. En cierta ocasión, los filisteos formaron sus tropas[f] en un campo sembrado de lentejas. El ejército de Israel huyó ante ellos, 12 pero Sama se plantó en medio del campo y lo defendió, derrotando a los filisteos. El Señor les dio una gran victoria.

13 En otra ocasión, tres de los treinta más valientes fueron a la cueva de Adulán, donde estaba David. Era el comienzo de la siega, y una tropa filistea acampaba en el valle de Refayin. 14 David se encontraba en su fortaleza, y en ese tiempo había una guarnición filistea en Belén. 15 Como David tenía mucha sed, exclamó: «¡Ojalá pudiera yo beber agua del pozo que está a la entrada de Belén!» 16 Entonces los tres valientes se metieron en el campamento filisteo, sacaron agua del pozo de Belén y se la llevaron a David. Pero él no quiso beberla, sino que derramó el agua en honor al Señor 17 y declaró solemnemente: «¡Que el Señor me libre de beberla! ¡Eso sería como beberme la sangre de hombres que se han jugado la vida!» Y no quiso beberla.

Tales hazañas hicieron esos tres héroes.

18 Abisay, el hermano de Joab hijo de Sarvia, estaba al mando de los tres y ganó fama entre ellos. En cierta ocasión, lanza en mano atacó y mató a trescientos hombres. 19 Se destacó más que los tres valientes, y llegó a ser su jefe, pero no fue contado entre ellos.

20 Benaías hijo de Joyadá era un guerrero de Cabsel que realizó muchas hazañas. Derrotó a dos de los mejores hombres[g] de Moab, y en otra ocasión, cuando estaba nevando, se metió en una cisterna y mató un león. 21 También derrotó a un egipcio de gran estatura. El egipcio empuñaba una lanza, pero Benaías, que no llevaba más que un palo, le arrebató la lanza y lo mató con ella. 22 Tales hazañas hizo Benaías hijo de Joyadá, y también él ganó fama como los tres valientes, 23 pero no fue contado entre ellos, aunque se destacó más que los treinta valientes. Además, David lo puso al mando de su guardia personal.

24 Entre los treinta valientes estaban:

Asael hermano de Joab,

Eljanán hijo de Dodó, el de Belén,

25 Sama el jarodita,

Elicá el jarodita,

26 Heles el paltita,

Ira hijo de Iqués el tecoíta,

27 Abiezer el anatotita,

Mebunay el jusatita,

28 Zalmón el ajojita,

Maray el netofatita,

29 Jéled[h] hijo de Baná el netofatita,

Itay hijo de Ribay, el de Guibeá de los benjaminitas,

30 Benaías el piratonita,

Hiday, el de los arroyos de Gaas,

31 Abí Albón el arbatita,

Azmávet el bajurinita,

32 Elijaba el salbonita,

los hijos de Jasén,

Jonatán hijo de[i] 33 Sama el ararita,

Ahían hijo de Sarar el ararita,

34 Elifelet hijo de Ajasbay el macateo,

Elián hijo de Ajitofel el guilonita,

35 Jezró el de Carmel,

Paray el arbita,

36 Igal hijo de Natán, el de Sobá,

el hijo de Hagrí,[j]

37 Sélec el amonita,

Najaray el berotita, que fue escudero de Joab hijo de Sarvia,

38 Ira el itrita,

Gareb el itrita,

39 y Urías el hitita.

En total fueron treinta y siete.

David hace un censo militar(C)

24 Una vez más, la ira del Señor se encendió contra Israel, así que el Señor incitó a David contra el pueblo al decirle: «Haz un censo de Israel y de Judá». Entonces el rey les ordenó a Joab y a los capitanes del ejército que lo acompañaban:[k]

―Id por todas las tribus de Israel, desde Dan hasta Berseba, y haced un censo militar, para que yo sepa cuántos pueden servir en el ejército.

Joab le respondió:

―¡Que el Señor tu Dios multiplique cien veces las tropas de mi señor el rey, y le permita llegar a verlo con sus propios ojos! Pero ¿qué lleva a mi señor el rey a hacer tal cosa?

Sin embargo, la orden del rey prevaleció sobre la opinión de Joab y de los capitanes del ejército, de modo que salieron de su audiencia con el rey para llevar a cabo el censo militar de Israel. Cruzaron el Jordán y acamparon cerca de Aroer, al sur del pueblo que está en el valle, después de lo cual siguieron hacia Gad y Jazer. Fueron por Galaad y por el territorio de Tajtín Jodsí, hasta llegar a Dan Jaán y a los alrededores de Sidón. Siguieron hacia la fortaleza de Tiro y recorrieron todas las ciudades de los heveos y los cananeos. Finalmente, llegaron a Berseba, en el Néguev de Judá.

Al cabo de nueve meses y veinte días, y después de haber recorrido todo el país, regresaron a Jerusalén. Joab le entregó al rey los resultados del censo militar: en Israel había ochocientos mil hombres que podían servir en el ejército, y en Judá, quinientos mil.

10 Entonces le remordió a David la conciencia por haber realizado este censo militar, y le dijo al Señor: «He cometido un pecado muy grande. He actuado como un necio. Yo te ruego, Señor, que perdones la maldad de tu siervo».

11 Por la mañana, antes de que David se levantara, la palabra del Señor vino al profeta Gad, vidente de David, y le dio este mensaje: 12 «Ve a decirle a David: “Así dice el Señor: ‘Te doy a escoger entre estos tres castigos; dime cuál de ellos quieres que te imponga’ ”». 13 Entonces Gad fue a ver a David y le preguntó:

―¿Qué prefieres: que vengan tres[l] años de hambre en el país, o que tus enemigos te persigan durante tres meses, y tengas que huir de ellos, o que el país sufra tres días de peste? Piénsalo bien, y dime qué debo responderle al que me ha enviado.

14 ―¡Estoy entre la espada y la pared! —respondió David—. Pero es mejor que caigamos en las manos del Señor, porque su amor es grande, y no que yo caiga en las manos de los hombres.

15 Por lo tanto, el Señor mandó contra Israel una peste que duró desde esa mañana hasta el tiempo señalado; y en todo el país, desde Dan hasta Berseba, murieron setenta mil personas. 16 Entonces el ángel del Señor, que estaba junto a la parcela de Arauna el jebuseo, extendió su mano hacia Jerusalén para destruirla. Pero el Señor se arrepintió del castigo que había enviado. «¡Basta! —le dijo al ángel que estaba hiriendo al pueblo—. ¡Detén tu mano!»

17 David, al ver que el ángel destruía a la gente, oró al Señor: «¿Qué culpa tienen estas ovejas? ¡Soy yo el que ha pecado! ¡Soy yo el que ha hecho mal! ¡Descarga tu mano sobre mí y sobre mi familia!»

David construye un altar(D)

18 Ese mismo día, Gad volvió adonde estaba David y le dijo: «Sube y construye un altar al Señor en la parcela de Arauna el jebuseo».

19 David se puso en camino, tal como el Señor se lo había ordenado por medio de Gad. 20 Arauna se asomó y, al ver que el rey y sus oficiales se acercaban, salió y, rostro en tierra, se postró delante de él.

21 ―Mi señor el rey —dijo Arauna—, ¿a qué debo el honor de su visita?

―Quiero comprarte la parcela —respondió David— y construir un altar al Señor para que se detenga la plaga que está afligiendo al pueblo.

22 ―Tome mi señor el rey y presente como ofrenda lo que mejor le parezca. Aquí hay bueyes para el holocausto, y hay también trillos y yuntas que puede usar como leña. 23 Todo esto te lo doy. ¡Que el Señor tu Dios te vea con agrado!

24 Pero el rey le respondió a Arauna:

―Eso no puede ser. No voy a ofrecer al Señor mi Dios holocaustos que nada me cuesten. Te lo compraré todo por su precio justo.

Fue así como David compró la parcela y los bueyes por cincuenta monedas[m] de plata. 25 Allí construyó un altar al Señor y ofreció holocaustos y sacrificios de comunión. Entonces el Señor tuvo piedad del país, y se detuvo la plaga que estaba afligiendo a Israel.

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