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Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
Hechos 14-15

Pablo y Bernabé en Iconio

14 Como había hecho antes, Pablo y Bernabé fueron a la ciudad de Iconio y entraron en la sinagoga judía, como lo habían hecho en las demás ciudades. Hablaron tan bien, que muchos judíos y griegos creyeron. Pero algunos judíos no creyeron e hicieron que los que no eran judíos pensaran mal de los hermanos. Entonces Pablo y Bernabé se quedaron en Iconio por bastante tiempo y hablaron con valentía acerca del Señor. Dios respaldaba el mensaje de su generoso amor por medio de las señales milagrosas y maravillas que ellos hacían. En la ciudad, unos estaban de acuerdo con los judíos, pero otros con los apóstoles, así que toda la ciudad estaba dividida. Algunos judíos, sus autoridades y otros que no eran judíos trataron de hacerles daño y apedrear a Pablo y a Bernabé. Cuando Pablo y Bernabé se enteraron de esto, se escaparon a las ciudades licaónicas de Listra y Derbe, y sus alrededores. Allí también continuaron anunciando el mensaje.

Pablo en Listra y Derbe

En Listra había un hombre que nunca había podido caminar porque era inválido de nacimiento. Este hombre estaba sentado escuchando y Pablo lo miró fijamente dándose cuenta de que el hombre tenía fe en que Dios lo podía sanar. 10 Entonces Pablo le dijo con voz fuerte:

—¡Levántate y ponte de pie!

El hombre saltó y empezó a caminar. 11 La gente se dio cuenta de lo que Pablo había hecho. Entonces empezaron a gritar en su propio idioma licaónico:

—¡Los dioses han bajado en forma de seres humanos!

12 A Bernabé lo llamaban Zeus y a Pablo lo llamaban Hermes, porque era el que tomaba la palabra. 13 El templo de Zeus estaba cerca de la ciudad. El sacerdote de ese templo trajo algunos toros y flores a las puertas de la ciudad, pues él y la gente querían ofrecer sacrificios en honor a Pablo y Bernabé.

14 Al ver esto, los apóstoles rasgaron sus vestidos, corrieron hacia la multitud y les gritaron:

15 —Señores, ¿qué es lo que están haciendo? ¡Somos seres humanos como cualquiera de ustedes! Estamos aquí para anunciarles la buena noticia de salvación, para que se alejen de lo que no vale la pena y se acerquen al Dios viviente. Él creó el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos. 16 En el pasado, Dios dejó que las naciones hicieran todo lo que quisieran. 17 Sin embargo, no significa que no estuviera presente. Dios dio prueba de ello cuidándolos y dándoles lluvias y cosechas a su debido tiempo para que tuvieran alimento suficiente y estuvieran contentos.

18 Pablo y Bernabé les dijeron todo esto, pero aun así apenas pudieron impedir que la gente les ofreciera sacrificios.

19 Entonces unos judíos vinieron de Antioquía e Iconio y convencieron a la gente para que se pusiera en contra de Pablo. Ellos lo apedrearon, lo arrastraron fuera de la ciudad y lo dejaron allí creyéndolo muerto. 20 Pero cuando los seguidores se reunieron alrededor de Pablo, él se levantó y regresó a la ciudad. Al día siguiente, Pablo se fue con Bernabé a Derbe.

El regreso a Antioquía de Siria

21 Pablo y Bernabé también anunciaron la buena noticia de salvación en Derbe, donde ganaron muchos seguidores, y luego regresaron a las ciudades de Listra, Iconio y Antioquía. 22 En esas ciudades, fortalecieron a los seguidores y los animaron a seguir fieles, diciéndoles: «Para entrar al reino de Dios tenemos que sufrir mucho». 23 Pablo y Bernabé nombraron ancianos líderes en cada iglesia. Después de orar y ayunar, Pablo y Bernabé los encomendaron al Señor, en quien habían creído.

24 Pablo y Bernabé pasaron por la región de Pisidia y entraron a la región de Panfilia. 25 Anunciaron el mensaje en la ciudad de Perge y luego fueron a la ciudad de Atalía. 26 De allí, fueron en barco hasta Antioquía de Siria, de donde los habían encomendado al generoso amor de Dios para el trabajo que ahora terminaban. 27 Cuando llegaron, reunieron a la iglesia y le contaron todo lo que Dios había hecho con ellos. Les contaron que Dios había abierto una puerta para que los que no son judíos también pudieran creer. 28 Pablo y Bernabé se quedaron allí con ellos por mucho tiempo.

La reunión en Jerusalén

15 Algunos hombres llegaron a Antioquía desde Judea. Empezaron a enseñar a los hermanos: «Ustedes no se salvarán si no se circuncidan, como manda la tradición de Moisés».[a] Pablo y Bernabé estaban en contra de esta enseñanza y discutieron mucho con ellos. Por fin se decidió que Pablo, Bernabé y otros fueran a Jerusalén para hablar con los apóstoles y los ancianos líderes acerca de este asunto.

Patrocinados por la iglesia pasaron por las regiones de Fenicia y Samaria, contando detalladamente cómo los que no eran judíos habían creído, lo que era motivo de gran alegría para todos los hermanos en cada lugar. Cuando ellos llegaron a Jerusalén, los apóstoles, los ancianos líderes y toda la iglesia les dieron la bienvenida. Pablo, Bernabé y los demás les contaron lo que Dios había hecho con ellos. Pero algunos creyentes, partidarios de los fariseos, se pusieron de pie y dijeron:

—Los creyentes que no son judíos tienen que ser circuncidados y obedecer la ley de Moisés.

Los apóstoles y los ancianos líderes se reunieron para hablar de ese asunto. Después de una larga discusión, Pedro se puso de pie y les dijo:

—Hermanos míos, ustedes recuerdan que hace un tiempo Dios me eligió de entre ustedes para anunciarles la buena noticia de salvación a los que no son judíos, para que ellos crean. Dios conoce a todos los seres humanos, incluso lo que piensan, y acepta a los que no son judíos. Lo demostró al darles el Espíritu Santo a ellos, tal como nos lo había dado a nosotros. Dios no hizo distinción entre ellos y nosotros, pues les purificó el corazón cuando ellos creyeron. 10 Entonces, ¿por qué están probando a Dios, agobiando a estos seguidores con una carga[b] que ni nosotros ni nuestros antepasados pudimos llevar? 11 Al contrario, creemos que nosotros somos salvos por medio del generoso amor del Señor Jesús y que ellos también se salvarán así.

12 Entonces todos se quedaron callados y escucharon lo que Pablo y Bernabé les contaron sobre todas las señales milagrosas y maravillas que Dios había hecho por medio de ellos entre los que no son judíos. 13 Cuando terminaron de hablar, Santiago dijo:

—Hermanos míos, escúchenme. 14 Simón Pedro[c] ya nos había contado cómo Dios demostró su amor por los que no son judíos y cómo por primera vez hizo que ellos fueran parte de su pueblo. 15 Eso mismo dijeron los profetas, como está escrito:

16 “Yo, el Señor, regresaré después.
    El reino de David es como una carpa caída.
Pero yo levantaré sus ruinas;
    la haré de nuevo.
17 (A)Así el resto de la humanidad buscará al Señor,
    junto con todas las naciones
    que han sido llamadas a ser parte de mi pueblo.
Esto lo dijo el Señor,
    que hace que todo esto sea posible.[d]
18 Esto lo hizo saber desde el principio”.[e]

19 »Por lo tanto, yo creo que no debemos molestar a aquellos que no son judíos y que deciden seguir a Dios. 20 En vez de eso, escribámosles que no coman nada que se haya contaminado por haber sido ofrecido a los ídolos, que no cometan ninguna clase de pecado sexual, que no coman carne de animales que hayan sido estrangulados, ni coman sangre. 21 Porque la ley de Moisés se viene enseñando en las sinagogas de cada ciudad todos los días de descanso desde hace muchos años.

La carta para los que no son judíos

22 Entonces los apóstoles, los ancianos líderes y toda la iglesia eligieron algunos hombres para que fueran a Antioquía junto con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas, al que le decían Barsabás, y a Silas, a quienes respetaban mucho. 23 El grupo envió la carta que decía:

De los apóstoles y ancianos líderes, sus hermanos.

A los hermanos que no son judíos de la ciudad de Antioquía y de las regiones de Siria y Silicia.

Saludos.

24 Nos hemos enterado de que algunos de los nuestros han ido a ustedes sin nuestra autorización y les han dado enseñanzas que los tienen preocupados y confundidos. 25 Todos nosotros hemos llegado a un acuerdo y decidimos enviarles a ustedes algunos hombres, quienes van con nuestros queridos hermanos, Pablo y Bernabé. 26 Bernabé y Pablo han arriesgado su vida por servir al Señor Jesucristo. 27 Así que enviamos a Judas y a Silas con ellos, quienes les dirán lo mismo. 28 El Espíritu Santo y nosotros consideramos que no deben tener ninguna otra obligación aparte de estas: 29 no coman nada que haya sido ofrecido a los ídolos. Tampoco prueben sangre ni coman carne de animales que hayan sido estrangulados. No cometan ninguna clase de pecado sexual. Estarán obrando bien si se apartan de eso.

Que la pasen bien.

30 Entonces Pablo, Bernabé, Judas y Silas se fueron de Jerusalén a Antioquía. Allí reunieron al grupo de creyentes y les entregaron la carta. 31 Cuando los creyentes la leyeron, se pusieron felices porque la carta los animó mucho. 32 Judas y Silas, quienes también eran profetas, hablaron mucho con los hermanos. Con sus palabras los animaron y los fortalecieron bastante. 33 Judas y Silas se fueron después de haber estado allí por un tiempo. Los hermanos los despidieron en paz y ellos regresaron a aquellos que los habían enviado. 34 [f] 35 Pero Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía. Ellos y muchos otros enseñaron a los creyentes y anunciaron el mensaje acerca del Señor.

Pablo y Bernabé se separan

36 Pasado algún tiempo, Pablo le dijo a Bernabé: «Hemos anunciado el mensaje del Señor en muchos lugares, volvamos y visitemos a los hermanos para ver cómo les ha ido». 37 Bernabé quería llevar con ellos a Juan Marcos, 38 pero Pablo pensaba que no era bueno llevarlo porque Juan Marcos los había abandonado en Panfilia y no había seguido trabajando con ellos. 39 Pablo y Bernabé tuvieron un fuerte desacuerdo hasta tal punto que dejaron de trabajar juntos. Bernabé se fue con Marcos en barco hacia Chipre. 40 Pablo, encomendado por los hermanos al cuidado del Señor, eligió a Silas y se fue con él. 41 Pablo y Silas fueron por las regiones de Siria y Cilicia fortaleciendo a las iglesias.

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