Beginning
Invasión de los asirios
(2 R 18:13-37; 2 Cr 32:1-19)
36 Durante el año 14 del reinado de Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, salió a atacar todas las ciudades fortificadas de Judá y las capturó. 2 El rey de Asiria mandó desde Laquis a su comandante en jefe, junto con un gran ejército, a Jerusalén para atacar al rey Ezequías. Tomó su posición junto al acueducto del estanque superior en el camino que lleva al Campo del Lavandero. 3 Salieron a reunirse con él Eliaquín hijo de Jilquías, que era el administrador del palacio real, el cronista Sebna y Joa hijo de Asaf, que era el secretario. 4 El comandante en jefe les dijo:
—Díganle a Ezequías que esto es lo que dice el gran rey, el rey de Asiria:
»¿Por qué estás tan confiado? 5 ¿Acaso piensas que la guerra se hace tan solo con palabras? ¿En quién te apoyas para rebelarte contra mí? 6 Mira, tú estás confiando en esa vara astillada que es Egipto. Si uno se apoya en ella, hiere y traspasa la mano. Eso es lo que es el faraón, rey de Egipto, para todos los que se apoyan en él. 7 Si me sales con eso de que “confiamos en el SEÑOR, nuestro Dios”, ¿no es ese el mismo del que Ezequías ordenó quitar los altares y los santuarios de las colinas cuando les dijo a Judá y a Jerusalén: “Ustedes sólo deben adorar frente a este altar”?
8 »Ahora, haz un tratado con mi señor, el rey de Asiria. Te daré 2000 caballos si puedes conseguir jinetes que los monten. 9 ¿No irás a rechazar la oferta de un capitán, así sea uno de los menos importantes de mi señor y ponerte a confiar en el rey de Egipto para que te dé carros de combate y caballos? 10 Mira, ¿crees que vine a destruir este país sin la ayuda del SEÑOR? Pues el mismo SEÑOR fue el que me dijo: “Sube y destruye ese país”.
11 Entonces, Eliaquín, Sebna y Joa le dijeron al comandante en jefe asirio:
—Por favor, háblanos en arameo, pues nosotros tus siervos entendemos ese idioma. No nos hables en el idioma de Judá porque nos escuchará la gente que está sobre la muralla.
12 Pero el comandante en jefe dijo:
—¿Acaso mi señor me mandó a hablarles sólo a su señor y a ustedes? ¿No me mandó él a decirle a la gente que está sentada en la muralla y a ustedes, que se tendrán que comer sus propios excrementos y beber su propia orina[a]?
13 Luego se puso en pie y gritó fuerte en el lenguaje de Judá:
—Oigan lo que les dice el gran rey, el rey de Asiria. 14 Esto es lo que él dice:
»No se dejen engañar por Ezequías, porque él no los podrá librar. 15 No permitan que Ezequías los haga confiar en el SEÑOR, diciendo: “Seguro que el SEÑOR nos librará, no dejará que esta ciudad caiga en manos del rey de Asiria”.
16 »No oigan a Ezequías, porque esto es lo que dice el rey de Asiria: “Hagan un tratado de paz conmigo y ríndanse, y permitiré que cada uno de ustedes se alimente de su propia vid y de su propia higuera, y que beba de su propio pozo. 17 Eso será hasta que yo venga y los lleve a un país como el de ustedes, un país con grano, vino, pan y viñedos”.
18 »Cuídense de no dejarse convencer por Ezequías con eso de que “el SEÑOR nos rescatará”. ¿Acaso alguno de los dioses de las otras naciones ha librado a su pueblo de las manos del rey de Asiria? 19 ¿Dónde están los dioses de Jamat y de Arfad?[b] ¿Dónde están los dioses de Sefarvayin[c]? ¿Libraron a Samaria de caer en mis manos? 20 ¿Cuál de los dioses de esas naciones las ha librado de caer en mis manos? ¿Cómo pues podrá el SEÑOR librar a Jerusalén de mí?
21 Pero el pueblo permaneció en silencio y no le contestó nada, porque el rey había dado orden de no contestarle nada.
22 Entonces, Eliaquín hijo de Jilquías, que estaba a cargo de la administración del palacio, Sebna el escriba, y el cronista Joa hijo de Asaf, fueron a donde estaba Ezequías con su ropa rasgada en señal de aflicción y le contaron todo lo que el comandante en jefe había dicho.
El Señor libra a Jerusalén
(2 R 19:1-37; 2 Cr 32:20-23)
37 Cuando el rey Ezequías escuchó esto, rasgó su ropa, y se vistió de luto y se fue al templo del SEÑOR. 2 Envió a Eliaquín, el encargado de la administración del palacio; a Sebna, el escriba; a los sacerdotes más ancianos, todos vestidos de luto, a ver al profeta Isaías hijo de Amoz. 3 Ellos le dijeron al profeta:
—Esto es lo que ha dicho Ezequías: “Este es día de tristeza, castigo y desgracia, como cuando las mujeres están a punto de dar a luz, pero no tienen suficiente fuerza para hacerlo. 4 Que el SEÑOR tu Dios haya oído las palabras del comandante en jefe que envió el rey de Asiria con que insultó al Dios vivo, y que lo castigue por haber dicho esas palabras que el SEÑOR escuchó. Así que eleva una oración por el pueblo que ha sobrevivido”.
5 Cuando los funcionarios del rey Ezequías fueron a ver a Isaías, 6 este les dijo:
—Esto es lo que van a decirle a su señor: El SEÑOR dice: “No tengas miedo de las palabras que has oído, los insultos que dijeron contra mí los siervos del rey de Asiria. 7 Mira, yo mismo voy a colocar un espíritu en él. Oirá un informe y se volverá a su país. Allí mismo, en su propio país, haré que lo hieran a espada y muera”.
8 El comandante en jefe se retiró y supo que el rey de Asiria se había ido de Laquis y estaba luchando contra Libná. 9 Entonces el rey de Asiria recibió la noticia de que el rey Tiracá[d], de Etiopía, había salido para luchar contra él. Una vez sabido esto, el rey de Asiria envió mensajeros a Ezequías con este mensaje:
10 «Esto es lo que le dirán al rey Ezequías de Judá: “No dejes que el Dios en quien confías te engañe diciendo: Jerusalén no caerá en manos del rey de Asiria. 11 Mira, tú conoces lo que los reyes de Asiria les han hecho a otros países, destruyéndolos por completo. ¿Y tú crees que te vas a salvar? 12 ¿Pudieron salvarlas los dioses de las naciones a las que mis antepasados destruyeron? Naciones como Gozán, Jarán, Résef y el pueblo de Edén[e] que vivía en Telasar. 13 ¿Dónde están los reyes de Jamat, Arfad, el de la ciudad de Sefarvayin, de Hená y de Ivá?”»
Oración de Ezequías
14 Ezequías recibió las cartas de mano de los mensajeros y las leyó. Luego subió al templo del SEÑOR y extendió las cartas delante del SEÑOR. 15 Después Ezequías oró al SEÑOR así: 16 «SEÑOR Todopoderoso, Dios de Israel, el que está sentado en su trono entre querubines, tú eres el único Dios de todas las naciones de la tierra. Tú creaste los cielos y la tierra. 17 SEÑOR, presta atención, escucha. SEÑOR, abre tus ojos y mira. Oye las palabras que Senaquerib envió para insultar al Dios vivo. 18 Es muy cierto, SEÑOR, que los reyes de Asiria han destruido todas las naciones y sus territorios, 19 han tirado sus dioses al fuego, aunque en realidad no eran dioses, sino producto de los seres humanos; eran de madera y piedra, y por eso fueron destruidos. 20 Ahora Dios, SEÑOR nuestro, sálvanos de caer en manos de ese rey, para que todos los reinos de la tierra sepan que tú, SEÑOR, eres el único Dios».
21 Entonces Isaías hijo de Amoz le envió este mensaje a Ezequías: «El SEÑOR, Dios de Israel, dice: “Te he escuchado[f] acerca de lo que me pediste en cuanto a Senaquerib rey de Asiria. 22 Este es el mensaje del SEÑOR en cuanto a Senaquerib:
»”La virgen hija de Sion
te desprecia, se burla de ti.
A tus espaldas la hija virgen de Jerusalén
mueve la cabeza burlándose de ti.
23 ¿A quién insultaste y de quién te reíste?
¿Contra quién hablaste?
¡Hablaste en contra del Santo de Israel!
Actuaste como si fueras mejor que él.
24 Mandaste a tus siervos para insultar al Señor.
Dijiste: ‘Vine con muchos carros de combate a los montes altos.
Vine desde las profundidades del Líbano
y las cumbres altas de las montañas del Líbano.
Corté los cedros más altos
y los mejores cipreses del Líbano.
Llegué hasta sus cumbres más remotas
y sus bosques más densos.
25 Cavé pozos
y bebí agua en territorios extranjeros.[g]
Con las plantas de mis pies
sequé todos los ríos de Egipto’.
26 »”Pero, ¿nunca te enteraste?
Yo tengo planeado esto desde hace tiempo.
Lo que está pasando ahora,
yo lo preparé desde la antigüedad:
Que tú destruyeras ciudades fortificadas
y las convirtieras en un montón de ruinas.
27 Sus habitantes, que ya están sin fuerza y sin esperanzas,
están avergonzados.
Aunque hoy parecen estar vivos,
el viento del oriente los secará[h]
como plantas del campo, como plantitas
y pasto que crece en el tejado.
28 Sé cuando te levantas y cuando te sientas;
cuando sales y cuando entras.
Sé cuánto te has enfurecido contra mí.
29 Debido a lo furioso que estás contra mí
y a que he escuchado tus palabras arrogantes,
voy a ponerte una argolla en la nariz,
un freno en la boca,
y haré que regreses por el mismo camino
por donde viniste.
30 »”Esta será la señal que probará que este mensaje es verdadero:
»”Este año comerán lo que crece por sí solo en el campo,
el segundo año lo que crezca de ahí,
y el tercer año sembrarán y cosecharán,
plantarán viñedos y comerán de su fruto.
31 Los sobrevivientes de la tribu de Judá
echarán raíces abajo y darán fruto arriba.
32 Porque un resto de mi gente quedará vivo
y saldrá de Jerusalén;
y los sobrevivientes saldrán del monte Sion.
El celo del SEÑOR Todopoderoso hará que así suceda.
33 »”Esto dice el SEÑOR Todopoderoso acerca del rey de Asiria:
»”Él no entrará a esta ciudad
y no disparará aquí una sola flecha.
No usará un solo escudo,
ni construirá rampas contra ella.
34 Volverá por el mismo camino por el que vino;
no ocupará la ciudad.
El SEÑOR lo ha decidido así.
35 Yo protegeré esta ciudad y la salvaré.
Lo haré por mí mismo y por mi siervo David”».
36 Entonces el ángel del SEÑOR fue al campamento asirio y mató a 185 000 soldados. Cuando la gente se levantó al otro día, estaban allí todos los cuerpos de los muertos. 37 Entonces el rey Senaquerib de Asiria se retiró, volvió a casa y permaneció en Nínive. 38 Un día, mientras estaba adorando en el templo de su dios Nisroc, fue asesinado a espada por sus hijos Adramélec y Sarézer. Ellos escaparon al país de Ararat[i]. Su hijo Esarjadón lo sucedió en el trono.
Ezequías se enferma
(2 R 20:1-11; 2 Cr 32:24-26)
38 En esos días Ezequías se enfermó y estuvo al borde de la muerte. El profeta Isaías hijo de Amoz fue a ver a Ezequías y le dijo:
—El SEÑOR dice: “Pon tus asuntos en orden, porque vas a morir; no vas a sanar”.
2 Ezequías se dio vuelta con la cara hacia la pared y oró así al SEÑOR: 3 «SEÑOR, recuerda que yo siempre te he servido de todo corazón y he hecho lo que te agradaba». Y Ezequías lloró amargamente. 4 Isaías recibió este mensaje del SEÑOR: 5 «Ve y dile a Ezequías: “Esto dice el SEÑOR, el Dios de tu antepasado David: He oído tu oración y he visto tus lágrimas. He añadido 15 años a tu vida. 6 Te salvaré a ti y a esta ciudad del poder del rey de Asiria y defenderé esta ciudad. 7 Esta será la señal del SEÑOR que el SEÑOR hará para ti, para que te des cuenta de que él hará lo que te dice: 8 Fíjate, voy a hacer que la sombra del sol en el reloj de sol de Acaz retroceda diez escalones[j]”». Y el sol retrocedió diez escalones que ya había recorrido. 9 Este es el salmo que el rey Ezequías compuso cuando sanó de su enfermedad:
10 «Yo pensé: “Debo irme en la mejor edad,
estoy destinado a pasar el resto de mis años en el lugar de los muertos”.
11 Me dije: “No voy a ver al SEÑOR
en el mundo de los vivos,
no voy a volver a ver a ninguno
de los que viven en este mundo.
12 Me quitan la vida,
levantan mi habitación como carpa de pastor.
Como hace un tejedor, enrollé mi vida,
pero él me corta del hilo del tejido.
Acabaste conmigo de la noche a la mañana”.
13 »Yo pedí ayuda toda la noche.
Él quebrantó todos mis huesos como hace un león.
Acabaste conmigo de la noche a la mañana.
14 Gorjeo como golondrina, como grulla.
Gimo como una paloma.
Mis ojos se cansan de mirar hacia arriba.
Dios mío, estoy muy mal, ayúdame.
15 ¿Qué puedo decirle si él me lo dijo,
él es quien me ha hecho esto?
Caminaré despacio todos los días de mi vida
por la amargura de mi corazón.
16 »Señor, por todo esto es que la gente vive
y en todo esto mi espíritu se siente revivir.
¡Dame salud y hazme vivir!
17 Mira, tuve tal angustia,
pero fue por mi bien.
Tú salvaste mi vida del sepulcro,
porque perdonaste todos mis pecados.
18 En el lugar de los muertos no se te puede agradecer;
los muertos no te pueden alabar.
Los que van al sepulcro
no pueden confiar en tu fidelidad.
19 Son los que están vivos, los que tienen vida,
quienes pueden darte gracias,
como yo lo hago hoy.
Los padres enseñan a sus hijos
acerca de tu fidelidad.
20 El SEÑOR me salva,
así que todos los días de nuestra vida
tocaremos instrumentos de cuerda
en el templo del SEÑOR».
21 Ahora bien, Isaías había dicho:
—Hagan una crema de higos, aplíquensela en la llaga y él se recuperará.
22 Ezequías también había dicho:
—¿Qué señal tendré de que podré subir al templo del SEÑOR?[k]
Ezequías y los enviados de Babilonia
(2 R 20:12-19; 2 Cr 32:27-31)
39 En esos días, el rey Merodac Baladán hijo de Baladán, rey de Babilonia, había oído que Ezequías estaba enfermo y se había recuperado. Entonces, envió mensajeros con cartas y regalos a 2 Ezequías, quien los recibió gustoso y les mostró sus tesoros: el oro y la plata, las especias, el aceite fino, su arsenal y todo lo que había en la tesorería real. No hubo nada que no les mostrara en su palacio y en todo el reino. 3 Entonces vino el profeta Isaías a Ezequías y le dijo:
—¿Qué dijeron estos hombres y de dónde vinieron?
Ezequías le respondió:
—Ellos vinieron de muy lejos, de Babilonia.
Luego Isaías le dijo:
4 —¿Qué vieron ellos del palacio?
Ezequías le dijo:
—Ellos vieron todo lo que hay en el palacio y en los depósitos. No dejé nada sin mostrarles.
5 Entonces Isaías le dijo a Ezequías:
—Oye el mensaje del SEÑOR Todopoderoso: 6 “Llegará el día en que se llevarán a Babilonia todo lo que hay en tu palacio y todo lo que tus antepasados guardaron hasta el día de hoy. No dejarán nada, dice el SEÑOR. 7 Se llevarán incluso hasta a algunos de tus descendientes los castrarán y los pondrán de funcionarios[l] en el palacio del rey de Babilonia”.
8 Ezequías le dijo a Isaías:
—El mensaje que me trajiste de parte del SEÑOR es bueno.
Dijo esto porque pensó: «Por lo menos en mis días habrá paz y seguridad».
Dios consuela a su pueblo
40 Su Dios dice:
«Consuelen, consuelen a mi pueblo.
2 Háblenle cariñosamente a Jerusalén
y díganle que su esclavitud ha terminado,
que ha cumplido su castigo.
El SEÑOR le dio doble castigo
por todos sus pecados».
3 Una voz grita:
«¡Preparen un camino para el SEÑOR en el desierto!
Háganle a nuestro Dios un camino recto en el desierto.
4 Que todo valle sea rellenado,
y toda montaña y colina sea allanada.
Que el terreno quebrado se convierta en planicie
y el terreno disparejo en una llanura.
5 Luego se revelará la gloria del SEÑOR
y todos los seres humanos juntos la verán.
Es porque el SEÑOR mismo lo ha decidido».
6 Una voz dice: «¡Grita!»,
y yo pregunto[m]: «¿Por qué he de gritar?»
Todos los seres humanos son como hierba
y toda su lealtad como flor del campo.
7 La hierba se seca,
la flor se marchita y se cae
cuando el SEÑOR sopla sobre ella.
De verdad la gente es como la hierba.
8 La hierba se seca,
la flor se marchita y se cae,
pero la palabra de nuestro Dios
vivirá para siempre.
9 Sube a una montaña alta, Sion,
mensajera de buenas noticias.
Alza con fuerza tu voz, Jerusalén,
mensajera de buenas noticias.
Grita, no tengas miedo.
Diles a las ciudades de Judá:
«Aquí está tu Dios».
10 Mira, el Señor DIOS viene con poder
y su brazo gobierna.
Fíjense, lleva consigo su premio
y su recompensa está ante él.
11 Como un pastor, él cuidará su rebaño.
Con su brazo reunirá los corderos,
los llevará junto a su pecho
y llevará a descansar a las ovejas recién paridas.
12 ¿Quién ha medido las aguas del mar en la palma de su mano?
¿Quién ha medido con sus manos la dimensión de los cielos?
¿Quién metió el polvo de toda la tierra en un recipiente para medir?
¿Quién pesó las montañas y los montes en una balanza?
13 ¿Quién puede decir que ha entendido el pensamiento del SEÑOR?
¿Quién le ha servido de consejero a Dios?
14 ¿A quién le ha pedido información
y quién le ha enseñado justicia?
¿Quién le enseñó ciencia
y le mostró cómo ser inteligente?
15 Mira, ante él las naciones son
como una gota de agua en un balde,
las considera como polvo en la balanza.
Fíjate, él levanta las islas
como si se tratara de fino polvillo.
16 El Líbano no da suficiente leña
como para mantener el fuego de su altar,
ni animales suficientes
para las ofrendas que se queman.
17 Todas las naciones son como nada ante él,
para él son menos que nada y sin valor.
18 ¿Con quién compararán a Dios?
¿A qué imagen se les parece?
19 Al ídolo lo moldeó un escultor,
y un joyero lo recubrió de oro
y le puso cadenas de plata.
20 El que es muy pobre para tal ofrenda,
escogerá madera que no se pudra.
Buscará a un artesano diestro
que le haga una imagen que no se caiga.
21 ¿No lo saben?
¿Es que no han oído?
¿No se lo contaron desde el principio?
¿No lo han entendido desde la creación del mundo?
22 El Señor está sentado sobre la bóveda de la tierra,
y sus habitantes se ven como saltamontes.
Él extiende los cielos como un velo
y los despliega como una carpa de vivienda.
23 Reduce a nada a los gobernantes,
y hace que los líderes del mundo no sean nada.
24 Apenas están recién sembrados,
acaban de ser plantados,
empiezan hasta ahora a echar raíces,
cuando él sopla sobre ellos y los seca
y el viento de la tormenta se los lleva como paja.
25 El Santo Dios dice: «¿Con quién me van a comparar?
¿Quién es como yo?»
26 Levanten sus ojos y miren hacia arriba,
¿Quién creó todo eso?
El que hace salir su ejército de estrellas
una por una y a todas llama por su nombre.
Porque nada escapa a su gran fuerza y poder.
27 Jacob, ¿por qué te quejas?
Israel, ¿por qué dices:
«Mi camino está escondido del SEÑOR
y mi Dios ignora mi causa»?
28 ¿Es que no lo sabes?
¿Nunca lo has oído?
El SEÑOR es el Dios eterno,
el Creador de todo el mundo.
Nunca se cansa ni se fatiga.
Nadie puede entender completamente la sabiduría de Dios.
29 Él da fuerzas al cansado
y poder al indefenso.
30 Los jóvenes se cansan y fatigan;
los muchachos quedan exhaustos y caen.
31 Pero los que tienen su esperanza puesta en el SEÑOR renovarán sus fuerzas.
Les crecerán[n] alas como a las águilas;
correrán sin fatigarse,
caminarán sin cansarse.
El Señor es el Dios Eterno
41 Guarden silencio ante mí, países lejanos.
Que las naciones se hagan fuertes.
Que vengan y presenten su caso,
reunámonos para el juicio.
2 ¿Quién despertó desde el oriente
a aquel que sale victorioso en todas partes?
El SEÑOR puso en sus manos las naciones,
y los reyes se rinden ante él.
Con su espada los convierte en polvo,
y con su arco los dispersa como la paja.
3 Los persigue y nunca sale herido,
sus pies no tocan el suelo.
4 ¿Quién ha hecho esto
y permite que esto suceda?
El que desde el principio controla la historia.
Yo, el SEÑOR, estoy presente de principio a fin.
5 Las costas e islas son testigos de mi poder
y tienen miedo.
Los sitios remotos de la tierra tiemblan de miedo.
Ya se acercan, llegaron.
6 Se ayudan unos a otros
y se dicen «¡ánimo!»
7 El artesano anima al orfebre;
y el que deja maleable el metal
con el martillo anima al escultor,
diciéndole: «La soldadura está lista»;
y con clavos fija bien el ídolo
para que no se caiga.
8 «Pero tú eres Israel, mi siervo;
Jacob, mi elegido;
descendiente de Abraham, amigo mío.
9 Te tomé de lo más remoto de la tierra,
te llamé de los rincones más lejanos,
y te dije: “Tú eres mi siervo,
te elegí y no te hice a un lado”.
10 No temas, estoy contigo.
Yo soy tu Dios, no tengas miedo.
Te fortaleceré, sí, te ayudaré.
Te salvaré con mi mano victoriosa.
11 »Mira, todos los que están furiosos contigo
serán avergonzados y caerán en desgracia.
Los que se oponen a ti
quedarán en nada y perecerán.
12 Buscarás a todos los que se te enfrentaron,
pero no los hallarás.
Los que te hicieron la guerra,
quedarán en nada.
13 Porque yo, el SEÑOR tu Dios,
te tomo de la mano.
Yo soy el que te dice:
“Te ayudaré, no tengas miedo”.
14 »No temas, gusanito Jacob, oruguita Israel.
El SEÑOR dice: “Yo mismo te ayudaré”.
El Santo Dios de Israel te salvará.
15 Fíjate, te convertiré en una trilladora
nueva y con muchos dientes.
Trillarás los montes, los aplastarás
y harás que las colinas queden hechas paja.
16 Las tirarás y el viento se las llevará lejos.
La tormenta las dispersará.
Entonces, te alegrarás en el SEÑOR
y te sentirás orgulloso del Santo Dios de Israel.
17 »El pobre y el necesitado buscan agua y no hay.
Su lengua está reseca de la sed.
Pero yo, el SEÑOR, les ayudaré;
yo, el Dios de Israel, no los abandonaré.
18 Haré que broten ríos de las cumbres desiertas
y manantiales en medio de los valles.
Convertiré el desierto en una laguna
y el campo seco en manantiales.
19 Plantaré cedros en el desierto;
acacias, mirtos y olivos.
Plantaré también cipreses,
pinos y abetos en la tierra seca.
20 Así todo el mundo comprobará
y entenderá
que la mano del SEÑOR ha hecho esto
y que fue el Santo Dios de Israel quien lo creó».
21 El SEÑOR, el rey de Jacob, dice:
«Tengo una denuncia contra ustedes.
Presenten su defensa.
Traigan sus pruebas contundentes.
22 Acérquense y dígannos
qué es lo que va a pasar.
Cuéntennos acerca de los hechos del pasado
y lo que significan.
Nosotros los consideraremos
y veremos sus resultados.
Hablen acerca de hechos futuros.
23 Digan lo que va a suceder;
así comprobaremos que ustedes son dioses.
Por lo menos hagan algo, bueno o malo,
para que nos alarmemos o atemoricemos juntos.
24 Miren, ustedes son menos que nada,
y lo que hacen es lo mismo.
El que los elija a ustedes es despreciable.
25 »Yo traigo a alguien del norte[o] y ya viene.
Se le llamó por su nombre desde el oriente.
Aplasta a los gobernantes como si fueran barro,
como hace un alfarero con la arcilla.
26 ¿Quién nos avisó de esto desde el principio
para que nosotros pudiéramos saberlo?
¿Quién lo dijo antes de que sucediera
para que nosotros digamos:
“Se cumplió lo que él dijo”?
En realidad, nadie lo dijo.
De verdad que nadie lo había oído.
De hecho, nadie escuchó que ustedes lo dijeran.
Antes de que sucediera,
27 yo le dije a Sion: “Mira, ya vienen”.
Nombré un mensajero para Jerusalén.
28 Pero cuando miré, no había nadie;
no había ni un solo consejero entre los ídolos
que respondiera cuando yo les preguntaba.
29 Fíjense, todos ellos no son nada
y nada pueden hacer.
Sus imágenes son inútiles.
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