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Reina Valera Contemporánea (RVC)
Version
Jeremías 26-29

Jeremías recibe amenazas de muerte

26 Al principio del reinado de Joacín(A) hijo de Josías, rey de Judá, la palabra del Señor vino a Jeremías y le dijo:

«Jeremías, ve al atrio de mi casa, y diles a todas las ciudades de Judá que vienen a mi casa para adorarme, todo lo que yo te ordene decirles. No retengas mi palabra. Tal vez te hagan caso y cada uno de ellos se aparte de su mal camino. Así yo dejaré de hacerles el daño que he pensado hacerles por sus malas obras. Diles de mi parte: “Así ha dicho el Señor: Si no me hacen caso ni ponen en práctica mi ley, la cual les expuse, ni prestan atención a las palabras de mis siervos los profetas, que una y otra vez les he enviado y a los cuales no han querido oír, yo haré con esta casa lo que hice con Silo,(B) y todas las naciones de la tierra usarán el nombre de esta ciudad como maldición.”»

Los sacerdotes y los profetas, y todo el pueblo, oyeron a Jeremías pronunciar estas palabras en la casa del Señor. Y cuando Jeremías terminó de decir a todo el pueblo lo que el Señor le había ordenado decirles, los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo le echaron mano y le espetaron:

«Has dictado tu sentencia de muerte. ¿Cómo te atreves a decir, en nombre del Señor, que a esta casa le va a pasar lo mismo que a Silo, y que esta ciudad quedará asolada y sin habitantes?»

Y todo el pueblo reunido en la casa del Señor se juntó contra Jeremías.

10 Cuando los príncipes de Judá se enteraron de esto, fueron del palacio del rey a la casa del Señor y se sentaron a la entrada de la puerta nueva de la casa del Señor. 11 Entonces los sacerdotes y los profetas dijeron a los príncipes y a todo el pueblo:

«Como ustedes mismos lo han oído, este hombre ha dictado su sentencia de muerte, pues ha profetizado en contra de esta ciudad.»

12 Jeremías dijo entonces a todos los príncipes y a todo el pueblo:

«Todo lo que ustedes han oído son las palabras que el Señor me envió a profetizar contra esta casa y contra esta ciudad. 13 Así que mejoren sus caminos y sus obras, y atiendan a la voz del Señor su Dios, para que cambie de parecer y no les haga el mal que les ha anunciado. 14 En lo que a mí toca, estoy en las manos de ustedes; hagan conmigo lo que les parezca mejor y más adecuado. 15 Pero una cosa deben saber: si me matan, derramarán sangre inocente sobre ustedes, y sobre esta ciudad y sus habitantes, pues lo cierto es que el Señor me envió a decirles a ustedes todo lo que ya han oído.»

16 Los príncipes y todo el pueblo respondieron a los sacerdotes y profetas:

«Este hombre no ha hecho nada que merezca la pena de muerte, porque nos ha hablado en el nombre del Señor, nuestro Dios.»

17 Algunos de los ancianos del país se levantaron y hablaron a todo el pueblo allí reunido, y dijeron:

18 «Durante el reinado de Ezequías sobre Judá, el profeta Miqueas de Moreset habló con todo el pueblo de Judá, y le dijo de parte del Señor de los ejércitos: “Sión quedará como un campo barbechado, y Jerusalén se convertirá en un montón de ruinas. ¡En lo alto de la colina, el templo quedará convertido en un bosque!”(C) 19 Con todo, ni el rey Ezequías ni el pueblo de Judá lo mataron. Al contrario, Ezequías mostró su temor por el Señor y oró en su presencia, y el Señor ya no le hizo el mal que les había anunciado. ¿Habremos de cometer nosotros un mal tan grande contra nosotros mismos?

20 »También Urías hijo de Semaías, de Quiriat Yearín, fue un hombre que hablaba en nombre del Señor, y profetizó contra esta ciudad y contra este país, a la manera de Jeremías. 21 Cuando el rey Joacín y todos sus príncipes y grandes personajes oyeron sus palabras, el rey trató de matarlo; pero cuando Urías se enteró de esto, tuvo miedo y huyó a Egipto. 22 Entonces el rey Joacín mando a Elnatán hijo de Acbor, y a otros hombres con él, para que fueran a Egipto, 23 y éstos sacaron de Egipto a Urías y lo trajeron al rey Joacín, el cual lo mató a filo de espada y echó su cuerpo en la fosa común.»

24 Como Ajicán hijo de Safán estaba a favor de Jeremías, intervino para que no lo entregaran en las manos del pueblo y lo mataran.

La señal de los yugos

27 Al principio del reinado en Judá de Joacín(D) hijo de Josías, la palabra del Señor vino a mí, y me dijo así:

«Jeremías, hazte unas coyundas y unos yugos, y póntelos sobre el cuello. Luego, por medio de los mensajeros que vienen a Jerusalén para ver a Sedequías rey de Judá, se los enviarás a los reyes de Edom, Moab, Amón, Tiro y Sidón, junto con el siguiente mensaje para sus respectivos señores: “Yo, el Señor de los ejércitos y Dios de Israel, les recuerdo esto: Yo, con gran despliegue de poder y con mi brazo extendido, hice la tierra y al hombre, y también a los animales que están sobre la tierra, y la tierra se la di a quien mejor me pareció. Ahora he puesto todos estos territorios en manos de mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia, y hasta le he dado los animales salvajes, para que le sirvan. Y todas las naciones le servirán, a él, y a su hijo y a su nieto, hasta que llegue el momento de que su propio país sea reducido a servidumbre por muchas naciones y grandes reyes. Yo castigaré a la nación y al reino que no sirva a Nabucodonosor rey de Babilonia, ni doblegue su cuello bajo su yugo; los castigaré con espada, y hambre y peste, hasta que a él mismo le permita destruirlos por completo.

—Palabra del Señor.

”Así que ustedes no presten oído a sus profetas, adivinos, intérpretes de sueños, agoreros y encantadores, que les dicen que no se rindan ante el rey de Babilonia. 10 Lo que ellos les dicen es mentira. Lo que buscan es que ustedes se alejen de su tierra, para que yo los expulse y ustedes mueran. 11 Pero a la nación que doblegue su cuello al yugo del rey de Babilonia y le sirva, yo la dejaré en su tierra, para que la cultive y la habite.”»

—Palabra del Señor.

12 Estas mismas palabras se las comuniqué a Sedequías rey de Judá. Le dije:

«Dobleguen su cuello al yugo del rey de Babilonia, y sírvanle a él y a su pueblo. Así seguirán con vida. 13 ¿Por qué han de morir tú y tu pueblo por la espada, o de hambre y de peste, como ha dicho el Señor que pasará con la nación que no sirva al rey de Babilonia? 14 No hagan caso de las palabras de los profetas que les dicen que no sirvan al rey de Babilonia. Lo que ellos les profetizan es mentira. 15 El Señor no los ha enviado. Ellos profetizan falsamente en nombre del Señor, para que él los expulse de su tierra y ustedes mueran, junto con los profetas que les anuncian tales cosas.»

—Palabra del Señor.

16 También hablé con los sacerdotes y con todo este pueblo. Les dije:

«Así ha dicho el Señor: “No hagan caso de las palabras de esos profetas que les dicen que muy pronto los utensilios de la casa del Señor serán traídos de Babilonia. Eso que les profetizan es una mentira.”»

17 No les hagan caso. Sirvan al rey de Babilonia, y seguirán con vida. ¿Por qué tiene que ser destruida esta ciudad? 18 Si en verdad ellos son profetas, y si la palabra del Señor los respalda, pídanle ahora al Señor de los ejércitos que los utensilios que han quedado en la casa del Señor, y en el palacio del rey de Judá y en Jerusalén, no sean llevados a Babilonia. 19 Porque el Señor de los ejércitos ha hablado acerca de las columnas, del estanque, de las basas y del resto de los utensilios que quedan en esta ciudad 20 y que no quitó Nabucodonosor rey de Babilonia cuando se llevó de Jerusalén a Babilonia a Jeconías hijo de Joacín, rey de Judá, y a todos los nobles de Judá y de Jerusalén. 21 Esto es lo que dijo el Señor de los ejércitos, Dios de Israel, acerca de los utensilios que quedaron en su templo, y en el palacio del rey de Judá y en Jerusalén:

22 «Serán llevados a Babilonia, y allí se quedarán hasta el día en que yo los visite. Después de eso volveré a traerlos y los restauraré a este lugar.»

—Palabra del Señor.

Falsa profecía de Jananías

28 En el quinto mes de ese mismo año, es decir, del año cuarto, al principio del reinado de Sedequías(E) rey de Judá, el profeta Jananías hijo de Azur, que era de Gabaón, habló con Jeremías en la casa del Señor, delante de los sacerdotes y de todo el pueblo. Le dijo:

«Así ha dicho el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: “Voy a hacer pedazos el yugo del rey de Babilonia, y dentro de dos años haré que vuelvan a este lugar todos los utensilios que Nabucodonosor rey de Babilonia tomó de mi casa y se llevó a Babilonia. Yo haré que vuelvan a este lugar Jeconías hijo de Joacín, rey de Judá, y todos los de Judá que fueron llevados a Babilonia, porque voy a hacer pedazos el yugo del rey de Babilonia.”»

—Palabra del Señor.

El profeta Jeremías le respondió al profeta Jananías, también delante de los sacerdotes y de todo el pueblo que estaba reunido en la casa del Señor. Le dijo:

«Así sea. Que así lo haga el Señor y confirme tu profecía, de que los utensilios de la casa del Señor, y todos los que fueron llevados a Babilonia, volverán a este lugar. Sin embargo, escucha lo que voy a decirte, a ti en primer lugar, y también a todo el pueblo: Los profetas que nos antecedieron a ti y a mí, anunciaron guerras, aflicción y peste contra muchos países y contra grandes reinos. Si el profeta anuncia paz, y sus palabras se cumplen, entonces se le reconoce como un profeta verdadero, enviado por el Señor.»

10 Entonces el profeta Jananías le quitó al profeta Jeremías el yugo que éste llevaba en el cuello, lo hizo pedazos, 11 y en presencia de todo el pueblo dijo:

«Así ha dicho el Señor: Así también, dentro de dos años haré pedazos el yugo que Nabucodonosor, rey de Babilonia, ha puesto en el cuello de todas las naciones.»

Jeremías, por su parte, siguió su camino. 12 Pero después de que el profeta Jananías hizo pedazos el yugo que el profeta Jeremías llevaba al cuello, la palabra del Señor vino a Jeremías, y le dijo:

13 «Ve y habla con Jananías, y dile que yo, el Señor, digo: “Tú has hecho pedazos yugos de madera, pero yo voy a reponerlos con yugos de hierro.” 14 Yo, el Señor de los ejércitos y Dios de Israel, digo: “Voy a poner sobre el cuello de todas estas naciones un yugo de hierro, para que sirvan a Nabucodonosor rey de Babilonia. Y van a servirle. ¡Hasta a los animales salvajes los he puesto en sus manos!”»

15 Entonces el profeta Jeremías le dijo al profeta Jananías:

«Escucha bien, Jananías: Tú has llevado a este pueblo a confiar en tus mentiras, aunque el Señor no te ha enviado. 16 Por lo tanto, así ha dicho el Señor: “Voy a borrarte de la faz de la tierra, y este mismo año morirás, pues has llevado al pueblo a rebelarse contra mí.”»

17 Y en el mes séptimo de ese mismo año murió Jananías.

Carta de Jeremías a los cautivos

29 Nabucodonosor se llevó cautivos a Babilonia a los ancianos, sacerdotes y profetas que estaban en Jerusalén, lo mismo que a todo el pueblo. Desde Jerusalén el profeta Jeremías envió una carta a los que sobrevivieron al exilio. Éste es el texto de la carta, la cual envió después de que salieron el rey Jeconías, la reina, el personal de palacio, los príncipes de Judá y de Jerusalén, los artífices y los ingenieros de Jerusalén.(F) Los mensajeros fueron Elasa hijo de Safán y Gemarías hijo de Hilcías, a quienes Sedequías rey de Judá envió a Nabucodonosor rey de Babilonia. A la letra decía:

«Así ha dicho el Señor de los ejércitos y Dios de Israel, a todos los cautivos que permití que fueran llevados de Jerusalén a Babilonia: “Construyan casas, y habítenlas; planten huertos y coman de sus frutos. Cásense, y tengan hijos e hijas; den mujeres a sus hijos, y maridos a sus hijas, para que tengan hijos e hijas; y multiplíquense allá. ¡No se reduzcan en número! Procuren la paz de la ciudad a la que permití que fueran llevados. Rueguen al Señor por ella, porque si ella tiene paz, también tendrán paz ustedes.”

»Así ha dicho el Señor de los ejércitos y Dios de Israel: “Que no los engañen los profetas que se encuentran entre ustedes, ni sus adivinos. No hagan caso de los sueños que tengan. Porque ellos falsamente profetizan en mi nombre. Yo no los he enviado.”

—Palabra del Señor.

10 »Así ha dicho el Señor: “Cuando se cumplan los setenta años de Babilonia,(G) yo iré a visitarlos, y les cumpliré mi promesa de hacerlos volver a este lugar. 11 Sólo yo sé los planes que tengo para ustedes. Son planes para su bien, y no para su mal, para que tengan un futuro lleno de esperanza.”

—Palabra del Señor.

12 »Entonces ustedes me pedirán en oración que los ayude, y yo atenderé sus peticiones. 13 Cuando ustedes me busquen, me hallarán, si me buscan de todo corazón.(H) 14 Ustedes me hallarán, y yo haré que vuelvan de su exilio, pues los reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde los arrojé. Yo haré que ustedes vuelvan al lugar de donde permití que se los llevaran.»

—Palabra del Señor.

15 Según ustedes, el Señor ya les ha levantado profetas en Babilonia. 16 Pero así ha dicho el Señor acerca del rey que ha sucedido a David en el trono, y acerca de todo el pueblo que vive en esta ciudad, y de sus compatriotas que no fueron llevados con ustedes en cautiverio:

17 «Yo envío contra ellos espada, hambre y peste. Voy a ponerlos como a los higos malos, que de tan malos no se pueden comer. Lo ha dicho el Señor de los ejércitos. 18 Los perseguiré con la espada, el hambre y la peste. Dejaré que sean el escarnio y la burla de todos los reinos de la tierra y de las naciones por las que los he arrojado. Serán motivo de espanto, y la gente usará su nombre como maldición, 19 por no haber hecho caso de mis palabras, que una y otra vez les comuniqué por medio de mis siervos los profetas.

—Palabra del Señor.

20 »Ustedes, los que fueron llevados en cautiverio de Jerusalén a Babilonia, oigan la palabra del Señor. 21 Así ha dicho el Señor de los ejércitos y Dios de Israel acerca de Ajab hijo de Colaías, y de Sedequías hijo de Maseías, esos dos que falsamente les profetizan en mi nombre: “Voy a ponerlos en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y ante sus propios ojos ese rey les quitará la vida.” 22 Todos los que fueron llevados de Judá a Babilonia los convertirán en objeto de maldición, y dirán: “Que el Señor haga contigo lo mismo que hizo con Sedequías y Ajab, a quienes el rey de Babilonia condenó a la hoguera.” 23 Estos dos hicieron mucho mal en Israel: cometieron adulterio con las mujeres de su prójimo, y en el nombre del Señor pronunciaron falsamente palabras que él no les mandó decir. Es un hecho que esto fue así.

—Palabra del Señor.

24 »A Semaías de Nejelán le dirás: 25 “Así ha dicho el Señor de los ejércitos y Dios de Israel: Tú has enviado cartas en tu nombre a todo el pueblo en Jerusalén, lo mismo que al sacerdote Sofonías hijo de Maseías, y a todos los sacerdotes. Según tú dices, 26 el Señor te ha designado como sacerdote en lugar del sacerdote Joyadá, para que en la casa del Señor te encargues de todo loco que profetice, y lo pongas en el calabozo y en el cepo. 27 Si es así, ¿por qué no has reprendido a Jeremías de Anatot, que también les ha profetizado? 28 Porque Jeremías mandó a decirnos en Babilonia que nuestro cautiverio será largo, y que debemos construir casas, y habitarlas; y plantar huertos y comer de sus frutos.”»

29 El sacerdote Sofonías leyó esta carta en voz alta al profeta Jeremías. 30 Entonces la palabra del Señor vino a Jeremías, y le dijo:

31 «Envía este mensaje a todos los cautivos: “Así ha dicho el Señor acerca de Semaías de Nejelán: Puesto que Semaías les profetizó sin que yo lo hubiera enviado, con lo que hizo que ustedes confiaran en una mentira, 32 el Señor ha dicho que va a castigar a Semaías de Nejelán y a su descendencia, por haberlos incitado a rebelarse contra él. No tendrá descendientes varones entre este pueblo, ni vivirá para ver el bien que él hara a su pueblo.”»

—Palabra del Señor.

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