Beginning
Fama y riqueza de Salomón (10,1-29)
Salomón y la reina de Sabá (2 Cr 9,1-12)
10 La reina de Sabá tuvo noticia de la fama de Salomón para gloria del Señor y vino a ponerlo a prueba con enigmas. 2 Llegó a Jerusalén con una magnífica caravana de camellos cargados de perfumes, oro en abundancia y piedras preciosas. Cuando se presentó ante Salomón le formuló todas las cuestiones que traía. 3 Salomón contestó a todas sus preguntas: no hubo ninguna tan difícil que el rey no supiera responder. 4 Cuando la reina de Sabá comprobó toda la sabiduría de Salomón, el palacio que había construido, 5 los manjares de su mesa, la disposición de sus comensales, la compostura y los uniformes de sus camareros, las bebidas y los holocaustos que ofrecía en el Templo del Señor, se quedó asombrada 6 y dijo al rey:
— ¡Es cierto lo que había oído en mi país acerca de tus palabras y de tu sabiduría! 7 Yo no me lo creía, hasta que he venido y lo he visto con mis propios ojos. Pero no me habían contado ni la mitad, pues tu sabiduría y riquezas superan las noticias que tenía. 8 ¡Felices tus esposas y cortesanos, que están siempre a tu lado disfrutando de tu sabiduría! 9 ¡Bendito sea el Señor, tu Dios, que ha tenido a bien ponerte en el trono de Israel y, por el amor eterno a su pueblo, te ha designado rey para garantizar la justicia y el derecho!
10 La reina regaló al rey ciento veinte talentos de oro, gran cantidad de perfumes y piedras preciosas. Nunca habían llegado tantos perfumes como los que la reina de Sabá regaló al rey Salomón. 11 Además, la flota de Jirán, que había traído el oro de Ofir, trajo también gran cantidad de madera de sándalo y piedras preciosas. 12 Con la madera de sándalo el rey hizo barandas para el Templo del Señor y para el palacio real y cítaras y arpas para los músicos. Madera como aquella no ha vuelto a llegar ni se ha visto hasta el presente. 13 El rey Salomón, por su parte, dio a la reina de Sabá todo cuanto ella quiso y pidió, aparte de los regalos que él le hizo de acuerdo con su generosidad. Luego la reina y su séquito regresaron a su país.
Comercio y riquezas (2 Cr 9,13-28; 1,14-17)
14 Salomón recibía anualmente seiscientos sesenta y seis talentos de oro, 15 sin contar el oro que llegaba de los mercaderes, del tráfico de los comerciantes, de todos los reyes de Arabia y de los gobernadores del país. 16 El rey Salomón mandó hacer doscientos escudos chapados en oro, de seiscientos siclos de oro cada uno, 17 y otros trescientos escudos más pequeños, también chapados en oro, de tres minas de oro cada uno, y los colocó en el edificio del Bosque del Líbano. 18 El rey mandó hacer también un gran trono de marfil, recubierto de oro fino. 19 El trono tenía seis escalones, un respaldo rematado en un dosel circular y dos brazos a ambos lados del asiento, con dos leones de pie junto a los brazos 20 y otros doce leones, también de pie, a ambos lados de los seis escalones. Nunca se había hecho nada parecido en ningún reino. 21 Toda la vajilla del rey Salomón era de oro y también los objetos del edificio del Bosque del Líbano eran de oro puro. No había nada de plata, pues en tiempos de Salomón estaba devaluada. 22 El rey tenía en el mar una flota de Tarsis, junto con la de Jirán, y cada tres años llegaba la flota de Tarsis, cargada de oro, plata, marfil, monos y pavos reales.
23 El rey Salomón superó a todos los reyes de la tierra en riquezas y en sabiduría; 24 así que todo el mundo quería conocerlo para escuchar la sabiduría que Dios le había concedido. 25 Y cada cual le traía su regalo: objetos de plata y oro, vestidos, armas, perfumes, caballos y mulos. Y así, año tras año. 26 Salomón también reunió carros y caballos: llegó a tener mil cuatrocientos carros y doce mil caballos que guardaba en las ciudades con establos y junto al propio rey en Jerusalén.
27 El rey hizo que en Jerusalén hubiera tanta plata como piedras y tantos cedros como higueras silvestres en la llanura. 28 Los caballos de Salomón provenían de Egipto y de Quevé, donde los compraban los proveedores del rey. 29 El carro importado de Egipto valía seiscientos siclos de plata y el caballo, ciento cincuenta, exactamente igual que los exportados a los reinos hititas y arameos por los mismos proveedores.
Ocaso y fin del reinado de Salomón (11,1-43)
La idolatría de Salomón
11 Además de la hija del faraón, el rey Salomón se enamoró de muchas mujeres extranjeras: moabitas, amonitas, edomitas, fenicias e hititas, 2 mujeres de las naciones acerca de las cuales el Señor había prevenido a los israelitas: “No se unan a ellas ni ellas a ustedes, porque seguramente desviarán su corazón tras sus dioses”. Pero Salomón, con sus amores, se unió a ellas 3 y tuvo setecientas esposas de sangre real y trescientas concubinas, que desviaron su corazón. 4 Cuando Salomón llegó a viejo, sus mujeres desviaron su corazón tras otros dioses y ya no perteneció íntegramente al Señor, como el corazón de su padre David. 5 Salomón siguió a Astarté, diosa de los sidonios, y a Milcón, abominable ídolo de los amonitas. 6 Ofendió con su conducta al Señor y no siguió fielmente al Señor, como lo había seguido su padre David. 7 Entonces construyó en el monte que hay frente a Jerusalén un santuario a Quemós, abominable ídolo de Moab, y otro a Milcón, abominable ídolo de los amonitas. 8 Y lo mismo hizo para todas sus mujeres extranjeras, que quemaban incienso y ofrecían sacrificios a sus dioses. 9 El Señor se encolerizó contra Salomón por haber apartado su corazón del Señor, Dios de Israel, que se le había aparecido dos veces, 10 y que le había ordenado expresamente no seguir a otros dioses. Pero Salomón había desobedecido la orden del Señor. 11 Entonces el Señor dijo a Salomón:
— Por haber actuado así conmigo, por no haber guardado mi alianza y las leyes que te di, te voy a quitar el reino para dárselo a uno de tus servidores. 12 Pero no lo haré mientras vivas, en consideración a tu padre David, sino que se lo quitaré a tu hijo. 13 Y tampoco le quitaré todo el reino, pues dejaré una tribu a tu hijo, en consideración a David, tu padre, y a Jerusalén, mi ciudad preferida.
Rebeliones contra Salomón
14 El Señor hizo surgir contra Salomón un adversario, el edomita Hadad, de la familia real de Edom.
15 Cuando David derrotó a Edom, el jefe del ejército, que era Joab, subió a enterrar a los caídos y mató a todos los hombres de Edom. 16 Durante seis meses permaneció allí, con todos los israelitas, hasta aniquilar a todos los hombres de Edom. 17 Pero Hadad, que era entonces un muchacho, huyó a Egipto con algunos edomitas, servidores de su padre. 18 Partieron de Madián y llegaron a Parán, donde se les agregaron algunos hombres de allí. Luego llegaron a Egipto y se presentaron al faraón, rey de Egipto, que proporcionó casa a Hadad, le asignó manutención y le regaló tierras. 19 Hadad se ganó de tal manera el aprecio del faraón, que este le dio por esposa a su cuñada, la hermana de Tajfnes, la reina madre. 20 La hermana de Tajfnes le dio un hijo, llamado Guenubat, que fue criado por Tajfnes en el palacio real, con los hijos del faraón. 21 Cuando Hadad se enteró en Egipto de que David y Joab, el general del ejército, habían muerto, dijo al faraón:
— Déjame ir a mi tierra.
22 El faraón le contestó:
— ¿Qué es lo que echas de menos a mi lado, para que quieras irte ahora a tu tierra?
Él respondió:
— Nada, pero, por favor, déjame marchar.
23 Dios también hizo surgir contra Salomón otro adversario, Rezón, hijo de Elyada, que había huido de su amo, Adadézer, rey de Sobá. 24 Había reunido consigo unos cuantos hombres y se había convertido en jefe de bandidos. Cuando David los atacó, ellos huyeron a Damasco y se establecieron allí, llegando a reinar en Damasco. 25 Fue enemigo de Israel mientras vivió Salomón. Y este era el peligro que representaba Hadad: odiaba a Israel y reinó sobre Aram.
Anuncio del cisma a Jeroboán
26 Jeroboán, hijo de Nabat, era oriundo de Seredá. Su madre se llamaba Seruá y era viuda. Siendo servidor de Salomón, se rebeló contra el rey. 27 Las circunstancias de su rebelión contra el rey fueron estas: Salomón estaba construyendo el terraplén para cerrar la brecha de la ciudad de su padre David. 28 Jeroboán era un tipo fuerte y competente, y cuando Salomón advirtió cómo trabajaba el joven, lo puso al frente de todos los trabajadores de la casa de José. 29 Un día en que Jeroboán salía de Jerusalén, se encontró en el camino con el profeta Ajías de Siló. Este iba cubierto con un manto nuevo y estaban los dos solos en el campo. 30 Ajías agarró el manto que llevaba puesto, lo rasgó en doce trozos 31 y dijo a Jeroboán:
— Quédate con diez trozos, pues esto dice el Señor, Dios de Israel: Voy a quitarle el reino a Salamón y voy a darte a ti diez tribus. 32 A él le dejaré una tribu, en consideración a David, mi siervo, y a Jerusalén, mi ciudad preferida entre todas las tribus de Israel. 33 Lo haré así porque me ha abandonado para adorar a Astarté, diosa fenicia, a Quemós, dios moabita, y a Milcón, dios de los amonitas; y no ha seguido mis caminos, ni ha practicado lo que me agrada, mis mandatos y decretos, lo que sí hizo su padre David. 34 Pero no le quitaré todo el reino, sino que lo mantendré como rey mientras viva, en consideración a mi siervo David, a quien elegí y quien guardó mis mandatos y leyes. 35 Le quitaré el reino a su hijo, y a ti te daré diez tribus. 36 A su hijo le dejaré sólo una tribu, para que mi siervo David conserve siempre su lámpara ante mí en Jerusalén, la ciudad que escogí como residencia de mi nombre. 37 En cuanto a ti, yo te tomaré para que reines donde desees y para que seas el rey de Israel. 38 Si obedeces mis órdenes, sigues mis caminos y te comportas rectamente, guardando mis leyes y mandatos, como hizo mi siervo David, yo estaré contigo, te garantizaré una dinastía estable, como la garanticé a David y te entregaré a Israel. 39 Sin embargo, castigaré a la descendencia de David por este motivo, aunque no para siempre.
40 Salomón intentaba matar a Jeroboán, pero él huyó a Egipto con el rey Sisac y permaneció allí hasta la muerte de Salomón.
Muerte de Salomón
41 El resto de la historia de Salomón, sus hechos y su sabiduría están escritos en el libro de la Historia de Salomón. 42 Salomón reinó en Jerusalén sobre todo Israel durante cuarenta años. 43 Cuando murió, lo enterraron en la ciudad de su padre David. Su hijo Roboán le sucedió en el trono.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España