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La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Version
Éxodo 10-12

Octava plaga: las langostas

10 El Señor dijo a Moisés:

— Preséntate ante el faraón, porque yo soy el que ha hecho que tanto él como sus cortesanos se muestren intransigentes, a fin de que se pongan de manifiesto en medio de ellos mis prodigios. Así podrás contar a tus hijos y a tus nietos cómo castigué a Egipto y qué prodigios realicé entre ellos; y reconocerán que yo soy el Señor.

Moisés y Aarón se presentaron ante el faraón y le dijeron:

— Esto dice el Señor, Dios de los hebreos: ¿Hasta cuándo te negarás a humillarte ante mí y a dejar salir a mi pueblo para que me rinda culto? Si te niegas a dejarlo salir, mañana mismo voy a hacer que una plaga de langosta invada tu país. Cubrirán tu país de tal manera que no se podrá ver el suelo, devorando el resto de la cosecha que se salvó del granizo junto con todos los árboles que crecen en los campos. Llenarán tus palacios, las casas de tus cortesanos y las del resto de los egipcios. ¡Será algo como nunca vieron tus padres ni tus abuelos desde que aparecieron sobre la tierra hasta el presente!

Dicho esto, Moisés dio media vuelta y salió de la presencia del faraón. Los cortesanos del faraón le dijeron:

— ¿Hasta cuándo va a ser este hombre nuestra ruina? Deja marchar a esa gente y que rindan culto al Señor, su Dios.

Entonces hicieron volver a Moisés y Aarón ante el faraón, el cual les dijo:

— Vayan y rindan culto al Señor su Dios. Pero, ¿quiénes son los que van a ir?

Moisés respondió:

— Para celebrar la fiesta en honor del Señor, hemos de ir con nuestros niños y ancianos, con nuestros hijos e hijas, con nuestras ovejas y vacas.

10 El faraón les replicó diciendo:

— ¡Están muy equivocados si piensan que voy a dejar que se marchen con sus niños! ¡Algo están ustedes tramando! 11 No irán como dicen; sólo irán los varones adultos a rendir culto al Señor, ya que eso es lo que ustedes han pedido.

Acto seguido, los echaron de la presencia del faraón.

12 El Señor dijo a Moisés:

— Extiende tu mano sobre Egipto, para que venga sobre el país una plaga de langostas y devore la vegetación que no destruyó el granizo.

13 Moisés extendió su vara, apuntando hacia Egipto, y el Señor hizo soplar sobre el país el viento del este, desde la mañana hasta la noche. Al amanecer, el viento del este había traído una plaga de langostas 14 que invadió todo el país, hasta el último rincón. ¡Nunca antes se había visto tal cantidad de langostas, ni se vio después algo parecido! 15 Las langostas cubrieron el país de tal modo que se oscureció su superficie; devoraron todas las plantas del país y todos los frutos de los árboles que se habían salvado del granizo. No dejaron nada verde en ningún lugar de Egipto: ni en el campo, ni en los árboles.

16 El faraón mandó llamar urgentemente a Moisés y Aarón para decirles:

— Reconozco que he pecado contra el Señor, su Dios, y contra ustedes. 17 Les ruego que de nuevo me perdonen y que rueguen al Señor, su Dios, que aleje de aquí este desastroso castigo.

18 Moisés salió de su presencia y oró al Señor. 19 El Señor cambió la dirección del viento, y un viento fuerte del oeste barrió las langostas y las arrojó al mar de las Cañas. No quedó en todo Egipto una sola langosta. 20 Pero el Señor mantuvo al faraón en su postura intransigente y no dejó salir a los israelitas.

Novena Plaga: Las tinieblas

21 El Señor dijo a Moisés:

— Alza tu mano hacia el cielo, para que aparezcan sobre todo Egipto unas tinieblas tan densas que se puedan palpar.

22 Moisés así lo hizo, y se cernió sobre Egipto una espesa tiniebla que duró tres días. 23 Durante ese tiempo nadie pudo moverse, pues no se veían unos a otros; pero sí hubo luz donde vivían los israelitas. 24 Una vez más el faraón mandó llamar a Moisés y le dijo:

— Vayan con sus hijos a rendir culto al Señor, su Dios, pero dejen aquí sus ovejas y vacas.

25 Moisés respondió:

— Tienes que dejarnos llevar también las víctimas para los sacrificios y holocaustos en honor del Señor, nuestro Dios; 26 también nuestro ganado ha de venir con nosotros. No dejaremos aquí ni una sola res, porque debemos rendir culto al Señor, nuestro Dios, con las cosas que nos pertenecen; y hasta que no lleguemos allí, no sabremos qué es lo adecuado para rendirle culto.

27 El Señor hizo que el faraón se mantuviera intransigente y que no los dejara salir. 28 Dijo además el faraón a Moisés:

— ¡Fuera de aquí! Y no vuelvas nunca más a presentarte ante mí, pues el día en que aparezcas nuevamente por aquí, morirás.

29 A lo que Moisés respondió:

— Será como dices, no me verás nunca más.

Décima plaga: Muerte de los primogénitos

11 El Señor dijo a Moisés:

— Todavía voy a mandar una plaga más sobre el faraón y los egipcios; después de ella, no sólo los dejará salir, sino que los expulsará. Di, pues, a los israelitas que cada uno pida a sus vecinos y vecinas de Egipto objetos de oro y plata.

El Señor hizo que los egipcios fuesen generosos con los israelitas; incluso el mismo Moisés gozaba de gran consideración tanto entre los cortesanos del faraón, como entre el resto de los egipcios. Y dijo Moisés al faraón:

— Esto dice el Señor: A eso de la medianoche pasaré a través de Egipto y todos los primogénitos egipcios morirán, desde el primogénito del faraón, su heredero, hasta el primogénito de la sierva que muele en el molino; y lo mismo sucederá con las primeras crías del ganado Entonces resonarán en todo Egipto gritos de desolación, como nunca los hubo ni los habrá jamás. Pero en lo que se refiere a Israel, se trate de personas o de animales, ni un perro les ladrará, para que ustedes reconozcan que el Señor ha tratado de modo diferente a egipcios e israelitas. Entonces, vendrán a verme tus cortesanos que de rodillas me dirán: “Márchate con todo el pueblo que te sigue”. Después de esto me marcharé.

Y salió Moisés muy indignado de la presencia del faraón.

El Señor dijo a Moisés:

— El faraón no les hará caso y tendré que multiplicar mis prodigios en Egipto.

10 Moisés y Aarón hicieron todos estos prodigios en presencia del faraón, pero como el Señor mantuvo al faraón intransigente, este no dejó salir de Egipto a los israelitas.

La salida de Egipto (12,1—15,21)

La Pascua

12 Estando aún Moisés y Aarón en Egipto, les dijo el Señor:

— Este mes será para ustedes el principal, el mes con que comenzarán el año. Digan a toda la comunidad de Israel: el diez de este mes cada uno tomará un cordero, uno por cada casa y familia. Si la familia es muy pequeña para comérselo entero, que se junte con su vecino más próximo teniendo en cuenta el número de comensales y la porción de cordero que cada uno pueda comer. El cordero deberá ser de un año, macho y sin ningún defecto. Podrá ser cordero o cabrito. Lo guardarán hasta el día catorce de este mes, y en la tarde de ese día toda la comunidad de Israel procederá a inmolarlo. Untarán luego con la sangre del animal las jambas y el dintel de la puerta de las casas en que se haya de comer. En esa noche se comerá la carne asada al fuego, acompañada de hierbas amargas y panes sin levadura. No comerán nada crudo o cocido. Todo deberá estar asado al fuego: cabeza, patas y vísceras. 10 Nada dejarán para el día siguiente; si queda algo, lo quemarán. 11 Lo comerán así: la túnica atada, las sandalias abrochadas y la vara en la mano; lo comerán a toda prisa. Es la Pascua del Señor.

12 Esa noche recorreré el país de Egipto para exterminar a todos sus primogénitos, tanto personas como animales. De este modo, yo, el Señor, daré un justo escarmiento a todos los dioses egipcios. 13 La sangre servirá de señal en las casas que ustedes habitan: cuando yo vea la sangre pasaré de largo y no les alcanzará la plaga exterminadora con que castigaré a Egipto. 14 Ese será para ustedes un día memorable; en él celebrarán fiesta en honor del Señor, y esto quedará como institución perpetua para las generaciones futuras.

Los panes sin levadura

15 Durante siete días comerán panes sin levadura; desde el primer día harán desaparecer la levadura de sus casas, porque cualquiera que comiere algo fermentado durante esos días será expulsado de Israel. 16 Tanto el primer día como el séptimo, celebrarán una asamblea sagrada. Durante esos días no estará permitido realizar ningún trabajo, exceptuando únicamente el necesario para preparar la comida. 17 Observarán la fiesta de los Panes sin levadura, porque en ese día saqué yo a sus tribus de Egipto. Celebrarán ese día como institución perpetua para las generaciones venideras. 18 Desde la tarde del día catorce del primer mes hasta la tarde del veintiuno comerán panes sin levadura. 19 Durante esos siete días no deberá haber levadura en sus casas, porque cualquiera que coma algo fermentado, tanto si es extranjero como si es israelita, será expulsado de la comunidad de Israel.

20 No comerán nada fermentado; donde quiera que vivan, comerán panes sin levadura.

Sacrificio del cordero

21 Moisés convocó a todos los ancianos de Israel y les dijo:

— Vayan a escoger un cordero por familia, e inmólenlo para celebrar la Pascua. 22 Después tomen un manojo de hisopo, empápenlo en la sangre del animal recogida en un recipiente, y unten con ella el dintel y las dos jambas de la puerta. Que nadie salga de su casa hasta la mañana siguiente. 23 Porque el Señor pasará hiriendo de muerte a los egipcios, y cuando vea la sangre en el dintel y en las dos jambas, pasará sin detenerse en aquella puerta y no dejará que el exterminador entre en sus casas para matar. 24 Obedezcan este mandato del Señor como una ley perpetua para ustedes y para sus hijos. 25 Cuando ustedes entren en la tierra que el Señor les va a dar, tal como lo ha prometido, seguirán celebrando este rito. 26 Y cuando sus hijos les pregunten: “¿Qué significa este rito?”, 27 les responderán: “Es el sacrificio de la Pascua en honor del Señor, que pasó sin detenerse en las casas de los israelitas en Egipto, cuando hirió de muerte a los egipcios y protegió a nuestras familias”.

Entonces los israelitas se postraron en actitud de adoración. 28 Luego hicieron lo que el Señor había ordenado a Moisés y Aarón.

La muerte de los primogénitos

29 A medianoche, el Señor hizo morir a los primogénitos en Egipto, desde el primogénito del faraón —heredero del trono— hasta el primogénito del que estaba encerrado en el calabozo, y también a las primeras crías del ganado. 30 Se levantó aquella noche el faraón junto con sus cortesanos y todos los egipcios, y un alarido inmenso se oyó en todo Egipto porque no había casa en donde no hubiera algún muerto. 31 Esa misma noche el faraón mandó llamar a Moisés y Aarón para decirles:

— Marchénse, aléjense de mi gente; ustedes y todos los israelitas vayan a ofrecer culto al Señor, como lo pidieron. 32 Lleven también con ustedes las ovejas y las vacas, como querían, y márchense. Y rueguen por mí.

Éxodo de Egipto

33 Los egipcios apuraban al pueblo, para que saliese del país cuanto antes, pues decían: “Vamos a morir todos”. 34 El pueblo recogió la masa de harina aún sin fermentar y, junto con las artesas, la envolvieron en mantas y se la echaron al hombro. 35 Además, obedeciendo las órdenes de Moisés, les pidieron a los egipcios objetos de oro y plata, y vestidos. 36 El Señor hizo que los israelitas se ganasen el favor de los egipcios, que les dieron todo cuanto les pedían. Así fue como despojaron a los egipcios.

37 Los israelitas partieron de Ramsés en dirección a Sucot; eran más de seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños. 38 Además partió con ellos una enorme muchedumbre de gente con gran cantidad de ovejas y vacas. 39 Como la masa que sacaron de Egipto no llegó a fermentar, la cocieron e hicieron panes sin levadura, pues al tener que salir precipitadamente, expulsados por los egipcios, no tuvieron tiempo de hacer otras provisiones para el viaje.

40 Los israelitas estuvieron en Egipto cuatrocientos treinta años. 41 Y justo en el mismo día en que se cumplían los cuatrocientos treinta años, todos los ejércitos del Señor salieron de Egipto. 42 Aquella noche el Señor veló para sacarlos de Egipto. Esa es la noche del Señor, noche en que los israelitas también deberán mantenerse en vela generación tras generación.

Leyes de la Pascua

43 El Señor dijo a Moisés y Aarón:

— Estas son las instrucciones relativas a la Pascua: Ningún extranjero podrá comer el cordero pascual. 44 En cambio, sí podrá comer de él el esclavo que hayas comprado y circuncidado. 45 Tampoco lo comerá el inmigrante ni el jornalero. 46 Lo comerán todo en la misma casa. No se sacará de la casa el más mínimo trozo de carne del animal sacrificado, ni se le quebrará un solo hueso. 47 Toda la comunidad de Israel celebrará la Pascua. 48 Y si el inmigrante que vive con ustedes quiere celebrar la Pascua en honor del Señor, antes deberá circuncidar a todos los varones de su familia. Después de esto podrá celebrar la Pascua como uno más de ustedes. Pero ningún incircunciso participará de la Pascua. 49 Habrá una misma ley para los nativos y para los inmigrantes que habiten entre ustedes.

50 Los israelitas lo hicieron todo según lo ordenado por el Señor a Moisés y Aarón. 51 Y aquel mismo día, el Señor sacó de Egipto a los israelitas como un ejército en orden de batalla.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España