Book of Common Prayer
Salmo 87 (86)
Sión, maravillas se cuentan de ti
87 Salmo de los hijos de Coré. Canto.
Sión está asentada sobre montes santos;
2 el Señor ama sus puertas
más que todas las moradas de Jacob.
3 Maravillas se cuentan de ti, ciudad de Dios: [ Pausa]
4 Citaré a Babilonia y Egipto
entre quienes me conocen;
filisteos, tirios y etíopes,
todos nacieron allí.
5 De Sión pueden decir:
“Todos han nacido en ella,
el Altísimo la ha fundado”.
6 El Señor anota en el libro de los pueblos:
“Este nació allí”.
7 Y ellos danzan y cantan:
“Todas mis fuentes están en ti”.
Salmo 90 (89)
Desde siempre, para siempre eres Dios
90 Oración de Moisés, hombre de Dios.
Señor, durante generaciones
tú has sido nuestro refugio.
2 Antes que se formasen los montes
y la tierra y el orbe surgieran,
desde siempre y para siempre tú eres Dios.
3 Tú haces que el ser humano vuelva al polvo,
diciendo: ¡Regresen hijos de Adán!
4 Porque mil años son ante tus ojos
como un día, como un ayer que ya pasó,
como una vigilia en la noche.
5 Tú los arrastras al sueño de la muerte,
son como hierba que brota en la mañana:
6 por la mañana brota y florece,
por la tarde se agosta y se seca.
7 Con tu ira nos has consumido,
con tu furor nos aterras.
8 Ante ti has puesto nuestras culpas,
a la luz de tu faz nuestros secretos.
9 Nuestros días decaen bajo tu furia,
como un suspiro pasan nuestros años.
10 Setenta años dura nuestra vida,
durará ochenta si se es fuerte;
pero es su brío tarea inútil,
pues pronto pasa y desaparecemos.
11 ¿Quién conoce el poder de tu cólera?
Como tu furor, así es el respeto que inspiras.
12 Enséñanos a contar nuestros días
y tendremos así un corazón sabio.
13 Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
¡Apiádate de tus siervos!
14 Cólmanos de tu amor por la mañana,
para que cantemos alegres toda la vida.
15 Alégranos tanto como días nos afligiste,
como años conocimos el mal.
16 Que se muestre a tus siervos tu obra
y a tus hijos tu esplendor.
17 Que descienda sobre nosotros
la gracia del Señor, nuestro Dios.
Afianza la obra de nuestras manos;
sí, afianza la obra de nuestras manos.
Salmo 136 (135)
Alaben al Señor por su bondad
136 Alaben al Señor por su bondad,
porque es eterno su amor.
2 Alaben al Dios de dioses,
porque es eterno su amor.
3 Alaben al Señor de señores,
porque es eterno su amor.
4 Al único que hace maravillas,
porque es eterno su amor.
5 Al que hizo los cielos con inteligencia,
porque es eterno su amor.
6 Al que afirmó la tierra sobre las aguas,
porque es eterno su amor.
7 Al que hizo los grandes astros,
porque es eterno su amor:
8 el sol que domina el día,
porque es eterno su amor;
9 la luna y las estrellas que dominan la noche,
porque es eterno su amor.
10 Al que mató a los primogénitos de Egipto,
porque es eterno su amor;
11 al que sacó a Israel de en medio de ellos,
porque es eterno su amor,
12 con mano fuerte y brazo extendido,
porque es eterno su amor.
13 Al que hendió el mar de las Cañas,
porque es eterno su amor,
14 e hizo que Israel lo atravesara,
porque es eterno su amor;
15 al faraón y su ejército hundió en él,
porque es eterno su amor.
16 Al que por el desierto condujo a su pueblo,
porque es eterno su amor.
17 Al que abatió a los grandes reyes,
porque es eterno su amor,
18 y mató a reyes poderosos,
porque es eterno su amor:
19 a Sijón, rey de los amorreos,
porque es eterno su amor;
20 a Og, el rey de Basán,
porque es eterno su amor,
21 y como heredad entregó sus territorios,
porque es eterno su amor,
22 a su siervo Israel,
porque es eterno su amor.
23 Estando abatidos se acordó de nosotros,
porque es eterno su amor;
24 nos libró de nuestros enemigos,
porque es eterno su amor.
25 El Señor da sustento a toda criatura,
porque es eterno su amor.
26 ¡Alaben al Dios del cielo
porque es eterno su amor!
15 Natán se fue a su casa.
El Señor hirió al hijo que la mujer de Urías había dado a David y cayó enfermo. 16 David suplicó a Dios por el niño, hizo ayuno y pasaba las noches acostado en el suelo. 17 Los ancianos de su casa intentaron levantarlo del suelo, pero él no quiso y tampoco aceptó comer nada con ellos. 18 Al séptimo día murió el niño y los servidores de David temían darle la noticia de su muerte, pues se decían:
— Si cuando el niño estaba vivo, le hablábamos y no nos escuchaba, ¿cómo vamos a decirle ahora que ha muerto el niño? ¡Cometerá alguna locura!
19 David se dio cuenta de que sus servidores cuchicheaban entre sí y comprendió que el niño había muerto. David preguntó a sus servidores:
— ¿Ha muerto el niño?
Ellos respondieron:
— Sí, ha muerto.
20 Entonces David se levantó del suelo, se bañó, se perfumó, se cambió de ropa y fue a la casa del Señor para adorarlo. Luego volvió a su casa, pidió que le prepararan de comer y comió. 21 Sus servidores le preguntaron:
— ¿Por qué actúas así? Mientras el niño estaba vivo, ayunabas y llorabas por él; y ahora que ha muerto, te levantas y te pones a comer.
22 Pero David les contestó:
— Mientras el niño estaba vivo, yo ayunaba y lloraba por él, pensando que el Señor podría apiadarse de mí y dejaría vivir al niño. 23 Pero ahora que ha muerto, ¿por qué voy a seguir ayunando? ¿Acaso podría recuperarlo? ¡Soy yo el que irá junto a él, pero él no volverá junto a mí!
24 Luego David consoló a su mujer Betsabé, fue a verla y se acostó con ella. Tuvo un hijo y David le puso de nombre Salomón. El Señor lo amó 25 y envió al profeta Natán, que le puso de sobrenombre Jedidías, en honor del Señor.
La conquista de Rabá (1 Cr 20,1-3)
26 Joab atacó Rabá, la capital amonita, y se apoderó de la ciudad real. 27 Entonces envió mensajeros para decirle a David:
— He atacado Rabá y me he apoderado de la ciudadela de las aguas. 28 Moviliza, pues, al resto del ejército y ven a asediar la ciudad para conquistarla. Pues, si la conquisto yo, le pondrán mi nombre.
29 David movilizó a todo el ejército, marchó hacia Rabá, la atacó y la conquistó. 30 Se apoderó de la corona real, la corona que pesaba treinta y tres kilos de oro, y de una piedra preciosa, que David puso sobre su cabeza, y sacó de la ciudad un inmenso botín. 31 Sacó también a la gente que había en la ciudad y la puso a trabajar con sierras, picos y hachas o a fabricar ladrillos. Y lo mismo hizo con todas las ciudades amonitas. Después David regresó con todo el ejército a Jerusalén.
Visita a Macedonia y a Grecia
20 Cuando se aplacó el alboroto, Pablo mandó llamar a los discípulos para infundirles ánimo. Después se despidió de ellos y partió para Macedonia. 2 Recorrió aquella región, confortando a los fieles con abundantes exhortaciones, y finalmente llegó a Grecia, 3 donde pasó tres meses. Cuando estaba a punto de embarcar para Siria, supo que los judíos habían organizado un complot contra él; así que decidió regresar por Macedonia. 4 Lo acompañaban Sópater, hijo de Pirro y natural de Berea; los tesalonicenses Aristarco y Segundo, Gayo de Derbe y Timoteo; y también Tíquico y Trófimo, oriundos de la provincia de Asia. 5 Estos se nos adelantaron y nos esperaron en Troas. 6 Nosotros, después de la fiesta de la Pascua, tomamos el barco en Filipos, y a los cinco días nos unimos a ellos en Troas, donde pasamos una semana.
Resurrección del joven Eutiquio en Troas
7 El primer día de la semana nos reunimos para partir el pan*. Pablo se puso a hablarles y, como tenía que marcharse al día siguiente, se extendió en su charla hasta la medianoche. 8 Multitud de lámparas alumbraban la habitación en que nos hallábamos congregados en la parte superior de la casa. 9 Sentado en el antepecho de la ventana estaba un joven llamado Eutiquio, quien, como se alargaba la plática de Pablo, comenzó a dormirse. Vencido ya completamente por el sueño, cayó desde el tercer piso abajo. Cuando lo recogieron, estaba muerto. 10 Pablo bajó rápidamente y se tendió sobre él. Lo tomó luego en sus brazos y les dijo:
— ¡No se preocupen, está vivo!
11 Subió otra vez y continuó con el partimiento del pan; y, una vez que hubo comido, prolongó su charla hasta el amanecer. Concluido todo, se marchó. 12 En cuanto al muchacho, lo llevaron vivo, y todos se sintieron muy consolados.
Viaje desde Troas a Mileto
13 Como Pablo había decidido hacer el viaje por tierra, nosotros zarpamos con tiempo suficiente rumbo a Asón con el fin de recogerlo allí. 14 Cuando se nos unió en Asón, subió a bordo con nosotros y navegamos hasta Mitilene. 15 Zarpando de allí, al día siguiente pasamos a la altura de Quío y llegamos a Samos un día después. Navegamos un día más y arribamos a Mileto. 16 Pablo no quiso hacer escala en Éfeso para evitar demorarse en la provincia de Asia, pues le urgía estar en Jerusalén, a ser posible, el día de Pentecostés.
Jesús anuncia por segunda vez su muerte y su resurrección (Mt 17,22-23; Lc 9,43b-45)
30 Se fueron de allí y pasaron por Galilea. Jesús no quería que nadie lo supiera, 31 porque estaba dedicado a instruir a sus discípulos. Les explicaba que el Hijo del hombre iba a ser entregado a hombres que lo matarían, y que al tercer día resucitaría. 32 Pero ellos no entendían nada de esto. Y tampoco se atrevían a preguntarle.
El más importante en el Reino (Mt 18,1-5; Lc 9,46-48)
33 Llegaron a Cafarnaún y, una vez en casa, Jesús les preguntó:
— ¿Qué discutían ustedes por el camino?
34 Ellos callaban, porque por el camino habían venido discutiendo acerca de quién de ellos sería el más importante. 35 Jesús entonces se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
— Si alguno quiere ser el primero, colóquese en último lugar y hágase servidor de todos.
36 Luego puso un niño en medio de ellos y, tomándolo en brazos, les dijo:
37 — El que recibe en mi nombre a uno de estos niños, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, no sólo me recibe a mí, sino al que me ha enviado.
Quien no está contra nosotros, está a nuestro favor (Lc 9,49-50)
38 Juan le dijo:
— Maestro, hemos visto a uno que estaba expulsando demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no es de los nuestros.
39 Jesús contestó:
— No se lo prohiban, porque nadie puede hacer milagros en mi nombre y al mismo tiempo hablar mal de mí. 40 El que no está contra nosotros, está a nuestro favor. 41 Y el que les dé a ustedes a beber un vaso de agua porque son del Mesías, les aseguro que no quedará sin recompensa.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España