Book of Common Prayer
Oración pidiendo misericordia en tiempo de tribulación
Al músico principal; en Neginot, sobre Seminit. Salmo de David.
6 Jehová, no me reprendas en tu enojo,
Ni me castigues con tu ira.
2 Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque desfallezco;
Sáname, oh Jehová, porque mis huesos se estremecen.
3 Mi alma también está muy turbada;
Y tú, Jehová, ¿hasta cuándo?
4 Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma;
Sálvame por tu misericordia.
5 Porque en la muerte no queda recuerdo de ti;
En el Seol, ¿quién te alabará?
6 Me he consumido a fuerza de gemir;
Todas las noches inundo de llanto mi lecho,
Riego mi cama con mis lágrimas.
7 Mis ojos están gastados de sufrir;
Se han envejecido a causa de todos mis angustiadores.
8 Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad;
Porque Jehová ha oído la voz de mi llanto.
9 Jehová ha escuchado mi ruego;
Ha acogido Jehová mi oración.
10 Se avergonzarán y se turbarán mucho todos mis enemigos;
Retrocederán y serán avergonzados de repente.
Oración pidiendo ayuda contra los malos
Al músico principal; sobre Seminit. Salmo de David.
12 Salva, oh Jehová, porque se acabaron los compasivos;
Porque han desaparecido los leales de entre los hijos de los hombres.
2 Habla mentira cada uno con su prójimo;
Hablan con labios lisonjeros, y con doblez de corazón.
3 Arranque Jehová todos los labios lisonjeros,
Y la lengua que habla jactanciosamente;
4 A los que han dicho: Por nuestra lengua prevaleceremos;
Nuestros labios por nosotros; ¿quién va a ser amo nuestro?
5 Por la opresión de los humildes; por el gemido de los menesterosos,
Ahora me levantaré, dice Jehová;
Traigo auxilio a quien por él suspira.
6 Las palabras de Jehová son palabras sinceras,
Como plata refinada en horno de tierra,
Purificada siete veces.
7 Tú, Jehová, nos guardarás;
De esta generación nos preservarás para siempre.
8 De los malvados que nos cercan,
Porque la vileza es exaltada entre los hijos de los hombres.
Oración clamando por venganza
94 Jehová, Dios de las venganzas,
Dios de las venganzas, muéstrate.
2 Levántate, oh Juez de la tierra;
Da a los soberbios su merecido.
3 ¿Hasta cuándo los impíos,
Hasta cuándo, oh Jehová, se gozarán los impíos?
4 ¿Hasta cuándo se jactarán, hablando cosas arrogantes,
Y se vanagloriarán todos los que hacen iniquidad?
5 A tu pueblo, oh Jehová, quebrantan,
Y a tu heredad oprimen.
6 A la viuda y al extranjero matan,
Y a los huérfanos quitan la vida.
7 Y dicen: No lo ve JAH,
No se entera el Dios de Jacob.
8 Comprended, necios del pueblo;
Y vosotros, fatuos, ¿cuándo seréis sabios?
9 El que plantó la oreja, ¿no oirá?
El que formó el ojo, ¿no verá?
10 El que amonesta a las naciones, ¿no castigará?
¿No sabrá el que enseña al hombre la ciencia?
11 Jehová conoce los pensamientos de los hombres,
Que son insustanciales.
12 Bienaventurado el hombre a quien tú, JAH, corriges,
Y en tu ley lo instruyes,
13 Para hacerle descansar en los días de aflicción,
En tanto que para el impío se cava la fosa.
14 Porque no abandonará Jehová a su pueblo,
Ni desamparará su heredad,
15 Sino que el juicio será vuelto a la justicia,
Y en pos de ella irán todos los rectos de corazón.
16 ¿Quién se levantará por mí contra los malignos?
¿Quién estará por mí contra los que hacen iniquidad?
17 Si no me ayudara Jehová,
Pronto moraría mi alma en el silencio.
18 Cuando yo digo: Mi pie resbala,
Tu misericordia, oh Jehová, me sustenta.
19 En la multitud de mis preocupaciones dentro de mí,
Tus consolaciones alegran mi alma.
20 ¿Se aliará contigo el tribunal inicuo
Que hace agravio bajo forma de ley?
21 Ellos atropellan el alma del justo,
Y condenan la sangre inocente.
22 Mas Jehová me ha sido por baluarte,
Y mi Dios por roca de mi refugio.
23 Y él hará recaer sobre ellos su iniquidad,
Y los destruirá por su propia maldad;
Los exterminará Jehová nuestro Dios.
17 Sión extendió sus manos; no tiene quien la consuele;
Jehová dio mandamiento contra Jacob, que sus enemigos la cercasen;
Jerusalén se ha vuelto cosa impura entre ellos.
18 Jehová es justo; yo contra su palabra me rebelé.
Oíd ahora, pueblos todos, y ved mi dolor;
Mis doncellas y mis jóvenes fueron llevados en cautiverio.
19 Di voces a mis amantes, mas ellos me han engañado;
Mis sacerdotes y mis ancianos perecieron en la ciudad,
Cuando buscaban comida para sí con que reanimarse.
20 Mira, oh Jehová, estoy atribulada, mis entrañas hierven.
Mi corazón se retuerce dentro de mí, porque me rebelé en gran manera.
Por fuera, la espada me quita los hijos; por dentro, la muerte.
21 Oyeron cómo gemía, mas no hay consolador para mí;
Todos mis enemigos han oído mi desgracia, y se alegran de lo que tú has hecho.
Haz que llegue el día que has anunciado, y sean como yo.
22 Venga delante de ti toda su maldad,
Y haz con ellos como hiciste conmigo por todas mis maldades;
Porque muchos son mis gemidos, y mi corazón desfallece.
8 Porque, hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera por encima de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida.
9 Pero hemos tenido en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no estuviésemos confiados en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos;
10 el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte;
11 cooperando también vosotros a favor nuestro con la oración, para que por muchas personas sean dadas gracias a favor nuestro por el don concedido a nosotros por medio de muchos.
Sinceridad de Pablo y demora de su visita a Corinto
12 Porque nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría carnal, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho más ante vosotros.
13 Porque no os escribimos otras cosas sino las que leéis, o también entendéis; y espero que hasta el fin las entenderéis;
14 como también nos habéis entendido en parte, que somos vuestra gloria, así como también vosotros la nuestra en el día del Señor Jesús.
15 Y con esta confianza me proponía ir primero a vosotros, para que tuvieseis una segunda gracia,
16 y visitaros de paso para Macedonia, y desde Macedonia venir otra vez a vosotros, y ser encaminado por vosotros hacia Judea.
17 Así que, al proponerme esto, ¿usé quizá de ligereza? ¿O lo que me propongo hacer, lo propongo según la carne, para que haya en mí Sí y No?
18 Pero Dios es testigo fiel de que nuestra palabra a vosotros no es Sí y No.
19 Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, que entre vosotros ha sido predicado por nosotros, por mí, Silvano y Timoteo, no ha sido Sí y No; sino que ha sido Sí en él;
20 porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.
21 Y el que nos consolida con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios,
22 el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.
La autoridad de Jesucristo
27 Llegan de nuevo a Jerusalén; y mientras él anda por el templo, se le acercan los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos;
28 y le dicen: ¿Con cuál autoridad estás haciendo estas cosas?, o ¿quién te dio tal autoridad para hacer estas cosas?
29 Jesús les dijo: Os preguntaré una sola cosa; respondedme, y os diré con cuál autoridad estoy haciendo estas cosas:
30 El bautismo de Juan ¿provenía del cielo o de los hombres? Respondedme.
31 Entonces se pusieron a debatir entre ellos mismos, diciendo: Si decimos: Del cielo, dirá: Entonces ¿por qué no le creísteis?
32 Pero ¿vamos a decir: De los hombres...? Temían a la multitud, porque todos a una tenían a Juan como que realmente era un profeta.
33 Entonces, respondiendo a Jesús, dicen: No sabemos. Y Jesús les dice: Tampoco yo os digo con cuál autoridad estoy haciendo estas cosas.
Texto bíblico tomado de La Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2017 por HarperCollins Christian Publishing® Usado con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.