Book of Common Prayer
Salmo 131 (130)
Como un niño, así estoy yo
131 Cántico de peregrinación. De David.
Señor, mi corazón no es arrogante
ni son altivos mis ojos;
no persigo dignidades
ni cosas que me superan.
2 Estoy en calma, estoy tranquilo,
como un niño en el regazo de su madre,
como un niño, así estoy yo.
3 Confía en el Señor, Israel,
desde ahora y para siempre.
Salmo 132 (131)
Señor, acuérdate de David
132 Cántico de peregrinación.
Señor, acuérdate de David,
de todos sus afanes.
2 Él hizo un juramento al Señor,
una promesa al protector de Jacob:
3 “No me aposentaré en mi mansión,
no me acostaré en mi lecho,
4 no dejaré que se cierren mis ojos,
que mis párpados se adormezcan,
5 hasta que halle un lugar para el Señor,
una morada para el protector de Jacob”.
6 Oímos que el Arca estaba en Efrata,
la encontramos en los campos de Jaar.
7 ¡Vayamos a su santuario,
postrémonos ante el estrado de sus pies!
8 ¡Ponte, Señor, en acción!
Acude a tu morada,
tú y el Arca de tu poder.
9 Que tus sacerdotes se vistan de fiesta,
que tus fieles griten de alborozo.
10 Por tu siervo David,
no rechaces a tu ungido.
11 El Señor se lo juró a David,
en verdad no va a retractarse:
“A uno de tus descendientes
yo pondré sobre tu trono.
12 Si respetan tus hijos mi alianza,
los mandatos que voy a enseñarles,
también sus hijos se sentarán
en tu trono para siempre”.
13 Porque el Señor ha escogido a Sión,
la ha querido por morada suya:
14 “Sión será mi morada para siempre,
aquí residiré porque ella me complace.
15 Bendeciré sus provisiones,
colmaré de pan a los hambrientos,
16 a sus sacerdotes vestiré de fiesta
y sus fieles gritarán de alegría.
17 Allí haré renacer el poder de David,
prepararé una lámpara a mi ungido.
18 A sus enemigos cubriré de vergüenza,
a él lo coronaré de esplendor”.
Salmo 133 (132)
Que los hermanos vivan juntos
133 Cántico de peregrinación. De David.
¡Qué bueno, qué agradable es
que los hermanos vivan juntos!
2 Es como aceite que perfuma la cabeza,
que desciende por la barba,
por la barba de Aarón
hasta la orla de su vestido;
3 es como rocío del Hermón
que baja por los montes de Sión.
Allí derrama el Señor su bendición,
la vida para siempre.
Salmo 134 (133)
Bendecid al Señor desde Sión
134 Cántico de peregrinación.
Bendecid al Señor los que al Señor servís,
los que en la casa del Señor pasáis las noches.
2 Alzad vuestras manos hacia el santuario
y bendecid al Señor.
3 Desde Sión te bendiga el Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
Salmo 135 (134)
El Señor es grande
135 ¡Aleluya!
Alabad el nombre del Señor,
alabadlo los que al Señor servís,
2 los que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.
3 Alabad al Señor por su bondad,
festejadlo por su amabilidad,
4 porque el Señor escogió a Jacob,
a Israel como heredad suya.
5 Yo sé bien que el Señor es grande,
nuestro Dios supera a todos los dioses.
6 El Señor hace cuanto desea,
en el cielo y la tierra, en mares y abismos.
7 Desde el confín de la tierra alza las nubes,
forja rayos para que llueva,
saca el viento de sus refugios.
8 Dio muerte a los primogénitos de Egipto,
desde las personas hasta el ganado.
9 En medio de ti, Egipto,
envió prodigios y signos
contra el faraón y sus siervos.
10 Él abatió a muchas naciones,
aniquiló a reyes poderosos:
11 a Sijón, rey de los amorreos,
a Og, rey de Basán,
a todos los reyes de Canaán;
12 y entregó sus territorios como heredad,
a su pueblo Israel los entregó.
13 Señor, tu nombre es eterno,
tu fama perdura por generaciones.
14 Porque el Señor hace justicia a su pueblo,
se compadece de sus siervos.
15 Los ídolos de las naciones son plata y oro,
obra de manos humanas.
16 Tienen boca y no hablan,
ojos pero no ven,
17 oídos pero no oyen,
no tiene aliento su boca.
18 Que sean como ellos quienes los hacen,
todo el que en ellos confía.
19 Casa de Israel, bendecid al Señor,
casa de Aarón, bendecid al Señor;
20 casa de Leví, bendecid al Señor,
los que veneráis al Señor, bendecidlo.
21 ¡Bendito sea el Señor en Sión,
el que habita en Jerusalén!
¡Aleluya!
19 El rey se conmovió, subió a la habitación que había encima de la puerta y se puso a llorar diciendo mientras subía:
— ¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón! ¡Ojalá hubiera muerto yo en tu lugar! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío!
2 Informaron a Joab de que el rey estaba llorando y lamentándose por Absalón; 3 así que la victoria de aquel día se transformó en luto para toda la tropa, pues la gente oyó decir aquel mismo día que el rey estaba muy afectado por su hijo. 4 Y la tropa entró a escondidas aquel día en la ciudad, como hacen los que se sienten avergonzados por haber huido del combate.
5 Mientras tanto el rey se tapaba el rostro y decía a grandes gritos:
— ¡Hijo mío, Absalón, Absalón, hijo mío, hijo mío!
6 Entonces Joab se presentó ante el rey y le dijo:
— Hoy has cubierto de vergüenza a tus servidores que acaban de salvaros la vida a ti, a tus hijos e hijas, y a tus mujeres y concubinas; 7 resulta que amas a los que te odian y odias a los que te aman. Hoy has demostrado que para ti no cuentan ni jefes ni soldados. Ahora me doy cuenta de que te habría gustado más que Absalón estuviera vivo y todos nosotros muertos. 8 Así que, decídete y sal a animar a los soldados; pues te juro por Dios que si no sales ahora, no quedará nadie contigo esta noche; y esta será la peor de todas las desgracias que te hayan sobrevenido desde tu juventud hasta ahora.
9 Entonces el rey se levantó, se sentó en la puerta y avisaron a la tropa:
— El rey está sentado en la puerta.
Y toda la tropa se presentó ante el rey.
Regreso de David
Los israelitas habían huido a sus tiendas, 10 y en todas las tribus de Israel la gente discutía, diciendo:
— El rey nos ha salvado de todos nuestros enemigos y nos ha librado de los filisteos. Pero ha tenido que abandonar el país por culpa de Absalón. 11 Y Absalón, al que habíamos ungido como jefe, ha muerto en la batalla. Entonces, ¿a qué esperáis para restablecer al rey?
12 Cuando los comentarios de Israel llegaron a oídos del rey, él mandó a decir a los sacerdotes Sadoc y Abiatar:
— Decid a los ancianos de Judá: “¿Por qué vais a ser los últimos en restablecer al rey en su palacio? 13 Vosotros sois mis hermanos de sangre, ¿seréis los últimos en restablecer al rey?”. 14 Y a Amasá le diréis: “Tú eres mi pariente. Que Dios me castigue si no te nombro general vitalicio del ejército en sustitución de Joab”.
15 David se ganó a todos los de Judá de forma unánime, y ellos mandaron a decir al rey:
— Regresa con toda tu gente.
16 El rey emprendió el regreso y llegó al Jordán. Los de Judá fueron a Guilgal para salir al encuentro del rey y ayudarle a cruzar el Jordán.
17 Simeí, el hijo de Guerá, benjaminita de Bajurín, se apresuró a bajar con los hombres de Judá al encuentro del rey David. 18 Iba acompañado por mil hombres de Benjamín. También llegó Sibá, el criado de la familia de Saúl, con sus quince hijos y veinte siervos. Ambos llegaron al Jordán antes que el rey 19 y cruzaron el vado para ayudar a pasar a la familia del rey y ponerse a su disposición. Simeí, el hijo de Guerá, se postró ante el rey, cuando iba a cruzar el Jordán, 20 y le dijo:
— Que mi señor no tenga en cuenta mi delito, ni recuerde las ofensas de su siervo el día en que el rey, mi señor, salía de Jerusalén. Que el rey no se las tome a pecho. 21 Tu siervo reconoce que te ha ofendido. Por eso, hoy he sido el primero de toda la casa de José en venir a recibir al rey, mi señor.
22 Abisay, el hijo de Seruyá, intervino diciendo:
— ¿Y con esto va a seguir vivo Simeí, siendo así que maldijo al ungido del Señor?
23 David contestó:
— ¡Esto no es asunto vuestro, hijos de Seruyá! ¡Dejad hoy de ponerme a prueba! Hoy no debe morir nadie en Israel, pues ahora estoy seguro de que soy el rey de Israel.
Proceso contra Pablo
24 Cinco días más tarde llegó Ananías, el sumo sacerdote, acompañado por algunos otros dirigentes y por un abogado llamado Tértulo, y presentaron ante el gobernador su denuncia contra Pablo. 2 Cuando este compareció, Tértulo procedió a la acusación.
— Señor gobernador —dijo—: la paz duradera que actualmente disfrutamos, a ti te la debemos y a las reformas llevadas a cabo por tu sabia administración en favor de este pueblo. 3 En todo tiempo y lugar, excelentísimo señor, sentimos un vivo agradecimiento por los beneficios recibidos. 4 No quiero importunarte demasiado; te ruego únicamente que tengas a bien prestar atención por un instante, con tu habitual bondad, a nuestra demanda. 5 Hemos llegado a descubrir que este hombre es peor que la peste. Se dedica a fomentar la discordia entre los judíos de todo el Imperio, además de ser el cabecilla de la secta de los nazarenos. 6 Ha intentado incluso profanar el Templo, y por eso lo hemos apresado. [Hemos querido juzgarlo según nuestra ley, 7 pero intervino Lisias, el comandante, quien nos lo ha arrebatado por la fuerza 8 y ha ordenado que sus acusadores se presenten ante ti]. Tú mismo puedes interrogarlo y comprobar la veracidad de todas nuestras acusaciones.
9 Los judíos apoyaron la acusación y declararon que era exacta.
Pablo se defiende ante Félix
10 A una señal del gobernador, Pablo hizo uso de la palabra en estos términos:
— El saber que desde hace años vienes administrando justicia a este nuestro pueblo, me anima a presentar mi defensa. 11 Hace únicamente doce días que llegué a Jerusalén para rendir culto a Dios, como puedes verificar por ti mismo; 12 y nadie ha podido encontrarme enzarzado en discusiones con alguien en el Templo o promoviendo disturbios en las sinagogas o en las calles de la ciudad. 13 No pueden presentarte prueba alguna de los cargos que me hacen. 14 No obstante, reconozco que soy seguidor de este nuevo camino del Señor que ellos consideran sectario; pienso que así rindo culto al Dios de mis antepasados, aceptando todo lo que está escrito en la ley y en los escritos de los profetas. 15 Mantengo la esperanza, que comparten tambien mis oponentes, de que Dios hará resucitar tanto a los buenos como a los malos. 16 Por esta razón me esfuerzo en guardar siempre limpia mi conciencia ante Dios y ante los hombres.
17 Tras una ausencia de varios años, regresé a Jerusalén para traer un donativo a los de mi nación y para ofrecer sacrificios. 18 Si me encontraron en el Templo, fue porque había participado en una ceremonia de purificación; y no estaba amotinando a nadie ni causando desorden de ninguna clase. 19 Sin embargo, había allí algunos judíos de la provincia de Asia que, si en realidad tuvieran cargos contra mí, tendrían que ser ellos quienes formularan la denuncia en tu presencia. 20 Y si no, que estos que están aquí digan qué delito me encontraron cuando comparecí ante el Consejo Supremo; 21 todo se reduce a una declaración que hice ante ellos en estos términos: “Estoy siendo juzgado hoy por vosotros porque espero la resurrección de los muertos”.
22 Félix, que poseía información de primera mano acerca de aquel nuevo camino del Señor, suspendió la vista de la causa, diciendo:
— Cuando venga Lisias, el comandante, decidiré sobre este vuestro asunto.
23 Ordenó luego al oficial que mantuviera en prisión a Pablo, aunque con cierta libertad y sin impedirle ser asistido por sus allegados.
El mandamiento principal (Mt 22,34-40; Lc 10,25-28)
28 Uno de los maestros de la ley que había escuchado toda la discusión, al ver lo bien que Jesús les había respondido, se acercó a él y le preguntó:
— ¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?
29 Jesús le contestó:
— El primero es: Escucha, Israel : el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. 30 Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas. 31 Y el segundo es : Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que estos.
32 El maestro de la ley contestó a Jesús:
— ¡Muy bien, Maestro! Es cierto lo que dices: Dios es único y no hay otro fuera de él. 33 Y amar a Dios con todo nuestro corazón, con todo nuestro entendimiento y con todas nuestras fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios. 34 Jesús entonces, viendo que había contestado con sabiduría, le dijo:
— Tú no estás lejos del reino de Dios.
Después de esto, ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España