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que ciertamente como te juré por el Señor, Dios de Israel, diciendo: «Tu hijo Salomón será rey después de mí, y él se sentará sobre mi trono en mi lugar», así lo haré hoy mismo.
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El rey también ha dicho así: Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que ha concedido que se siente hoy en mi trono un descendiente mío mientras mis ojos lo ven.
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Cuando todo Israel oyó del juicio que el rey había pronunciado, temieron al rey, porque vieron que la sabiduría de Dios estaba en él para administrar justicia.
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y dijo: Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que habló por su boca a mi padre David y por su mano lo ha cumplido, cuando dijo:
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Y mi padre David tuvo en su corazón edificar una casa al nombre del Señor, Dios de Israel.
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Ahora el Señor ha cumplido la palabra que había dicho, pues yo me he levantado en lugar de mi padre David y me he sentado en el trono de Israel, como el Señor prometió, y he edificado la casa al nombre del Señor, Dios de Israel.
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Y dijo: Oh Señor, Dios de Israel, no hay Dios como tú ni arriba en los cielos ni abajo en la tierra, que guardas el pacto y muestras misericordia a tus siervos que andan delante de ti con todo su corazón,
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Ahora pues, oh Señor, Dios de Israel, cumple con tu siervo David mi padre lo que le prometiste, diciendo: «No te faltará quien se siente en el trono de Israel, con tal que tus hijos guarden su camino para andar delante de mí como tú has andado delante de mí».
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Ahora pues, oh Dios de Israel, te ruego que se cumpla tu palabra que hablaste a tu siervo, mi padre David.
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Y que estas palabras mías, con las que he suplicado delante del Señor, estén cerca del Señor nuestro Dios día y noche, para que Él haga justicia a su siervo y justicia a su pueblo Israel, según las necesidades de cada día,
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Así Salomón celebró la fiesta en aquella ocasión, y todo Israel con él, una gran asamblea desde la entrada de Hamat hasta el torrente de Egipto, delante del Señor nuestro Dios, por siete días y siete días más, o sea catorce días.
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Bendito sea el Señor tu Dios que se agradó de ti para ponerte sobre el trono de Israel; por el amor que el Señor ha tenido siempre a Israel, te ha puesto por rey para hacer derecho y justicia.
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de las naciones acerca de las cuales el Señor había dicho a los hijos de Israel: No os uniréis a ellas, ni ellas se unirán a vosotros, porque ciertamente desviarán vuestro corazón tras sus dioses. Pero Salomón se apegó a ellas con amor.
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Y el Señor se enojó con Salomón porque su corazón se había apartado del Señor, Dios de Israel, que se le había aparecido dos veces,
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y dijo a Jeroboam: Toma para ti diez pedazos; porque así dice el Señor, Dios de Israel: «He aquí, arrancaré el reino de la mano de Salomón y a ti te daré diez tribus
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Y el rey tomó consejo, hizo dos becerros de oro, y dijo al pueblo: Es mucho para vosotros subir a Jerusalén; he aquí vuestros dioses, oh Israel, los cuales te hicieron subir de la tierra de Egipto.
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Ve, di a Jeroboam: «Así dice el Señor, Dios de Israel: “Por cuanto te levanté de entre el pueblo y te hice príncipe sobre mi pueblo Israel,
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Y todo Israel hará duelo por él y lo sepultarán, pues solo este de la familia de Jeroboam irá a la sepultura, porque de la casa de Jeroboam, solo en él fue hallado algo bueno hacia el Señor, Dios de Israel.
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por los pecados que Jeroboam había cometido, y con los cuales había hecho pecar a Israel, y por la provocación con que provocó a ira al Señor, Dios de Israel.
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por todos los pecados de Baasa y por los pecados de su hijo Ela, con los cuales pecaron y con los que hicieron pecar a Israel, provocando a ira con sus ídolos al Señor, Dios de Israel.
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pues anduvo en todos los caminos de Jeroboam, hijo de Nabat, y en los pecados con que hizo pecar a Israel, provocando al Señor, Dios de Israel, con sus ídolos.
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Acab hizo también una Asera. Así Acab hizo más para provocar al Señor, Dios de Israel, que todos los reyes de Israel que fueron antes que él.
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Elías predice la sequía
Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive el Señor, Dios de Israel, delante de quien estoy, que ciertamente no habrá rocío ni lluvia en estos años, sino por la palabra de mi boca.
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Porque así dice el Señor, Dios de Israel: «No se acabará la harina en la tinaja ni se agotará el aceite en la vasija, hasta el día en que el Señor mande lluvia sobre la faz de la tierra».
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Y sucedió que a la hora de ofrecerse el sacrificio de la tarde, el profeta Elías se acercó y dijo: Oh Señor, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, que se sepa hoy que tú eres Dios en Israel, que yo soy tu siervo y que he hecho todas estas cosas por palabra tuya.