Porque todos tropezamos[a] de muchas maneras(A). Si alguno no tropieza en lo que dice[b](B), es un hombre perfecto(C), capaz también de refrenar todo el cuerpo(D). Ahora bien, si ponemos el freno en la boca de los caballos(E) para que nos obedezcan, dirigimos también todo su cuerpo. Mirad también las naves; aunque son tan grandes e impulsadas por fuertes vientos, son, sin embargo, dirigidas mediante un timón muy pequeño por donde la voluntad[c] del piloto quiere.

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Footnotes

  1. Santiago 3:2 U, ofendemos
  2. Santiago 3:2 Lit., palabra
  3. Santiago 3:4 Lit., el impulso

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