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Los treinta dichos de los sabios(A)

17 Presta atención, escucha mis palabras;[a]
    aplica tu corazón a mi conocimiento.
18 Grato es retenerlas dentro de ti,
    y tenerlas todas a flor de labios.
19 A ti te las enseño en este día,
    para que pongas tu confianza en el Señor.
20 ¿Acaso no te he escrito treinta[b] dichos
    que contienen sabios consejos?
21 Son para enseñarte palabras ciertas y confiables,
    para que sepas responder bien a quien te pregunte.[c]

1

22 No explotes al pobre porque es pobre,
    ni oprimas en los tribunales[d] a los necesitados;
23 porque el Señor defenderá su causa,
    y despojará a quienes los despojen.

2

24 No te hagas amigo de gente violenta,
    ni te juntes con los iracundos,
25 no sea que aprendas sus malas costumbres
    y tú mismo caigas en la trampa.

3

26 No te comprometas por otros
    ni salgas fiador de deudas ajenas;
27 porque, si no tienes con qué pagar,
    te quitarán hasta la cama en que duermes.

4

28 No cambies de lugar los linderos antiguos
    que establecieron tus antepasados.

5

29 ¿Has visto a alguien diligente en su trabajo?
    Se codeará con reyes, y nunca será un don nadie.

6

23 Cuando te sientes a comer con un gobernante,
    fíjate bien en lo que[e] tienes ante ti.
Si eres dado a la glotonería,
    domina tu apetito.[f]
No codicies sus manjares,
    pues tal comida no es más que un engaño.

7

No te afanes acumulando riquezas;
    no te obsesiones con ellas.
¿Acaso has podido verlas? ¡No existen!
    Es como si les salieran alas,
    pues se van volando como las águilas.

8

No te sientes a la mesa de un tacaño,[g]
    ni codicies sus manjares,
    que son como un pelo en la garganta.[h]
«Come y bebe», te dirá,
    pero no te lo dirá de corazón.
Acabarás vomitando lo que hayas comido,
    y tus cumplidos no habrán servido de nada.

9

A oídos del necio jamás dirijas palabra,
    pues se burlará de tus sabios consejos.

10

10 No cambies de lugar los linderos antiguos,
    ni invadas la propiedad de los huérfanos,
11 porque su Defensor es muy poderoso
    y contra ti defenderá su causa.

11

12 Aplica tu corazón a la disciplina
    y tus oídos al conocimiento.

12

13 No dejes de disciplinar al joven,
    que de unos cuantos azotes no se morirá.
14 Dale unos buenos azotes,
    y así lo librarás del sepulcro.

13

15 Hijo mío, si tu corazón es sabio,
    también mi corazón se regocijará;
16 en lo íntimo de mi ser me alegraré
    cuando tus labios hablen con rectitud.

14

17 No envidies en tu corazón a los pecadores;
    más bien, muéstrate siempre celoso en el temor del Señor.
18 Cuentas con una esperanza futura,
    la cual no será destruida.

15

19 Hijo mío, presta atención y sé sabio;
    mantén tu corazón en el camino recto.
20 No te juntes con los que beben mucho vino,
    ni con los que se hartan de carne,
21 pues borrachos y glotones, por su indolencia,
    acaban harapientos y en la pobreza.

16

22 Escucha a tu padre, que te engendró,
    y no desprecies a tu madre cuando sea anciana.
23 Adquiere la verdad y la sabiduría,
    la disciplina y el discernimiento,
    ¡y no los vendas!
24 El padre del justo experimenta gran regocijo;
    quien tiene un hijo sabio se solaza en él.
25 ¡Que se alegren tu padre y tu madre!
    ¡Que se regocije la que te dio la vida!

17

26 Dame, hijo mío, tu corazón
    y no pierdas de vista mis caminos.
27 Porque fosa profunda es la prostituta,
    y estrecho pozo, la mujer ajena.
28 Se pone al acecho, como un bandido,
    y multiplica la infidelidad de los hombres.

18

29 ¿De quién son los lamentos? ¿De quién los pesares?
    ¿De quién son los pleitos? ¿De quién las quejas?
    ¿De quién son las heridas gratuitas?
    ¿De quién los ojos morados?
30 ¡Del que no suelta la botella de vino
    ni deja de probar licores!

31 No te fijes en lo rojo que es el vino,
    ni en cómo brilla en la copa,
    ni en la suavidad con que se desliza;
32 porque acaba mordiendo como serpiente
    y envenenando como víbora.
33 Tus ojos verán alucinaciones,
    y tu mente imaginará estupideces.
34 Te parecerá estar durmiendo en alta mar,
    acostado sobre el mástil mayor.
35 Y dirás: «Me han herido, pero no me duele.
    Me han golpeado, pero no lo siento.
¿Cuándo despertaré de este sueño
    para ir a buscar otro trago?»

19

24 No envidies a los malvados,
    ni procures su compañía;
porque en su corazón traman violencia,
    y no hablan más que de cometer fechorías.

20

Con sabiduría se construye la casa;
    con inteligencia se echan los cimientos.
Con buen juicio se llenan sus cuartos
    de bellos y extraordinarios tesoros.

21

El que es sabio tiene gran poder,
    y el que es entendido aumenta su fuerza.
La guerra se hace con buena estrategia;
    la victoria se alcanza con muchos consejeros.

22

La sabiduría no está al alcance del necio,
    que en la asamblea del pueblo[i] nada tiene que decir.

23

Al que hace planes malvados
    lo llamarán intrigante.
Las intrigas del necio son pecado,
    y todos aborrecen a los insolentes.

24

10 Si en el día de la aflicción te desanimas,
    muy limitada es tu fortaleza.

25

11 Rescata a los que van rumbo a la muerte;
    detén a los que a tumbos avanzan al suplicio.
12 Pues, aunque digas: «Yo no lo sabía»,
    ¿no habrá de darse cuenta el que pesa los corazones?
¿No habrá de saberlo el que vigila tu vida,
    el que paga a cada uno según sus acciones?

26

13 Come la miel, hijo mío, que es deliciosa;
    dulce al paladar es la miel del panal.
14 Así de dulce sea la sabiduría a tu alma;
    si das con ella, tendrás buen futuro;
    tendrás una esperanza que no será destruida.

27

15 No aceches cual malvado la casa del justo,
    ni arrases el lugar donde habita;
16 porque siete veces podrá caer el justo,
    pero otras tantas se levantará;
los malvados, en cambio,
    se hundirán en la desgracia.

28

17 No te alegres cuando caiga tu enemigo,
    ni se regocije tu corazón ante su desgracia,
18 no sea que el Señor lo vea y no lo apruebe,
    y aparte de él su enojo.

29

19 No te alteres por causa de los malvados,
    ni sientas envidia de los impíos,
20 porque el malvado no tiene porvenir;
    ¡la lámpara del impío se apagará!

30

21 Hijo mío, teme al Señor y honra al rey,
    y no te juntes con los rebeldes,
22 porque de los dos recibirás un castigo repentino
    ¡y quién sabe qué calamidades sobrevendrán!

Footnotes

  1. 22:17 mis palabras (LXX); las palabras de los sabios (TM).
  2. 22:20 escrito treinta. Alt. escrito antes o escrito excelentes.
  3. 22:21 a quien te pregunte (LXX); al que te envíe (TM).
  4. 22:22 en los tribunales. Lit. en la puerta.
  5. 23:1 en lo que. Alt. en quién.
  6. 23:2 domina tu apetito. Lit. ponle un cuchillo a tu garganta.
  7. 23:6 un tacaño. Alt. un hombre mal intencionado.
  8. 23:7 que son … garganta (LXX); pues como él piensa en su interior, así es él (TM).
  9. 24:7 en la asamblea del pueblo. Lit. en la puerta.