10 Israel era una vid frondosa
    que daba fruto para sí mismo.
Pero cuanto más aumentaba su fruto,
    más altares construía;
cuanto más prosperaba su país,
    más hermosas hacía sus piedras sagradas.
Su corazón es engañoso,
    pero tendrá que cargar con su culpa.
El Señor destrozará sus altares
    y devastará sus piedras sagradas.

Tal vez dirán: «No hemos temido al Señor
    y por eso no tenemos rey.
Pero aun si lo tuviéramos,
    ¿qué podría hacer por nosotros?».
Hacen muchas promesas;
    juran con falsedad
    y hacen tratos;
por eso florecen los pleitos
    como la mala yerba en el campo.
Temen los moradores de Samaria
    por el ternero que adoran en Bet Avén.[a]
El pueblo del becerro hará duelo por él
    y también los sacerdotes idólatras,
los que se regocijaron por su esplendor,
    porque se lo llevarán al destierro.
El becerro será llevado a Asiria
    como tributo para el gran rey.
Efraín quedará humillado;
    Israel se avergonzará de sus planes.
Samaria y su rey desaparecerán
    como rama arrastrada por el agua.
Serán destruidos sus altares paganos,
    lugares de pecado de Israel.
    Cardos y espinos crecerán sobre sus altares.
Entonces dirán a las montañas: «¡Cúbrannos!»,
    y a las colinas: «¡Caigan sobre nosotros!».

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Footnotes

  1. 10:5 Véase nota en 4:15.

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