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Jesús sana a un hombre endemoniado

Entonces llegaron al otro lado del lago, a la región de los gerasenos.[a] Cuando Jesús bajó de la barca, un hombre poseído por un espíritu maligno[b] salió de entre las tumbas a su encuentro. Este hombre vivía en las cuevas de entierro y ya nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas. Siempre que lo ataban con cadenas y grilletes—lo cual le hacían a menudo—, él rompía las cadenas de sus muñecas y destrozaba los grilletes. No había nadie con suficiente fuerza para someterlo. Día y noche vagaba entre las cuevas donde enterraban a los muertos y por las colinas, aullando y cortándose con piedras afiladas.

Cuando Jesús todavía estaba a cierta distancia, el hombre lo vio, corrió a su encuentro y se inclinó delante de él. Dando un alarido, gritó: «¿Por qué te entrometes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡En el nombre de Dios, te suplico que no me tortures!». Pues Jesús ya le había dicho al espíritu: «Sal de este hombre, espíritu maligno».

Entonces Jesús le preguntó:

—¿Cómo te llamas?

Y él contestó:

—Me llamo Legión, porque somos muchos los que estamos dentro de este hombre.

10 Entonces los espíritus malignos le suplicaron una y otra vez que no los enviara a un lugar lejano.

11 Sucedió que había una gran manada de cerdos alimentándose en una ladera cercana. 12 «Envíanos a esos cerdos—suplicaron los espíritus—. Déjanos entrar en ellos».

13 Entonces Jesús les dio permiso. Los espíritus malignos salieron del hombre y entraron en los cerdos, y toda la manada de unos dos mil cerdos se lanzó al lago por el precipicio y se ahogó en el agua.

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Footnotes

  1. 5:1 Otros manuscritos dicen gadarenos; incluso otros dicen gergesenos. Ver Mt 8:28; Lc 8:26.
  2. 5:2 En griego impuro; también en 5:8, 13.

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