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Que sea contada como una noche estéril,
en la que nadie emitió un solo grito de alegría.
Que maldigan esa noche los que conjuran al mar,
los que saben despertar al furioso Leviatán.
Que no brillen las estrellas en el alba,
ni llegue nunca la esperada luz;
¡que no se vea la luz de la mañana!

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