Ahora bien, si ponemos el freno en la boca de los caballos(A) para que nos obedezcan, dirigimos también todo su cuerpo. Mirad también las naves; aunque son tan grandes e impulsadas por fuertes vientos, son, sin embargo, dirigidas mediante un timón muy pequeño por donde la voluntad[a] del piloto quiere. Así también la lengua es un miembro pequeño, y sin embargo, se jacta de grandes cosas(B). Mirad, ¡qué gran bosque se incendia con tan pequeño fuego(C)! Y la lengua es un fuego(D), un mundo de iniquidad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, la cual contamina todo el cuerpo(E), es encendida por el infierno[b](F) e inflama el curso[c] de nuestra vida[d].

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Footnotes

  1. Santiago 3:4 Lit., el impulso
  2. Santiago 3:6 Gr., guéenna
  3. Santiago 3:6 Lit., la rueda
  4. Santiago 3:6 O, existencia, u, origen

He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo. Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!

Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.

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