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26 Él le hace señas a una nación lejana,
    con silbidos los llama desde lo más remoto de la tierra.
Miren, lo rápido que vienen,
    llegan en un abrir y cerrar de ojos.
27 Ninguno se cansa ni desfallece;
    no se duermen, ni siquiera les da sueño.
No se les desabrochan los cinturones,
    ni se les rompen los cordones de las sandalias.
28 Sus flechas son bien puntiagudas
    y sus arcos ya están tensos.
Los cascos de sus caballos parecen fuertes piedras brillantes
    y las ruedas de sus carros de combate giran como remolino.

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