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También pondrás mi copa, la copa de plata, en la boca del costal del menor, con el dinero de su trigo.

El mayordomo hizo como había dicho José.

Al amanecer, los hombres fueron despedidos con sus asnos. Ya ellos habían salido de la ciudad, pero todavía no se habían alejado, cuando José dijo a su mayordomo:

—Levántate y sigue a esos hombres. Cuando los alcances, diles: “¿Por qué habéis pagado mal por bien? ¿Por qué habéis robado mi copa de plata?

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