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Entonces el Señor me dijo:

«Hijo de hombre, pon atención y abre bien los ojos; presta oído a todo lo que te digo tocante a todas las ordenanzas y leyes del templo del Señor; presta atención a todas las entradas y salidas del templo, y dile a Israel, a ese pueblo rebelde, que yo, su Señor y Dios, he dicho: “¡Basta, pueblo de Israel, de todas tus abominaciones! ¡Basta de traerme extranjeros, gente incircuncisa en su corazón y en su cuerpo, para contaminar con su presencia mi santuario y mi templo! ¡Basta de ofrecer mi pan, y la grasa y la sangre, y de invalidar mi pacto con todas tus abominaciones!”

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