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y me decía:

«Hijo de hombre, en este lugar tengo mi trono; en este lugar reposan las plantas de mis pies, y en este lugar habitaré para siempre entre los hijos de Israel. Nunca más el pueblo de Israel ni sus reyes volverán a profanar mi santo nombre con sus fornicaciones, ni con los cadáveres de sus reyes en sus lugares altos.

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Pero ahora arrojarán lejos de mí sus fornicaciones y los cadáveres de sus reyes, y yo habitaré en medio de ellos para siempre.

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Allí no volverá a haber noche; no hará falta la luz de ninguna lámpara ni la luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará.(A) Y reinarán por los siglos de los siglos.(B)

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Cuando llegue ese día, de Jerusalén brotarán aguas vivas,(A) y la mitad de ellas se irá hacia el mar oriental, y la otra mitad se irá hacia el mar occidental, lo mismo en verano que en invierno.

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22 Después me mostró un río límpido, de agua de vida.(A) Era resplandeciente como el cristal, y salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle de la ciudad, y a cada lado del río, estaba el árbol de la vida,(B) el cual produce doce frutos y da su fruto cada mes; las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.

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En los últimos días el monte de la casa del Señor será confirmado como cabeza de los montes; será exaltado por encima de las alturas, y hacia él correrán todas las naciones.

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26 A ella serán llevadas las riquezas y la honra de las naciones,(A)

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Así ha dicho Dios el Señor:

«No entrará en mi santuario ningún extranjero que viva entre los hijos de Israel, ni tampoco ninguno de sus hijos, ni nadie que sea incircunciso en el corazón y en su cuerpo.

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27 y no entrará en ella nada que sea impuro,(A) o detestable, o falso, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.

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