⁹ nos dio a conocer el misterio^(A) de Su voluntad, según la buena intención^(B) que se propuso en Cristo^(C), ¹⁰ con miras a una buena administración en el^[a] cumplimiento de los tiempos^(D), es decir, de reunir todas las cosas en Cristo^(E), tanto las que están en los cielos, como las que están en la tierra^[b].

²² Y todo lo sometió^[a] bajo Sus pies^(A), y a Él lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia^(B), ²³ la cual es Su cuerpo^(C), la plenitud de Aquel^(D) que lo llena^(E) todo en todo^(F).

²⁴ Entonces vendrá el fin, cuando Él entregue el reino^(A) al Dios y Padre^(B), después que haya terminado^[a] con todo dominio y toda autoridad y poder^(C). ²⁵ Pues Cristo debe reinar hasta que haya puesto a todos Sus enemigos debajo de Sus pies^(D). ²⁶ Y el último enemigo que será eliminado^[b] es la muerte^(E).

²⁷ Porque Dios ha puesto todo en sujeción bajo Sus pies^(F). Pero cuando dice que todas las cosas están sujetas a Él^(G), es evidente que se exceptúa a Aquel que ha sometido a Él todas las cosas. ²⁸ Y cuando todo haya sido sometido a Él^(H), entonces también el Hijo mismo se sujetará a Aquel que sujetó a Él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos^(I).

²² quien está a la diestra de Dios^(A), habiendo subido^[a] al cielo^(B) después de que le habían sido sometidos ángeles, autoridades y potestades^(C).

²⁰ Porque nuestra ciudadanía^[a] está en los cielos^(A), de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo^(B), ²¹ el cual transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación^[b] en conformidad^(C) al cuerpo de Su gloria^[c](D), por el ejercicio del poder^(E) que tiene aun para sujetar todas las cosas a Él mismo^(F).