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Eliseo sucesor de Elías

Y sucedió que cuando el Señor iba a llevarse a Elías al cielo(A) en un torbellino, Elías venía de Gilgal(B) con Eliseo(C). Y Elías dijo a Eliseo: Te ruego que te quedes aquí(D), porque el Señor me ha enviado hasta Betel(E). Pero Eliseo dijo: Vive el Señor y vive tu alma, que no me apartaré de ti(F). Y descendieron a Betel. Entonces los hijos de los profetas que estaban en Betel salieron al encuentro de Eliseo y le dijeron: ¿Sabes que hoy el Señor te quitará a tu señor de sobre ti[a](G)? Y él dijo: Sí, yo lo sé; callad. Elías entonces le dijo: Eliseo, te ruego que te quedes aquí(H), porque el Señor me ha enviado a Jericó(I). Pero él dijo: Vive el Señor y vive tu alma, que no me apartaré de ti(J). Y fueron a Jericó. Y los hijos de los profetas que estaban en Jericó se acercaron a Eliseo y le dijeron: ¿Sabes que hoy el Señor te quitará a tu señor de sobre ti[b]? Y él respondió: Sí, yo lo sé; callad(K). Entonces Elías le dijo: Te ruego que te quedes aquí, porque el Señor me ha enviado al Jordán(L). Pero él dijo: Vive el Señor y vive tu alma, que no me apartaré de ti. Siguieron, pues, los dos(M).

Y cincuenta hombres de los hijos de los profetas fueron y se pararon frente(N) a ellos, a lo lejos, mientras ellos dos se pararon junto al Jordán. Entonces Elías tomó su manto(O), lo dobló y golpeó las aguas, y estas se dividieron a uno y a otro lado[c], y los dos pasaron por tierra seca(P). Y[d] cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que yo haga por ti antes de que yo sea separado de ti. Y Eliseo dijo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí(Q). 10 Y él dijo: Has pedido una cosa difícil. Sin embargo, si me ves cuando sea llevado(R) de ti, así te sucederá; pero si no, no será así. 11 Y aconteció que mientras ellos iban andando y hablando, he aquí, apareció un carro de fuego y caballos de fuego(S) que separó a los dos. Y Elías subió al cielo en un torbellino. 12 Lo vio Eliseo y clamó: Padre mío, padre mío, los carros[e] de Israel y su gente de a caballo(T). Y no lo vio más. Entonces tomó sus vestidos y los rasgó(U) en dos pedazos. 13 También recogió el manto de Elías que se le había caído, y regresó y se paró a la orilla del Jordán. 14 Y tomando el manto de Elías que se le había caído, golpeó las aguas, y dijo: ¿Dónde está el Señor, el Dios de Elías? Y cuando él golpeó también las aguas, estas[f] se dividieron a uno y a otro lado[g], y pasó Eliseo(V).

15 Cuando lo vieron los hijos de los profetas que estaban en Jericó frente a él(W), dijeron: El espíritu de Elías reposa sobre Eliseo. Y fueron a su encuentro y se postraron en tierra ante él. 16 Y le dijeron: He aquí, ahora hay con tus siervos cincuenta hombres fuertes; te rogamos que los dejes ir a buscar a tu señor; tal vez[h] el Espíritu del Señor lo ha levantado y lo ha echado en algún monte o en algún valle(X). Y él dijo: No los enviéis. 17 Pero cuando le insistieron hasta la saciedad[i](Y), dijo: Enviadlos. Entonces enviaron cincuenta hombres; y buscaron durante tres días, pero no lo hallaron. 18 Y volvieron a Eliseo[j] que se había quedado en Jericó, y él les dijo: ¿No os dije: «No vayáis»?

19 Entonces los hombres de la ciudad dijeron a Eliseo: He aquí, ahora el emplazamiento de esta ciudad es bueno, como mi señor ve, pero el agua es mala y la tierra estéril[k]. 20 Y él dijo: Traedme una vasija nueva, y poned sal en ella[l]. Y se la trajeron. 21 Y él salió al manantial de las aguas, echó sal en él[m], y dijo: Así dice el Señor: «He purificado[n] estas aguas; de allí no saldrá[o] más muerte ni esterilidad(Z)». 22 Y las aguas han quedado purificadas[p] hasta hoy, conforme a la palabra que habló Eliseo.

23 Después subió de allí a Betel; y mientras subía por el camino, unos muchachos salieron de la ciudad y se burlaban(AA) de él, y le decían: ¡Sube, calvo; sube, calvo! 24 Cuando él miró hacia atrás y los vio, los maldijo(AB) en el nombre del Señor. Entonces salieron dos osas del bosque y despedazaron de ellos a cuarenta y dos muchachos. 25 De allí fue al monte Carmelo(AC), y desde allí regresó a Samaria.

Rebelión y derrota de Moab

Joram, hijo de Acab, comenzó a reinar sobre Israel en Samaria en el año dieciocho de Josafat, rey de Judá(AD); y reinó doce años. E hizo lo malo ante los ojos del Señor, aunque no como su padre y su madre, pues quitó el pilar sagrado de Baal(AE) que su padre había hecho(AF). Sin embargo, se aferró a los pecados de Jeroboam(AG), hijo de Nabat, con los que hizo pecar a Israel(AH), y no se apartó de ellos.

Y Mesa, rey de Moab, era criador de ovejas, y pagaba al rey de Israel cien mil corderos(AI) y la lana de cien mil carneros. Pero sucedió que cuando Acab murió, el rey de Moab se rebeló contra el rey de Israel(AJ). Y aquel mismo día el rey Joram salió de Samaria y alistó a todo Israel. Entonces fue y envió palabra a Josafat, rey de Judá, diciendo: El rey de Moab se ha rebelado contra mí. ¿Irás conmigo a pelear contra Moab? Y él respondió: Subiré; yo soy como tú, mi pueblo como tu pueblo, mis caballos como tus caballos(AK). Y dijo: ¿Por qué camino subiremos? Y él respondió: Por el camino del desierto de Edom. Fue el rey de Israel(AL) con el rey de Judá(AM) y el rey de Edom(AN); y dando un rodeo anduvieron siete días de camino; y no había agua para el ejército ni para los animales que los seguían. 10 Entonces el rey de Israel dijo: ¡Ah! Porque el Señor ha llamado a estos tres reyes para entregarlos en manos de Moab. 11 Pero Josafat dijo: ¿No hay aquí un profeta del Señor para que consultemos al Señor por medio de él(AO)? Y uno de los siervos del rey de Israel respondió, y dijo: Aquí está Eliseo, hijo de Safat(AP), el que vertía agua en las manos de Elías(AQ). 12 Y Josafat dijo: La palabra del Señor está con él. Y el rey de Israel y Josafat y el rey de Edom descendieron a él.

13 Entonces Eliseo dijo al rey de Israel: ¿Qué tengo que ver contigo? Ve a los profetas de tu padre y a los profetas de tu madre(AR). Y el rey de Israel le dijo: No, porque el Señor ha llamado a estos tres reyes para entregarlos en mano de Moab. 14 Y Eliseo dijo: Vive el Señor de los ejércitos, ante quien estoy(AS), que si no fuera por respeto a la presencia de Josafat, rey de Judá, no te miraría ni te vería. 15 Mas traedme ahora un tañedor(AT). Y sucedió que mientras el tañedor tocaba, la mano del Señor vino sobre Eliseo[q](AU). 16 Y él dijo: Así dice el Señor: «Haced en este valle muchas zanjas». 17 Pues así dice el Señor: «No veréis viento, ni veréis lluvias; sin embargo ese valle se llenará de agua(AV), y beberéis vosotros y vuestros ganados y vuestras bestias». 18 Aun esto es poco ante los ojos del Señor(AW); también entregará en vuestras manos a los moabitas. 19 Y destruiréis[r] toda ciudad fortificada y toda ciudad principal, y talaréis todo árbol bueno, cegaréis todas las fuentes de agua y dañaréis con piedras todo terreno fértil(AX). 20 Y aconteció que por la mañana, a la hora de ofrecer el sacrificio(AY), he aquí, el agua vino por el camino de Edom, y la tierra se llenó de agua.

21 Y todos los moabitas oyeron que los reyes habían subido a pelear contra ellos. Y convocaron a todos, desde los que podían ceñir armadura[s] para arriba, y se pusieron en la frontera. 22 Se levantaron muy de mañana, y cuando el sol brilló sobre el agua, los moabitas vieron el agua frente a ellos tan roja como la sangre. 23 Entonces dijeron: Esto es sangre; sin duda los reyes han peleado entre sí, y se han matado unos a otros. Ahora pues, ¡Moab, al despojo! 24 Pero cuando llegaron al campamento de Israel, los israelitas se levantaron e hirieron a los moabitas, y estos huyeron delante de ellos; y los israelitas se adentraron en el país[t] matando[u] a los moabitas. 25 Destruyeron las ciudades, y cada uno arrojó su piedra en toda parcela de tierra buena, y las llenaron. Cegaron todas las fuentes de agua y talaron todos los árboles buenos(AZ), hasta dejar en Kir-hareset(BA) solo sus piedras; no obstante, los honderos la rodearon y la destruyeron[v]. 26 Al ver el rey de Moab que la batalla arreciaba contra él, tomó consigo setecientos hombres que sacaban espada, para abrir brecha hacia el rey de Edom, mas no pudieron. 27 Entonces tomó a su hijo primogénito que había de reinar en su lugar, y lo ofreció en holocausto sobre la muralla. Y hubo gran ira contra los israelitas, quienes se apartaron de allí[w](BB) y regresaron a su tierra.

Eliseo y la viuda

Y una mujer de las mujeres de los hijos de los profetas(BC) clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo, mi marido, ha muerto, y tú sabes que tu siervo temía al Señor; y ha venido el acreedor a tomar a mis dos hijos para esclavos suyos(BD). Y Eliseo le dijo: ¿Qué puedo hacer por ti? Dime qué tienes en casa. Y ella respondió: Tu sierva no tiene en casa más que una vasija de aceite(BE). Entonces él le dijo: Ve, pide[x] vasijas prestadas por todas partes de todos tus vecinos, vasijas vacías; no pidas pocas. Luego entra y cierra la puerta detrás de ti y de tus hijos y echa el aceite en todas estas vasijas, poniendo aparte las que estén llenas. Y ella se fue de su lado, y cerró la puerta tras sí y de sus hijos; y ellos traían las vasijas y ella echaba el aceite. Y sucedió que cuando las vasijas estuvieron llenas(BF), dijo ella a un hijo suyo: Tráeme otra vasija. Y él le dijo: No hay más vasijas. Y cesó el aceite. Entonces ella fue y se lo contó al hombre de Dios(BG). Y él le dijo: Ve, vende el aceite y paga tu deuda, y tú y tus hijos podéis vivir de lo que quede.

Eliseo y la sunamita

Y aconteció que un día pasaba Eliseo por Sunem(BH), donde había una mujer distinguida[y], y ella le persuadió a que comiera[z]. Y así fue que siempre que pasaba, entraba allí a comer[aa]. Y ella dijo a su marido: He aquí, ahora entiendo que este que siempre pasa por nuestra casa, es un hombre santo de Dios(BI). 10 Te ruego que hagamos un pequeño aposento alto, con paredes, y pongamos allí para él una cama, una mesa, una silla y un candelero; y será que cuando venga a nosotros, se podrá retirar allí(BJ). 11 Y aconteció que un día vino él por allí, se retiró al aposento alto y allí se acostó. 12 Entonces dijo a Giezi su criado(BK): Llama a esta sunamita. Y cuando la llamó, ella se presentó delante de él. 13 Y él le dijo a Giezi: Dile ahora: «He aquí, te has preocupado[ab] por nosotros con todo este cuidado[ac]; ¿qué puedo hacer por ti? ¿Quieres que hable por ti al rey o al jefe del ejército?». Y ella respondió: Yo vivo en medio de mi pueblo[ad]. 14 Él entonces dijo: ¿Qué, pues, se puede hacer por ella? Y Giezi respondió: En verdad ella no tiene ningún hijo y su marido es viejo. 15 Y él dijo: Llámala. Cuando él la llamó, ella se detuvo a la entrada. 16 Entonces él le dijo: Por este tiempo, el año que viene[ae], abrazarás un hijo(BL). Y ella dijo: No, señor mío, hombre de Dios, no engañes a tu sierva(BM). 17 Pero la mujer concibió y dio a luz un hijo al año siguiente en el[af] tiempo que Eliseo le había dicho.

18 Y cuando el niño creció, llegó el día en que salió al campo adonde estaba[ag] su padre con[ah] los segadores, 19 y dijo a su padre: ¡Ay, mi cabeza, mi cabeza! Y el padre dijo a un criado: Llévalo a su madre. 20 Y tomándolo, lo llevó a su madre, y estuvo sentado en sus rodillas hasta el mediodía, y murió. 21 Entonces ella subió y lo puso sobre la cama(BN) del hombre de Dios(BO), cerró la puerta detrás de él y salió. 22 Luego llamó a su marido y le dijo: Te ruego que me envíes uno de los criados y una de las asnas, para que yo vaya corriendo al hombre de Dios y regrese. 23 Y él dijo: ¿Por qué vas hoy a él? No es luna nueva ni día de reposo(BP). Y ella respondió: Quédate en paz. 24 Entonces ella aparejó el asna y dijo a su criado: Arrea[ai] y anda; no detengas el paso[aj] por mí a menos que yo te lo diga. 25 Y ella fue y llegó al hombre de Dios en el monte Carmelo(BQ). Y sucedió que cuando el hombre de Dios la vio a lo lejos, dijo a Giezi su criado: He aquí, allá viene la[ak] sunamita. 26 Te ruego que corras ahora a su encuentro y le digas: «¿Te va bien a ti? ¿Le va bien a tu marido? ¿Le va bien al niño?». Y ella respondió: Bien. 27 Cuando ella llegó al monte, al hombre de Dios(BR), se asió de sus pies. Y Giezi se acercó para apartarla, pero el hombre de Dios dijo: Déjala, porque su alma está angustiada[al] y el Señor me lo ha ocultado y no me lo ha revelado. 28 Entonces ella dijo: ¿Acaso pedí un hijo a mi señor? ¿No dije: «No me engañes(BS)?».

29 Entonces él dijo a Giezi: Ciñe tus lomos(BT) y toma mi báculo en tu mano, y vete(BU); si encuentras a alguno, no lo saludes, y si alguien te saluda, no le respondas(BV), y pon mi báculo sobre el rostro del niño(BW). 30 Y la madre del niño dijo: Vive el Señor y vive tu alma, que no me apartaré de ti(BX). Entonces él se levantó y la siguió. 31 Y Giezi se adelantó a ellos y puso el báculo sobre el rostro del niño, mas no hubo voz ni reacción[am]. Así que volvió para encontrarlo, y le dijo[an]: El niño no ha despertado(BY). 32 Cuando Eliseo entró en la casa, he aquí, el niño estaba muerto, tendido sobre su cama. 33 Y entrando, cerró la puerta tras ambos y oró al Señor(BZ). 34 Entonces subió y se acostó sobre el niño, y puso la boca sobre su boca, los ojos sobre sus ojos y las manos[ao] sobre sus manos[ap], y se tendió sobre él; y la carne del niño entró en calor(CA). 35 Entonces Eliseo volvió y caminó por la casa de un lado para otro, y subió y se tendió sobre él(CB); y el niño estornudó siete veces y[aq] abrió sus ojos. 36 Y Eliseo llamó a Giezi y le dijo: Llama a la[ar] sunamita. Y él la llamó. Y cuando ella vino a Eliseo[as], él dijo: Toma a tu hijo. 37 Entonces ella entró, cayó a sus pies y se postró en tierra, y tomando a su hijo, salió(CC).

Otros milagros de Eliseo

38 Cuando Eliseo regresó a Gilgal(CD), había hambre en la tierra(CE). Y estando sentados los hijos de los profetas(CF) delante de él(CG), dijo a su criado: Pon la olla(CH) grande y cuece potaje para los hijos de los profetas. 39 Entonces uno de ellos salió al campo a recoger hierbas, y encontró una viña silvestre y de ella recogió su falda llena de calabazas silvestres, y vino y las cortó en pedazos en la olla de potaje, porque no sabía lo que eran. 40 Y lo sirvieron para que los hombres comieran. Y sucedió que cuando comían el potaje, clamaron y dijeron: ¡Oh hombre de Dios, hay muerte(CI) en la olla! Y no pudieron comer. 41 Pero él dijo: Traedme harina. Y la echó en la olla, y dijo: Sírvelo a la gente para que coman. Y ya no había nada malo(CJ) en la olla.

42 Y vino un hombre de Baal-salisa y trajo al hombre de Dios panes de primicias, veinte panes de cebada y espigas de grano nuevo en su bolsa. Y él dijo: Dalos a la gente para que coman(CK). 43 Y su sirviente dijo: ¿Cómo pondré esto delante de cien hombres? Pero él respondió: Dalos a la gente para que coman, porque así dice el Señor(CL): «Comerán y sobrará». 44 Y lo puso delante de ellos y comieron, y sobró conforme a la palabra del Señor(CM).

Eliseo y Naamán

Y Naamán, capitán del ejército del rey de Aram(CN), era un gran hombre delante de su señor y tenido en alta estima, porque por medio de él el Señor había dado la victoria[at] a Aram. También el hombre era un guerrero valiente, pero leproso. Y habían salido los arameos en bandas(CO) y habían tomado cautiva a una muchacha muy joven de la tierra de Israel, y ella estaba al servicio[au] de la mujer de Naamán. Y ella dijo a su señora: ¡Ah, si mi señor estuviera con el[av] profeta que está en Samaria! Él entonces lo curaría de su lepra. Y Naamán entró y habló a su señor, diciendo: Esto y esto ha dicho la muchacha que es de la tierra de Israel. Entonces el rey de Aram dijo: Ve ahora[aw](CP), y enviaré una carta al rey de Israel. Y él fue y llevó consigo diez talentos[ax] de plata y seis mil siclos[ay] de oro y diez mudas de ropa(CQ). También llevó al rey de Israel la carta que decía[az]: Y ahora, cuando llegue a ti esta carta, he aquí, verás que te he enviado a mi siervo Naamán para que lo cures de su lepra. Y sucedió que cuando el rey de Israel leyó la carta, rasgó sus vestidos(CR), y dijo: ¿Acaso soy yo Dios, para dar muerte y para dar vida(CS), para que este me mande a decir que cure a un hombre de su lepra? Pero considerad ahora, y ved cómo busca pleito conmigo[ba](CT).

Y[bb] al oír Eliseo, el hombre de Dios(CU), que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió aviso al rey diciendo: ¿Por qué has rasgado tus vestidos? Que venga él a mí ahora, y sabrá que hay profeta en Israel. Vino, pues, Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a la entrada de la casa de Eliseo. 10 Y Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve y lávate(CV) en el Jordán siete veces, y tu carne se te restaurará, y quedarás limpio. 11 Pero Naamán se enojó, y se iba diciendo: He aquí, yo pensé[bc]: «Seguramente él vendrá[bd] a mí, y se detendrá e invocará el nombre del Señor su Dios, moverá su mano sobre la parte enferma y curará la lepra[be]». 12 ¿No son el Abaná[bf] y el Farfar, ríos de Damasco, mejor que todas las aguas de Israel? ¿No pudiera yo lavarme en ellos y ser limpio? Y dio la vuelta, y se fue enfurecido(CW). 13 Pero sus siervos se le acercaron y le hablaron, diciendo(CX): Padre mío, si el profeta te hubiera dicho que hicieras alguna gran cosa, ¿no la hubieras hecho? ¡Cuánto más cuando te dice: «Lávate, y quedarás limpio(CY)»! 14 Entonces él bajó y se sumergió siete veces en el Jordán conforme a la palabra del hombre de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño pequeño(CZ), y quedó limpio(DA).

15 Y regresó al hombre de Dios con[bg] toda su compañía, y fue y se puso delante de él, y dijo: He aquí, ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel(DB). Te ruego, pues, que recibas ahora un presente[bh] de tu siervo(DC). 16 Pero él respondió: Vive el Señor, delante de quien estoy(DD), que no aceptaré nada(DE). Y Naamán le insistió para que lo recibiera, pero él rehusó. 17 Y Naamán dijo: Pues si no, te ruego que de esta tierra, se le dé a tu siervo la carga de un par de mulos, porque tu siervo ya no ofrecerá holocausto ni sacrificará a otros dioses, sino al Señor(DF). 18 Que el Señor perdone a tu siervo en esto: Cuando mi señor entre en el templo[bi] de Rimón para adorar allí y se apoye en mi mano(DG), y yo me incline en el templo[bj] de Rimón cuando tenga que adorar allí[bk], que el Señor perdone a tu siervo por esto. 19 Y él le dijo: Vete en paz(DH). Y se alejó de él a cierta distancia.

20 Pero Giezi, criado de Eliseo(DI), el hombre de Dios, dijo para sí: He aquí, mi señor ha dispensado a este Naamán arameo al no[bl] recibir de sus manos lo que él trajo. Vive el Señor(DJ) que correré tras él y tomaré algo de él. 21 Y Giezi siguió a Naamán. Cuando Naamán vio a uno corriendo tras él, bajó de su carro a encontrarle, y dijo: ¿Está todo bien? 22 Y él dijo: Todo está bien(DK). Mi señor me ha enviado, diciendo: «He aquí, en este momento dos jóvenes de los hijos de los profetas han venido a mí de la región montañosa de Efraín(DL). Te ruego que les des un talento de plata y dos mudas de ropa(DM)». 23 Y Naamán dijo: Dígnate aceptar dos talentos. Y le insistió y ató dos talentos de plata en dos bolsas con dos mudas de ropa, y los entregó a dos de sus criados(DN); y estos los llevaron delante de él. 24 Cuando llegó al monte[bm], los tomó de sus manos y los guardó en la casa, luego despidió a los hombres y ellos se fueron(DO). 25 Entonces él entró y se puso delante de su señor(DP). Y Eliseo le dijo: ¿Dónde has estado, Giezi? Y él respondió: Tu siervo no ha ido a ninguna parte. 26 Entonces él le dijo(DQ): ¿No iba contigo mi corazón, cuando el hombre se volvió de su carro para encontrarte? ¿Acaso es tiempo de aceptar dinero y de aceptar ropa, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas? 27 Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tus descendientes[bn] para siempre. Y él salió de su presencia leproso, blanco como la nieve(DR).

Eliseo y el hacha perdida

Y los hijos de los profetas dijeron a Eliseo(DS): Mira[bo], el lugar en que habitamos contigo[bp] es muy estrecho para nosotros. Te rogamos que nos dejes ir al Jordán, para que cada uno de nosotros tome de allí una viga, y nos hagamos allí un lugar donde habitar. Y él dijo: Id. Entonces uno dijo: Te rogamos que consientas en ir con tus siervos. Y él respondió: Yo iré. Fue, pues, con ellos; y cuando llegaron al Jordán, cortaron árboles. Pero sucedió que cuando uno de ellos estaba derribando un tronco, el hierro del hacha se le cayó al agua; y gritó, y dijo: ¡Ah, señor mío, era prestado! Entonces el hombre de Dios dijo: ¿Dónde cayó? Y cuando le mostró el lugar, cortó un palo y lo echó allí(DT), e hizo flotar el hierro. Y dijo: Tómalo. Y él extendió la mano y lo tomó.

Eliseo y los arameos

Y el rey de Aram estaba en guerra con Israel; y consultó[bq] con sus siervos, diciendo: En tal y tal lugar estará mi campamento. Y el hombre de Dios envió palabra al rey de Israel, diciendo(DU): Guárdate de no pasar por tal lugar, porque los arameos van a bajar allí. 10 Entonces el rey de Israel envió gente al lugar que el hombre de Dios le había dicho; así que, al prevenirlo él, se cuidó de ir allí, y esto no una ni dos veces. 11 Y se enfureció el corazón del rey de Aram por este hecho; y llamando a sus siervos, les dijo: ¿No me vais a revelar quién de los nuestros está a favor del rey de Israel? 12 Y uno de sus siervos dijo: No, rey señor mío, sino que Eliseo, el profeta que está en Israel, le dice al rey de Israel las palabras que tú hablas en el interior de tu alcoba. 13 Y él dijo: Id y ved donde está, y enviaré a prenderlo. Y le avisaron, diciendo: He aquí, está en Dotán(DV). 14 Entonces envió allá caballos, carros y un gran ejército; y llegaron de noche y cercaron la ciudad.

15 Y cuando el que servía al hombre de Dios se levantó temprano y salió, he aquí que un ejército con caballos y carros rodeaba la ciudad. Y su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿Qué[br] haremos? 16 Y él respondió: No temas(DW), porque los que están con nosotros son más que los que están con ellos(DX). 17 Eliseo entonces oró, y dijo: Oh Señor, te ruego que abras sus ojos para que vea. Y el Señor abrió los ojos del criado, y miró(DY), y he aquí que el monte estaba lleno de caballos y carros de fuego alrededor de Eliseo(DZ). 18 Cuando descendieron hacia él los arameos, Eliseo oró al Señor, y dijo: Te ruego que hieras a esta gente[bs] con ceguera(EA). Y Él los hirió con ceguera conforme a la palabra de Eliseo. 19 Entonces Eliseo les dijo: No es este el camino, ni es esta la ciudad; seguidme y yo os guiaré al hombre que buscáis. Y los llevó a Samaria.

20 Y sucedió que cuando llegaron a Samaria, dijo Eliseo: Oh Señor, abre los ojos de estos para que vean. Y el Señor abrió sus ojos y vieron(EB); y he aquí que estaban en medio de Samaria. 21 Cuando el rey de Israel los vio, dijo a Eliseo: ¿Los mato[bt], padre mío(EC)? ¿Los mato[bu]? 22 Y él respondió: No los mates[bv]. ¿Matarías[bw] a los que has tomado cautivos con tu espada y con tu arco? Pon delante de ellos pan y agua para que coman y beban(ED) y se vuelvan a su señor(EE). 23 Entonces les preparó un gran banquete; y después que comieron y bebieron, los despidió, y se volvieron a su señor. Y las bandas armadas de arameos no volvieron a entrar más en la tierra de Israel(EF).

Hambre por el sitio de Samaria

24 Y aconteció que después de esto, Ben-adad, rey de Aram, reunió a todo su ejército, y subió y sitió a Samaria(EG). 25 Y hubo gran hambre en Samaria; y he aquí, la sitiaron, hasta que la cabeza de un asno se vendía por[bx] ochenta siclos[by] de plata, y la cuarta parte de un cab[bz] de estiércol de paloma por cinco siclos de plata(EH). 26 Pasando el rey de Israel por la muralla, una mujer le gritó, diciendo: ¡Ayúdame, oh rey señor mío! 27 Y él respondió: Si el Señor no te ayuda[ca], ¿de dónde te podré ayudar? ¿De la era o del lagar? 28 Y el rey le dijo: ¿Qué te pasa?[cb](EI) Y ella respondió: Esta mujer me dijo: «Da tu hijo para que lo comamos hoy, y mi hijo lo comeremos mañana». 29 Así que cocimos a mi hijo y nos lo comimos(EJ); y al día siguiente, le dije a ella: «Da tu hijo, para que lo comamos»; pero ella ha escondido a su hijo. 30 Y sucedió que cuando el rey oyó las palabras de la mujer, rasgó sus vestidos(EK) y como él pasaba por la muralla, la gente miró, y vio[cc] que interiormente, llevaba cilicio sobre su cuerpo[cd]. 31 Entonces él dijo: Así me haga Dios, y aun me añada(EL), si la cabeza de Eliseo, hijo de Safat, se mantiene sobre sus hombros[ce] hoy.

32 Y Eliseo estaba sentado en su casa, y los ancianos estaban sentados con él(EM). Y el rey envió a un hombre de los que estaban en su presencia; pero antes de que el mensajero llegara a Eliseo[cf], este dijo a los ancianos: ¿Veis cómo este hijo de asesino ha enviado a cortarme la cabeza(EN)? Mirad, cuando el mensajero llegue, cerrad la puerta y mantenedla cerrada contra él[cg]. ¿No se oye tras él el ruido de los pasos[ch] de su señor? 33 Estaba aún hablando con ellos, cuando he aquí que el mensajero descendió a él, y le dijo: Mira, este mal viene del Señor; ¿por qué he de esperar más en el Señor(EO)?

Eliseo predice abundancia de pan

Entonces Eliseo dijo: Oíd la palabra del Señor. Así dice el Señor: «Mañana como a esta hora en la puerta de Samaria, una medida[ci] de flor de harina se venderá a un siclo[cj], y dos medidas[ck] de cebada a un siclo(EP)». Y el oficial real en cuyo brazo[cl] se apoyaba el rey, respondió al hombre de Dios, y dijo: Mira, aunque el Señor hiciera ventanas en los cielos(EQ), ¿podría suceder tal cosa? Entonces Eliseo dijo: He aquí, tú lo verás con tus propios ojos, pero no comerás de ello[cm](ER).

Y había cuatro leprosos a la entrada de la puerta, y se dijeron el uno al otro: ¿Por qué estamos aquí sentados esperando la muerte[cn](ES)? Si decimos: «Vamos a entrar en la ciudad», como el hambre está en la ciudad, moriremos allí; y si nos sentamos aquí, también moriremos. Ahora pues, vayamos y pasemos al[co] campamento de los arameos(ET). Si nos perdonan la vida, viviremos; y si nos matan, pues moriremos. Y se levantaron al anochecer para ir al campamento de los arameos. Y cuando llegaron a las afueras del campamento de los arameos, he aquí, no había allí nadie. Porque el Señor había hecho que el ejército de los arameos oyera estruendo de carros y ruido de caballos, el estruendo de un gran ejército(EU), de modo que se dijeron el uno al otro: He aquí, el rey de Israel ha tomado a sueldo contra nosotros a los reyes de los hititas(EV) y a los reyes de los egipcios(EW), para que vengan contra nosotros. Por lo cual se levantaron y huyeron(EX) al anochecer, y abandonaron sus tiendas, sus caballos y sus asnos y el campamento tal como estaba, y huyeron para salvar sus vidas. Cuando llegaron los[cp] leprosos a las afueras del campamento, entraron en una tienda y comieron y bebieron, y se llevaron de allí plata y oro y ropas, y fueron y lo escondieron(EY); y volvieron y entraron en otra tienda y de allí también se llevaron botín, y fueron y lo escondieron.

Entonces se dijeron el uno al otro: No estamos haciendo bien. Hoy es día de buenas nuevas, pero nosotros estamos callados; si esperamos hasta la luz de la mañana, nos vendrá[cq] castigo. Vamos pues, ahora, y entremos a dar la noticia a la casa del rey. 10 Y fueron y llamaron a los guardas de la puerta de la ciudad, y les informaron, diciendo: Fuimos al campamento de los arameos, y he aquí que no había allí nadie, ni siquiera voz de hombre; solamente los caballos atados, también los asnos atados y las tiendas intactas[cr]. 11 Y los guardas de la puerta llamaron, y lo anunciaron dentro de la casa del rey. 12 Entonces el rey se levantó de noche y dijo a sus siervos: Ahora os diré lo que los arameos nos han hecho. Saben que estamos hambrientos(EZ); por tanto han salido del campamento para esconderse en el campo, diciendo: «Cuando salgan de la ciudad, los tomaremos vivos y entraremos en la ciudad(FA)». 13 Y uno de sus siervos respondió, y dijo: Deja que algunos hombres tomen cinco de los caballos que quedan, de los que quedan en la ciudad[cs]. He aquí, ya que les sucederá como a toda la multitud de Israel que queda en la ciudad[ct] (como a toda la multitud de Israel que ya ha perecido), he aquí, vamos a enviarlos y veamos. 14 Entonces tomaron dos carros con caballos, y el rey los envió en pos del ejército de los arameos, diciendo: Id y ved. 15 Y los siguieron hasta el Jordán, y he aquí, todo el camino estaba lleno de vestidos e impedimenta que los arameos habían arrojado en su prisa. Entonces los mensajeros volvieron e informaron al rey.

16 Y el pueblo salió y saqueó el campamento de los arameos. Entonces una medida de flor de harina se vendió[cu] a un siclo y dos medidas de cebada a un siclo, conforme a la palabra del Señor(FB). 17 Y el rey puso a cargo de la puerta al oficial real en cuyo brazo[cv] se apoyaba(FC); pero el pueblo lo atropelló a la puerta y murió, tal como había dicho el hombre de Dios, el cual habló cuando el rey descendió a él(FD). 18 Aconteció tal como el hombre de Dios había hablado al rey, cuando dijo[cw]: Mañana a estas horas a la puerta de Samaria serán vendidas dos medidas de cebada a un siclo y una medida de flor de harina a un siclo(FE). 19 Y el oficial real, había respondido al hombre de Dios, diciendo: Mira, aunque el Señor hiciera ventanas en los cielos, ¿podría suceder tal cosa? Y Eliseo dijo: He aquí, tú lo verás con tus propios ojos, pero no comerás de ello[cx](FF). 20 Y así sucedió, porque el pueblo lo atropelló a la puerta, y murió.

Devolución de los bienes a la sunamita

Y Eliseo habló a la mujer, a cuyo hijo él había devuelto la vida(FG), diciendo: Levántate y vete, tú y tu casa, y reside donde puedas residir, porque el Señor ha llamado al hambre(FH) que[cy] vendrá sobre la tierra por siete años(FI). Entonces la mujer se levantó e hizo conforme a la palabra del hombre de Dios, y se fue ella con los de su casa y residió en la tierra de los filisteos siete años. Y aconteció que al cabo de los siete años, la mujer volvió de la tierra de los filisteos; y salió a implorar[cz] al rey por su casa y por su campo. Y el rey estaba hablando con Giezi, criado del hombre de Dios(FJ), diciéndole: Te ruego que me cuentes todas las grandes cosas que ha hecho Eliseo. Y sucedió que mientras él contaba al rey cómo había devuelto la vida a un muerto(FK), he aquí, la mujer a cuyo hijo había devuelto la vida, imploró[da] al rey por su casa y por su campo. Y Giezi dijo: Oh rey señor mío, esta es la mujer y este es su hijo, al que Eliseo devolvió la vida. Cuando el rey preguntó a la mujer, ella se lo contó. Entonces el rey le asignó un oficial, diciendo: Restáurale todo lo que era suyo y todo el fruto del campo desde el día que dejó el país hasta ahora.

Eliseo en Damasco

Entonces Eliseo fue a Damasco(FL). Y Ben-adad, rey de Aram(FM), estaba enfermo, y le dieron aviso, diciendo: El hombre de Dios(FN) ha venido acá. Y el rey dijo a Hazael(FO): Toma un presente en tu mano(FP) y ve al encuentro del hombre de Dios y consulta al Señor por medio de él, diciendo: «¿Sanaré de esta enfermedad(FQ)?». Y Hazael fue a recibirlo, y tomó un presente en su mano de todo lo bueno de Damasco, la carga de cuarenta camellos; y vino y se puso delante de él y dijo: Tu hijo Ben-adad, rey de Aram, me ha enviado a ti, diciendo: «¿Sanaré de esta enfermedad(FR)?». 10 Entonces Eliseo le dijo: Ve y dile: «Ciertamente sanarás(FS)»; pero el Señor me ha mostrado que ciertamente morirá(FT). 11 Y puso rígido su rostro y fijó sus ojos en él hasta que se sintió avergonzado(FU), y el hombre de Dios lloró(FV). 12 Y Hazael dijo: ¿Por qué llora mi señor? Entonces respondió: Porque sé el mal que harás a los hijos de Israel(FW): incendiarás sus fortalezas, matarás a espada a sus jóvenes, estrellarás a sus niños y rasgarás el vientre a sus mujeres encinta(FX). 13 Entonces Hazael dijo: Pero, ¿qué es tu siervo, sino un perro, para que haga tan[db] enorme cosa(FY)? Y Eliseo respondió: El Señor me ha mostrado que tú serás rey de Aram(FZ). 14 Entonces él se alejó de Eliseo y regresó a su señor, quien le dijo: ¿Qué te dijo Eliseo? Y él respondió: Me dijo que ciertamente sanarás(GA). 15 Pero al día siguiente Hazael tomó la manta, la empapó en agua y se la puso al rey sobre la cara, y murió(GB). Y Hazael reinó en su lugar.

Footnotes

  1. 2 Reyes 2:3 Lit., tu cabeza
  2. 2 Reyes 2:5 Lit., tu cabeza
  3. 2 Reyes 2:8 Lit., aquí y allá
  4. 2 Reyes 2:9 Lit., Y sucedió que
  5. 2 Reyes 2:12 Lit., el carro
  6. 2 Reyes 2:14 Lit., y
  7. 2 Reyes 2:14 Lit., aquí y allá
  8. 2 Reyes 2:16 Lit., no sea que
  9. 2 Reyes 2:17 Lit., hasta avergonzarse
  10. 2 Reyes 2:18 Lit., él
  11. 2 Reyes 2:19 Lit., causa esterilidad
  12. 2 Reyes 2:20 Lit., allí
  13. 2 Reyes 2:21 Lit., allí
  14. 2 Reyes 2:21 Lit., sanado
  15. 2 Reyes 2:21 Lit., habrá
  16. 2 Reyes 2:22 Lit., sanas
  17. 2 Reyes 3:15 Lit., él
  18. 2 Reyes 3:19 Lit., heriréis
  19. 2 Reyes 3:21 Lit., ceñirse con cinturón
  20. 2 Reyes 3:24 Lit., en ella
  21. 2 Reyes 3:24 Lit., hiriendo
  22. 2 Reyes 3:25 Lit., hirieron
  23. 2 Reyes 3:27 Lit., de encima de él
  24. 2 Reyes 4:3 Lit., pide para ti
  25. 2 Reyes 4:8 Lit., una gran mujer
  26. 2 Reyes 4:8 Lit., a comer pan
  27. 2 Reyes 4:8 Lit., a comer pan
  28. 2 Reyes 4:13 Lit., Has tenido temor
  29. 2 Reyes 4:13 Lit., temor
  30. 2 Reyes 4:13 Lit., mis parientes
  31. 2 Reyes 4:16 Lit., cuando el tiempo reviva
  32. 2 Reyes 4:17 Lit., cuando el tiempo revivió en este
  33. 2 Reyes 4:18 Lit., a
  34. 2 Reyes 4:18 Lit., a
  35. 2 Reyes 4:24 O, Guía
  36. 2 Reyes 4:24 Lit., el cabalgar
  37. 2 Reyes 4:25 Lit., He aquí, esta
  38. 2 Reyes 4:27 Lit., amarga en ella
  39. 2 Reyes 4:31 Lit., atención
  40. 2 Reyes 4:31 Lit., dijo, diciendo
  41. 2 Reyes 4:34 Lit., palmas
  42. 2 Reyes 4:34 Lit., palmas
  43. 2 Reyes 4:35 Lit., y el niño
  44. 2 Reyes 4:36 Lit., esta
  45. 2 Reyes 4:36 Lit., él
  46. 2 Reyes 5:1 O, salvación
  47. 2 Reyes 5:2 Lit., estaba delante
  48. 2 Reyes 5:3 Lit., delante del
  49. 2 Reyes 5:5 Lit., Ve, entra
  50. 2 Reyes 5:5 Un talento equivale aprox. a 34 kg.
  51. 2 Reyes 5:5 Un siclo equivale aprox. a 11.4 gramos
  52. 2 Reyes 5:6 Lit., diciendo
  53. 2 Reyes 5:7 Lit., está buscando ocasión contra mí
  54. 2 Reyes 5:8 Lit., Y sucedió que
  55. 2 Reyes 5:11 Lit., dije
  56. 2 Reyes 5:11 Lit., saldrá
  57. 2 Reyes 5:11 Lit., al leproso
  58. 2 Reyes 5:12 Muchos mss. dicen: Amaná
  59. 2 Reyes 5:15 Lit., él y
  60. 2 Reyes 5:15 Lit., una bendición
  61. 2 Reyes 5:18 Lit., casa
  62. 2 Reyes 5:18 Lit., casa
  63. 2 Reyes 5:18 Lit., en la casa
  64. 2 Reyes 5:20 Lit., de
  65. 2 Reyes 5:24 Heb., Ofel
  66. 2 Reyes 5:27 Lit., tu simiente
  67. 2 Reyes 6:1 Lit., He aquí, ahora
  68. 2 Reyes 6:1 Lit., delante de ti
  69. 2 Reyes 6:8 Lit., tomó consejo
  70. 2 Reyes 6:15 Lit., ¿Cómo
  71. 2 Reyes 6:18 Lit., nación
  72. 2 Reyes 6:21 Lit., ¿Heriré
  73. 2 Reyes 6:21 Lit., ¿Heriré
  74. 2 Reyes 6:22 Lit., hieras
  75. 2 Reyes 6:22 Lit., ¿Herirías
  76. 2 Reyes 6:25 Lit., era
  77. 2 Reyes 6:25 Un siclo equivale aprox. a 11.4 gramos
  78. 2 Reyes 6:25 Un cab equivale aprox. a dos litros
  79. 2 Reyes 6:27 Lit., No, que el Señor te ayude
  80. 2 Reyes 6:28 Lit., ¿Qué a ti?
  81. 2 Reyes 6:30 Lit., he aquí
  82. 2 Reyes 6:30 Lit., carne
  83. 2 Reyes 6:31 Lit., sobre él
  84. 2 Reyes 6:32 Lit., él
  85. 2 Reyes 6:32 Lit., empujadlo con la puerta
  86. 2 Reyes 6:32 Lit., pies
  87. 2 Reyes 7:1 Heb., seah; un seah equivale aprox. a 7.3 litros
  88. 2 Reyes 7:1 Un siclo equivale aprox. a 11.4 gramos de plata
  89. 2 Reyes 7:1 Heb., seah; un seah equivale aprox. a 7.3 litros
  90. 2 Reyes 7:2 Lit., cuya mano
  91. 2 Reyes 7:2 Lit., de allí
  92. 2 Reyes 7:3 Lit., hasta que muramos
  93. 2 Reyes 7:4 Lit., caigamos en el
  94. 2 Reyes 7:8 Lit., estos
  95. 2 Reyes 7:9 Lit., hallará
  96. 2 Reyes 7:10 Lit., tal como estaban
  97. 2 Reyes 7:13 Lit., en ella
  98. 2 Reyes 7:13 Lit., en ella
  99. 2 Reyes 7:16 Lit., era
  100. 2 Reyes 7:17 Lit., cuya mano
  101. 2 Reyes 7:18 Lit., diciendo
  102. 2 Reyes 7:19 Lit., de allí
  103. 2 Reyes 8:1 Lit., y también
  104. 2 Reyes 8:3 Lit., clamar
  105. 2 Reyes 8:5 Lit., clamó
  106. 2 Reyes 8:13 Lit., esta

Eliseo sucede a Elías

Aconteció que cuando quiso Jehová alzar a Elías en un torbellino al cielo, Elías venía con Eliseo de Gilgal. Y dijo Elías a Eliseo: Quédate ahora aquí, porque Jehová me ha enviado a Bet-el. Y Eliseo dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Descendieron, pues, a Bet-el. Y saliendo a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Bet-el, le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? Y él dijo: Sí, yo lo sé; callad.

Y Elías le volvió a decir: Eliseo, quédate aquí ahora, porque Jehová me ha enviado a Jericó. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Vinieron, pues, a Jericó. Y se acercaron a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Jericó, y le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? Él respondió: Sí, yo lo sé; callad.

Y Elías le dijo: Te ruego que te quedes aquí, porque Jehová me ha enviado al Jordán. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Fueron, pues, ambos. Y vinieron cincuenta varones de los hijos de los profetas, y se pararon delante a lo lejos; y ellos dos se pararon junto al Jordán. Tomando entonces Elías su manto, lo dobló, y golpeó las aguas, las cuales se apartaron a uno y a otro lado, y pasaron ambos por lo seco.

Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porción(A) de tu espíritu sea sobre mí. 10 Él le dijo: Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así; mas si no, no.

11 Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino. 12 Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo!(B) Y nunca más le vio; y tomando sus vestidos, los rompió en dos partes. 13 Alzó luego el manto de Elías que se le había caído, y volvió, y se paró a la orilla del Jordán. 14 Y tomando el manto de Elías que se le había caído, golpeó las aguas, y dijo: ¿Dónde está Jehová, el Dios de Elías? Y así que hubo golpeado del mismo modo las aguas, se apartaron a uno y a otro lado, y pasó Eliseo.

15 Viéndole los hijos de los profetas que estaban en Jericó al otro lado, dijeron: El espíritu de Elías reposó sobre Eliseo. Y vinieron a recibirle, y se postraron delante de él. 16 Y dijeron: He aquí hay con tus siervos cincuenta varones fuertes; vayan ahora y busquen a tu señor; quizá lo ha levantado el Espíritu de Jehová, y lo ha echado en algún monte o en algún valle. Y él les dijo: No enviéis. 17 Mas ellos le importunaron, hasta que avergonzándose dijo: Enviad. Entonces ellos enviaron cincuenta hombres, los cuales lo buscaron tres días, mas no lo hallaron. 18 Y cuando volvieron a Eliseo, que se había quedado en Jericó, él les dijo: ¿No os dije yo que no fueseis?

19 Y los hombres de la ciudad dijeron a Eliseo: He aquí, el lugar en donde está colocada esta ciudad es bueno, como mi señor ve; mas las aguas son malas, y la tierra es estéril. 20 Entonces él dijo: Traedme una vasija nueva, y poned en ella sal. Y se la trajeron. 21 Y saliendo él a los manantiales de las aguas, echó dentro la sal, y dijo: Así ha dicho Jehová: Yo sané estas aguas, y no habrá más en ellas muerte ni enfermedad. 22 Y fueron sanas las aguas hasta hoy, conforme a la palabra que habló Eliseo.

23 Después subió de allí a Bet-el; y subiendo por el camino, salieron unos muchachos de la ciudad, y se burlaban de él, diciendo: ¡Calvo, sube! ¡calvo, sube! 24 Y mirando él atrás, los vio, y los maldijo en el nombre de Jehová. Y salieron dos osos del monte, y despedazaron de ellos a cuarenta y dos muchachos. 25 De allí fue al monte Carmelo, y de allí volvió a Samaria.

Reinado de Joram de Israel

Joram hijo de Acab comenzó a reinar en Samaria sobre Israel el año dieciocho de Josafat rey de Judá; y reinó doce años. E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, aunque no como su padre y su madre; porque quitó las estatuas de Baal que su padre había hecho. Pero se entregó a los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel, y no se apartó de ellos.

Eliseo predice la victoria sobre Moab

Entonces Mesa rey de Moab era propietario de ganados, y pagaba al rey de Israel cien mil corderos y cien mil carneros con sus vellones. Pero muerto Acab, el rey de Moab se rebeló contra el rey de Israel. Salió entonces de Samaria el rey Joram, y pasó revista a todo Israel. Y fue y envió a decir a Josafat rey de Judá: El rey de Moab se ha rebelado contra mí: ¿irás tú conmigo a la guerra contra Moab? Y él respondió: Iré, porque yo soy como tú; mi pueblo como tu pueblo, y mis caballos como los tuyos. Y dijo: ¿Por qué camino iremos? Y él respondió: Por el camino del desierto de Edom.

Salieron, pues, el rey de Israel, el rey de Judá, y el rey de Edom; y como anduvieron rodeando por el desierto siete días de camino, les faltó agua para el ejército, y para las bestias que los seguían. 10 Entonces el rey de Israel dijo: ¡Ah! que ha llamado Jehová a estos tres reyes para entregarlos en manos de los moabitas. 11 Mas Josafat dijo: ¿No hay aquí profeta de Jehová, para que consultemos a Jehová por medio de él? Y uno de los siervos del rey de Israel respondió y dijo: Aquí está Eliseo hijo de Safat, que servía a Elías. 12 Y Josafat dijo: Este tendrá palabra de Jehová. Y descendieron a él el rey de Israel, y Josafat, y el rey de Edom.

13 Entonces Eliseo dijo al rey de Israel: ¿Qué tengo yo contigo? Ve a los profetas de tu padre, y a los profetas de tu madre. Y el rey de Israel le respondió: No; porque Jehová ha reunido a estos tres reyes para entregarlos en manos de los moabitas. 14 Y Eliseo dijo: Vive Jehová de los ejércitos, en cuya presencia estoy, que si no tuviese respeto al rostro de Josafat rey de Judá, no te mirara a ti, ni te viera. 15 Mas ahora traedme un tañedor. Y mientras el tañedor tocaba, la mano de Jehová vino sobre Eliseo, 16 quien dijo: Así ha dicho Jehová: Haced en este valle muchos estanques. 17 Porque Jehová ha dicho así: No veréis viento, ni veréis lluvia; pero este valle será lleno de agua, y beberéis vosotros, y vuestras bestias y vuestros ganados. 18 Y esto es cosa ligera en los ojos de Jehová; entregará también a los moabitas en vuestras manos. 19 Y destruiréis toda ciudad fortificada y toda villa hermosa, y talaréis todo buen árbol, cegaréis todas las fuentes de aguas, y destruiréis con piedras toda tierra fértil. 20 Aconteció, pues, que por la mañana, cuando se ofrece el sacrificio, he aquí vinieron aguas por el camino de Edom, y la tierra se llenó de aguas.

21 Cuando todos los de Moab oyeron que los reyes subían a pelear contra ellos, se juntaron desde los que apenas podían ceñir armadura en adelante, y se pusieron en la frontera. 22 Cuando se levantaron por la mañana, y brilló el sol sobre las aguas, vieron los de Moab desde lejos las aguas rojas como sangre; 23 y dijeron: ¡Esto es sangre de espada! Los reyes se han vuelto uno contra otro, y cada uno ha dado muerte a su compañero. Ahora, pues, ¡Moab, al botín! 24 Pero cuando llegaron al campamento de Israel, se levantaron los israelitas y atacaron a los de Moab, los cuales huyeron de delante de ellos; pero los persiguieron matando a los de Moab. 25 Y asolaron las ciudades, y en todas las tierras fértiles echó cada uno su piedra, y las llenaron; cegaron también todas las fuentes de las aguas, y derribaron todos los buenos árboles; hasta que en Kir-hareset solamente dejaron piedras, porque los honderos la rodearon y la destruyeron. 26 Y cuando el rey de Moab vio que era vencido en la batalla, tomó consigo setecientos hombres que manejaban espada, para atacar al rey de Edom; mas no pudieron. 27 Entonces arrebató a su primogénito que había de reinar en su lugar, y lo sacrificó en holocausto sobre el muro. Y hubo grande enojo contra Israel; y se apartaron de él, y se volvieron a su tierra.

El aceite de la viuda

Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos. Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite. Él le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas. Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte. Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella echaba del aceite. Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite. Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede.

Eliseo y la sunamita

Aconteció también que un día pasaba Eliseo por Sunem; y había allí una mujer importante, que le invitaba insistentemente a que comiese; y cuando él pasaba por allí, venía a la casa de ella a comer. Y ella dijo a su marido: He aquí ahora, yo entiendo que este que siempre pasa por nuestra casa, es varón santo de Dios. 10 Yo te ruego que hagamos un pequeño aposento de paredes, y pongamos allí cama, mesa, silla y candelero, para que cuando él viniere a nosotros, se quede en él.

11 Y aconteció que un día vino él por allí, y se quedó en aquel aposento, y allí durmió. 12 Entonces dijo a Giezi su criado: Llama a esta sunamita. Y cuando la llamó, vino ella delante de él. 13 Dijo él entonces a Giezi: Dile: He aquí tú has estado solícita por nosotros con todo este esmero; ¿qué quieres que haga por ti? ¿Necesitas que hable por ti al rey, o al general del ejército? Y ella respondió: Yo habito en medio de mi pueblo. 14 Y él dijo: ¿Qué, pues, haremos por ella? Y Giezi respondió: He aquí que ella no tiene hijo, y su marido es viejo. 15 Dijo entonces: Llámala. Y él la llamó, y ella se paró a la puerta. 16 Y él le dijo: El año que viene, por este tiempo, abrazarás un hijo. Y ella dijo: No, señor mío, varón de Dios, no hagas burla de tu sierva. 17 Mas la mujer concibió, y dio a luz un hijo el año siguiente, en el tiempo que Eliseo le había dicho.

18 Y el niño creció. Pero aconteció un día, que vino a su padre, que estaba con los segadores; 19 y dijo a su padre: ¡Ay, mi cabeza, mi cabeza! Y el padre dijo a un criado: Llévalo a su madre. 20 Y habiéndole él tomado y traído a su madre, estuvo sentado en sus rodillas hasta el mediodía, y murió. 21 Ella entonces subió, y lo puso sobre la cama del varón de Dios, y cerrando la puerta, se salió. 22 Llamando luego a su marido, le dijo: Te ruego que envíes conmigo a alguno de los criados y una de las asnas, para que yo vaya corriendo al varón de Dios, y regrese. 23 Él dijo: ¿Para qué vas a verle hoy? No es nueva luna, ni día de reposo.[a] Y ella respondió: Paz. 24 Después hizo enalbardar el asna, y dijo al criado: Guía y anda; y no me hagas detener en el camino, sino cuando yo te lo dijere. 25 Partió, pues, y vino al varón de Dios, al monte Carmelo.

Y cuando el varón de Dios la vio de lejos, dijo a su criado Giezi: He aquí la sunamita. 26 Te ruego que vayas ahora corriendo a recibirla, y le digas: ¿Te va bien a ti? ¿Le va bien a tu marido, y a tu hijo? Y ella dijo: Bien. 27 Luego que llegó a donde estaba el varón de Dios en el monte, se asió de sus pies. Y se acercó Giezi para quitarla; pero el varón de Dios le dijo: Déjala, porque su alma está en amargura, y Jehová me ha encubierto el motivo, y no me lo ha revelado. 28 Y ella dijo: ¿Pedí yo hijo a mi señor? ¿No dije yo que no te burlases de mí? 29 Entonces dijo él a Giezi: Ciñe tus lomos, y toma mi báculo en tu mano, y ve; si alguno te encontrare, no lo saludes, y si alguno te saludare, no le respondas; y pondrás mi báculo sobre el rostro del niño. 30 Y dijo la madre del niño: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. 31 Él entonces se levantó y la siguió. Y Giezi había ido delante de ellos, y había puesto el báculo sobre el rostro del niño; pero no tenía voz ni sentido, y así se había vuelto para encontrar a Eliseo, y se lo declaró, diciendo: El niño no despierta.

32 Y venido Eliseo a la casa, he aquí que el niño estaba muerto tendido sobre su cama. 33 Entrando él entonces, cerró la puerta tras ambos, y oró a Jehová. 34 Después subió y se tendió sobre el niño, poniendo su boca sobre la boca de él, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre las manos suyas; así se tendió sobre él, y el cuerpo del niño entró en calor. 35 Volviéndose luego, se paseó por la casa a una y otra parte, y después subió, y se tendió sobre él nuevamente, y el niño estornudó siete veces, y abrió sus ojos. 36 Entonces llamó él a Giezi, y le dijo: Llama a esta sunamita. Y él la llamó. Y entrando ella, él le dijo: Toma tu hijo. 37 Y así que ella entró, se echó a sus pies, y se inclinó a tierra; y después tomó a su hijo, y salió.

Milagros en beneficio de los profetas

38 Eliseo volvió a Gilgal cuando había una grande hambre en la tierra. Y los hijos de los profetas estaban con él, por lo que dijo a su criado: Pon una olla grande, y haz potaje para los hijos de los profetas. 39 Y salió uno al campo a recoger hierbas, y halló una como parra montés, y de ella llenó su falda de calabazas silvestres; y volvió, y las cortó en la olla del potaje, pues no sabía lo que era. 40 Después sirvió para que comieran los hombres; pero sucedió que comiendo ellos de aquel guisado, gritaron diciendo: ¡Varón de Dios, hay muerte en esa olla! Y no lo pudieron comer. 41 Él entonces dijo: Traed harina. Y la esparció en la olla, y dijo: Da de comer a la gente. Y no hubo más mal en la olla.

42 Vino entonces un hombre de Baal-salisa, el cual trajo al varón de Dios panes de primicias, veinte panes de cebada, y trigo nuevo en su espiga. Y él dijo: Da a la gente para que coma. 43 Y respondió su sirviente: ¿Cómo pondré esto delante de cien hombres? Pero él volvió a decir: Da a la gente para que coma, porque así ha dicho Jehová: Comerán, y sobrará. 44 Entonces lo puso delante de ellos, y comieron, y les sobró, conforme a la palabra de Jehová.

Eliseo y Naamán

Naamán,(C) general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso. Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán. Esta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra. Entrando Naamán a su señor, le relató diciendo: Así y así ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel. Y le dijo el rey de Siria: Anda, ve, y yo enviaré cartas al rey de Israel.

Salió, pues, él, llevando consigo diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro, y diez mudas de vestidos. Tomó también cartas para el rey de Israel, que decían así: Cuando lleguen a ti estas cartas, sabe por ellas que yo envío a ti mi siervo Naamán, para que lo sanes de su lepra. Luego que el rey de Israel leyó las cartas, rasgó sus vestidos, y dijo: ¿Soy yo Dios, que mate y dé vida, para que este envíe a mí a que sane un hombre de su lepra? Considerad ahora, y ved cómo busca ocasión contra mí.

Cuando Eliseo el varón de Dios oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: ¿Por qué has rasgado tus vestidos? Venga ahora a mí, y sabrá que hay profeta en Israel. Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo. 10 Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio. 11 Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra. 12 Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado. 13 Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio? 14 Él entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio.

15 Y volvió al varón de Dios, él y toda su compañía, y se puso delante de él, y dijo: He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel. Te ruego que recibas algún presente de tu siervo. 16 Mas él dijo: Vive Jehová, en cuya presencia estoy, que no lo aceptaré. Y le instaba que aceptara alguna cosa, pero él no quiso. 17 Entonces Naamán dijo: Te ruego, pues, ¿de esta tierra no se dará a tu siervo la carga de un par de mulas? Porque de aquí en adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni ofrecerá sacrificio a otros dioses, sino a Jehová. 18 En esto perdone Jehová a tu siervo: que cuando mi señor el rey entrare en el templo de Rimón para adorar en él, y se apoyare sobre mi brazo, si yo también me inclinare en el templo de Rimón; cuando haga tal, Jehová perdone en esto a tu siervo. 19 Y él le dijo: Ve en paz. Se fue, pues, y caminó como media legua de tierra.

20 Entonces Giezi, criado de Eliseo el varón de Dios, dijo entre sí: He aquí mi señor estorbó a este sirio Naamán, no tomando de su mano las cosas que había traído. Vive Jehová, que correré yo tras él y tomaré de él alguna cosa. 21 Y siguió Giezi a Naamán; y cuando vio Naamán que venía corriendo tras él, se bajó del carro para recibirle, y dijo: ¿Va todo bien? 22 Y él dijo: Bien. Mi señor me envía a decirte: He aquí vinieron a mí en esta hora del monte de Efraín dos jóvenes de los hijos de los profetas; te ruego que les des un talento de plata, y dos vestidos nuevos. 23 Dijo Naamán: Te ruego que tomes dos talentos. Y le insistió, y ató dos talentos de plata en dos bolsas, y dos vestidos nuevos, y lo puso todo a cuestas a dos de sus criados para que lo llevasen delante de él. 24 Y así que llegó a un lugar secreto, él lo tomó de mano de ellos, y lo guardó en la casa; luego mandó a los hombres que se fuesen. 25 Y él entró, y se puso delante de su señor. Y Eliseo le dijo: ¿De dónde vienes, Giezi? Y él dijo: Tu siervo no ha ido a ninguna parte. 26 Él entonces le dijo: ¿No estaba también allí mi corazón, cuando el hombre volvió de su carro a recibirte? ¿Es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas? 27 Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre. Y salió de delante de él leproso, blanco como la nieve.

Eliseo hace flotar el hacha

Los hijos de los profetas dijeron a Eliseo: He aquí, el lugar en que moramos contigo nos es estrecho. Vamos ahora al Jordán, y tomemos de allí cada uno una viga, y hagamos allí lugar en que habitemos. Y él dijo: Andad. Y dijo uno: Te rogamos que vengas con tus siervos. Y él respondió: Yo iré. Se fue, pues, con ellos; y cuando llegaron al Jordán, cortaron la madera. Y aconteció que mientras uno derribaba un árbol, se le cayó el hacha en el agua; y gritó diciendo: ¡Ah, señor mío, era prestada! El varón de Dios preguntó: ¿Dónde cayó? Y él le mostró el lugar. Entonces cortó él un palo, y lo echó allí; e hizo flotar el hierro. Y dijo: Tómalo. Y él extendió la mano, y lo tomó.

Eliseo y los sirios

Tenía el rey de Siria guerra contra Israel, y consultando con sus siervos, dijo: En tal y tal lugar estará mi campamento. Y el varón de Dios envió a decir al rey de Israel: Mira que no pases por tal lugar, porque los sirios van allí. 10 Entonces el rey de Israel envió a aquel lugar que el varón de Dios había dicho; y así lo hizo una y otra vez con el fin de cuidarse.

11 Y el corazón del rey de Siria se turbó por esto; y llamando a sus siervos, les dijo: ¿No me declararéis vosotros quién de los nuestros es del rey de Israel? 12 Entonces uno de los siervos dijo: No, rey señor mío, sino que el profeta Eliseo está en Israel, el cual declara al rey de Israel las palabras que tú hablas en tu cámara más secreta. 13 Y él dijo: Id, y mirad dónde está, para que yo envíe a prenderlo. Y le fue dicho: He aquí que él está en Dotán. 14 Entonces envió el rey allá gente de a caballo, y carros, y un gran ejército, los cuales vinieron de noche, y sitiaron la ciudad.

15 Y se levantó de mañana y salió el que servía al varón de Dios, y he aquí el ejército que tenía sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿qué haremos? 16 Él le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. 17 Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo. 18 Y luego que los sirios descendieron a él, oró Eliseo a Jehová, y dijo: Te ruego que hieras con ceguera a esta gente. Y los hirió con ceguera, conforme a la petición de Eliseo. 19 Después les dijo Eliseo: No es este el camino, ni es esta la ciudad; seguidme, y yo os guiaré al hombre que buscáis. Y los guio a Samaria.

20 Y cuando llegaron a Samaria, dijo Eliseo: Jehová, abre los ojos de estos, para que vean. Y Jehová abrió sus ojos, y miraron, y se hallaban en medio de Samaria. 21 Cuando el rey de Israel los hubo visto, dijo a Eliseo: ¿Los mataré, padre mío? 22 Él le respondió: No los mates. ¿Matarías tú a los que tomaste cautivos con tu espada y con tu arco? Pon delante de ellos pan y agua, para que coman y beban, y vuelvan a sus señores. 23 Entonces se les preparó una gran comida; y cuando habían comido y bebido, los envió, y ellos se volvieron a su señor. Y nunca más vinieron bandas armadas de Siria a la tierra de Israel.

Eliseo y el sitio de Samaria

24 Después de esto aconteció que Ben-adad rey de Siria reunió todo su ejército, y subió y sitió a Samaria. 25 Y hubo gran hambre en Samaria, a consecuencia de aquel sitio; tanto que la cabeza de un asno se vendía por ochenta piezas de plata, y la cuarta parte de un cab de estiércol de palomas por cinco piezas de plata. 26 Y pasando el rey de Israel por el muro, una mujer le gritó, y dijo: Salva, rey señor mío. 27 Y él dijo: Si no te salva Jehová, ¿de dónde te puedo salvar yo? ¿Del granero, o del lagar? 28 Y le dijo el rey: ¿Qué tienes? Ella respondió: Esta mujer me dijo: Da acá tu hijo, y comámoslo hoy, y mañana comeremos el mío. 29 Cocimos, pues, a mi hijo, y lo comimos.(D) El día siguiente yo le dije: Da acá tu hijo, y comámoslo. Mas ella ha escondido a su hijo. 30 Cuando el rey oyó las palabras de aquella mujer, rasgó sus vestidos, y pasó así por el muro; y el pueblo vio el cilicio que traía interiormente sobre su cuerpo. 31 Y él dijo: Así me haga Dios, y aun me añada, si la cabeza de Eliseo hijo de Safat queda sobre él hoy.

32 Y Eliseo estaba sentado en su casa, y con él estaban sentados los ancianos; y el rey envió a él un hombre. Mas antes que el mensajero viniese a él, dijo él a los ancianos: ¿No habéis visto cómo este hijo de homicida envía a cortarme la cabeza? Mirad, pues, y cuando viniere el mensajero, cerrad la puerta, e impedidle la entrada. ¿No se oye tras él el ruido de los pasos de su amo? 33 Aún estaba él hablando con ellos, y he aquí el mensajero que descendía a él; y dijo: Ciertamente este mal de Jehová viene. ¿Para qué he de esperar más a Jehová?

Dijo entonces Eliseo: Oíd palabra de Jehová: Así dijo Jehová: Mañana a estas horas valdrá el seah de flor de harina un siclo, y dos seahs de cebada un siclo, a la puerta de Samaria. Y un príncipe sobre cuyo brazo el rey se apoyaba, respondió al varón de Dios, y dijo: Si Jehová hiciese ahora ventanas en el cielo, ¿sería esto así? Y él dijo: He aquí tú lo verás con tus ojos, mas no comerás de ello.

Había a la entrada de la puerta cuatro hombres leprosos, los cuales dijeron el uno al otro: ¿Para qué nos estamos aquí hasta que muramos? Si tratáremos de entrar en la ciudad, por el hambre que hay en la ciudad moriremos en ella; y si nos quedamos aquí, también moriremos. Vamos, pues, ahora, y pasemos al campamento de los sirios; si ellos nos dieren la vida, viviremos; y si nos dieren la muerte, moriremos. Se levantaron, pues, al anochecer, para ir al campamento de los sirios; y llegando a la entrada del campamento de los sirios, no había allí nadie. Porque Jehová había hecho que en el campamento de los sirios se oyese estruendo de carros, ruido de caballos, y estrépito de gran ejército; y se dijeron unos a otros: He aquí, el rey de Israel ha tomado a sueldo contra nosotros a los reyes de los heteos y a los reyes de los egipcios, para que vengan contra nosotros. Y así se levantaron y huyeron al anochecer, abandonando sus tiendas, sus caballos, sus asnos, y el campamento como estaba; y habían huido para salvar sus vidas. Cuando los leprosos llegaron a la entrada del campamento, entraron en una tienda y comieron y bebieron, y tomaron de allí plata y oro y vestidos, y fueron y lo escondieron; y vueltos, entraron en otra tienda, y de allí también tomaron, y fueron y lo escondieron.

Luego se dijeron el uno al otro: No estamos haciendo bien. Hoy es día de buena nueva, y nosotros callamos; y si esperamos hasta el amanecer, nos alcanzará nuestra maldad. Vamos pues, ahora, entremos y demos la nueva en casa del rey. 10 Vinieron, pues, y gritaron a los guardas de la puerta de la ciudad, y les declararon, diciendo: Nosotros fuimos al campamento de los sirios, y he aquí que no había allí nadie, ni voz de hombre, sino caballos atados, asnos también atados, y el campamento intacto. 11 Los porteros gritaron, y lo anunciaron dentro, en el palacio del rey. 12 Y se levantó el rey de noche, y dijo a sus siervos: Yo os declararé lo que nos han hecho los sirios. Ellos saben que tenemos hambre, y han salido de las tiendas y se han escondido en el campo, diciendo: Cuando hayan salido de la ciudad, los tomaremos vivos, y entraremos en la ciudad. 13 Entonces respondió uno de sus siervos y dijo: Tomen ahora cinco de los caballos que han quedado en la ciudad (porque los que quedan acá también perecerán como toda la multitud de Israel que ya ha perecido), y enviemos y veamos qué hay. 14 Tomaron, pues, dos caballos de un carro, y envió el rey al campamento de los sirios, diciendo: Id y ved. 15 Y ellos fueron, y los siguieron hasta el Jordán; y he aquí que todo el camino estaba lleno de vestidos y enseres que los sirios habían arrojado por la premura. Y volvieron los mensajeros y lo hicieron saber al rey.

16 Entonces el pueblo salió, y saqueó el campamento de los sirios. Y fue vendido un seah de flor de harina por un siclo, y dos seahs de cebada por un siclo, conforme a la palabra de Jehová. 17 Y el rey puso a la puerta a aquel príncipe sobre cuyo brazo él se apoyaba; y lo atropelló el pueblo a la entrada, y murió, conforme a lo que había dicho el varón de Dios, cuando el rey descendió a él. 18 Aconteció, pues, de la manera que el varón de Dios había hablado al rey, diciendo: Dos seahs de cebada por un siclo, y el seah de flor de harina será vendido por un siclo mañana a estas horas, a la puerta de Samaria. 19 A lo cual aquel príncipe había respondido al varón de Dios, diciendo: Si Jehová hiciese ventanas en el cielo, ¿pudiera suceder esto? Y él dijo: He aquí tú lo verás con tus ojos, mas no comerás de ello. 20 Y le sucedió así; porque el pueblo le atropelló a la entrada, y murió.

Los bienes de la sunamita devueltos

Habló Eliseo a aquella mujer a cuyo hijo él había hecho vivir,(E) diciendo: Levántate, vete tú y toda tu casa a vivir donde puedas; porque Jehová ha llamado el hambre, la cual vendrá sobre la tierra por siete años. Entonces la mujer se levantó, e hizo como el varón de Dios le dijo; y se fue ella con su familia, y vivió en tierra de los filisteos siete años. Y cuando habían pasado los siete años, la mujer volvió de la tierra de los filisteos; después salió para implorar al rey por su casa y por sus tierras. Y había el rey hablado con Giezi, criado del varón de Dios, diciéndole: Te ruego que me cuentes todas las maravillas que ha hecho Eliseo. Y mientras él estaba contando al rey cómo había hecho vivir a un muerto, he aquí que la mujer, a cuyo hijo él había hecho vivir, vino para implorar al rey por su casa y por sus tierras. Entonces dijo Giezi: Rey señor mío, esta es la mujer, y este es su hijo, al cual Eliseo hizo vivir. Y preguntando el rey a la mujer, ella se lo contó. Entonces el rey ordenó a un oficial, al cual dijo: Hazle devolver todas las cosas que eran suyas, y todos los frutos de sus tierras desde el día que dejó el país hasta ahora.

Hazael reina en Siria

Eliseo se fue luego a Damasco; y Ben-adad rey de Siria estaba enfermo, al cual dieron aviso, diciendo: El varón de Dios ha venido aquí. Y el rey dijo a Hazael: Toma en tu mano un presente, y ve a recibir al varón de Dios, y consulta por él a Jehová, diciendo: ¿Sanaré de esta enfermedad? Tomó, pues, Hazael en su mano un presente de entre los bienes de Damasco, cuarenta camellos cargados, y fue a su encuentro, y llegando se puso delante de él, y dijo: Tu hijo Ben-adad rey de Siria me ha enviado a ti, diciendo: ¿Sanaré de esta enfermedad? 10 Y Eliseo le dijo: Ve, dile: Seguramente sanarás. Sin embargo, Jehová me ha mostrado que él morirá ciertamente. 11 Y el varón de Dios le miró fijamente, y estuvo así hasta hacerlo ruborizarse; luego lloró el varón de Dios. 12 Entonces le dijo Hazael: ¿Por qué llora mi señor? Y él respondió: Porque sé el mal que harás a los hijos de Israel; a sus fortalezas pegarás fuego, a sus jóvenes matarás a espada, y estrellarás a sus niños, y abrirás el vientre a sus mujeres que estén encintas. 13 Y Hazael dijo: Pues, ¿qué es tu siervo, este perro, para que haga tan grandes cosas? Y respondió Eliseo: Jehová me ha mostrado que tú serás rey de Siria.(F) 14 Y Hazael se fue, y vino a su señor, el cual le dijo: ¿Qué te ha dicho Eliseo? Y él respondió: Me dijo que seguramente sanarás. 15 El día siguiente, tomó un paño y lo metió en agua, y lo puso sobre el rostro de Ben-adad, y murió; y reinó Hazael en su lugar.

Footnotes

  1. 2 Reyes 4:23 Aquí equivale a sábado.

14 Cuando Eliseo se enfermó con la enfermedad[a] de la cual había de morir, Jeoás, rey de Israel, descendió a él y lloró sobre su rostro, y dijo: ¡Padre mío, padre mío, los carros de Israel y sus hombres de a caballo(A)! 15 Y Eliseo le dijo: Toma un arco y flechas. Y él tomó[b] un arco y flechas. 16 Entonces dijo al rey de Israel: Pon tu mano en el arco. Y él puso su mano sobre el arco; entonces Eliseo colocó sus manos sobre las manos del rey. 17 Y dijo: Abre la ventana hacia el oriente, y él la abrió. Entonces Eliseo dijo: Tira. Y él tiró. Y Eliseo dijo: Flecha de victoria del Señor, y flecha de victoria sobre Aram, porque derrotarás[c] a los arameos en Afec(B) hasta exterminarlos. 18 Entonces añadió: Toma las flechas; y él las tomó. Y dijo al rey de Israel: Golpea la tierra; y él la golpeó tres veces y se detuvo. 19 Y el hombre de Dios se enojó con él(C), y dijo: Deberías haber golpeado cinco o seis veces, entonces hubieras herido a Aram hasta exterminarlo. Pero ahora herirás a Aram solo tres veces(D).

20 Y murió Eliseo y lo sepultaron. Y las bandas de los moabitas solían invadir la tierra(E) en la primavera[d] de cada año.

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Footnotes

  1. 2 Reyes 13:14 Lit., estaba enfermo con su enfermedad
  2. 2 Reyes 13:15 Lit., tomó para sí
  3. 2 Reyes 13:17 Lit., herirás
  4. 2 Reyes 13:20 Lit., entrada

Profecía final y muerte de Eliseo

14 Estaba Eliseo enfermo de la enfermedad de que murió. Y descendió a él Joás rey de Israel, y llorando delante de él, dijo: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo!(A) 15 Y le dijo Eliseo: Toma un arco y unas saetas. Tomó él entonces un arco y unas saetas. 16 Luego dijo Eliseo al rey de Israel: Pon tu mano sobre el arco. Y puso él su mano sobre el arco. Entonces puso Eliseo sus manos sobre las manos del rey, 17 y dijo: Abre la ventana que da al oriente. Y cuando él la abrió, dijo Eliseo: Tira. Y tirando él, dijo Eliseo: Saeta de salvación de Jehová, y saeta de salvación contra Siria; porque herirás a los sirios en Afec hasta consumirlos. 18 Y le volvió a decir: Toma las saetas. Y luego que el rey de Israel las hubo tomado, le dijo: Golpea la tierra. Y él la golpeó tres veces, y se detuvo. 19 Entonces el varón de Dios, enojado contra él, le dijo: Al dar cinco o seis golpes, hubieras derrotado a Siria hasta no quedar ninguno; pero ahora solo tres veces derrotarás a Siria.

20 Y murió Eliseo, y lo sepultaron. Entrado el año, vinieron bandas armadas de moabitas a la tierra.

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