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Luego concentraron sus fuerzas en el ataque a Saúl, y los arqueros filisteos lograron herirlo de muerte. Entonces Saúl le dijo a su escudero:

—Saca tu espada y mátame. Hazlo antes de que vengan esos extranjeros idólatras. De lo contrario, se burlarán de mí y me rematarán.

Pero su escudero tenía tanto miedo que no se atrevió a matarlo. Entonces Saúl tomó su espada y se echó sobre ella.

Al ver muerto a Saúl, también el escudero se echó sobre su espada y se mató.

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Y arreció la batalla contra Saúl, y le alcanzaron los flecheros, y tuvo gran temor de ellos. Entonces dijo Saúl a su escudero: Saca tu espada, y traspásame con ella, para que no vengan estos incircuncisos y me traspasen, y me escarnezcan. Mas su escudero no quería, porque tenía gran temor. Entonces tomó Saúl su propia espada y se echó sobre ella. Y viendo su escudero a Saúl muerto, él también se echó sobre su espada, y murió con él.

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23 Mientras tanto, como Ahitófel vio que Absalón no le había hecho caso, montó en su burro y se regresó a su casa en Guiló. Al llegar, arregló sus asuntos familiares, y luego se ahorcó. Así murió y fue enterrado en la tumba de su padre.

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23 Pero Ahitofel, viendo que no se había seguido su consejo, enalbardó su asno, y se levantó y se fue a su casa a su ciudad; y después de poner su casa en orden, se ahorcó, y así murió, y fue sepultado en el sepulcro de su padre.

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15-19 Zimrí sólo gobernó en Tirsá por siete días. Resulta que el ejército estaba por atacar la ciudad filistea de Guibetón, cuando se enteraron de que Zimrí había matado al rey. Como los soldados no estuvieron de acuerdo, nombraron rey a Omrí, general del ejército. Entonces regresaron a Tirsá para quitar a Zimrí del trono. Pero cuando Zimrí vio que el ejército se había apoderado de la ciudad, entró en el palacio y le prendió fuego. El palacio se quemó, y él murió dentro. Esto le sucedió como castigo por los pecados que había cometido, pues Zimrí desobedeció a Dios y se comportó igual que Jeroboam, quien había hecho pecar a Israel. Todo esto sucedió en el año veintisiete del reinado de Asá en Judá.

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18 Mas viendo Zimri tomada la ciudad, se metió en el palacio de la casa real, y prendió fuego a la casa consigo; y así murió, 19 por los pecados que había cometido, haciendo lo malo ante los ojos de Jehová, y andando en los caminos de Jeroboam, y en su pecado que cometió, haciendo pecar a Israel.

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Judas se mata

Cuando Judas supo que habían condenado a muerte a Jesús, se sintió muy mal por haberlo traicionado. Entonces fue a donde estaban los sacerdotes principales y los líderes del país, les devolvió las treinta monedas de plata, y les dijo:

—He pecado contra Dios porque entregué a Jesús, y él es inocente.

Ellos le contestaron:

—¡Y eso qué nos importa! ¡Es problema tuyo!

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Muerte de Judas

Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú!

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53 una mujer le arrojó una piedra de molino. La piedra le cayó en la cabeza y le rompió el cráneo. 54 Rápidamente llamó Abimélec a su ayudante de armas, y le dijo: «Saca tu espada y mátame. No quiero que se diga que una mujer me mató».

Entonces su ayudante le clavó la espada, y Abimélec murió.

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53 Mas una mujer dejó caer un pedazo de una rueda de molino sobre la cabeza de Abimelec, y le rompió el cráneo. 54 Entonces llamó apresuradamente a su escudero, y le dijo: Saca tu espada y mátame, para que no se diga de mí: Una mujer lo mató. Y su escudero le atravesó, y murió.

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28 Entonces Sansón oró: «¡Dios todopoderoso, ayúdame sólo una vez más! Los filisteos se han burlado de mí sacándome los ojos, te ruego que me des fuerzas para vengarme de ellos».

29 Dicho esto, Sansón apoyó sus dos manos sobre las columnas centrales que sostenían el templo, 30 y gritó: «¡Que mueran conmigo los filisteos!» Luego empujó las columnas con todas sus fuerzas, y el templo se vino abajo sobre los jefes filisteos y sobre todos los que allí estaban. Sansón mató a más personas al morir, que las que había matado en toda su vida.

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28 Entonces clamó Sansón a Jehová, y dijo: Señor Jehová, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos por mis dos ojos. 29 Asió luego Sansón las dos columnas de en medio, sobre las que descansaba la casa, y echó todo su peso sobre ellas, su mano derecha sobre una y su mano izquierda sobre la otra. 30 Y dijo Sansón: Muera yo con los filisteos. Entonces se inclinó con toda su fuerza, y cayó la casa sobre los principales, y sobre todo el pueblo que estaba en ella. Y los que mató al morir fueron muchos más que los que había matado durante su vida.

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10 »Cuando el ladrón llega, se dedica a robar, matar y destruir. Yo he venido para que todos ustedes tengan vida, y para que la vivan plenamente.

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10 El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.

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El Espíritu de Dios nos da vida

Por lo tanto, los que vivimos unidos a Jesucristo no seremos castigados. Ahora, por estar unidos a él, el Espíritu Santo nos controla y nos da vida, y nos ha librado del pecado y de la muerte.

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Viviendo en el Espíritu

Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

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10 Por tanto, no tengan miedo,
pues yo soy su Dios
y estoy con ustedes.
Mi mano victoriosa
les dará fuerza y ayuda;
mi mano victoriosa
siempre les dará su apoyo.

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10 No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.

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11 Mis planes para ustedes solamente yo los sé, y no son para su mal, sino para su bien. Voy a darles un futuro lleno de bienestar.

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11 Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.

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22-23 Dios mío,
¡tú echarás a los malvados
hasta el fondo de la tumba!
¡Esos asesinos mentirosos
no vivirán ni la mitad de su vida!

Mi amigo, te aconsejo
que pongas en manos de Dios
todo lo que te preocupa;
¡él te dará su apoyo!
¡Dios nunca deja fracasar
a los que lo obedecen!
¡Por eso siempre confío en él!

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22 Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará;

No dejará para siempre caído al justo.

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18 Dios siempre está cerca
para salvar a los que no tienen
ni ánimo ni esperanza.

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18 Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón;

Y salva a los contritos de espíritu.

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