Jeremías 22-26

Nueva Biblia de las Américas

Profecías contra los reyes de Judá

22 Así dice el Señor: «Desciende a la casa del rey de Judá y habla allí esta palabra: ² “Escucha la palabra del Señor, oh rey de Judá, que te sientas sobre el trono de David, tú, tus siervos y tu pueblo que entran por estas puertas^(A). ³ Así dice el Señor: ‘Practiquen el derecho y la justicia, y liberen al despojado de manos de su opresor^(B). Tampoco maltraten ni hagan violencia al extranjero, al huérfano o a la viuda^(C), ni derramen sangre inocente en este lugar^(D). ⁴ Porque si en verdad observan este mandato, entonces entrarán reyes por las puertas de esta casa, y se sentarán en el lugar de David^[a], en su trono. Entrarán montados en carros y caballos, el rey^[b], sus siervos y su pueblo^(E). ⁵ Pero si no obedecen estas palabras^(F), juro por Mí mismo’, declara el Señor^(G), ‘que esta casa vendrá a ser una desolación’”». ⁶ Porque así dice el Señor acerca de la casa del rey de Judá:

⁸ Pasarán muchas naciones junto a esta ciudad, y cada cual dirá a su prójimo: “¿Por qué ha hecho así el Señor a esta gran ciudad^(M)?”. ⁹ Entonces responderán^[c]: “Porque abandonaron el pacto del Señor su Dios, y se postraron ante otros dioses y les sirvieron^(N)”».

¹¹ Porque así dice el Señor acerca de Salum^[d], hijo de Josías, rey de Judá, que reinó en lugar de su padre Josías, y que salió de este lugar: «Nunca más volverá aquí^(Q); ¹² sino que en el lugar adonde lo llevaron cautivo, allí morirá^(R), y no verá más esta tierra.

¹⁸ Por tanto, así dice el Señor acerca de Joacim^(AC), hijo de Josías, rey de Judá:

²⁴ »Vivo Yo», declara el Señor, «aunque Conías^[j], hijo de Joacim, rey de Judá^(AN), fuera un anillo^[k] en Mi mano^(AO) derecha, aun de allí lo^[l] arrancaría. ²⁵ Te entregaré en manos de los que buscan tu vida, sí, en manos de los que temes: en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia^(AP), y en manos de los caldeos. ²⁶ Te arrojaré^(AQ) a ti y a la madre^(AR) que te dio a luz a otro país donde no nacieron, y allí morirán. ²⁷ Pero a la tierra a la cual con toda el alma anhelan volver, a ella no volverán.

Los malos pastores y regreso del remanente

23 «¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de Mis prados^(AZ)!», declara el Señor^(BA). ² Por tanto, así dice el Señor, Dios de Israel, acerca de los pastores que apacientan a Mi pueblo: «Ustedes han dispersado Mis ovejas y las han ahuyentado, y no se han ocupado de ellas. Por eso Yo me encargaré de ustedes por la maldad de sus obras^(BB)», declara el Señor. ³ «Yo mismo reuniré el remanente de Mis ovejas de todas las tierras adonde las he echado, y las haré volver a sus pastos; y crecerán y se multiplicarán^(BC). ⁴ Pondré sobre ellas pastores que las apacentarán^(BD), y nunca más tendrán temor, ni se aterrarán^(BE), ni faltará ninguna de ellas^(BF)», declara el Señor.

⁷ Por tanto, vienen días», declara el Señor, «cuando no dirán más: “Vive el Señor, que hizo subir a los israelitas de la tierra de Egipto^(BN)”, ⁸ sino: “Vive el Señor que hizo subir y trajo a los descendientes^[o] de la casa de Israel de la tierra del norte y de todas las tierras adonde los había echado”. Entonces habitarán en su propio suelo^(BO)».

⁹ En cuanto a los profetas:

¹⁵ Por tanto, así dice el Señor de los ejércitos acerca de los profetas:

¹⁶ Así dice el Señor de los ejércitos:

²⁵ «He oído^(CX) lo que dicen los profetas que profetizan mentira en Mi nombre^(CY), diciendo: “¡He tenido un sueño, he tenido un sueño^(CZ)!”. ²⁶ ¿Hasta cuándo? ¿Qué hay en los corazones de los profetas que profetizan la mentira, de los profetas que proclaman el engaño^(DA) de su corazón, ²⁷ que tratan de que Mi pueblo se olvide de Mi nombre con los sueños^(DB) que se cuentan unos a otros, tal como sus padres olvidaron Mi nombre a causa de Baal^(DC)? ²⁸ El profeta que tenga un sueño, que cuente su sueño, pero el que tenga Mi palabra, que hable Mi palabra con fidelidad^(DD). ¿Qué tiene que ver la paja^(DE) con el grano?», declara el Señor. ²⁹ «¿No es Mi palabra como fuego», declara el Señor^(DF), «y como martillo que despedaza^(DG) la roca^[u]?».

³⁰ «Por tanto, estoy contra los profetas», declara el Señor, «que se roban Mis palabras el uno al otro^(DH). ³¹ Estoy contra los profetas», declara el Señor, «que usan sus lenguas y dicen: “El Señor declara”. ³² Estoy contra los que profetizan sueños falsos^(DI)», declara el Señor, «y los cuentan y hacen errar a Mi pueblo con sus mentiras^(DJ) y sus presunciones^(DK), cuando Yo no los envié ni les di órdenes^(DL), ni son de provecho alguno para este pueblo», declara el Señor.

³³ «Así que cuando te pregunte este pueblo, o el profeta^(DM), o un sacerdote: “¿Cuál es el oráculo^[v] del Señor?”, les dirás: “¿Cuál oráculo?”. El Señor declara: “Yo los abandonaré^(DN)”. ³⁴ Y al profeta, al sacerdote o al pueblo que diga^(DO): “Oráculo del Señor”, traeré castigo sobre tal hombre y sobre su casa. ³⁵ Así dirá cada uno a su prójimo y cada uno a su hermano: “¿Qué ha respondido el Señor^(DP)? ¿Qué ha hablado el Señor?”. ³⁶ Y no se acordarán más del oráculo del Señor^(DQ), porque la palabra de cada uno le será por oráculo, pues han pervertido las palabras del Dios viviente, del Señor de los ejércitos, nuestro Dios^(DR).

³⁷ »Jeremías, así dirás al profeta: “¿Qué te ha respondido el Señor? ¿Qué ha hablado el Señor?”. ³⁸ Pero si ustedes dicen: “¡Oráculo del Señor!”, entonces así dice el Señor: “Por cuanto han dicho esta palabra: ‘¡Oráculo del Señor!’, habiendo Yo enviado a decirles: ‘No digan: “¡Oráculo del Señor!”’”. ³⁹ Por tanto, ciertamente me olvidaré de ustedes y los echaré de Mi presencia, junto con la ciudad que les di a ustedes y a sus padres^(DS); ⁴⁰ y pondré sobre ustedes oprobio eterno y humillación eterna que nunca será olvidada^(DT)».

Las dos cestas de higos

24 Después que Nabucodonosor, rey de Babilonia, desterró a Jeconías, hijo de Joacim, rey de Judá, y a los oficiales de Judá junto con los artesanos y herreros de Jerusalén, y los llevó a Babilonia^(DU), el Señor me mostró dos cestas de higos^(DV) colocadas delante del templo del Señor. ² Una cesta tenía higos muy buenos, como los primeros higos maduros^(DW); y la otra tenía higos muy malos, que de podridos no se podían comer^(DX). ³ Entonces el Señor me dijo: «¿Qué ves, Jeremías?». Yo dije^(DY): «Higos; los higos buenos son muy buenos, pero los malos son muy malos, que de podridos no se pueden comer».

⁴ Entonces vino a mí la palabra del Señor: ⁵ «Así dice el Señor, Dios de Israel: “Como a estos higos buenos, así consideraré como buenos a los desterrados de Judá que Yo he echado de este lugar a la tierra de los caldeos^(DZ). ⁶ Porque pondré Mis ojos sobre ellos para bien, y los traeré de nuevo a esta tierra^(EA); los edificaré y no los derribaré, los plantaré^(EB) y no los arrancaré. ⁷ Les daré un corazón para que me conozcan, porque Yo soy el Señor; y ellos serán Mi pueblo y Yo seré su Dios^(EC), pues volverán a Mí de todo corazón^(ED).

⁸ ”Pero como a los higos malos que de podridos no se pueden comer^(EE)”, así dice el Señor, “de la misma manera abandonaré^[w] a Sedequías^(EF), rey de Judá, a sus oficiales^(EG), al remanente de Jerusalén que queda en esta tierra y a los que habitan en la tierra de Egipto^(EH). ⁹ Los haré motivo de espanto y de calamidad para todos los reinos de la tierra, de oprobio y refrán^(EI), de burla y maldición^(EJ) en todos los lugares adonde los dispersaré^(EK). ¹⁰ Y enviaré sobre ellos espada, hambre y pestilencia hasta que sean exterminados^(EL) de la tierra que les di a ellos y a sus padres”».

Setenta años de cautiverio

25 Palabra que vino a Jeremías acerca de todo el pueblo de Judá, en el año cuarto de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá (este era el primer año de Nabucodonosor^(EM), rey de Babilonia^(EN)), ² la cual el profeta Jeremías habló a todo el pueblo de Judá y a todos los habitantes de Jerusalén, diciéndoles^(EO): ³ «Desde el año trece de Josías, hijo de Amón, rey de Judá^(EP), hasta hoy, en estos^[x] veintitrés años ha venido a mí la palabra del Señor^(EQ), y les he hablado^(ER) repetidas veces^[y], pero no han escuchado^(ES). ⁴ Y el Señor les envió repetidas veces^[z] a todos Sus siervos los profetas, pero ustedes no escucharon ni pusieron atención^(ET). ⁵ Ellos les decían: “Vuélvase ahora cada uno de su camino y de la maldad de sus obras, y habitarán en la tierra que el Señor les dio a ustedes y a sus padres^(EU) para siempre^(EV). ⁶ No vayan tras otros dioses para servirles y postrarse ante ellos^(EW), no me provoquen a ira con la obra de sus manos, y no les haré ningún mal”. ⁷ Pero no me han escuchado», declara el Señor, «de modo que me provocaron a ira con la obra de sus manos para su propio mal^(EX).

⁸ »Por tanto, así dice el Señor de los ejércitos: “Por cuanto no han obedecido Mis palabras, ⁹ mandaré a buscar^[aa] a todas las familias del norte”, declara el Señor^(EY), “y a Nabucodonosor, rey de Babilonia, Mi siervo^(EZ). Los traeré contra esta tierra, contra sus habitantes y contra todas estas naciones de alrededor; los destruiré por completo^[ab] y los haré objeto de horror, de burla y de eterna desolación^(FA). ¹⁰ Además, haré cesar^[ac] de ellos la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del novio y la voz de la novia, el sonido de las piedras de molino^(FB) y la luz de la lámpara^(FC). ¹¹ Toda esta tierra será desolación^(FD) y horror, y estas naciones servirán setenta años al rey de Babilonia^(FE).

¹² ”Después que^[ad] se hayan cumplido los setenta años^(FF), castigaré al rey de Babilonia y a esa nación por su iniquidad^(FG)”, declara el Señor, “y a la tierra de los caldeos^(FH) la haré una desolación eterna. ¹³ Y traeré sobre esa tierra todas las palabras que he hablado contra ella, todo lo que está escrito en este libro que Jeremías ha profetizado contra todas las naciones^(FI). ¹⁴ (Pues también a ellos los harán esclavos muchas naciones y^[ae] grandes reyes^(FJ), y les pagaré conforme a sus hechos y conforme a la obra de sus manos^(FK))”».

La ira de Dios contra las naciones

¹⁵ Porque así me ha dicho el Señor, Dios de Israel: «Toma de Mi mano esta copa del vino del furor, y haz que beban de ella todas las naciones a las cuales Yo te envío^(FL). ¹⁶ Ellas beberán y se tambalearán y enloquecerán a causa de la espada que enviaré en medio de ellas^(FM)».

¹⁷ Entonces tomé la copa de la mano del Señor, e hice beber de ella a todas las naciones a las cuales me envió el Señor^(FN): ¹⁸ a Jerusalén y a las ciudades de Judá, a sus reyes y a sus príncipes, para ponerlos por desolación^(FO), horror, burla y maldición, como hasta hoy; ¹⁹ a Faraón, rey de Egipto, a sus siervos, a sus príncipes y a todo su pueblo^(FP); ²⁰ a todos los extranjeros^[af], a todos los reyes^(FQ) de la tierra de Uz^(FR), a todos los reyes de la tierra de los filisteos (es decir, Ascalón, Gaza^(FS), Ecrón y al remanente de Asdod^(FT)); ²¹ a Edom^(FU), a Moab^(FV) y a los hijos de Amón^(FW); ²² a todos los reyes de Tiro, a todos los reyes de Sidón^(FX) y a los reyes de las costas que están más allá^(FY) del mar; ²³ a Dedán, a Tema^(FZ), a Buz^(GA) y a todos los que se rapan las sienes^(GB); ²⁴ a todos los reyes de Arabia^(GC) y a todos los reyes de los extranjeros^[ag](GD) que habitan en el desierto; ²⁵ a todos los reyes de Zimri, a todos los reyes de Elam^(GE) y a todos los reyes de Media^(GF); ²⁶ a todos los reyes del norte^(GG), los de cerca y los de lejos, los unos con los otros, y a todos los reinos del mundo que están sobre la superficie de la tierra^(GH). El rey de Sesac^[ah] beberá después de ellos.

²⁷ «Tú les dirás: “Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: ‘Beban, embriáguense, vomiten, cáiganse y no se levanten a causa de la espada que Yo enviaré en medio de ustedes^(GI)’”. ²⁸ Y sucederá que si rehúsan^(GJ) tomar la copa de tu mano para beber, les dirás: “Así dice el Señor de los ejércitos: ‘Ciertamente van a beber^(GK). ²⁹ Porque Yo comienzo a causar mal en esta ciudad^(GL) que se llama por Mi nombre, ¿y quedarán ustedes sin castigo alguno? No quedarán sin castigo, porque llamo a la espada contra todos los habitantes de la tierra^(GM)’, declara el Señor de los ejércitos^(GN)”.

³⁰ »Tú, pues, profetizarás contra ellos todas estas palabras, y les dirás:

³³ En aquel día los muertos por el Señor estarán desde un extremo de la tierra hasta el otro^[aj](GU). No los llorarán, ni los recogerán, ni los sepultarán; serán como estiércol sobre la superficie de la tierra^(GV).

Plan para matar a Jeremías

26 Al comienzo del reinado de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá^(HC), vino esta palabra del Señor: ² «Así dice el Señor: “Ponte en el atrio de la casa del Señor, y habla a todas las ciudades de Judá^(HD) que vienen a adorar en la casa del Señor^(HE), todas las palabras que te he mandado decirles^(HF). No omitas ni una palabra^(HG). ³ Tal vez escuchen y cada uno se vuelva de su mal camino, y Yo me arrepienta del mal que pienso hacerles a causa de la maldad de sus obras^(HH)”. ⁴ Tú les dirás: “Así dice el Señor: ‘Si no me escuchan^(HI), para andar en Mi ley que he puesto delante de ustedes^(HJ), ⁵ para que escuchen las palabras de Mis siervos los profetas que les he enviado repetidas veces^[am], pero no los han escuchado^(HK), ⁶ entonces pondré esta casa como Silo^(HL), y esta ciudad la pondré por maldición para todas las naciones de la tierra^(HM)’”».

⁷ Los sacerdotes, los profetas^(HN) y todo el pueblo oyeron a Jeremías decir estas palabras en la casa del Señor. ⁸ Cuando Jeremías terminó de decir todo lo que el Señor le había mandado que hablara a todo el pueblo, lo apresaron los sacerdotes, los profetas^(HO) y todo el pueblo, diciendo: «De cierto, morirás. ⁹ ¿Por qué has profetizado en nombre del Señor, diciendo: “Esta casa será como Silo y esta ciudad quedará desolada sin habitante alguno^(HP)?”». Y todo el pueblo se congregó^(HQ) contra Jeremías en la casa del Señor.

¹⁰ Cuando los jefes de Judá oyeron estas cosas^(HR), subieron de la casa del rey a la casa del Señor, y se sentaron a la entrada de la puerta Nueva de la casa del Señor^(HS). ¹¹ Entonces los sacerdotes y los profetas hablaron a los jefes y a todo el pueblo, y les dijeron: «¡Sentencia de muerte para este hombre^(HT)!, porque ha profetizado contra esta ciudad, como han oído con sus propios oídos^(HU)». ¹² Entonces Jeremías habló a todos los jefes y a todo el pueblo, y les dijo: «El Señor me ha enviado a profetizar contra esta casa y contra esta ciudad^(HV) todas las palabras que han oído. ¹³ Ahora bien, enmienden sus caminos y sus obras, y obedezcan al Señor su Dios, y el Señor se arrepentirá del mal que ha pronunciado contra ustedes^(HW). ¹⁴ En cuanto a mí, estoy en sus manos^(HX); hagan de mí como mejor y más recto sea a sus ojos. ¹⁵ Pero sepan bien que si me matan, sangre inocente echarán sobre ustedes y sobre esta ciudad y sobre sus habitantes^(HY); porque en verdad el Señor me ha enviado a ustedes para hablar en sus oídos todas estas palabras».

¹⁶ Entonces los jefes y todo el pueblo dijeron a los sacerdotes y a los profetas: «Que no haya sentencia de muerte para este hombre^(HZ), porque en nombre del Señor nuestro Dios nos ha hablado». ¹⁷ Y se levantaron^(IA) algunos de los ancianos del país y hablaron a toda la asamblea del pueblo, y dijeron: ¹⁸ «Miqueas de Moréset^[an] profetizó en días de Ezequías, rey de Judá^(IB), y habló a todo el pueblo de Judá: “Así ha dicho el Señor de los ejércitos:

¹⁹ ¿Acaso Ezequías^(ID), rey de Judá, y todo Judá le dieron muerte a Miqueas? ¿No temió él al Señor y suplicó el favor del Señor, y el Señor se arrepintió del mal que había pronunciado contra ellos^(IE)? Nosotros, pues, estamos cometiendo un gran mal contra nosotros mismos^(IF)».

²⁰ Hubo también un hombre que profetizó en el nombre del Señor, Urías, hijo de Semaías de Quiriat Jearim^(IG). Él profetizó contra esta ciudad y contra esta tierra palabras semejantes a todas las de Jeremías. ²¹ Cuando el rey Joacim y todos sus valientes y todos los jefes oyeron sus palabras, el rey procuró matarlo^(IH); pero Urías se enteró, tuvo miedo, huyó^(II) y se fue a Egipto. ²² Entonces el rey Joacim envió hombres a Egipto: a Elnatán, hijo de Acbor, y a otros hombres con él, a Egipto^(IJ). ²³ Y trajeron a Urías de Egipto y lo llevaron al rey Joacim, quien lo mató a espada^(IK) y echó su cadáver a la fosa común^[aq].

²⁴ Pero la mano de Ahicam, hijo de Safán, estaba con Jeremías^(IL), de manera que no fue entregado en manos del pueblo para que le dieran muerte^(IM).