Pero Tobías contestó: —No probaré esta cena hasta que resuelvas mi asunto. Ragüel le dijo: —Bueno, lo haré. Según está dispuesto en el libro de Moisés, y ya que Dios ha decretado dártela, te la doy. Te entrego, pues, a tu parienta Sara. De ahora en adelante serás su marido, y ella será tu esposa. Es tuya desde hoy y para siempre. Hijo, que el Señor del cielo los favorezca esta noche, y les muestre su amor y les conceda bienestar.
Entonces Tobías le contestó: —No comeré hasta que me des una respuesta. —Está bien —respondió Ragüel—. Ahora mismo te doy mi permiso de casarte con Sara, pues así lo ordena la ley de Moisés. Yo sé que ésta es la voluntad de Dios. Sara será tu esposa para siempre. Sólo le pido al Dios del cielo que los bendiga, y que esta noche tenga compasión de ustedes y les dé su paz.