Luego se acercó a Sara, la esposa de su hijo Tobías, y la bendijo diciendo: —¡Bienvenida, hija! Alabado sea Dios que te ha traído a nosotros. Bendito sea tu padre, y bendito Tobías mi hijo, y bendita tú, hija mía. ¡Bienvenida a tu casa! Que el Señor te bendiga y te dé alegría. ¡Entra, hija!
Al ver a Sara, la bendijo diciéndole: «¡Hija mía, bendito sea Dios que te trajo a nosotros! ¡Bendito sea tu padre, bendito sea mi hijo Tobías, y bendita seas tú! »¡Bienvenida, ésta es tu casa! ¡Que la bendición y el gozo de Dios estén siempre contigo!»