Tobías se fue de la casa de Ragüel feliz y contento y alabando al Señor del cielo y de la tierra, el Rey del universo, porque le había concedido un viaje tan bueno. Pidió a Dios que bendijera a Ragüel y a Edna, y dijo: —¡Ojalá tenga yo la dicha de honrarlos todos los días de su vida!
Tobías, por su parte, les dijo a sus suegros: «¡Espero que mientras yo viva, pueda darles a ustedes el honor que se merecen!» Tobías salió de la casa de Ragüel sano y salvo. Iba feliz porque Dios, creador del cielo y de la tierra, y rey de toda la creación, le había dado un buen viaje. Por eso lo alabó y le pidió que bendijera a sus suegros.