Las llamas no quemaban a los débiles animales que pasaban por ellas, ni derretían el maná caído del cielo, tan fácil de derretir, por su semejanza a la escarcha.
El fuego no quemaba a los débiles animales que pasaban por en medio de las llamas, ni derretía el maná que caía del cielo, aunque era suave como la nieve y fácilmente se derretía.