Los impíos, que no quisieron reconocerte, fueron azotados por tu brazo poderoso, perseguidos por lluvias desacostumbradas, por granizo y tremendas tormentas, y consumidos por el fuego.
Los malvados, que no quisieron reconocerte, fueron golpeados por tu brazo poderoso. Fueron perseguidos por terribles tormentas y por un granizo destructor; el fuego los carbonizó a todos.