Por eso, Dios destruirá también a los ídolos de los paganos, porque, aunque eran cosas creadas por Dios, fueron convertidas en cosas detestables, un peligro para la vida de los hombres y una trampa para los pies de los incautos.
Dios destruirá los ídolos de los pueblos que no lo conocen. En esas naciones, la gente adora las cosas que Dios creó; por eso Dios los desprecia. Esa gente aleja a otros de Dios y desvía a los tontos del buen camino.